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Tomado de:
Como en la guerra, Argentina se quedó esperando un
acompañamiento norteamericano que nunca llegó.
Gesto. Barack Obama dialoga con Cristina Kirchner. Fue
durante la Cumbre de las Américas de 2012, en Cartagena, Colombia.
Por Ana Baron
Nueva York. Especial
El fallo adverso de la Corte Suprema de Estados Unidos hace
recordar a la Guerra de las Malvinas. Salvando las grandes y obvias
diferencias, en un caso como en el otro, muchos creyeron que
EE.UU. iba a apoyar a la Argentina y que la derrota no era un escenario
posible.
En el caso del conflicto en las Malvinas, la expectativa fue
que debido a la participación de Argentina en la Guerra, el presidente Ronald
Reagan iba a permanecer neutral. Estados Unidos, sin embargo, terminó apoyando
militarmente a su aliado de siempre, el Reino Unido. La derrota de Argentina
fue penosa.
En el caso de los fondos buitres, hasta último momento la
gran expectativa fue que debido a las medidas que estaba tomando el Gobierno
argentino para normalizar su relación con la comunidad internacional, el
gobierno de Obama iba lograr que la Corte Suprema tome el caso. Fue también un
gran equívoco.
En EE.UU., la división de poderes funciona. Con todas
sus imperfecciones, la Justicia norteamericana terminó con la presidencia de
Richard Nixon y con la vicepresidencia de Spiro Agnew. Creer que Obama podía
levantar el teléfono para presionar por el caso de los fondos buitres era más
un “wishful thinking” (un deseo) que una realidad.
De hecho, la Casa Blanca apoyó la posición
jurídica de Argentina en la Corte de Apelaciones con dos escritos. En ambas
ocasiones, los jueces fallaron en contra de las presentaciones que hizo Donald
Verrilli, el Procurador general de Obama. A nivel de la Corte Suprema,
Verrilli también presentó dos escritos pro argentinos en el caso del Discovery,
totalmente en vano. La Corte Suprema falló de todas maneras en contra de
Argentina.
Pero cuando el caso del pari passu llegó a la Corte Suprema,
EE.UU. no sólo se abstuvo de apoyar la apelación argentina sino que
también bloqueo el amicus curiae a favor de Argentina que estaba por enviar
el FMI. Es cierto que muy frecuentemente EE.UU. espera a que la
Corte Suprema le pida la opinión antes de intervenir en un caso. Pero cuando se
trata de un tema de interés, EE.UU. interviene antes de que se lo pidan.
En la batalla legal, Estados Unidos se alineó con
Argentina desde el punto de vista jurídico, porque consideraba que el caso de
los fondos buitres puede afectar el desarrollo de reestructuraciones futuras.
Pero siempre dejó en claro que no condonaba la conducta del gobierno de
Cristina Kirchner en materia de deuda y una y otra vez, pidió que Argentina
resuelva el problema de su deuda no sólo con los acreedores públicos (como el
Club de París), sino que también con los privados (leáse los fondos buitres)
Argentina ha venido cumpliendo con la lista de reclamos de
los diplomáticos estadounidenses. Primero pagó los fallos del CIADI, luego le
pagó una compensación a Repsol por su expropiación, presentó nuevas
estadísticas en el FMI y por último llegó a un acuerdo con el Club de París.
Sin embargo, nada de eso fue suficiente para que EE.UU.
levante las sanciones que le impuso por sus incumplimientos internacionales,
como la expulsión del Sistema General de Preferencias y el voto en contra a los
créditos del FMI.
El Departamento de Estado optó por no hacer comentarios sobre
el fallo de la Corte Suprema. Cuando se le pidió a una vocera una reacción,
volvió a poner énfasis en la necesidad de resolver el problema con
los acreedores, léase los buitres.
Todo indica ahora que hasta que no se resuelva ese
problema, las sanciones no serán levantadas.
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