http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article49678
Tomado de:
VALIOSO LIBRO SOBRE MALVINAS COMPILADO POR FERNANDO DEL CORRO
Artículos de Opinión | Emilio Marín | 07-04-2013 |
La fecha del 2 de abril, como ocurre desde 1982, genera mucha
discusión y apasionamiento. Más allá de las diferencias, eso confirma que las
Malvinas son una de las pocas, pero decisivas, cuestiones nacionales.
El acto central de homenaje a los caídos en la recuperación
argentina fue en Puerto Madryn, Chubut, con discurso de la presidenta Cristina
Fernández. Actos similares se hicieron en las provincias. El feriado por las
islas era en un fin de semana largo que incluía Pascuas y un lunes puente, de
modo que para algunos puede haberse desdibujado en parte el sentido malvinero.
Sólo en parte y para una parte, pues para la mayoría es una
cuestión muy sentida; lo era desde mucho antes de 1982 y lo siguió siendo
después, a pesar de la derrota táctica de las armas argentinas.
El discurso de la presidenta en Madryn volvió sobre el
sentido patriótico de esa causa, buscando unir a los argentinos. El sentido
abarcador de la exhortación está justificado, aunque el resultado final no
alcanzará al cien por ciento de los aludidos. Siempre habrá una minoría que
sirva intereses anglo-estadounidenses. Los llamamientos a “los 40 millones de
argentinos” son una forma del discurso; en la realidad se le habla a 39
millones, por poner un número.
La postura presidencial fue sólida en dos tramos. Cuando
deploró que el Reino Unido no quiera hablar con autoridades democráticas,
cuando antes lo hizo con gobernantes de facto. Y cuando informó de un emprendimiento
científico en el mar, en colaboración con Canadá, contrastando con el
armamentismo impulsado por Londres.
La invitación al diálogo sigue sin respuesta de David
Cameron, el premier que en junio pasado se negó a recibir un sobre de CFK con
documentación alusiva a las negociaciones preconizadas por la ONU.
El embajador británico en Buenos Aires, John Freeman, tampoco
dijo ni mu. Asumió en junio pasado y en su currícula consta que “entre
2001-2004 fue Representante Permanente Adjunto ante la OTAN y Representante
Alterno ante el Consejo del Atlántico Norte, Bruselas”. Un diplomático de armas
llevar...
Farsa o recuperación
Aunque parezca mentira, a 31 años del desembarco en Puerto
Argentino, se sigue discutiendo si fue una farsa dictatorial o una recuperación
nacional.
El cronista opta por la segunda opción, aún criticando la
dictadura militar-cívica, la entrega y el terrorismo de Estado, este último
incluso aplicado parcialmente en las islas con torturas a algunos soldados
propios.
Con esas aclaraciones, debe valorarse el desembarco de abril
de 1982, sostenido durante 74 días, hasta la rendición incondicional (por más
que el general Mario B. Menéndez tachara esa expresión del acta firmada ante su
vencedor, el general Jeremy Moore).
Es necesario hacer esa distinción respecto a Malvinas, y no
tratar al tramo abril-junio de aquel año como si fuera exactamente igual al
grueso del período dictatorial.
Esa diferenciación la hizo muy bien Cristina Fernández, en un
discurso anterior: “Debemos saber diferenciar, separar quienes gobernaban bajo
formas no democráticas, del hecho en sí del ejercicio de la soberanía nacional
y el rechazo al colonialismo. Se quería ocultar lo que había pasado cuando
trajeron escondidos a los que habían ido a combatir. Nuestros jóvenes y niños
deben saber que se debe honrar la memoria de los caídos por la patria, porque
hubo gente que sin estar obligada, fue a dar su vida. Vamos a pedirle a las
provincias que en cada uno de sus colegios, un aula lleve el nombre de alguno
de los combatientes que murieron: soldados, oficiales o suboficiales, su
historia y su fotografía”.
Varios desmalvinizadores
Aquella cita de la presidenta figura al comienzo de “La
Guerra de Malvinas: ensayo de revisionismo histórico”, escrito por Oscar
Abudara Bini y Domingo Dellepiane. Es un capítulo del libro de reciente
aparición “Malvinización y desmentirización”, compilado por el profesor de la
UBA Fernando del Corro, miembro del Instituto Dorrego, ediciones Fabro.
Denostar el sentido patriótico de la breve recuperación
emparentándola con la dictadura, y arrojar a ambos factores por la bañadera,
como si fueran igualmente mugrientos, ha sido el punto de vista de los
colonialistas británicos. Para ellos 2 de abril es sinónimo de Galtieri y
dictadura, en tanto Falklands y Margaret Thatcher lo eran de una democracia que
ya entonces y mucho más hoy, cuesta adivinar entre las ruinas de la crisis
capitalista en el Reino Unido y otros miembros de la OTAN. En particular entre
uno de sus últimos adherentes, España, afiliada allí por Feli-“pillo” González.
Además de esos enemigos externos, hay que contar a quienes,
en lo interno, alimentaron entonces -y siguen haciéndolo hoy- una capitulación.
Carlos Menem y su canciller Domingo Cavallo firmaron en febrero de 1990 un
acuerdo con Londres reanudando las relaciones normales con el agresor,
colocando la soberanía “bajo un paraguas”, que en realidad fue un ataúd. Y
luego dieron cabida a multis inglesas en las privatizaciones, como la British
Gas en Metrogas.
Más recientemente, cuando Londres manipulaba un referéndum
con los kelpers, el 10 y 11 de marzo pasado, hubo historiadores que le daban
legitimidad. Luis Alberto Romero, escribió el 26 de febrero en “La Nación”:
“Nuestro gobierno la descalifica, argumentando que no son ’pueblo’ sino mera
’población implantada’, sin derechos sobre el territorio en que viven. La
mayoría de los argentinos se declara democrática, pero pocos aprueban esa
acción popular públicamente. Como otras veces, las islas nos enfrentan con
nuestras contradicciones y con nuestros traumas”. En febrero de 2012, Romero,
Beatriz Sarlo, Jorge Lanata y otros desmalvinizadores habían abogado por
respetar la “autodeterminación” de los kelpers.
La Academia y el Gaucho
Historiadores de esa cepa mitrista visceral, de la Academia
Nacional de Historia, tienen una visión antinacional sobre Malvinas desde
muchísimos años. En el muy interesante libro “Historia y vida de nuestras
Malvinas”, del profesor Honorio Romero, se lee: “ante el pedido de un homenaje
al gaucho Rivero, la Academia Nacional de Historia dice en un dictamen del año
1966 que ’si no se aportan pruebas de que el levantamiento (de Rivero) obedeció
al noble propósito patriótico de expulsar a los usurpadores de la soberanía
nacional, no corresponde el homenaje proyectado. Expresa además que ’los
antecedentes documentales hasta ahora conocidos no son nada favorables para
otorgar a Rivero títulos que justifique el homenaje que se proyecta”.
Romero aclaró: “Rivero fue sospechado de cuatrerismo. Ninguna
justicia lo condenó” (pág. 85). También citó al investigador académico
Martiniano Leguizamón Pondal, para afirmar que “Rivero cayó en la batalla de
Obligado el 20 de noviembre de 1845 luchando contra los invasores ingleses y
franceses”.
O sea que haberse rebelado con ocho trabajadores rurales en
Malvinas y hacer ondear la celeste y blanca durante casi cinco meses, tras la
usurpación de 1833, y luego morir en defensa de la Patria en 1845, no eran
títulos suficientes para un homenaje.
La Academia mitrista sintonizaba otra onda histórica,
anglo-yanqui, ganadera-terrateniente. No le perdonaba a Rivero sus luchas ni
algunos asados con vaquitas ajenas, siempre ajenas para gauchos a los que
pagaban con papeles sin valor.
¿En serio que pelearon?
Descalificar la resistencia del gaucho Rivero y negar los
combates de 1982 forma parte de la misma visión filo-inglesa de la historia. No
hubo luchas, no hubo resistencia y no se puede luchar contra semejante enemigo,
sería la conclusión derrotista.
Y sin embargo durante la guerra de Malvinas hubo muchas
conductas heroicas, que por eso acreditan el feriado del 2 de abril, que los
desmalvinizadores quisieron eliminar a favor del 10 de junio (fecha donde en
1829 se crea la comandancia político-militar de las islas).
En el capítulo de Abudara Bini y Dellepiane, de
“Malvinización y desmentirización”, se citan los casos de soldados rasos como
Oscar I. Poltronieri, los oficiales de aviación, el contralmirante Carlos Hugo
Robaccio del BIM 5 y otros suboficiales y oficiales que lucharon a brazo
partido e impusieron bajas a los británicos.
Esto contradice aquella fábula de que no hubo lucha. Jefes
ingleses y militares estadounidenses confesaron que la guerra fue pareja y pudo
tener otro resultado, caso del almirante Sandy Woodward, quien en su libro “Los
cien días”, graficó, en términos futbolísticos, que su equipo “había ganado 10
a 9 y en tiempo de descuento”. Los derrotistas locales siempre hablaron de una
goleada en contra, de 10 a cero.
En el capítulo del volumen compilado por Del Corro, firmado
por Jorge Luis Reyes, veterano de Malvinas (fue teniente de la Fuerza Aérea),
hay referencias a las “Pérdidas de la Task Force británica”. Reyes escribió:
“Los registros propios (ingleses) hablan de 348 hombres caídos con 777
heridos”. Tuvieron, según este autor, 34 aviones derribados, 8 barcos de guerra
y transporte hundidos o destruidos, otros 7 averiados gravemente y 5 averiados
de menor consideración.
Esta lucha, trascendente desde el punto de vista
histórico-político-cultural, es lo que no permite a los desmalvinizadores mover
ni menos eliminar el feriado del 2 de abril.
No hay comentarios:
Publicar un comentario