http://www.clarin.com/politica/Espana-dispuesta_0_1001300077.html
Tomado de:
Por Ignacio Miri
Argentinos y españoles dedicaron los últimos dos días a
tratar de escudriñar qué había pasado realmente en el encuentro entre los
cancilleres Héctor Timerman y José Manuel García-Margallo.
Esa reunión, el jueves, en el contexto de la 68ª Asamblea
General de las Naciones Unidas, podría haber funcionado como una suerte de
presentación social, ya que era el primer encuentro bilateral entre los dos
ministros de exteriores.
No fue así, y ya desde el jueves temprano desde el gobierno
español avisaron que García- Margallo dedicaría este viernes buena parte de una
conferencia de prensa a la que había convocado a hacer aclaraciones sobre la
cita con Timerman.
No es frecuente que un canciller salga a aclarar lo que
ocurrió en un encuentro con un par que representa a un país con relaciones tan
cercanas, ricas y abarcativas como las que mantuvieron la Argentina y España a
lo largo de la mayor parte de su historia en común.
Lo que encendió las luces del gobierno español fue el
comunicado emitido por la Cancillería argentina el mismo jueves en el que decía
que los cancilleres “acordaron realizar gestiones conjuntas instando al Reino
Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte a dialogar en cumplimiento de los
mandatos de las Naciones Unidas” acerca de los conflictos por Malvinas y
Gibraltar.
Para los ojos del gobierno español, esa frase decía más que
lo que están dispuestos a hacer en España junto a la Argentina por los dos
reclamos de soberanía.
En el Tratado de Lisboa, de diciembre de 2007, la Unión
Europea incorporó a las Malvinas, las Georgias y las Sandwich del Sur, además
de una parte de la Antártida, a la lista de “Países y Territorios de Ultramar”
de Europa, en este caso, de Gran Bretaña. El problema para la Argentina en ese
punto es que los españoles aprobaron ese tratado en un referéndum convocado
para la ocasión.
El caso de Gibraltar es distinto porque británicos y
españoles acordaron que la situación jurídica del peñón no iba a quedar
definida por la Constitución de la Unión Europea, sino que se mantendrían “las
respectivas posiciones de los Estados miembros” en ese aspecto.
Por eso mismo, España no está dispuesta a transformar en un reclamo multilateral –que además incluya a un país no
europeo
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