viernes, 13 de noviembre de 2015

BREVE HISTORIA DEL TERRITORIO ESEQUIBO.

1976 La  Guayana Esequiba - Zona en Reclamación MARNR Servicio Autónomo  de Geografía y Cartografía Nacional 1 Edición

Manuel A. Donís Ríos 


Universidad Católica Andres Bello (UCAB) 

Caracas 2015 


I.- El descubrimiento del litoral venezolano.
Entre los años 1499-1500 Alonso de Ojeda, en compañía de Juan de la Cosa y Américo Vespucio, realizó un viaje en el que recorrió buena parte de las costas septentrionales de América del Sur, incorporando nuevos territorios descubiertos y dándole a la futura Venezuela la prioridad de ser la primera tierra continental en ser cartografiada en el Nuevo Mundo.

Preocupó a los Reyes Católicos la posibilidad de que la riqueza perlífera, de la que ya tenía noticia, quedara en tierras asignadas a Portugal por el Tratado de Tordesillas y fue así como el rey Fernando “consideró necesario despachar a los marinos críticos en una expedición que llamaríamos de comprobación, para que fueran -Ojeda, Cosa y Niño- a tantear doscientas leguas a uno y otro lado de lo descubierto por Colón”.

Ojeda y su gente zarparon el 18 de mayo de 1499 y arribaron a Tierra Firme americana a unas doscientas leguas al oriente de la península de Paria, en las costas de la hoy Guayana Francesa, probablemente en la desembocadura del río Oyapoco. Los expedicionarios navegaron en dirección Este-Oeste descubriendo la costa guayanesa hasta llegar al golfo de Paria por vez primera. Entraron por la boca de Drago y viraron al occidente recorriendo toda la costa de la actual Venezuela. Producto de este viaje es el planisferio de Juan de la Cosa, elaborado en Santa María, España, en 1500.

En el trayecto entre el Oyapoco y el golfo de Paria avistaron varios ríos, entre ellos el Esequibo. En su desembocadura leemos “Río de la Posición”, el cual vierte sus aguas en el “Mar de Agua Dulce”. El primer topónimo alude a que allí los expedicionarios tomaron posición astronómica para cambiar el rumbo hacia la isla de Trinidad. El segundo topónimo no puede corresponderle sino al Esequibo. Sin duda, lo vieron de día, cuando el imponente río lanza sus aguas al Atlántico y con la marea baja éstas sólo se mezclan con el océano a considerable distancia de la costa.

Corresponden a España los legítimos títulos de descubrimiento y posesión de dichas tierras, acto que se representa en el Planisferio de Juan de la Cosa mediante las banderolas  de Castilla asentadas a lo largo de la costa (Véase Anexo N* 1).

II.- La amistad hispano-aruaca.
La cartografía española cuenta con un mapa anónimo elaborado en la isla de Margarita en 1556 titulado “Mapa de los ríos Amazonas, Esequivo o Dulce y Orinoco y de las comarcas adyacentes” que fue objeto de discusiones en las sesiones del Tribunal Arbitral de 1899, pues era bastante incómodo para los abogados ingleses tener que reconocer que los españoles poseían no sólo un conocimiento completo de la región del Esequibo, sino que además mantenían trato frecuente y un intercambio comercial con los Aruacas, legítimos pobladores autóctonos de la zona, al punto de que en la desembocadura de todos los ríos entre el Orinoco y el Esequibo aparece el nombre del cacique que allí habitaba (Véase Anexo N* 2).



"Mapa anónimo elaborado en la isla de Margarita en 1556 titulado “Mapa de los ríos Amazonas, Esequivo o Dulce y Orinoco y de las comarcas adyacentes” 

Destacamos una leyenda en particular de las existentes en el mapa de los Aruacas, como se le conoce: “Hay un cacique Aruaca. Año 1553 subió por el río de Esequibo arriba con cuatro piraguas y las pasó a cuestas la sierra y dio a la otra vertiente en otro Río y por el fue a dar en el río grande de las Amazonas y halló tanta gente que se volvió”. Del texto se desprende que para mediados del siglo XVI, gracias a la amistad con los Aruacas, los españoles conocían y trataban de representar en un mapa la comunicación existente entre el Esequibo y el Amazonas, probablemente a través de los ríos Rupununi y Branco, descubrimiento que sólo será plasmado en la cartografía mundial a partir de la segunda mitad del siglo XVIII.

Como bien demuestra el mapa de los Aruacas, muchísimo tiempo antes de la llegada a Guayana de holandeses, franceses e ingleses, los españoles poseían un conocimiento cabal del río Esequibo.  

III.- El dominio hispano en Guayana y la presencia holandesa.  
Fue Antonio de Berrío quien logró integrar el territorio de Guayana y Caura junto con la isla de Trinidad, en el espacio geográfico de su provincia de “El Dorado”. Sus tres expediciones entre 1584 y 1591 dieron inicio a la penetración y exploración de Guayana a partir del Nuevo Reino de Granada, atravesando los Llanos del Casanare hasta alcanzar el Orinoco y salir al Atlántico. Llegado a la isla de Trinidad fundó a San José de Oruña en 1593; y para finales de 1595 a Santo Tomé de Guayana a orillas del Orinoco, que será la capital de la provincia de Guayana.

La presencia hispana en el Esequibo fue atestiguada por el inglés Lawrence Keymis, lugarteniente de Walter Raleigh (quien pretendió ocupar la región de Guayana en busca del mítico “El Dorado”) en 1596. Dijo Keymis que él había navegado hacia el Esequibo “pero al encontrar españoles en dicho río, pensó que no era seguro continuar con su exploración”.

A Antonio de Berrío le cabe el honor, junto a Diego de Ordáz [quien, en 1531, partiendo desde Paria llegó por el Orinoco hasta la desembocadura del Meta]; y del piloto Juan Bono de Quexo, que en 1516 descubrió el Orinoco, de ser el descubridor de Guayana.

Otros países trataron de establecer colonias en Guayana. Henrique IV de Francia autorizó una colonia en Guayana en 1602. Los ingleses lo intentaron entre 1602 y 1609. Prueba de ello fueron los esfuerzos de John y Charles Leigh; de Robert Harcourt; y de Thomas Roe. Pero todos no hicieron más que desacreditar en Inglaterra la idea de la existencia de “El Dorado”.

Los holandeses tuvieron mejor suerte: lograron estabilizar pequeños poblados en las costas de las tierras guayanesas ubicadas al Este de la desembocadura del Orinoco, que ellos designaron como “La Costa Salvaje” por lo difícil de su navegación. La necesidad de ampliar su creciente comercio y la búsqueda de materias primas para su naciente industria, los obligó a expandirse por África, Asia y América, dirigiendo en un principio sus esfuerzos hacia el Brasil, luego al Caribe y finalmente a Guayana.

A partir de 1623-1624 la Compañía holandesa de las Indias Occidentales se propuso colonizar Guayana, lo que se tradujo en los establecimientos de Esequibo, Demerara y Berbice en el litoral atlántico; colonización de fachada sin penetración hacia el interior del territorio y enfocada al aspecto comercial. En 1632 la Compañía decidió, ante su improductividad, abandonar la colonia de Esequibo. No obstante, en 1637  retomó dicho establecimiento, cuyo único artículo de valor comercial era el tinte de onoto.

La ocupación holandesa en el río Esequibo se limitó a la isla de Kykoveral, en su desmbocadura. La colonia debió su existencia a la esperanza que tenía la Compañía de recobrar el Brasil y su preciado azúcar. Mientras Pernambuco estuvo en sus manos (1630-1650) la colonia de Esequibo se sostuvo, pero una vez que Holanda consiguió la Independencia de España y con ella la paz, consagradas ambas en el Tratado de Münster o de Westfalia de 1648, esta razón dejó de existir.

El Tratado de Münster, resultado de su lucha contra España en la “Guerra de los Treinta Años” dio a Holanda la posesión oficial de sus colonias en Guayana. Una lectura atenta al documento permite concluir que la ratificación del Tratado implicó el reconocimiento español de las posesiones holandesas  en la “Costa Salvaje” y supuso una renuncia territorial, impuesta bajo ciertos términos: reconocimiento implícito por  Holanda de que España tenía el derecho anterior al territorio por poseerlo previamente; las demarcaciones de las posesiones holandesas, aunque no fueron precisadas, se limitaban a sus alrededores, no existiendo tierra de nadie y aceptando Holanda que el resto del territorio era español. Ésta se comprometió a no avanzar ni expandir sus posesiones en cualquier dirección, prometiendo no comerciar con los territorios españoles.

A pesar de los esfuerzos holandeses por hacer prosperar la colonia de Esequibo, esta seguía estancada, por lo que se pensó hacia 1657 en un nuevo establecimiento en los ríos Pomarón y Moroco, al Oeste del río Esequibo, sin considerar los derechos españoles y violando el Tratado de Münster. Para lograr este objetivo judíos portugueses, cultivadores de caña de azúcar y expulsados de Brasil, fueron inducidos a establecerse en el Pomarón, pero hacia 1660 el experimento fue descuidado, quedando en el aire los planos de levantar una fortaleza llamada, al igual que la colonia, Nueva Zelanda, así como también la ciudad de Nueva Middelburgo.

La Compañía de las Indias Occidentales decidió abandonar la región del Pomerón para noviembre de 1689 y regresar a Esequibo. Por medio del Tratado de Breda, los holandeses muy debilitados militarmente frente a Inglaterra (1652-1654 y 1665) se vieron obligados a entregar su colonia de Nueva Ámsterdam (en Norteamérica) y perdieron la posibilidad de establecerse de forma definitiva en Brasil. Sólo le quedaron sus posesiones en el Caribe y las colonias de Esequibo y Berbice en Guayana.

El siglo XVIII los encontró en una segunda tentativa de erigir una posta [puesto para comerciar] más arriba del Pomarón y más cerca del río Esequibo, que tampoco prosperó. La ocupación del Barima fue sugerida  por los gobernadores de Esequibo Beekman y Storn van´s Gravesande  en 1683 y 1748 respectivamente, pero la Compañía no la aprobó por considerar que el Barima estaba en territorio y bajo jurisdicción española.

Y en efecto, el dominio español en el Barima era tal que son muy pocos los ejemplos de alguna presencia de extranjeros en el delta del Orinoco entre 1648 y 1725: el tráfico de los holandeses de Surinam y de los franceses en Barima en los últimos años del siglo XVII; el tráfico de unos y otros y de los holandeses de Berbice en el primer cuarto del siglo XVIII; el de los holandeses de Esequibo entre 1673 y 1684; la residencia de los franceses en Barima en 1689; y la frustrada presencia de los holandeses de Esequibo de traficar en el Guaima.

Así los hechos, se desprende que la ocupación temporal de la región del delta del Orinoco por extranjeros en ningún momento obedeció a planes de colonización, sino simplemente a meros intentos por levantar postas que le permitieran comerciar con los españoles de Orinoco, actividad que fue eliminada por éstos al expulsar del Barima a los Caribes que comerciaban con los holandeses. La dominación hispana entre Barima y Esequibo es tan evidente que incluso, “si no hubiera habido nunca un establecimiento Español en el Esequibo, los establecimientos de Trinidad y Santo Thomé, considerados en conexión con las exploraciones y actos de dominio de España y en la costa y en lo interior, seguramente tuvieron un efecto mayor que el de darle, como descubridora de Guayana, una mera franja  en la margen oriental del Orinoco”.

IV.- Misioneros y agentes de frontera.
La conquista y colonización de los extensos territorios interiores, todavía no explorados de la actual Venezuela, fue encomendada por la Corona española a las misiones institucionales a partir de la segunda mitad del Siglo XVII, entendiéndose por éstas el sistema mixto de empresa evangelizadora y escolta de soldados para realizar las llamadas “entradas” en busca de los naturales y poder reducirlos a poblado.

Correspondió a los capuchinos catalanes la Misión de Guayana a partir de 1686. En 1718 fundaron una misión en Suay, cerca de la desembocadura del Caroní en el Orinoco; pero  la fundación del primer hato de ganado en Suay en 1724 -lo cual hizo posible el autoabastecimiento de la Misión, e incluso la producción de excedentes que se exportaron a otras latitudes- marcó el verdadero principio de su éxito, permitiéndoles avanzar y poblar hacia el interior del territorio, en sitios estratégicos que cerraron el paso a caribes, holandeses y portugueses.

Siguiendo este rígido sistema se lograron fundar exitosamente 28 pueblos de indios y 2 villas de españoles, todos con su correspondiente iglesia. En realidad contamos 67 fundaciones, pero muchas no tuvieron suerte y se perdieron, bien por las epidemias de viruelas o por el levantamiento de los naturales, o fueron destruidos por los Caribes.

Sobre esta base firme, los capuchinos pudieron organizar la empresa misional y el trabajo de los indígenas convirtiéndolos en entes productivos. Alrededor de las misiones giró el desarrollo económico de la provincia de Guayana. Ellas prestaron el auxilio necesario a sus pobladores para su supervivencia;  apoyaron económica y logísticamente a la Comisión de Límites de 1750;  el traslado de la capital al sitio de Angostura y la construcción de la nueva ciudad. Todo fue posible gracias al trabajo de los naturales.

En contraposición, las misiones capuchinas catalanas establecidas en Guayana, una vez alcanzado el autoabastecimiento económico mediante el desarrollo del hato vacuno, habían desarrollado una notable expansión hacia el interior de la Provincia, alcanzando para 1748 las sabanas próximas al Cuyuni. El avance fue rápido y efectivo, y obedeció a un plan estratégico cuyo objetivo fue dominar las confluencias fluviales utilizadas por los caribes enviados por los holandeses, todo dentro de un contexto general de defensa para la provincia de Guayana aprobado por la Corona española. Los pueblos fundados en la hoya del Yuruari, afluente del Cuyuni, contaron con hatos para la cría de bovinos, garantizándoles así una economía pecuaria, que con la actividad agrícola propia, los hacía prácticamente autosustentables.

Esto alarmó al Gobernador de Esequibo. En sucesivas cartas a la Compañía de las Indias Occidentales, Gravesande pidió  que se fijase un límite por el Oeste entre Esequibo y la Provincia de Guayana, advirtiendo el peligro que significaba tener en su cercanía  a las misiones capuchinas. La Compañía, tan ignorante como el Gobernador, de que existiera un territorio holandés al Oeste del río, le ordenó que levantara en principio un mapa de la colonia, advirtiéndole al mismo tiempo que actuara con suma prudencia: “no protestar, no escribir á las autoridades Españolas, no atacar al intruso, no suscitar él mismo la cuestión en ninguna forma, sino que, “si puede por medios indirectos y sin aparecer él mismo en esto, conseguir que los Españoles sean desalojados”, puede hacerlo”.

Con razón los ingleses intentaron disminuir, o negar, incluso en sus alegatos  en el Tribunal de Arbitraje, la labor misional desarrollada por los misioneros . Particularmente se negaron en reconocer la existencia del fortín del Curumo, construido en la zona de contacto entre el Esequibo y el Caroní, a través del Cuyuni, vía natural de penetración desde y  para la colonia de Esequibo (Véase Anexo N* 3).

Para 1792 se había construido un fortín en dicho sitio, frente a la boca del río Curumo, hoy en territorio usurpado a Venezuela mediante el Laudo Arbitral, y arbitrario, de París de 1899. Éste dominaba, gracias a su situación privilegiada los cursos alto y medio del Cuyuni, principal vía de penetración caribe-holandesa a la Guayana española. Las gestiones para su construcción se remontan a 1758 y la iniciativa partió de los capuchinos. Fue fray Benito de La Garriga, prefecto varias veces de la Misión capuchina, quien se dio cuenta de las ventajas que traería la fundación de un pueblo en el Curumo, zona de contacto entre el Esequibo y el Caroní a través del Cuyuni.

No obstante, a pesar de haberse reconocido la evidencia, el fortín quedó en territorio esequibo y como en el resto de la línea que se fijó en el Laudo Arbitral, y arbitrario de 1899, los derechos venezolanos fueron sacrificados en aras de la línea Schomburgk. Inglaterra no estaba dispuesta a permitir que los Estados Unidos de Venezuela siguiera controlando un territorio rico en oro como se pensaba entonces.

Ante esta realidad, Gran Bretaña quiso sepultar los avances hispanos en la cuenca del Cuyuni, las penetraciones llevadas a cabo por los misioneros capuchinos Benito de La Garriga y Mariano de Cervera, alegando incluso que los españoles desconocían la zona del alto Esequibo, Potaro, Rupununi y Siparuni. Fue más allá en su argumentación y  negó a España, incluso, el control del Cuyuni.

Con toda razón concluyó el P. Hermann González: “El avance capuchino en Guayana había sido tan rápido y efectivo en la segunda mitad del siglo XVIII, que para estos años de finales del siglo la obra era más bien de consolidación y afianzamiento. Consolidación frente al ataque caribe que el colono holandés enviaba desde Esequibo. Dado el cierre y control el recién construido fortín sobre el río Cuyuni en Curumo, las misiones podían darse a la hora segura de consolidar y perfeccionar lo hecho”.

Para finales del siglo XVIII la Guayana venezolana era una provincia en expansión, con desarrollo propio representado en gran parte en la riqueza de las misiones capuchinas catalanas, y traducido en el control territorial y marítimo con epicentro en Angostura; en abierta contraposición con la penosa situación de las colonias holandesas en Esequibo y Demerara, suerte de colonización de fachada marítima, sin poblados.  

Para finales del XVIII los ataques corsarios contra embarcaciones inglesas se intensificaron, no obstante la pérdida de la isla de Trinidad a partir de 1797. Preocupó mucho al Almirantazgo Británico que la marina guayanesa, perfectamente adaptada a las regiones geográficas de la región, se convirtiera en ama y señora de la “Costa Salvaje”, llegando no sólo a capturar un buque inglés en 1798 luego de un combate naval, sino que incluso, los corsarios  desembarcaron en Demerara y Esequibo, causaron daños materiales y obstaculizaron seriamente la actividad comercial.

Por el contrario, las colonias holandesas se hallaban en decadencia, sujetas además a los vaivenes políticos de su Metrópoli europea. La Francia revolucionaria ocupó militarmente a Holanda en 1795 y el Statúder tuvo que refugiarse en Londres. En las colonias de Guayana hubo disensiones internas; los colonos ingleses trabajaron para que Inglaterra las ocupara militarmente, mientras que los colonos holandeses estaban a favor de la Casa de Nassau. Como si fuera poco conflictiva esta situación, se produjo una rebelión de esclavos en Demerara a los que hubo que someter, influenciados éstos por lo ocurrido en la vecina Surinán, donde los fugitivos habían logrado crear una República cuasi independiente.

La vida era miserable en las plantaciones de Demerara y Esequibo y sus habitantes tuvieron que aceptar que los ingleses se fueran introduciendo con su capital dentro de ellas, al punto de que para 1760 la mayoría de los colonos eran británicos; proceso que se aceleró con las migraciones que por motivos políticos hicieron los ingleses desde la isla de Tobago. Fueron los colonos ingleses quienes presionaron a Inglaterra para que ocupara de forma definitiva las colonias.

Sin que se disparara un sólo fusil Inglaterra tomó  Stabroek el 22 de mayo de 1796 y desde entonces “cambió la nacionalidad de nuestros vecinos” de la frontera oriental. El 13 de agosto de 1814 las colonias holandesas en Guayana pasaron oficialmente a manos británicas mediante la “Convención entre S.M. Británica y las Provincias Unidas de los Países Bajos”.

V.- Gran Bretaña reconoce la frontera en el río Esequibo.
En  aplicación del “Uti Possidetis Juris” Simón Bolívar había ordenado a José Rafael Revenga en 1822 [Revenga trabajaba en Londres en el reconocimiento de la Independencia de Colombia por Gran Bretaña] que gestionara ante el gobierno británico el desalojo de los colonos ingleses que se hallaban en la zona del Moruca-Pomerón, es decir en la orilla izquierda del río Esequibo, o que en su defecto reconocieran la soberanía de Colombia en el área.

Debemos recordar que España nunca aceptó la presencia de los holandeses en el Moruca-Pomerún, al occidente del río Esequibo, donde habían levantado una posta para evitar la fuga de esclavos hacia el Orinoco, en clara violación  del Tratado de Münster de 1648. En febrero de 1797 se giraron instrucciones al gobernador de Guayana, Felipe de Inciarte, para que ocupase dicha posta, pero el ataque fracasó debido a los efectivos anglo-holandeses que la ocupaban. Más no por ello, la acción tiene el valor de representar un acto de resistencia positiva y afirmación expresa de los derechos de la Capitanía General de Venezuela sobre ese territorio.

En las instrucciones del canciller Pedro Gual a  Revenga se advierte que los colonos ingleses habían usurpado  tierras que pertenecen a Colombia en la margen occidental del río Esequibo, por lo que se hacía  absolutamente indispensable que dichos colonos se colocaran bajo la protección y obediencia de las leyes colombianas, o que se retiraran a sus antiguas posesiones [Al Este del río Esequibo].

Al efecto se les daría el tiempo necesario, según se establecía en el proyecto [Proyecto de Tratado de Límites entre Colombia y la Gran Bretaña]  que se preparaba para la fecha. Pedro Gual consideraba capital asentar que la Gran Bretaña no podía aducir otros títulos sino los que le cupieran como sucesora de Holanda en el Esequibo. Igualmente que la república de Colombia sucedía a España en todos los derechos americanos. Gual no pretendía otra cosa que afirmar el Uti Possidetis Juris ante Inglaterra y proyectarlo a los límites en Guayana, tal como lo había hecho anteriormente con respecto a la Guajira y en la costa de la Mosquitia.

En 1.825 Gran Bretaña reconoció la frontera entre la República de Colombia [de la que formaba parte Venezuela) y la Guayana Británica en el río Esequibo. Existen razones para suponer que el autor intelectual de la Memoria presentada por el Ministro Plenipotenciario de la República de Colombia José Manuel Hurtado, documento de suma importancia puesto que fue la referencia limítrofe del país que reconoció Gran Bretaña a partir de 1825, no fue otro que nuestro gran humanista Andrés Bello, entonces Secretario de Colombia en Londres.

Cuando se llegó al definitivo reconocimiento de Colombia por la Gran Bretaña, la cláusula en la que se fijaban los límites de la nueva Nación no se insertó en el Tratado. Sin embargo, en la Memoria  descriptiva sobre el territorio de Colombia, sí se expresaron oficialmente y sin ambajes los límites de la nueva república [presentamos sólo el párrafo que nos interesa]: “La República de Colombia, compuesta hoy en día por los pueblos conocidos antes bajo los nombres de Venezuela y Nueva Granada, está situada en el corazón de la Zona Tórrida en la América meridional. Este bello y rico país se extiende por la Mar del Norte desde el río Esequibo, o confines de la provincia de Guayana [subrayado nuestro] hasta el río de las Culebras que la separa de Guatemala”.

VI.- Robert Schomburgk  y sus líneas de frontera.
En 1835 el naturalista prusiano Robert H. Schomburgk obtuvo de la Royal Geographic Society de Londres la comisión de explorar la Guayana Británica. Al iniciar sus exploraciones Schomburgk presentó un mapa de la Guayana Británica, separada de Venezuela por el Río Esequibo, exceptuada la región del Pomerún y Moruca, en un área de unos 4920 kms2 al occidente de dicho río, desconociendo el reconocimiento británico de la frontera en el río Esequibo; pero en vista del descubrimiento de notables yacimientos de oro en la Guayana Esequiba que despertaron el interés británico por la zona, Schomburgk, al terminar la exploración de 1839, hizo avanzar esta línea sobre territorio venezolano en unos 142.000 kms2, partiendo de la boca del Río Amacuro y siguiendo una dirección Norte-Sur hasta concluir en el Roraima.

En 1840 esta línea fue publicada en “Parliamentary Papers” calificándola Gran Bretaña de frontera tentativa sujeta a modificaciones. En fecha posterior la adoptó como su máxima reclamación territorial. Entre 1841-1844 Schomburgk trató de demarcar esta línea en el terreno. A su llegada al Barima izó el pabellón británico en Punta Barima y levantó hitos con el anagrama de la reina Victoria.

Ante la protesta del gobierno venezolano y las gestiones del ministro Alejo FortiquAntee en Londres, el gobierno británico decidió al año siguiente, bajo promesa formal de su ministro de Relaciones Exteriores, Lord Aberdeen,  quitar los postes colocados por Schomburgk. Se había iniciado así la controversia limítrofe.

Los problemas económicos de Guayana Británica entre 1850 y 1880 fueron graves y Londres vio en el oro venezolano del Yuruari la alternativa  salvadora para la colonia. En 1850 ambos gobiernos intercambiaron Notas acordando no ocupar el territorio en litigio, y de presentar como máxima aspiración la línea Shomburgk de 1840. Venezuela respetó el acuerdo de 1850 pero no Gran Bretaña, que lanzó sus colonos hacia el occidente del río Esequibo, buscando alcanzar la cuenca aurífera del río Yuruari, adulterando luego los mapas originales de Schomburgk (muerto en Berlín en 1864). En 1887 trazó una nueva línea, en la que sus aspiraciones territoriales pasaron a 167.830 kms2 de suelo venezolano (Véase Anexo N*4).  

El Gobierno de la Gran Bretaña declaró que esta línea siempre había sido el término de referencia (en realidad, el Foreign Office no conoció su existencia hasta junio de 1886). Poco después afirmó que esta línea era de estricto derecho e hizo avanzar sus aspiraciones hasta las cercanías de Upata con una nueva línea que abarcaba 203.310 kms2 de territorio venezolano.

Mientras esto ocurría, Venezuela hizo  esfuerzos por poblar  e impedir la ocupación del estado Bolívar, al que correspondían los Territorios Federales Yuruary y Caura. En 1890, el gobernador del Territorio Federal Yuruary, Juan Bautista Pérez García, por Decreto creó una Comisión especial para los ríos Yuruary, Cuyuni, Mazaruni y Esequibo “hasta nuestros límites con la Guayana inglesa”, a fin de colonizar “por todos los medios posibles” los lugares que fuera ocupando, ejercer mayor vigilancia, cuidar a los indígenas allí asentados e impedir “que ninguna autoridad ó ingeniero de cualquiera nacionalidad extraña ejerza actos de jurisdicción alguna en las pertenencias de la República, y llegado el caso protestar enérgicamente contra ellas en el mismo terreno donde se intentare cometer”.

En este sentido, D. Briceño R, fue designado Comisionado especial por el Gobernador del Territorio Yuruary para explorar la región limítrofe con la Guayana Inglesa y ejercer actos de jurisdicción en nombre de la República de Venezuela. Briceño partió de El Callao el 22 de abril  al frente de una expedición que recorrió el Yuruary, Botanamo, Cuyuni, Mazaruni y Esequibo. Registraron las explotaciones mineras al servicio de particulares del Demerara y de la Compañía de Demerara “Gold Asociatión”.

A Briceño  llamó la atención el hecho de que al llegar a “La Providencia”, donde se hallaban tres ranchos con víveres, materiales y útiles para trabajar la minería; y “algunos negros trabajando la greda”, los directores J. W. Tood y G. C. Davis, le informaron “que no habían encontrado oro y que se iban á otra parte”. Sospechó que decían esto porque conocían el carácter oficial de la Comisión venezolana, “pues no se comprende como es que no habiendo encontrado oro en aquel lugar, estuvieran allí tanto tiempo y con un surtido tan completo”. Briceño consignó la protesta correspondiente del gobierno venezolano al Gobernador de Demerara [sede del Gobierno de la Guayana Inglesa].

En la Protesta que presentó al Cónsul en el Demerara (Georgetown, 24 de mayo de 1890), Briceño protestó por la incursión de colonos ingleses y otras personas que con autorización del Gobierno de Demerara y con o sin el consentimiento del Gobierno Británico, “han entrado en territorio de Venezuela, fuera de los límites que reclama la República, pues dichos límites comienzan al Norte de la desembocadura, al Occidente y al Sur del río Esequivo”. De igual manera por el establecimiento de colonos en los ríos Cuyuni, Mazaruni y sus afluentes; y contra la explotación de los recursos naturales sin autorización del Gobierno venezolano, el único que “tiene facultad para hacer semejantes concesiones”.

VII.- El Laudo Arbitral  -y arbitrario- de 1899.
Como consecuencia de la pretensión expansionista británica representada en la cuarta línea Schomburgk el gobierno venezolano rompió relaciones con Gran Bretaña y encaminó su acción a tratar de someter la controversia limítrofe a una decisión arbitral. Gran Bretaña se negó a la petición y en 1895 se produjo el “incidente del Yuruán”, en la que varios policías ingleses que habían ocupado este puesto en la margen derecha del mencionado río, fueron hechos presos por tropas venezolanas y enviados como tales a Ciudad Bolívar.

Inglaterra aprovechó el incidente para exigir a Venezuela, mediante ultimátum, la aceptación de la nueva línea Schomburck. Nuestro país se negó e hizo gestiones para una  intervención estadounidense en el conflicto.

Por coincidencia, los Estados Unidos de Norteamérica comenzaban a preocuparse por el giro que tomaba el expansionismo británico. El 10 de enero de 1895 el Congreso norteamericano se pronunció de manera unánime exigiendo que Inglaterra aceptara el arbitraje. Y el 20 de julio el Presidente Grower Cleveland, a través de su Secretario de Estado Richard Olney hizo saber a Gran Bretaña que la controversia con Venezuela debía someterse a un arbitraje, reclamando el derecho de intervenir en la disputa en nombre de la Doctrina Monroe.

Después de cierta resistencia inglesa, en 1896 el gobierno británico y el Secretario de Estado estadounidense, representando a Venezuela, abrieron las negociaciones. Esto conduciría  a la negociación y firma del “Tratado de Arbitraje entre los Estados Unidos de Venezuela y su Majestad la Reina del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda” acerca del Límite entre Venezuela y la Colonia de la Guayana Británica, celebrado en Washington el 02 de febrero de 1897.

Venezuela tuvo que aceptar que fueran los estadounidenses sus abogados.  Pero exigió que se sometiera a arbitraje todo el territorio controvertido; y que la controversia territorial había de resolverse por decisión judicial de estricto derecho. El Laudo se dictó en París el 3 de octubre de 1899 y como es conocido fue desfavorable para nuestro país, que perdió 159.000 kms2. (Véase Anexo N*5).

La documentación actual permite comprobar que la sentencia arbitral obedeció a un arreglo entre los jueces, quienes atendieron  a sus intereses sin considerar los títulos exhibidos por las partes. Se puede determinar cómo el Laudo está gravemente viciado, tanto de forma como de fondo. Falta la motivación de la sentencia; así como el haber dado otorgamiento jurídico a una línea adulterada. Esto sin contar con el hecho de que juzgó y sentenció sobre asuntos que no eran inherentes a la decisión arbitral, como por ejemplo, el otorgarle carácter internacional a la navegación por el río Barima.


VIII.- La Reclamación del Territorio Esequibo: 1899-1966.
La decisión arbitral de 1899, no ajustada a derecho, fue rechazada por Venezuela, declarándola unilateralmente como nula e írrita. Nuestro Agente José María de Rojas protestó contra el Laudo, pronunciándose en el mismo año y en igual sentido, el presidente Ignacio Andrade. En julio de 1900 la Legación Británica en Caracas, notificó al gobierno venezolano que si antes del 3 de octubre no enviaba su comisión demarcadora, Gran Bretaña procedería a la demarcación unilateral. Así  lo hicieron y los comisarios venezolanos tuvieron que incorporarse en noviembre del mismo año.

La injusticia del Laudo de 1899 vino a tener expresión oficial en 1903 cuando los abogados venezolanos lo denuncian en el seno de la Corte Internacional La Haya. Pero “la diplomacia pacata y europeizante de los prohombres del gomecismo, apegada en demasía a las formas y tan temerosa del poder europeo, dejó pasar toda las oportunidades de expresar su desacuerdo con el Laudo”.

Gran Bretaña trató de rectificar más a su favor la frontera obtenida en el Laudo de 1899. En diciembre de 1918 el presidente del estado Bolívar, general Marcelino Torres García, recibió una Nota de la cancillería venezolana transcribiéndole una correspondencia oficial en la que el gobierno británico proponía a su homónimo venezolano “una rectificación amigable” de la línea fronteriza en el sector Venamo- Roraima. A cambio  se ofrecía cederle a Venezuela las aguas que cayeran en el Caroní, siempre y cuando  renunciáramos a las que fluyen hacia el Mazaruni. El general Torres, no visualizó las ventajas que esto traería para Venezuela  y solicitó tres meses a fin de explorar el terreno y elaborar un informe. Al efecto confió la tarea al conde Antonio Gastón Cattáneo Quirín comisario de Fronteras en la región del Venamo.

El Conde emprendió su cometido a principios de 1919, acompañado por  los señores Lucas Fernández Peña y Javier Guzmán; y de un grupo de indígenas arecunas. Cumplió de manera eficiente su labor y elaboró  el Informe correspondiente, acompañándolo de un croquis. Esta expedición fue la primera realizada con fines geográficos en la Gran Sabana.

El gobierno venezolano rechazó la propuesta británica. Cattáneo recorrió el Rupununi, el Potaro y el Esequibo regresando a Camarata por el río Mazaruni. A fines de 1939, según Cabrera Sifontes, no resistió la tentación: “No podía estar tanto tiempo sin “dar un hit” y comenzó a entrenar gente adiestrándola para la ocupación sorpresiva del Alto y Medio Esequibo, emulando la que por cuenta propia efectuó en el río Camarán en 1918. Parece que los preparativos y las intenciones de Cattáneo llegaron al lado inglés como alarma, y por vías diplomáticas la queja alcanzó la Presidencia de la República. Los demerareños recordaban con horror la matanza del Camarán, cuando las autoridades inglesas no acataron el compromiso que habían firmado y continuaron invadiendo abusivamente. Harían cuanto fuera necesario por hacer remover a Cattáneo, argumentando un insufrible exceso de celos en la frontera y una amenaza directa de “invasión a Demerara”.

El presidente de la República, general Eleazar López Contreras, decidió, probablemente por presiones del gobierno británico, retirar a Cattáneo del lugar. Una vez en  Caracas, “le exigieron cooperar con el Gobierno aceptando un puesto de Inspector en el Banco Agrícola y Pecuario”.

La revisión del Laudo comienza a exigirse sucesivamente bajo el presidente Isaías Medina Angarita en 1944, con participación del Congreso Nacional. En 1948 Rómulo Betancourt se pronunció en igual sentido en la IX Conferencia Interamericana realizada en Bogotá. En 1949 se publicó el Memorándum del norteamericano Severo Mallet Prevost, quien fuera Secretario de la Comisión creada en 1895 para investigar e informar todo lo concerniente a la controversia entre Venezuela y Gran Bretaña; y además fue el más joven de los abogados que defendieron a Venezuela en el Tribunal de Arbitraje. En su famoso Memorándum, se revelan las intimidades de la farsa de París.

En 1951, en la IV Reunión de Consulta de los Ministros de Relaciones Exteriores de los países americanos, el canciller venezolano Luís Gómez Ruiz, se pronunció a favor de una justa reparación en nuestra frontera oriental.  El Consultor Jurídico de la Cancillería, Ramón Carmona, hizo reserva ante la X Conferencia Interamericana realizada en Caracas en 1954, en el sentido de que Venezuela no aceptaría nada que pudiera “menoscabar los derechos” que le correspondían, ni renunciaría a los mismos. En 1956 el canciller venezolano ratificó este criterio; y de nuevo en 1960, en la Cámara de Diputados; y ante una delegación parlamentaria del Reino Unido.

La reclamación del territorio esequibo comienza a formalizarse bajo el gobierno de Rómulo Betancourt. El 12 de noviembre de 1962 el canciller Marcos Falcón Briceño planteó la cuestión de límites con la Guayana Británica en la Comisión Política Especial de la XVII Asamblea General de las Naciones Unidas, dando a conocer las interioridades del Laudo de 1899 y concluyendo con estas palabras: “Por eso, deseosa de resolver amistosa y definitivamente esta cuestión espinosa, Venezuela ha considerado oportuno explicar las razones por las cuales no puede reconocer la validez de un Laudo dictado a espaldas del derecho y en las condiciones y circunstancias que ustedes ya conocen”.

Venezuela logró mediante un acuerdo que Gran Bretaña accediera a una revisión de los documentos, por lo que se realizaron tres Conferencias Ministeriales de Londres en 1963 y 1965; y en  Ginebra en 1966. Resultado de ésta última fue el “Acuerdo para resolver la controversia entre Venezuela y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte sobre la frontera entre Venezuela y la Guayana Británica”, firmado en Ginebra, Suiza, a 17 de febrero de 1966.

El Acuerdo, firmado por Venezuela, Gran Bretaña y Guayana Británica, para la fecha colonia, pero que a partir de mayo sería un Estado independiente, estableció explícitamente en su Artículo I la creación de una Comisión Mixta “con el encargo de buscar soluciones satisfactorias para el arreglo práctico de la controversia entre Venezuela y el Reino Unido surgida como consecuencia de la contención venezolana de que el Laudo Arbitral de 1899 sobre la frontera entre Venezuela y Guayana Británica es nulo e írrito”. No admitir a Guyana a la Guayana Británica [hoy República Cooperativa de Guyana] equivalía para Venezuela aceptar que Gran Bretaña como potencia colonial podía resolver sobre asuntos de una próxima Nación independiente, admitir las tesis colonialistas de la que fuimos víctimas y enfrentar el inmediato repudio guyanés por un asunto de esta magnitud del cual fue excluida.

IX.- El  Acuerdo de Ginebra.
A consecuencia de la contención venezolana se estableció en el Acuerdo la creación de una Comisión Mixta para llegar a una solución satisfactoria de la controversia en común acuerdo con los respectivos gobiernos. La existencia de la Comisión ya representaba, desde el punto de vista venezolano, el reconocimiento explícito e implícito de la controversia como consecuencia de la impugnación hecha por Venezuela del Laudo de 1899. Con estas facultades la Comisión tenía que ser paritaria [dos venezolanos y dos guyaneses]. La presencia de un comisionado árbitro era ajena al concepto mismo de la Comisión.

De no llegarse a un pacto para la solución  de la controversia, se estableció en el Acuerdo que la Comisión Mixta referiría el asunto a sus respectivos gobiernos; éstos estaban obligados a escoger uno de los medios de solución pacífica previstos en el Artículo 33 de la Carta de las Naciones Unidas.  Si dentro de los tres meses siguientes no se hubiere llegado a un acuerdo satisfactorio, ambos gobiernos podían acudir a un organismo internacional apropiado; y de no alcanzar este punto, al Secretario General de las Naciones Unidas, quien escogería otro de los procedimientos pacíficos estipulados en el Artículo 33 para la y así sucesivamente hasta resolverse la controversia o agotarse todos los medios de solución.

El Artículo 5* contempló dos provisiones: 1) El Acuerdo no podía ser interpretado como una renuncia o disminución de nuestra reclamación territorial. 2) Ningún acto o actividad en el territorio reclamado por Venezuela conllevaba o representaba menoscabo alguno de nuestros derechos ni apoyo de las pretensiones de Gran Bretaña o de Guyana.  Se reconocía así cualquier reserva venezolana sobre concesiones otorgadas o que pudieran adjudicarse en la zona en reclamación.

El Acuerdo, en las circunstancias en que fue firmado, en vísperas de producirse la Independencia de la Guayana Británica, representó un avance en el proceso de reivindicación de la Guayana Esequiba. Venezuela, víctima del atropello e injusticia del Laudo de 1899, mantuvo su consecuente e ininterrumpida posición anticolonialista, apresurándose a reconocer el nuevo Estado de Guyana mediante Nota de fecha 26 de mayo de 1966. De igual manera, apoyó su ingreso a la Organización de las Naciones Unidas ese mismo año.

El Congreso de la República decretó la Ley aprobatoria del Acuerdo de Ginebra el 17 de febrero de 1966, con el respaldo de las principales fuerzas políticas de la época.

X.- El Protocolo de Puerto España.
La Comisión Mixta trabajó desde julio de 1966 y hasta el 17 de febrero de 1970. Se acordó un plazo de cuatro años después de arduas discusiones con los británicos, quienes en un principio exigieron 30 años.  Se efectuaron 16 reuniones formales y una de carácter informal, pero no se logró el objetivo. Guyana desde un primer momento sostuvo que el objetivo del Acuerdo de Ginebra no era otro que el de establecer la validez de la contención venezolana de que el Laudo de 1899 es nulo e írrito, negándose a entrar a discutir seriamente las posibles soluciones, e incluso los caminos que pudieran conducir al entendimiento entre los dos países.

Guyana  no ha reconocido nunca la nulidad del Laudo de París, al considerar que el mismo constituye una sentencia aceptada por Venezuela y que su consecuencia fue el establecimiento definitivo de una frontera convalidada por su efectiva ocupación, y por vínculos históricos, políticos y administrativos a su país, sin que nada pueda negarles el derecho de explotar y desarrollar esa región, al tiempo que sostiene que sólo debe examinarse la nulidad del mismo. En cambio, Venezuela considera el Laudo Arbitral como inexistente, pues éste surge de un hecho doloso, fraudulento y falso sin ningún apego al estricto derecho al comprobarse la componenda de los jueces participantes en el juicio arbitral. Pero en el Artículo I del Acuerdo de Ginebra nada se dice sobre demostrar la nulidad del Laudo, sino que se busque una solución satisfactoria a través de un arreglo práctico.

Por qué razón Guayana aceptó el Acuerdo de Ginebra, reconociendo la Reclamación venezolana y abriendo un caso cerrado con la decisión arbitral de 1899? Esta inconsistencia obedeció a las fuertes presiones del gobierno británico, que vinculó la independencia de su entonces colonia a la firma del Acuerdo. El joven abogado Linden Forbes Burnham, Primer Ministro y miembro del People´s Progressive Party (PPP), aceptó la propuesta británica. Por otra parte, Gran Bretaña, interesada en mejorar sus relaciones con Venezuela, vio en el instrumento una manera elegante de “lavarse las manos” y dejar a Venezuela y Guyana directamente involucradas en la solución de la controversia.

Guyana neutralizó los efectos del Acuerdo y pretendió llevar las negociaciones hacia un punto muerto donde no era posible alcanzar un avenimiento en una comisión diplomática, paritaria y negociadora. Venezuela insistió en que su objetivo era llegar a un arreglo práctico de la controversia, satisfactorio y aceptable para las partes. No se explicaría, arguyó, que si la controversia se limitaba a demostrar la validez o nulidad del Laudo, por qué razones Guyana aceptó firmar el documento ¿No era mejor haber acudido a la Corte Internacional de la Haya? ¿Qué sentido tenía proponer una solución práctica y mutuamente satisfactoria a una controversia estrictamente jurídica como alegaba Guyana?

Para Hermann González, la rebelión del Rupununi dentro de la Guayana Esequiba, “la paralización interna de la Comisión Mixta, las disparidades de criterios sobre el curso futuro de la reclamación al término de los cuatro años previstos para el funcionamiento de esa misma Comisión, la coyuntura de la política caribeña, las negociaciones simultáneas sobre el Golfo de Venezuela, la agitación política de Guyana contra Venezuela, fueron factores conjuntos que condujeron a la firma del Protocolo de Puerto España, el 18 de Junio de 1970.

El Protocolo no significó sino una posposición de los procedimientos previstos en el Acuerdo de Ginebra, con el objetivo principal de lograr “vínculos de colaboración y confianza entre Venezuela y Guyana”. Se veía como una manifestación “de la voluntad de entendimiento y una nueva etapa en la búsqueda de la solución de la controversia”.

Con la intención de reforzar la Reclamación del Territorio Esequibo en los aspectos político y jurídico, además de  robustecer la soberanía marítima en la zona, el Estado venezolano, bajo la presidencia de Raúl Leoni, emitió el Decreto Presidencial N* 1152 de 9 de julio de 1968 sobre Mar Territorial, por el que se trazó una línea de base recta “en el sector de las costas de Venezuela comprendido entre la línea divisoria del río Esequibo y Punta Araguapiche en el Territorio Federal Delta Amacuro [actual estado Delta Amacuro]”.

Se hizo expresa reserva de los derechos de soberanía de Venezuela sobre la zona de Mar Territorial cuya restitución se reclama a Guyana, es decir, la faja de tres millas de ancho a lo largo de las costas del territorio entre la boca del Esequibo y la boca del Guainía, así como las aguas interiores en dicha zona delimitadas por la línea de base fijada en el decreto. Finalmente, se estableció que la línea de base recta correspondiente a la boca del Esequibo “será la que se acuerde en su oportunidad, con el Estado vecino”.

Venezuela fijó su Mar Territorial en 12 millas náuticas, contadas desde la costa e incluyendo las aguas interiores delimitadas por el Decreto Presidencial. Mediante el trazado de la línea de base recta dio cumplimiento a la Ley sobre Mar Territorial, Plataforma Continental, Protección de la Pesca y Espacio Aéreo que prevé “el trazado de líneas de base rectas en los lugares donde las condiciones de las costas continentales e insulares lo requieran”.

Con el trazado de la línea de base recta Venezuela se proyectó hacia el Caribe Oriental, su único litoral de mar abierto que posee y desde esta fachada litoral hacia la costa baja de Guyana, en un área estratégica de primer orden como es la desembocadura del Orinoco y la salida al Atlántico de los productos de las empresas básicas instaladas en la cuenca del Caroní; y del interior del país, ubicadas en  la cuenca de nuestra arteria fluvial.

La decisión pretendió contrarrestar desde el punto geopolítico la ventaja que dio a Guyana la posesión efectiva del Territorio en Reclamación; y particularmente el carácter de ríos internacionales otorgados al Barima y al Amacuro por el Laudo de  1899. Recordamos que Guyana controla el canal de Morajuana, por el que se interconecta fluvialmente la navegación de casi todo el litoral entre el Orinoco y el río Esequibo.

Guyana respondió proyectándose en el Caribe con el objetivo de cercar a Venezuela, o al menos para que los países del área no se colocaran bajo su esfera de influencia. No era fácil, pues a Venezuela se le apreciaba por sus lazos de amistad, razones históricas y proximidad geográfica. De igual manera el gobierno guyanés trató de atraer a Brasil, país interesado en intercomunicar el Noreste de su territorio con  el Atlántico; y esto pasaba por la construcción de una carretera por la zona que reclamaba Venezuela.  Guyana promulgó en 1977 su propia Ley de Fronteras Marítimas, extendiendo la anchura de su Mar territorial de 3 a 12 millas náuticas; estableció una Zona de Pesca hasta las 200 millas y definió su Plataforma Continental. La cancillería guyanesa fue “sumamente previsiva al tomar en cuenta los nuevos conceptos básicos del Derecho del Mar, como guía antes de que entrara en vigencia utilizándolos para elaborar su Ley de Límites Marítimos en 1977, buscando salvaguardar sus intereses y seguridad frente a las reclamaciones de Venezuela y Surinam”.

El gobierno venezolano estuvo atento a estas decisiones y emitió la respuesta oficial correspondiente. Al año siguiente, por Ley de 3 de julio de 1978, Venezuela estableció una Zona Económica Exclusiva a lo largo de sus costas continentales e insulares. Venezuela no firmó la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (noviembre de 1994), pero ésta no impone criterio alguno para la delimitación de Mar territorial, Plataforma Continental o Zona Económica Exclusiva entre Estados adyacentes. Y mantuvo y ha sostenido de manera invariable el criterio de que la delimitación de los espacios marinos y submarinos debe ser resuelto por acuerdo entre las partes.

La jurisdicción y soberanía sobre las Áreas Marinas y Submarinas en el litoral del estado Delta Amacuro le corresponde a la Armada Nacional Bolivariana. Mediante el Tratado de Delimitación de Áreas Marinas y Submarinas con la República de Trinidad & Tobago de fecha 18 de abril de 1990 se aseguró una salida libre al Océano Atlántico (Véase Anexo N*6).

Dicho Tratado fue favorable para Venezuela “ya que definió los límites físicos superiores en el Atlántico, hasta alta mar y la zona internacional de los fondos marinos, patrimonio común de la humanidad, asegurándose de esta forma una salida libre al Atlántico, frente a lo peor, en caso de una solución desfavorable de su controversia por los territorios del Esequibo”.

XI.- Guyana saca provecho.
En 1982 venció el primer plazo de 12 años de vigencia del Protocolo y el gobierno de Luís Herrera Campins  decidió no renovarlo. El proceso fue difícil pero culminó con la comunicación oficial de Venezuela a Guyana, Gran Bretaña y Naciones Unidas sobre el cese del Protocolo de Puerto España (18 de diciembre de 1981) y la entrada en vigencia del Acuerdo de Ginebra con los procedimientos allí pautados (18 de Junio de 1982). Guyana aceptó la decisión  de no renovar el Protocolo.

Las  proposiciones de Venezuela para conseguir  que se optara por una reapertura de negociaciones directas se frustraron por la negativa de Guyana, que insistió en escoger el recurso de acudir a la Corte Internacional de Justicia. (Julio - septiembre de 1982).

Conforme a lo previsto en el Acuerdo de Ginebra, se debía referir  el asunto de la selección del medio a un órgano internacional escogido entre Venezuela y Guyana. El 18 de septiembre, al vencerse el plazo de los tres meses indicados, el gobierno venezolano comunicó a su homólogo guyanés su propósito de elevar el asunto al Secretario General de las Naciones Unidas; y le solicitó cumpliera una gestión similar. Finalmente nuestro vecino oriental decidió aceptar la propuesta de Venezuela (Nota de 28 de marzo de 1983).

El Secretario General aceptó y a partir de 1984 se iniciaron las conversaciones para la escogencia del funcionario que llevaría adelante las negociaciones. Para julio de 1986 la cancillería venezolana convino en proponer la fórmula de Buenos Oficios, la cual fue acogida por el Secretario General de la ONU que la sometió a consideración de las partes. Guyana aceptó. Las conversaciones continuaron a nivel de cancilleres y otros representantes. Y se realizaron cuatro reuniones presidenciales: Georgetown (Noviembre 1987), Kanavayen (Agosto 1988), Caracas (febrero de 1989) y Puerto Ordaz (noviembre de 1989). El Secretario General de la ONU designó al granadino Alister McIntyre como Buen Oficiante. McIntyre desempeñó su labor de Buen Oficiante hasta 1999, cuando fue sustituido por el Embajador Oliver Jackman.

Han sido lentas, “difíciles y reticentes las gestiones del Secretario General de Naciones Unidas, que hasta ahora se mantienen en una especie de confinamiento e indefinición de intenciones, o a sondeos inefectivos, porque la Secretaría General parece preferir la abstención y no la toma de decisiones; parece buscar un avenimiento entre las partes antes que una definición que le comprometa”.

La diplomacia de Venezuela y Guyana buscó limar desconfianzas mutuas y crear un clima de cooperación en otras áreas. Para atender esta nueva etapa se crearon instancias para que se ocuparan del tema de la Reclamación. En nuestro país se conformó la Comisión Nacional Asesora en todas las cuestiones relacionadas con la reclamación nacional sobre el Territorio Esequibo y en Guyana. La Asamblea Nacional guyanesa aprobó una Resolución creando un Comité Parlamentario para la Integridad Territorial de Guyana.

Las relaciones mejoraron a partir de la década de los 80 y pudieran calificarse de de “normales, aunque un tanto distantes”. Pero sin duda alguna Guyana le sacó provecho al hecho de ocupar el territorio en disputa y otorgó concesiones en la Zona en Reclamación. Para 1995 eran 22 las Compañías mineras multinacionales conocidas que allí operaban, en su mayoría canadienses.

Mediante Decreto de la Zona Económica Exclusiva de fecha 23 de febrero de 1991, Guyana amplió su competencia  en la Zona de Pesca. En 1996 se produjo la detención de embarcaciones pesqueras en el espacio marítimo del Territorio Esequibo; pero también en aguas bajo jurisdicción venezolana, lo que originó la protesta oficial de nuestra cancillería de fecha 29 de febrero de ese año.

Guyana dio concesiones a petroleras internacionales en Áreas Marinas y Submarinas correspondientes a la Zona en Reclamación y al estado Delta Amacuro. Venezuela protestó el 15 de  julio de 1999. Lo más grave fue que el gobierno guyanés decidió, de manera unilateral, poner como límite occidental de dos de esos otorgamientos -Exxon y Century- la delimitación marítima alcanzada a través del “Tratado de Delimitación de Áreas Marinas y Submarinas” entre Venezuela y Trinidad, Tratado que siempre ha considerado perjudicial a sus intereses. Con esta acción, Guyana pretende colocar una barrera a la prolongación marítima del estado Delta Amacuro y su gran plataforma continental producto de los sedimentos arrastrados por el Orinoco.

Al iniciarse el primer gobierno del presidente Hugo Chávez Frías, el canciller José Vicente Rangel visitó Georgetown (30 de marzo de 1999) y firmó con su homólogo guyanés, Clement Rohee, los términos de referencia de la Comisión Bilateral de Alto Nivel, orientada a estrechar las relaciones en diversas áreas y lograr mayor entendimiento en diferentes puntos .

El 17 de agosto de 2000 el canciller guyanés, Clement Rohee, en entrevista periodística en Georgetown, señaló que el Territorio Esequibo era parte integral de su país e insistió en que Venezuela debía demostrar que el Laudo de París era nulo e írrito. Dijo además que Guyana tenía un reclamo territorial contra Venezuela, refiriéndose a una de las Líneas Schomburgk.

El presidente Chávez  le  respondió que el Territorio Esequibo “era histórica y legalmente Venezolano”, ratificó nuestros derechos en la Zona en Reclamación y agregó que era “extraño el cambio de actitud de Guyana frente al problema, en razón por la cual alertó a los venezolanos sobre lo que pudiera haber detrás”. Una semana después el canciller Rohee visitó Caracas con la intención de limar asperezas, reuniéndose con su homólogo venezolano. Aclararon ciertos puntos y acordaron reiniciar el diálogo y fortalecer el mecanismo de los Buenos Oficios.

En el 2000, a raíz de la pretensión de una compañía estadounidense de obtener una concesión territorial en la Zona en Reclamación para enviar satélites y cohetes, el gobierno venezolano aplicó la política de todos los gobiernos a partir del Acuerdo de Ginebra: se opuso al otorgamiento de  concesiones a empresas trasnacionales en dicha zona”.

Pero el gobierno venezolano en marzo de 2004 abandonó unilateralmente esta política. El presidente Chávez declaró que no se opondría a que Guyana diera de manera unilateral concesiones y contratos a compañías multinacionales, siempre y cuando esto favoreciera el desarrollo de la región.

Para diversos analistas esta decisión política obedeció a conseguir el apoyo del “Caribbean Community and Common Market” (CARICOM) para que Venezuela tomara fuerza en la Organización de Estados Americanos. Según ha expresado el ex embajador de Venezuela en Guyana (1980-1984) Sadio Garavini, Venezuela perdió “una de nuestras pocas armas de negociación”, mientras que Guyana obtuvo “una poderosa razón más para no negociar”.

Las cosas irían a mayores. Una vez que el presidente Chávez se sintió con suficiente fuerza política para proclamar el socialismo y diseñar el Primer Plan Socialista de la Nación las cosas cambiaron en política exterior y por supuesto en las relaciones con Guyana.

A partir de entonces Guyana ha radicalizado su posición frente a Venezuela.
La prensa nacional recogió en 2007 las declaraciones del canciller de Guyana, Samuel Rudolph Insanally, en agosto de 2007: “(…) tenemos la impresión de que en Venezuela existe ahora, quizás por primera vez en muchos años, una disposición política para resolver el contencioso (…) Tengo la impresión de que Chávez tiene la voluntad de hacer un esfuerzo para resolver el contencioso porque Guyana es un país hermano. Nuestra actitud forma parte de un acercamiento porque compartimos el mismo espíritu y los mismos ideales. Chávez es un líder al que le tenemos un gran respeto y afecto. Hemos apoyado a Venezuela en todos los foros (…) No tenemos vergüenza de nuestra asociación con Cuba o Venezuela y creemos que los dirigentes venezolanos se dan cuenta de eso [subrayado nuestro]”. Y agregó el canciller guyanés: “En estos días, esta división no sirve para nada, no tiene sentido reclamar las dos terceras partes de un país, sin ningún sustento legal. Si uno examina el caso y su historia, se evidencia que fue un reclamo artificial, porque no tiene bases históricas ni legales”.
XII.- Guyana  y la ampliación de  su Plataforma Continental.

LLL En septiembre de 2011 la canciller de Guyana, Carolyn Rodrigues Birkett, anunció que su país solicitaría a la Comisión de Límites de Plataforma Continental de la Organización de las Naciones Unidas en abril de 2012 la extensión de su Plataforma Continental en 150 millas náuticas, desde las 200 del límite de la Zona Económica Exclusiva. Dijo haber conversado con Barbados, Suriname, Trinidad & Tobago, pero no con Venezuela.

Hemos referido en páginas anteriores la intención de Guyana de torpedear el Tratado firmado entre Venezuela y Trinidad, pero existe otra razón de peso: De acuerdo a la información suministrada por la agencia estatal guyanesa de noticias (GINA) “la costa afuera de Guyana es considerada la segunda cuenca petrolera más atractiva en el mundo con un potencial de 15,2 millones de barriles de crudo”.

La petición guyanesa ignoró una vez más la Reclamación venezolana y el contenido del Acuerdo de Ginebra. En su cuarto punto refiere que “no hay disputas relevantes en la región correspondiente a esta presentación, relativa a los límites exteriores de la plataforma continental más allá de las 200 millas náuticas”. La petición afecta el dominio marítimo venezolano, al no considerar la proyección marítima correspondiente al estado Delta Amacuro; y nuestros derechos en el territorio Esequibo.

Guyana dijo haber informado al gobierno venezolano sobre su decisión de extender su Plataforma Continental mediante Nota diplomática de fecha 13 de mayo de 2009, pero la cancillería aclaró que Georgetown “no informó previamente”. Luego del impasse interno que se produjo los cancilleres de Venezuela y Guyana se reunieron en Puerto España, Trinidad &Tobago, el 30 de septiembre y analizaron de manera conjunta, con el buen oficiante Norman Girvan, la crisis ocasionada por la solicitud de Guyana. El encuentro fue anunciado previamente por el presidente Chávez. Luego de la reunión los cancilleres emitieron una declaración conjunta en la que  se comprometieron a seguir negociando sobre la delimitación de las “fronteras marítimas”.

De nuevo el tema de la Reclamación venezolana se convirtió en noticia estelar en 2013 a raíz de la detención de la embarcación Teknik Perdama en aguas de la Zona Económica Exclusiva venezolana por la fragata Yekuana de la Armada Nacional Bolivaria. El Teknik Perdama es un barco de exploración petrolera con bandera panameña y operado por la Compañía estadounidense Anadarkp Petroleum. El ministro de Ambiente de Guyana, Robert Persaud, confirmó que  las transnacionales Esso y Anadarko participaban activamente en labores de exploración petrolera en el área marítima guyanesa. Según GINA una de las compañías estaba a punto de decidir sobre la movilización de un equipo de perforación para iniciar los trabajos.

El gobierno venezolano exigió explicación a su homólogo guyanés  por la violación de nuestro espacio marítimo y “expresó su profunda preocupación por la manera en que embarcaciones extranjeras autorizadas por el Gobierno de Guyana irrumpen, sin la debida autorización, en el mar territorial y zona exclusiva de Venezuela”.   

Guyana respondió mediante una airada Nota de protesta. Y continuó en su política de presionar a Venezuela en los foros internacionales. El 2 de junio de 2013 Rodrigues-Birkett manifestó que su gobierno reiteraría al margen de la Asamblea General de la OEA en Asunción, Paraguay, su petición a Venezuela para iniciar negociaciones sobre “una disputa en la frontera marítima que comparten”. Y el 7 de julio salió publicada en la prensa la noticia de que los miembros del CARICOM solicitaban a Venezuela y Guyana acelerar las negociaciones sobre la Reclamación Esequiba y hallar una rápida solución.

Días después (16 de julio) la prensa recogió la información de que el gobierno de Guyana había decidido dar otro paso en firme en su política de ejercer su soberanía en los espacios marítimos venezolanos: La Exxon Mobil y su subsidiaria Esso Exploration and Production Guyana Limited  iniciarían actividades exploratorias en busca de petróleo en el bloque Stabroek, en las costas de la Zona en Reclamación y del estado Delta Amacuro. De nuevo no se notificó al gobierno venezolano previamente, tal como está contemplado en el Acuerdo de Ginebra.

La situación se complicó aún más para finales de 2014 (23 de diciembre) cuando Guyana planteó a través de su cancillería mediante Nota de prensa, emprender una acción judicial para dirimir el Reclamo venezolano  ante la Corte Internacional de Justicia. Rodrigues Birkett aseguró que los Buenos Oficios escogidos como medio de solución desde 1966 no habían dado resultados. Dijo: “Han pasado más de 20 años desde el proceso de buenos oficios. Si en dos décadas no se tiene el progreso que quieres ver, hay que revisar otras opciones”.

La situación se ha hecho crítica para Venezuela en el año en curso. El 20 de febrero el gobierno guyanés hizo saber la partida de la plataforma Deep Water Champion desde su base en Louisiana hacia el bloque costa afuera Stabroek Block, donde la Exxon Mobil iniciará los estudios geológicos y geofísicos para mediados de marzo. La trasnacional cuenta con todo el apoyo del gabinete guyanés.  Guyana es optimista ante un descubrimiento de hidrocarburos de cantidades comerciales que transforme su economía.

Mediante Nota verbal emitida por el Ministerio de Relaciones Exteriores de fecha 28 de febrero, se advierte al gobierno venezolano que “desista de tomar cualquier acción que sólo podría resultar en obstaculizar el desarrollo de Guyana y de su gente y que estaría en contravención del derecho Internacional”. La Nota de protesta surgió a raíz de una comunicación de la canciller Delcy Rodríguez dirigida al director de la filial guyanesa de Exxon Mobil, Jeff Simon, en la que el gobierno se opone al envío de un equipo de exploración petrolera en la concesión otorgada por Guyana a dicha empresa.

El gobierno venezolano rechazó las intenciones de la empresa “que busca quebrantar el cumplimiento de obligaciones bilaterales suscritas entre la República Cooperativa de Guyana y la República Bolivariana de Venezuela”. Y ratificó que no existe delimitación marítima en la Zona en Reclamación y que sigue vigente el Acuerdo de Ginebra, que “prevé la no incursión en tales espacios con fundamento en el reconocimiento de la existencia de disputa internacional que afecta la extensión del área contratada”. Cualquier acto que facilite actividades de exploración y explotación en este espacio marítimo no autorizadas por los países interesados, es un acto nulo y contrario al Derecho Internacional.

El 3 de marzo la cancillería emitió un comunicado expresando su sorpresa por el “injusto” comunicado guyanés y se reservó las acciones diplomáticas para defender la soberanía nacional. Dos días después el Guyana Times informó que la plataforma ya se encontraba en posición. La Exxon Mobil se comunicó con el presidente Nicolás Maduro y le dijo que operaba el bloque con autorización de Guyana y que “las disputas fronterizas son materia que deben resolver los gobiernos a través de discusiones bilaterales en foros internacionales apropiados para tal fin”.   
 
Venezuela exigió de nuevo (7 de abril) a la Exxon evitar operaciones de exploración o explotación de petróleo en las aguas de la Zona en Reclamación. En carta dirigida al gerente de la empresa, Jeff Simon, y firmada por la canciller Rodríguez dice lo siguiente: “Venezuela insta de nuevo a esa empresa privada trasnacional, de manera formal y categórica, evitar cualquier incursión en dicho espacio marítimo”. Pero se hace necesario elevar una segunda carta al gobierno guyanés, que otorgó los permisos a las compañías.

A finales de mayo la Exxon Mobil halló petróleo en el bloque Stabroek en cantidades “significativas”. El gobierno nacional respondió (Decreto Presidencial 1787 de 27 de mayo de 2015) con la creación y activación de  cuatro Zonas de Defensa Integral de las Áreas Marinas e Insulares (ZODIMAIN) a fin de iniciar operaciones de patrullaje y resguardos de estos espacios. La cuarta zona corresponde a la fachada atlántica. Las Zonas estarán bajo la circunscripción de la Región Estratégica de Defensa Integral Marítima e Insular (REDIMAIN).

Guyana respondió fuertemente al Decreto Maduro mediante comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores fechado en Georgetown a 7 de junio. Guyana denunció de forma enfática  lo siguiente: 1) Venezuela pretende anexarse espacios marítimos que le corresponden, sin considerar la normativa internacional. 2) El Decreto 1787 resulta violatorio del derecho internacional, “pues son estas leyes las que deben prevalecer sobre las ambiciones de un Estado más grande que persigue pisotear el derecho soberano de uno más pequeño de explotar sus recursos naturales”. 3) La frontera entre Guyana y Venezuela fue fijada en el laudo de 1899 y ha sido reconocida por todas las naciones, incluso por Venezuela durante 60 años, habiendo ésta participado en su demarcación en 1905. 4) El Decreto 1787 amenaza la paz y rompe el Acuerdo de Ginebra de 1966. 5) Cualquier intento por aplicar este instrumento será “vigorosamente resistido por Guyana”.

La canciller Delcy Rodríguez respondió (9 de junio) al documento emitido por Guyana en estos términos: 1) Venezuela rechaza categóricamente “el tenor altisonante y las afirmaciones falsas emitidas en el comunicado (…) que constituye una provocación y atenta contra la diplomacia bolivariana de paz”. 2) Resulta inadmisible que Guyana asuma esta posición en un territorio sujeto a controversia, además “de que ha reconocido expresamente que esta zona marítima está sujeta a la resolución amistosa de la reclamación territorial, tal como está contemplado en el Acuerdo de Ginebra”. 3) La controversia territorial entre Venezuela y Guyana data de más de un siglo, desde el Laudo de 1899, Laudo al que Venezuela considera nulo e írrito. 4) Venezuela lamenta que una norma administrativa dirigida a organizar “labores cotidianas de supervisión y protección marítima” sea aprovechada para “escandalizar e intentar crear una crisis artificial”. 5) Los canales apropiados son los del Derecho Internacional, los del Acuerdo de Ginebra. 6) “Pesa constatar, que la única y sorprendente agresión, es que el gobierno de Guyana haya permitido a una trasnacional como la Exxon Mobil incursionar en territorio en reclamación entre ambas naciones [subrayado nuestro], que en nada pretende solventar el derecho al desarrollo de Guyana”. La canciller finaliza calificando la posición de Guyana de “provocación inamistosa”.

Recomendaciones al gobierno venezolano:
Evidentemente, la solución  del Reclamo Esequibo es de orden político, pero hay que buscarla dentro del marco jurídico establecido por el Acuerdo de Ginebra. Las circunstancias han cambiado y Venezuela debe saber aprovecharlas.

Se hace necesario:
1.- Exigir de manera contundente el cumplimiento del Acuerdo de Ginebra y buscar una solución práctica y satisfactoria a la controversia.

La soberanía nacional es vital y por consiguiente la integridad del territorio sigue siendo inalienable.

2.- Mantener el criterio de que la delimitación de los espacios marinos y submarinos debe ser resuelto por acuerdo entre las partes, previo arreglo de la frontera terrestre entre las dos naciones [subrayado nuestro]. Esta debe ser la condición irrenunciable. Debe reafirmar públicamente que la salida libre al océano Atlántico no es negociable.

3.- No puede dejar de pronunciarse sobre los actos unilaterales que ejecute o pretenda ejecutar Guyana en la Zona en Reclamación y en el Mar Territorial, Zona Económica y Plataforma Continental de dicha zona.

4.- La Armada Nacional Bolivariana debe realizar el patrullaje en la fachada atlántica en cumplimiento del Decreto Presidencial 1787 de 27 de mayo de 2915.

5.- El asunto requiere una política de Estado producto del consenso de todos los venezolanos.

6.- Se debe designar de inmediato un negociador-facilitador a tiempo completo. Venezuela y Guyana tienen que sentarse a negociar de manera directa, sin interferencias de terceros.

Acudir a la Corte Internacional sería quebrar el Acuerdo de Ginebra, ya que el proceso de un juicio internacional no es un asunto práctico.

Cronología de hechos.

1499 -1500.  Alonso de Ojeda descubre, recorre y toma posesión formal para la corona de Castilla y Aragón de la costa guayanesa entre el río Oyapoco (hoy en la Guayana Francesa)  y el golfo de Paria.

1556. Elaboración en la isla de Margarita del “Mapa de los Aruacas”, demostrativo de la  amistad hispana-aruaca y del conocimiento geográfico del Orinoco-Amazonas por España.

1584-1591. Expediciones de Antonio de Berrío a Guayana partiendo del Nuevo Reino de Granada.

1593. Fundación de San José de Oruña en la isla de Trinidad.

1595. Fundación de Santo Tomé de Guayana a orillas del Orinoco.

1623-1624. La Compañía holandesa de las Indias Occidentales se propuso colonizar Guayana al Este del río Esequibo.

1648   Tratado de Münster o de Westfalia. Holanda toma posesión oficial de sus colonias en Guayana.

1686. Los capuchinos catalanes son autorizados por la Corona española para establecer una Misión en Guayana.

1724. Los capuchinos catalanes fundan un hato de ganado en Suay, cerca de la desembocadura del Caroní.

1750. Firma del Tratado de Límites entre España y Portugal para demarcar sus posesiones en América.

1777. Firma de un segundo Tratado de Límites entre España y Portugal.

1796. Gran Bretaña ocupa las colonias holandesas en Guayana.

1814   Convención entre S. M. Británica y las Provincias Unidas de los Países Bajos relativa a sus colonias.

1825.    Gran Bretaña reconoce la frontera de la República de Colombia y Guayana Británica en el río Esequibo.

1835. Primera línea Schomburgk usurpando territorio venezolano (4.920 kms2).

1839. Segunda línea Schomburgk (142.000 kms2).

1850   Acuerdo entre Venezuela y Gran Bretaña obligándose a no ocupar el territorio en disputa.

1887 Tercera y cuarta línea Schomburgk (167.830 y 203.830 kms2, respectivamente).

1887   Venezuela rompe relaciones con Gran Bretaña

1895. Incidente del Yuruán.

1895.   El presidente Grower Cleveland (USA) hace saber a Gran Bretaña que la contoversia territorial con Venezuela debe someterse a un arbitraje.

1897.  Tratado de Arbitraje entre Venezuela y Gran Bretaña.

1899.   Laudo Arbitral de París (3 de octubre).

1900. Los comisarios británicos y venezolanos comienzan a demarcar la frontera.

1903. Venezuela denuncia la injusticia del Laudo ante la Corte Internacional de La Haya.

1944. Diógenes Escalante, José Antonio Marturet y Manuel Egaña (Presidente del Congreso) piden la revisión del Laudo al presidente Isaías Medina Angarita.

1948. Rómulo Betancourt se pronuncia de igual manera en la Conferencia Interamericana de Bogotá.
1949   Publicación del Memorándum de Severo Mallet Prevost.

1951. El canciller venezolano Luís E. Gómez Ruís exigió  la rectificación del Laudo en la IV Reunión de Consulta de Cancilleres Americanos.

1962. El embajador Carlos Sosa Rodrígez denuncia la nulidad del Laudo en las Naciones Unidas.

1962.  Noviembre 12: Marcos Falcón Briceño invoca la nulidad del Laudo de 1899 ante el Comité Político Especial de la Asamblea de las Naciones Unidas.

1966.  Febrero 17: Firma delAcuerdo de Ginebra.

1970. Junio 18:  Firma del Protocolo de Puerto España.

1982.  Venezuela decide no renovar el Protocolo de Puerto España.

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Manuel A. Donís Ríos . “BREVE HISTORIA DEL TERRITORIO ESEQUIBO”, entrada del viernes  13   de Noviembre de 2015, consultado el xx/xx/  
http://laguayanaesequiba.blogspot.com/2015/11/breve-historia-del-territorio-esequibo.html

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