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Tomado de:
Los estados de Latinoamérica dan pasos muy calculados hacia
otro modelo de integración, con riesgos
Por: Paco Gómez Nadal otramerica.com | 07/12/2011 | Ed. Imp.
El acta de fundación de la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (Celac) fue firmada el pasado sábado 3 de
diciembre, con la presencia de los jefes de estado de gran parte de la región. Efe
Quien piense que la constitución de la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños, Celac, o las reuniones previas en Caracas de
Unasur son versiones de las Cumbres Iberoamericanas o meros actos
propagandísticos no sabe lo que se cocina en el continente. Latinoamérica y el
Caribe dan pasos de gigante tan necesarios como peligrosos, con el marchamo de
Brasil. Conoce el nuevo y soberano “paradigma del Sur”. La Celac nace a la
sombra del verdadero órgano político del Sur: Unasur.
Hay medios de comunicación y analistas que gustan de quedarse
en la epidermis de los hechos políticos. Visto así, el nacimiento de la Celac o
los avances de Unasur (Unión de Naciones Suramericanas) se cuentan con
anécdotas: que si Hugo Chávez ha dicho esto, que si Raúl Castro ha dicho
aquello; que si Chávez le regala un cuadro a Cristina Fernández o que si el
viejo Mujica se queja de aquello otro…
Eso tiene público y es fácil. En los países del norte han
relegado la noticia del nacimiento de Celac a la última página y en los diarios
de la élite del sur la dimensión dada a este acontecimiento político peca de
enanismo. Los acuerdos de los ministros de Unasur merecen, si acaso, notas en
medios especializados en economía. Mientras se impone esta sombra informática,
los estados de Latinoamérica y del Caribe dan pasos muy calculados hacia la
autonomía política y el desarrollo económico capitalista. Lo primero es
esperanzador; lo segundo, con la batuta brasileña marcando ritmo, puede ser tan
beneficioso como peligroso (por el desarrollo de megaproyectos que atenten
contra los pueblos y calienten el volcán social).
Celac nace a la sombra, o con el empujón, de Unasur, excluye
a Estados Unidos, da peso a Cuba y a El Caribe, más allá del Caribe
hispanohablante, incluye a México pero no como contrapotencia de Brasil, y
respeta el papel de Venezuela como nuevo puente diplomático en la región. Una
arquitectura compleja para una nueva forma de entender la integración que, de
momento, no tendrá estructura organizacional propia ni más poder regional que
el que quiera ceder Unasur.
LA BRÚJULA DE UNASUR Unasur no es un club de amigos. Es un
proyecto a mediano y largo plazo que es la punta de lanza de la nueva voz de
América Latina y que, extrapolado a la Celac, debe certificar el final de la
injerencia estadounidense en esta megarregión de 600 millones de habitantes.
Fundada oficialmente en mayo de 2008, en Brasilia, Unasur
cuenta con doce países suramericanos: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile,
Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela. En
sólo 3 años, Unasur –con 390 millones de habitantes y el 5,9 por ciento del PIB
mundial- ha cambiado la realidad del continente. Primero, con hechos de
integración política y de peso diplomático en la gestión de los conflictos del
sur. Después, mostrando los dientes con proyectos específicos de consecuencias
definitivas.
Hace apenas unos días, el 30 de noviembre, se reunía en
Brasilia el Consejo Suramericano de Infraestructuras y Planeamiento (Cosipan).
Allí, según relataban los medios económicos, se definieron 31 proyectos
prioritarios con una inversión de 13.700 millones de dólares. Los corredores
ferroviarios (Brasil-Chile y Brasil-Bolivia-Chile) y las megacarreteras
(Venezuela-Colombia-Ecuador y Perú-Brasil) que garantizarán las salidas al
Pacífico de las exportaciones brasileñas son el núcleo duro de este plan de
inversiones que va hasta 2022: Una lista selecta del conocido Iirsa (Iniciativa
para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana). El plan
demonizado por las izquierdas continentales es ahora asumido por Unasur como
propio.
Esta noticia significa la ratificación de un modelo
agroindustrial y extractivo en el que Brasil lleva el liderazgo mientras el
resto de países de la región tratan de beneficiarse por los lados. De hecho, el
grueso de estas inversiones será financiado por el banco público BNDES de
Brasil. No hay casualidades en este modelo, sino la necesidad del proyecto
subimperial brasileño de ganar la salida al Pacífico, de imponer sus criterios
en Mercosur y de afianzar su papel de semáforo regional ante el avance de otras
potencias como China o los posibles intentos de Washington de reeditar viejas
épocas de control.
En el norte global, todos los cañones enfilan contra Hugo
Chávez, en un ejemplo de ceguera -por desprecio o por interés- y de facilidad.
Pero, en realidad, es Brasil quien imanta la brújula del bloque, orientado al
modelo extractivo de recursos y energía, así como de monocultivos intensivos
que son, al mismo tiempo, los que mayor conflictividad social generan en la
región. Países como Perú pueden adjudicar el 71 por ciento de los conflictos
sociales a temas relacionados con la minería y un 8 por ciento a los
hidrocarburos, así como el 3 por ciento tiene que ver con la gestión de los
recursos hídricos (reporte de Conflictos Sociales No 62). Un patrón similar se
repite en Bolivia y en Ecuador.
Si el desarrollismo gana en esta definición soberana de
América Latina y El Caribe la reacción de los sectores excluidos puede ser
violenta y la culpa se repartirá entre los propios Gobiernos del sur y los
aliados inversionistas del norte.
La defensa es el gran tema
La realidad es más angulosa de lo que trasluce en las
noticias. Unasur tiene muchos comités, pero ninguno de Derechos Humanos o de
participación política. Los grandes temas son las infraestructuras, la energía,
la conectividad y, por supuesto, la Defensa. Es evidente que no hay
construcción de poder regional sin una vocación militar integrada y eso Unasur
lo tiene claro.
La reunión extraordinaria de Ministros de Defensa de los 12
países se celebró en Lima unos días antes del nacimiento de la Celac. Allí
quedó claro que los objetivos son, entre otros, crear una agencia espacial
regional y desarrollar aviones no tripulados -como los que están agrietando a
punta de bombas sin rostro Pakistán o Afganistán-.
El discurso tiene matices, como que el programa espacial será
con fines pacíficos, pero parece bastante ‘militar’ el proyecto de avión caza
de entrenamiento que lidera Argentina o el del avión no tripulado que coordina
Brasil. Tal y como confirmó el ministro de Defensa de Argentina, Arturo
Puricelli, se trata de avanzar en el campo de la ciencia, la tecnología y la
industria pero aplicado a la defensa.
El Consejo Suramericano de Defensa pone a todos de acuerdo y
mereció las felicitaciones de la colombiana María Enma Mejía, secretaria
general de Unasur en este puesto rotatorio. Nadie podrá echar en cara,
entonces, que Brasil haya desplegado casi 7.000 soldados en su frontera
amazónica con Bolivia o las inversiones millonarias en Defensa de Chile o
Colombia.
Soberanía por los cuatro costados
Cuando la Celac esté madura para sustituir a la Organización
de Estados Americanos (OEA) -momento que llegará antes de lo esperado-, Unasur
ya habrá allanado el camino para la consecución de un bloque regional más
integrado de lo que quisiera Estados Unidos o, incluso, Europa.
Fue en la IV Cumbre de las América, en Mar de Plata, cuando
Argentina, Brasil y Venezuela tumbaron el proyecto estadounidense del ALCA (el
tratado de libre comercio continental) y pusieron en marcha un modelo más
pensado de lo que se podía imaginar entonces. Néstor Kirchner, el que fuera
presidente de la Argentina, lo dejó claro en su discurso: “La única manera de
hacer sustentable el proceso de desarrollo es el incremento de la creación
permanente de riqueza. Hace falta que en los programas macroeconómicos la
variable distributiva se tenga presente y lo esté activamente. Se trata de que
se aumente la producción, la inversión y por ende la creación de riqueza, y de
ayudar a distribuir mejor la riqueza que se crea”. Es decir, más capitalismo
pero con una lógica ‘social’. Café para más gente pero, ante todo, más café.
Esta última década ha supuesto la consolidación de Brasil
como potencia emergente, ha demostrado viable la estrategia de cooperación
sur-sur impulsada de forma radical por Venezuela, y ha confirmado que los
viejos modelos de la derecha -que siguen imperando en México, Guatemala o
Colombia- no han logrado mejores resultados.
En este 2011 se podría decir que asistimos a la confirmación
de la estrategia cuya ecuación clave es la de autonomía y cooperación.
Autonomía respecto al norte global y cooperación para equilibrar fuerzas.
El proyecto incluye superar el filtro tecnológico
En esa línea de integración, el 29 de noviembre, los
ministros de Comunicación y Tecnologías de la Información de Unasur firmaron un
compromiso trascendental en Brasilia. Ese día anunciaron el desarrollo del
llamado mega-anillo de fibra óptica. Si Venezuela se ha empeñado en romper el
bloqueo cibernético que sufre Cuba tendiéndole un cable directo, Unasur
pretende acortar distancias y evitar que Washington pueda fisgonear el tráfico
de datos de Latinoamérica y del Caribe, cuyo 80 por ciento pasa por Estados
Unidos.
Hasta el día de hoy una conexión a internet entre países
vecinos en Suramérica tiene que pasar irremediablemente por el norte. En dos
años, el mega-anillo de 10.000 kilómetros de fibra óptica de Unasur supondrá
una revolución no armada frente al poder hasta hace poco imperial de Estados
Unidos. Por si faltaba algo, Brasil va a presentar en el seno de Naciones
Unidas una iniciativa para “democratizar” internet. “Tal y como está internet
no es inclusiva, no es segura, no es justa ni deseable”, explicaba el embajador
de Brasil en la ONU, Tovar da Silva Nunes, al criticar el control casi absoluto
que tienen de la red las empresas estadounidenses.
María Emma Mejía, secretaria general de Unasur, ya dijo en
Caracas este sábado que el tema de la fibra óptica y del alojamiento web en
Estados Unidos es “un asunto de soberanía” y, lo que se está cocinando en
América latina y El Caribe es, probablemente, el momento político soberanista
más importante desde las independencias ‘controladas’ de las colonias europeas.
PRÓXIMAS CITAS Las próximas citas son clave. Primero, el 15
de diciembre, debería nacer el Banco del Sur, una iniciativa impulsada en un
inicio por Venezuela y repotenciada por Brasil. Si el parlamento de Uruguay da
su aprobación -es el último que resta-, el Banco del Sur abrirá sus puertas con
unos 6.000 millones de dólares en fondos y 7 miembros: Brasil, Argentina y
Venezuela como principales accionistas, Ecuador y Uruguay siguiéndolos y
cerrando el grupo Bolivia y Paraguay. Esta institución será la precuela del
denominado Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR). Es decir, toda una
arquitectura financiera y monetaria soberana, alejada de los, hasta ahora,
árbitros de las economías nacionales del sur: el Banco Mundial y el Fondo
Monetario Internacional.
Designada por el presidente conservador Juan Manuel Santos,
reproduzca un lenguaje, además, impropio de las élites colombianas. Para ella,
los avances de Unasur y de la Celac demuestran que la región "ahora está
dando y dictando su propia receta de sur". “Si en el pasado tuvimos una
receta que nos impusieron, que fue el consenso de Washington, ahora nosotros
creamos nuestro propio paradigma en el sur y el mundo debe oírlo”.
Después, a finales de enero de 2012, el Consejo Energético de Unasur debe cerrar un tratado regional en la materia que complemente el plan de inversiones del Consejo de Infraestructuras.
Después, a finales de enero de 2012, el Consejo Energético de Unasur debe cerrar un tratado regional en la materia que complemente el plan de inversiones del Consejo de Infraestructuras.
El proceso es imparable y quizá sea significativo y simbólico
que la secretaria general de Unasur, María Emma Mejía, designada por el
presidente conservador Juan Manuel Santos, reproduzca un lenguaje, además,
impropio de las élites colombianas. Para ella, los avances de Unasur y de la
Celac demuestran que la región "ahora está dando y dictando su propia
receta de sur". “Si en el pasado tuvimos una receta que nos impusieron,
que fue el consenso de Washington, ahora nosotros creamos nuestro propio
paradigma en el sur y el mundo debe oírlo”.
Nota del editor del blog: Al
referenciarse a la República Cooperativa de Guyana se deben de tener en cuenta
los 159.500Km2, de territorios ubicados al oeste del río Esequibo conocidos con
el nombre de Guayana Esequiba o Zona en Reclamación sujetos al Acuerdo de
Ginebra del 17 de febrero de 1966.
Territorios estos sobre los
cuales el gobierno Venezolano en representación de la Nación venezolana se
reservo sus derechos sobre los territorios de la Guayana Esequiba en su nota
del 26 de mayo de 1966 al reconocerse al nuevo Estado de Guyana .
“...por lo tanto, Venezuela
reconoce como territorio del nuevo Estado, el que se sitúa al este de la margen
derecha del río Esequibo y reitera ante la comunidad internacional, que se
reserva expresamente sus derechos de soberanía territorial sobre la zona que se
encuentra en la margen izquierda del precitado río; en consecuencia, el
territorio de la Guayana Esequiba sobre el cual Venezuela se reserva
expresamente sus derechos soberanos, limita al Este con el nuevo Estado de Guyana,
a través de la línea del río Esequibo, tomando éste desde su nacimiento hasta
su desembocadura en el Océano Atlántico...”
Mapa que señala el Espacio
de Soberanía Marítima Venezolana que se reserva, como Mar Territorial mediante el Decreto
Presidencial No 1152 del 09 de Julio de 1968.
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