Tomado de:
http://www.elimparcial.es/america/chavez-soberania-y-terrorismo-58746.html
Sadio Garavini di Turno
El ex Presidente venezolano Rómulo Betancourt, afirmaba en los años ’60, que la relación con los EEUU tenía que ser “sin sumisión ni desplantes”.
El desplante retórico ha sido en cambio la política de Chávez, no sólo hacia los EEUU (sin dejar de venderle la mayor parte de nuestro petróleo, dado que es casi el único cliente que nos paga en efectivo), sino hacia toda institución o persona que se atreva a criticar o simplemente pedir explicaciones al gobierno venezolano.
Las críticas no se enfrentan con argumentos lógicos ni pruebas, sino que simplemente se descalifica y/o se insulta al que critica o denuncia. La táctica tiene dos vertientes. La primera consiste en ampararse en la defensa de la soberanía nacional. Igual que para Trujillo, Duvalier, Pinochet y Castro, para Chávez la defensa de la soberanía nacional se convierte en una licencia para violar impunemente los derechos humanos de los venezolanos.
La segunda es la descalificación ideológica o personal del que critica. Por eso, una mayoría del Senado chileno, que incluye a socialistas y demócratas cristianos se transforma en extrema derecha fascista y los senadores brasileños en “loros del imperio”, mientras los Presidentes Fox y Uribe son “cachorros y peones del imperio” y el Presidente Alan García un vulgar ladrón.
Cada día está más claro que el Presidente Chávez puede ser pragmático en la táctica, pero es un dogmático en la estrategia. Chávez padece de una forma aguda de lo que Octavio Paz llamaba ceguera ideológica. En efecto, su “ideologismo neocomunista” le impide pensar con objetividad sobre los intereses permanentes del Estado venezolano y más gravemente le impide defender de verdad la soberanía nacional.
Con Guyana hemos abandonado, unilateral y gratuitamente, la posibilidad, que el Acuerdo de Ginebra nos daba, para una justa reparación de la injusticia histórica que sufrimos con la amputación del territorio Esequibo, por parte de la Gran Bretaña.
Además, la soberanía nacional está siendo humillada por la sumisión del gobierno a la tiranía dinástica comunista de los hermanos Castro. La ceguera ideológica de Chávez ha permitido la penetración y confiscación por parte de funcionarios cubanos de instituciones claves del Estado venezolano como los registros y notarías, los puertos y aeropuertos, la dirección de identificación y extranjería, los sectores de salud y educación y sobretodo los organismos de seguridad del Estado.
Ahora también las propias Fuerzas Armadas tienen que sufrir el deshonor de la presencia de comisarios políticos cubanos en sus filas. La ceguera ideológica de Chávez, aunada a su megalomanía, han sido las bases de la “alianza estratégica” de Venezuela con Irán, gobierno “pariah” en la comunidad internacional, por la violación sistemática de los derechos humanos y su apoyo al terrorismo.
Las pruebas de la colaboración de Venezuela con grupos terroristas como las FARC, ETA, Hamas y Hezbollah son cada vez más evidentes. La misma identidad ideológica neocomunista explica la calificación del terrorista El Chacal, como “un luchador revolucionario” con el cual Chávez comparte “una profunda fe en la causa y la misión”.
La franqueza ideológica de Chávez es casi admirable cuando afirma que el grupo narcoterrorista de las FARC “son un movimiento político bolivariano, que en Venezuela se respeta”. A confesión de parte relevo de pruebas, dicen los juristas.
http://www.elimparcial.es/america/chavez-soberania-y-terrorismo-58746.html
Sadio Garavini di Turno
El ex Presidente venezolano Rómulo Betancourt, afirmaba en los años ’60, que la relación con los EEUU tenía que ser “sin sumisión ni desplantes”.
El desplante retórico ha sido en cambio la política de Chávez, no sólo hacia los EEUU (sin dejar de venderle la mayor parte de nuestro petróleo, dado que es casi el único cliente que nos paga en efectivo), sino hacia toda institución o persona que se atreva a criticar o simplemente pedir explicaciones al gobierno venezolano.
Las críticas no se enfrentan con argumentos lógicos ni pruebas, sino que simplemente se descalifica y/o se insulta al que critica o denuncia. La táctica tiene dos vertientes. La primera consiste en ampararse en la defensa de la soberanía nacional. Igual que para Trujillo, Duvalier, Pinochet y Castro, para Chávez la defensa de la soberanía nacional se convierte en una licencia para violar impunemente los derechos humanos de los venezolanos.
La segunda es la descalificación ideológica o personal del que critica. Por eso, una mayoría del Senado chileno, que incluye a socialistas y demócratas cristianos se transforma en extrema derecha fascista y los senadores brasileños en “loros del imperio”, mientras los Presidentes Fox y Uribe son “cachorros y peones del imperio” y el Presidente Alan García un vulgar ladrón.
Cada día está más claro que el Presidente Chávez puede ser pragmático en la táctica, pero es un dogmático en la estrategia. Chávez padece de una forma aguda de lo que Octavio Paz llamaba ceguera ideológica. En efecto, su “ideologismo neocomunista” le impide pensar con objetividad sobre los intereses permanentes del Estado venezolano y más gravemente le impide defender de verdad la soberanía nacional.
Con Guyana hemos abandonado, unilateral y gratuitamente, la posibilidad, que el Acuerdo de Ginebra nos daba, para una justa reparación de la injusticia histórica que sufrimos con la amputación del territorio Esequibo, por parte de la Gran Bretaña.
Además, la soberanía nacional está siendo humillada por la sumisión del gobierno a la tiranía dinástica comunista de los hermanos Castro. La ceguera ideológica de Chávez ha permitido la penetración y confiscación por parte de funcionarios cubanos de instituciones claves del Estado venezolano como los registros y notarías, los puertos y aeropuertos, la dirección de identificación y extranjería, los sectores de salud y educación y sobretodo los organismos de seguridad del Estado.
Ahora también las propias Fuerzas Armadas tienen que sufrir el deshonor de la presencia de comisarios políticos cubanos en sus filas. La ceguera ideológica de Chávez, aunada a su megalomanía, han sido las bases de la “alianza estratégica” de Venezuela con Irán, gobierno “pariah” en la comunidad internacional, por la violación sistemática de los derechos humanos y su apoyo al terrorismo.
Las pruebas de la colaboración de Venezuela con grupos terroristas como las FARC, ETA, Hamas y Hezbollah son cada vez más evidentes. La misma identidad ideológica neocomunista explica la calificación del terrorista El Chacal, como “un luchador revolucionario” con el cual Chávez comparte “una profunda fe en la causa y la misión”.
La franqueza ideológica de Chávez es casi admirable cuando afirma que el grupo narcoterrorista de las FARC “son un movimiento político bolivariano, que en Venezuela se respeta”. A confesión de parte relevo de pruebas, dicen los juristas.
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