Tomado de:
http://www.lostiempos.com/diario/opiniones/columnistas/20090918/el-armamentismo-es-como-la-droga_36908_61210.html
Por Estremadoiro Winston - Columnista - 18/09/2009
Ed. Impresa Puntos de Vista
No sé si porque ando volando bajo, pero la musa me pide optar por la sardonia. ¿Qué mejor que divagar sobre la carrera armamentista sudamericana, para plasmar una mueca de risa en la faz, cuando la cosa mueve a tristeza por dentro?
Las declaraciones del ministro San Miguel, quizá haciendo honor a su nombre —caminante en inglés— fueron pinitos sinuosos.
Informó que el Consejo de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) analizará en Ecuador “en el marco de la transparencia regional”, la compra de armas y tecnología regional”, la compra de armas y tecnología militar de Brasil a Francia. Se refería a la alianza militar en áreas naval y aeronáutica que dotará de tecnología a la industria brasileña. Le costará más de 12.000 millones de dólares a Brasil, de los cuales cerca de 9.000 millones de dólares serán para comprar cinco submarinos y 36 aviones caza de última generación.
En lingo bolivariano, no es al imperio al que apunta Brasil. Es al protagonismo hegemónico de Hugo Chávez, empeñado en crear un eje de influencia con su petróleo, sus petrodólares y sus armas. Es una aserción de que el capo mayor de estos barrios es la potencia sudamericana. Más aún, pasados los tiempos en que vendía bombas de racimo tanto a Irak como a Irán —entonces en guerra— a Brasil le urgía renovar su tecnología de fabricación de armamentos.
Casi hostil sonaba San Miguel, al puntualizar que el tema central de la reunión era el acuerdo entre Colombia y EEUU sobre el uso de bases colombianas por este último. Ni con una pestaña pinchó la compra de armas de Hugo Chávez a Rusia. Días después vino la perogrullada de que las compras de armas buscan fortalecer el sistema de defensa sudamericano: “ahora no se piensa tanto en la seguridad de cada Estado, sino en la de nuestro subcontinente”, apuntó. La diferencia de acritud en referirse al armamentismo de unos y otros es obvia. Es prueba de que el Consejo de Defensa Sudamericano es el brazo armado de la bolsa de gatos de la izquierda obsoleta que es el Foro de Sao Paulo.
Una revisión de algunas fronteras calientes sudamericanas lo desnuda. Chile, y luego el autócrata de Venezuela, despertaron al monstruo del armamentismo. Las ínfulas de matón de barrio de este último se inflaron con compras multimillonarias.
Cazabombarderos, helicópteros y fusiles rusos. Corbetas españolas, aviones de Brasil. No para recuperar el Esequibo, que añora de Guyana, sino para agredir a Colombia dando estatus de beligerante a las FARC.
¿No es monstruoso que Hugo Chávez malgaste otra ponchada de petrodólares en submarinos, vehículos, tanques y helicópteros de combate de Rusia? Son tanto más insulsas en cuanto sus propios generales conceden que sus soldados se han vuelto fofos con la orgía de prebendas confortables, juguetes bélicos y comida importada. Su malgasto de divisas del auge petrolero recuerda a la rifada de reservas que Argentina acumuló en oro, vendiendo trigo y carne a los guerristas europeos, al comprar Perón los vetustos ferrocarriles propiedad de ingleses.
Ningunos maneados los colombianos. Aún preso de larga y cruel insurgencia, su hermoso país progresa con una vigorosa economía. Sus fuerzas armadas están prestas, ejercitadas en contienda interna. Sucesivos golpes en Caracas —el secuestro del “canciller” de las FARC— y en Ecuador —el golpe al santuario del segundo hombre de la guerrilla— les tienen alerta en dos fronteras hostiles, vecinos con mandatarios de la plaga del socialismo del siglo 21.
No es sorpresa, entonces, que el Plan Colombia estadounidense, cuya mira estaba en combatir la narco-guerrilla, rebalse a un escenario mayor en el “taken for granted” —asumido como suyo— patio trasero de la superpotencia. En el Caribe se reactivó la IV Flota. Las bases colombianas de uso compartido tienen también un carácter militar multifuncional.
El Presidente peruano recordó que desde la creación de Unasur, los países de la región han destinado al gasto militar 156.000 millones de dólares. Recursos de presupuesto y créditos sirvieron para 23.000 millones de dólares adicionales en nuevas armas, cañones, aviones y naves. Propuso “poner freno al armamentismo, a través de un mecanismo de transparencia y confianza y del compromiso de todos los miembros de un Pacto de No Agresión Militar”. ¿Quién saltó? Pues el canciller de Chile. Adujo que tal es lenguaje bélico, como si no lo fueran las compras de armas que su país realiza en montos descomunales con el porcentaje pinochetista de ingresos del cobre. ¿Acaso no es sal en la herida peruana la réplica del monitor Huáscar en Mejillones, quizá con Miguel Grau incluido?
Para peor, un común denominador de los populistas son corrupción y prioridades distorsionadas. Mientras centenas de juntas escolares bloquean el centro de La Paz reclamando mil computadoras para las escuelas, ahí está el satélite de comunicaciones de 300 millones, comparado con 70 millones de su equivalente chileno.
Quizá similar desfase tendrá el avión presidencial. Ofrecen un centro de mantenimiento: ¿será sólo para el avión de Evo o para reparar aviones que el padrino caribeño ha comprado en Moscú? Ubicado en Cochabamba, la haría un objetivo estratégico en caso de guerra; en Chimoré, un ataque preventivo mataría tres pájaros de un tiro: destruir infraestructura clave en un eventual teatro de operaciones, golpear al tráfico de drogas y hacer añicos un regalo de los gringos que era para la lucha contra el narcotráfico.
En la carrera armamentista causan risa los bolivianos con sus 100 millones de dólares del crédito ruso para armas: entre $us 30 millones del avión y $us 10 millones del centro de mantenimiento, ya se soplaron casi la mitad. Pero azuzan a los legisladores paraguayos. Es que el armamentismo es como el negocio de la droga. A la demanda de juguetes bélicos, siempre habrá oferta de suministros.
www.winstonestremadoiro.com winstonest@yahoo.com.mx
http://www.lostiempos.com/diario/opiniones/columnistas/20090918/el-armamentismo-es-como-la-droga_36908_61210.html
Por Estremadoiro Winston - Columnista - 18/09/2009
Ed. Impresa Puntos de Vista
No sé si porque ando volando bajo, pero la musa me pide optar por la sardonia. ¿Qué mejor que divagar sobre la carrera armamentista sudamericana, para plasmar una mueca de risa en la faz, cuando la cosa mueve a tristeza por dentro?
Las declaraciones del ministro San Miguel, quizá haciendo honor a su nombre —caminante en inglés— fueron pinitos sinuosos.
Informó que el Consejo de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) analizará en Ecuador “en el marco de la transparencia regional”, la compra de armas y tecnología regional”, la compra de armas y tecnología militar de Brasil a Francia. Se refería a la alianza militar en áreas naval y aeronáutica que dotará de tecnología a la industria brasileña. Le costará más de 12.000 millones de dólares a Brasil, de los cuales cerca de 9.000 millones de dólares serán para comprar cinco submarinos y 36 aviones caza de última generación.
En lingo bolivariano, no es al imperio al que apunta Brasil. Es al protagonismo hegemónico de Hugo Chávez, empeñado en crear un eje de influencia con su petróleo, sus petrodólares y sus armas. Es una aserción de que el capo mayor de estos barrios es la potencia sudamericana. Más aún, pasados los tiempos en que vendía bombas de racimo tanto a Irak como a Irán —entonces en guerra— a Brasil le urgía renovar su tecnología de fabricación de armamentos.
Casi hostil sonaba San Miguel, al puntualizar que el tema central de la reunión era el acuerdo entre Colombia y EEUU sobre el uso de bases colombianas por este último. Ni con una pestaña pinchó la compra de armas de Hugo Chávez a Rusia. Días después vino la perogrullada de que las compras de armas buscan fortalecer el sistema de defensa sudamericano: “ahora no se piensa tanto en la seguridad de cada Estado, sino en la de nuestro subcontinente”, apuntó. La diferencia de acritud en referirse al armamentismo de unos y otros es obvia. Es prueba de que el Consejo de Defensa Sudamericano es el brazo armado de la bolsa de gatos de la izquierda obsoleta que es el Foro de Sao Paulo.
Una revisión de algunas fronteras calientes sudamericanas lo desnuda. Chile, y luego el autócrata de Venezuela, despertaron al monstruo del armamentismo. Las ínfulas de matón de barrio de este último se inflaron con compras multimillonarias.
Cazabombarderos, helicópteros y fusiles rusos. Corbetas españolas, aviones de Brasil. No para recuperar el Esequibo, que añora de Guyana, sino para agredir a Colombia dando estatus de beligerante a las FARC.
¿No es monstruoso que Hugo Chávez malgaste otra ponchada de petrodólares en submarinos, vehículos, tanques y helicópteros de combate de Rusia? Son tanto más insulsas en cuanto sus propios generales conceden que sus soldados se han vuelto fofos con la orgía de prebendas confortables, juguetes bélicos y comida importada. Su malgasto de divisas del auge petrolero recuerda a la rifada de reservas que Argentina acumuló en oro, vendiendo trigo y carne a los guerristas europeos, al comprar Perón los vetustos ferrocarriles propiedad de ingleses.
Ningunos maneados los colombianos. Aún preso de larga y cruel insurgencia, su hermoso país progresa con una vigorosa economía. Sus fuerzas armadas están prestas, ejercitadas en contienda interna. Sucesivos golpes en Caracas —el secuestro del “canciller” de las FARC— y en Ecuador —el golpe al santuario del segundo hombre de la guerrilla— les tienen alerta en dos fronteras hostiles, vecinos con mandatarios de la plaga del socialismo del siglo 21.
No es sorpresa, entonces, que el Plan Colombia estadounidense, cuya mira estaba en combatir la narco-guerrilla, rebalse a un escenario mayor en el “taken for granted” —asumido como suyo— patio trasero de la superpotencia. En el Caribe se reactivó la IV Flota. Las bases colombianas de uso compartido tienen también un carácter militar multifuncional.
El Presidente peruano recordó que desde la creación de Unasur, los países de la región han destinado al gasto militar 156.000 millones de dólares. Recursos de presupuesto y créditos sirvieron para 23.000 millones de dólares adicionales en nuevas armas, cañones, aviones y naves. Propuso “poner freno al armamentismo, a través de un mecanismo de transparencia y confianza y del compromiso de todos los miembros de un Pacto de No Agresión Militar”. ¿Quién saltó? Pues el canciller de Chile. Adujo que tal es lenguaje bélico, como si no lo fueran las compras de armas que su país realiza en montos descomunales con el porcentaje pinochetista de ingresos del cobre. ¿Acaso no es sal en la herida peruana la réplica del monitor Huáscar en Mejillones, quizá con Miguel Grau incluido?
Para peor, un común denominador de los populistas son corrupción y prioridades distorsionadas. Mientras centenas de juntas escolares bloquean el centro de La Paz reclamando mil computadoras para las escuelas, ahí está el satélite de comunicaciones de 300 millones, comparado con 70 millones de su equivalente chileno.
Quizá similar desfase tendrá el avión presidencial. Ofrecen un centro de mantenimiento: ¿será sólo para el avión de Evo o para reparar aviones que el padrino caribeño ha comprado en Moscú? Ubicado en Cochabamba, la haría un objetivo estratégico en caso de guerra; en Chimoré, un ataque preventivo mataría tres pájaros de un tiro: destruir infraestructura clave en un eventual teatro de operaciones, golpear al tráfico de drogas y hacer añicos un regalo de los gringos que era para la lucha contra el narcotráfico.
En la carrera armamentista causan risa los bolivianos con sus 100 millones de dólares del crédito ruso para armas: entre $us 30 millones del avión y $us 10 millones del centro de mantenimiento, ya se soplaron casi la mitad. Pero azuzan a los legisladores paraguayos. Es que el armamentismo es como el negocio de la droga. A la demanda de juguetes bélicos, siempre habrá oferta de suministros.
www.winstonestremadoiro.com winstonest@yahoo.com.mx
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