http://www.bbc.co.uk/mundo/ultimas_noticias/2013/11/131129_islas_china_japon_pacifico_disputa_mz.shtml
Tomado de:
Redacción
BBC Mundo
Última actualización: Viernes, 29 de noviembre de 2013
El espacio aéreo de las islas ha estado muy concurrido en los
últimos días.
Un archipiélago de cinco islas deshabitadas y tres arrecifes
en la mitad del Océano Pacífico se ha transformado en los últimos días en una
de las zonas más "calientes" del planeta, con aviones militares
sobrevolando su espacio aéreo, paseando su sombra sobre una tierra vacía que,
de la noche a la mañana, parece ser la más valorada por superpotencias mundiales.
Pero como suele ocurrir en los conflictos internacionales,
esta historia tiene muchas noches y mañanas de desencuentros detrás y va más
allá de una simple exhibición de fuerza en la región.
La primera lectura indicaría que el conflicto comenzó la
semana pasada cuando China anunció que reconocía como zona de identificación de
defensa aérea (ADIZ, en inglés) la región donde se ubican las islas disputadas
con Japón Senkaku/Diaoyu (según qué país las nombre).
La medida implementada por Pekín, que implica la obligación
de identificarse para cualquier avión que vuela por esa región o enfrentar
"medidas defensivas de emergencia", cubre un amplio territorio
reclamado no solo por China y Japón, sino también por Corea del Sur y Taiwán.
Desde que el gobierno chino implementó esta zona de
identificación, aviones militares de Japón, Corea del Sur y Estados Unidos han
zurcado el área, no para identificarse ante las autoridades militares chinas
sino para dejar claro que podían desplegar sus alas por ahí sin pedirle permiso
a Pekín.
China, convertida en las últimas décadas en una de las
principales potencias militares del mundo, respondió entonces enviando sus
propias aeronaves, "como medida defensiva y en línea con prácticas comunes
internacionales", según lo anunció el vocero de la Fuerza Aérea, coronel
Shen Jinke, ante la agencia de noticias Xinhua.
La nacionalización, ¿el origen del problema?
La disputa ha movilizado a sectores nacionalistas de ambos
países.
Las islas están bajo el control de Japón (son parte de la
prefectura de Okinawa) pero, como dijo a la BBC el analista James Manicom del
centro canadiense por la Innovación Internacional en el Gobierno, la disputa
entre ambos países tiene más de 30 años, aunque todo empeoró en la última
década.
"Tensiones sobre el Mar Oriental de China han resurgido
periódicamente desde que en el 2000 China se convirtió en un poder marítimo más
proactivo, pero desde la nacionalización de las islas por parte del gobierno
japonés en septiembre de 2012, la disputa ha cobrado un caracter decisivamente
más preocupante".
Además de nacionalizar las islas, Japón ha negado
sistemáticamente la mera existencia de una disputa. Según Manicom, la política
del primer ministro Shinzo Abe "que se basa en la noción de una
resurgencia japonesa, refleja una mayor reticencia de Japón a tolerar lo que se
percibe como intrusiones china en territorio japonés".
Para el analista de la Universidad Nacional de Singapore, Lye
Liang Fook, al no lograr siquiera que Tokio admita que hay un disputa,
"China quiere con el anuncio de la ADIZ incrementar la presión sobre
Japón" para que reconozca que existe un conflicto territorial.
Pero según las palabras del académico Tetsuo Kotani, del
Instituto de Asuntos Internacionales de Japón, el conflicto no existe: "La
propiedad de las islas Senkaku fue reafirmada bajo el Tratado de Paz de San
Francisco en 1951, que demarcó el territorio japonés después de la Segunda
Guerra Mundial, y en el Tratado de Restitución de Okinawa en 1971, que regresó
los derechos de administración de Okinawa, incluyendo las islas Senkaku, de
Estados Unidos a Japón".
No sorprende entonces que hayan sido Washington y Tokio los
que han expresado su mayor rechazo a la decisión china de implementar una zona
de identificación de defensa aérea sobre el archipiélago.
Shinzo Abe describió la medida como "totalmente
inaceptable para Japón" mientras que el secretario de Defensa de Estados
Unidos, Chuck Hagel, la calificó como "un intento desestabilizador para
alterar el status quo".
Pero esta unificación de criterios entre Japón y Estados
Unidos no siempre fue tan aceitada, como recuerdan los académicos chinos.
Más allá en el tiempo
La guerra con Japón no se olvida en el territorio chino.
"La razón fundamental del deterioro de las relaciones
entre Japón y sus dos vecinos más importantes, China y Corea del Sur, se debe a
que el primer ministro Shinzo Abe y muchos políticos japoneses se niegan a
reconocer las atrocidades de la guerra (el conflicto de 1931 a 1945)",
manifestó a la BBC Victor Gao, director de la Asociación Nacional China para
Estudios Internacionales.
Según Gao, aunque Tokio está haciendo todo lo posible para
sumar a Washington a su causa, el gobierno estadounidense y su par chino han
incrementado cooperación militar y su diálogo estratégico.
"Después de todo, China y Estados Unidos derramaron
sangre juntos para derrotar a Japón en la Segunda Guerra Mundial, y gracias al
acercamiento bilateral entra ambos países es muy improbable que Estados Unidos
quiera volver a derramar su sangre para alentar o incluso proteger a un
militarizado Japón".
Pero para otros expertos internacionales esos tiempos en que
soldados chinos y estadounidenses peleaban juntos han quedado muy atrás, como
se desprende del análisis de Michael Swaine, del centro estadounidense Legado
Carnegie para la Paz Internacional.
"La declaración de la zona de defensa aérea conspira
contra cualquier movimiento hacia una reducción de la tensión. A pesar de que
China opina lo contrario, el anuncio es visto por Estados Unidos, Japón y otros
observadores como provocativo y de poca ayuda".
Para los analistas consultados por la BBC, a pesar de los
años de desencuentros Pekín y Tokio han demostrado con el tiempo una gran
capacidad de resolver sus heridas en la mesa de negociaciones.
Pero el despliegue aéreo de la última semana, que involucró
una exhibición de fuerza de cuatro potencias militares, no es precisamente una
señal de aliento para sentarse a conversar en esa mesa.
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