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Tomado de:
Jérôme Vallette / Regina, Guayana Francesa
(AFP) | 22 de julio de 2012
La tranquila aldea de Regina, a orillas del río Aproak, una
vía de abastecimiento de los buscadores ilegales de oro en la Guayana Francesa,
es escenario de la persecución de la banda del brasileño Ferreira Manoel Moura,
alias Manoelzihno, sospechosa de haber matado en junio a militares.
Son 120, entre ellos una decena de hombres del GIGN, unidad de élite de la gendarmería francesa, y de su homólogo guayanés, acostumbrados al clima húmedo y caliente, para perseguir a una banda criminal a través del bosque ecuatorial y sus gigantescos ríos.
Son 120, entre ellos una decena de hombres del GIGN, unidad de élite de la gendarmería francesa, y de su homólogo guayanés, acostumbrados al clima húmedo y caliente, para perseguir a una banda criminal a través del bosque ecuatorial y sus gigantescos ríos.
Los investigadores les consideran sospechosos de haber matado
el 27 de junio a dos suboficiales del 9º Regimiento de Infantería Marina (RIMA)
que patrullaban una de las zonas de búsqueda de oro más productivas de la
Guayana.
Ese día, en Dorlin (sureste), a 60 km de Surinam, tres
gendarmes fueron heridos durante un choque “de violencia poco común”, con armas
de guerra de calibres de 5.56 mm y 7.65 mm.
Las autoridades volvieron 15 días después para recuperar el
control del lugar donde, como mucho, quedan “una decena de ilegales”.
La persecución se realiza desde Regina, convertida en cuartel
general de la operación, porque los sospechosos, fuertemente armados y
dirigidos por Ferreira Manoel Moura, alias Manoelzihno, un brasileño de 25 años
buscado por asesinato en Surinam y sospechoso de otros crímenes en Guayana, han
recorrido mucho camino.
Desde Dorlin, una parte de la banda huyó hacia el corazón del
Parque de la Amazonia, en los alrededores de Saul, tras atracar a los
“garimpeiros” (buscadores de oro ilegales) de los que aún no controlaba los
pozos excavados en las colinas. Cargados de oro, descendieron hacia el litoral
en piragua por el río Aproak, hacia Regina (este), a menos de 90 km de Brasil,
donde hirieron a dos pescadores cuando intentaban robarles su embarcación.
De los ochos sospechosos identificados en junio, no serían
más que cuatro los hombres buscados actualmente en esta zona.
“Pueden esconderse durante semanas”
“Pueden esconderse durante semanas”
Chalecos antibalas reforzados -”los que paran las 5.56”,
según un oficial- cascos, vallas, fusiles y ametralladoras francesas Famas
reglamentarias equipan al centenar de hombres desplegados en los 110 km de la
Nacional 2 que separa Cayena de Regina, en dirección al este.
A 25 km de Regina, sobre la pista de Belizon, otra ruta del
oro ilegal, el puesto de control, permanente desde el inicio de la operación
Anaconda en 2008, ha sido reforzado.
A la entrada de Regina, dos camiones de color caqui cortan la
Nacional, flanqueados por coches de patrulla. Cuatro policías, con las armas en
la mano, revisan los maleteros de los automóviles: “¿de dónde vienen ustedes?,
¿a dónde van? ¿Se han cruzado con peatones?”, preguntan.
“Mejor, gracias a los controles ahora hay menos ilegales”,
apunta una empleada municipal”. “El problema no está ahí”, se deja llevar un
antiguo buscador de oro; “la culpa es del Estado francés, por haber dejado
actuar a los garimpeiros durante tantos años”.
Sin embargo, “los sospechosos no tienen nuestra noción del
tiempo”, advierte un funcionario, “son hombres de la Amazonia, que pueden
esconderse y esperar durante semanas”.
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