Por Sergio Ferrari * | Radio La
Primerísima. | 1 junio del 2017
Luego de 6 años y medio de vivir
en la Amazonia brasilera y de trabajar con las comunidades autóctonas Yanomami,
Sylvie Petter inició en abril del año en curso una nueva etapa de su trabajo al
servicio de la organización local Secoya que tiene su sede en Manaos. Como
cooper-actriz de E-CHANGER y con el apoyo de la organización solidaria
helvética Novo Movimento, la enfermera suiza seguirá
impulsando-reforzando-coordinando el Programa de Educación en Salud en el
periodo 2017-2018.
"Un proyecto que en esta nueva
fase es más desafiante y exigente que nunca", enfatiza Sylvie Petter. No
solo se trata de mejorar la prevención de la población autóctona en el área de
la salud sino también de dar un salto hacia adelante en la formación política
de la misma. Es decir, promover una mayor apropiación de las comunidades de su
lucha a favor de la salud y un espíritu más crítico. Reforzar las sinergias y
la integración de dichas comunidades en iniciativas más globales de los pueblos
indígenas a nivel regional y nacional.
Desafíos mayores dado el
escenario geográfico condicionado por las distancias enormes. Para llegar a los
municipios más cercanos donde trabaja la SECOYA, es necesario un día entero de
navegación en un gran barco por el Río Negro. Santa Isabel do Rio Negro,
municipalidad donde se sitúa la sede operativa, está a tres días de barco. Y
luego, varios días con embarcaciones más pequeñas para llegar a una quincena de
comunidades. El pueblo Yanomami, al que apoyamos, totaliza 26.600 personas
distribuidas en una superficie igual al doble de Suiza, explica Sylvie Petter
iniciando esta entrevista exclusiva.
P: Luego de estos años de vivir
en Manaos y de viajar permanentemente a las comunidades, ¿qué es lo que la
motiva para continuar en este proyecto?
Hay varias razones. La primera,
el deterioro evidente de la situación global de Brasil a partir del golpe
institucional y de la llegada al Gobierno del actual presidente Michel Temer en
mayo del 2016. La situación de los yanomamis, en el plano de la salud, por
ejemplo, transita una degradación acelerada. Y aunque antes no era óptima,
ahora es desastrosa. La tasa de mortalidad aumenta rápidamente. Otro argumento
para continuar con el trabajo en la Amazonia, es que mi organización coparte,
la SECOYA no está totalmente estabilizada, y se confronta a una fragilidad
objetiva. En algún momento, el año pasado, existieron incluso dudas sobre si se
podría continuar a existir. Y por último, en el plano personal: es difícil
desentenderse de esta situación y regresar a vivir a Suiza en un momento,
justamente, en que las necesidades de la población yanomami son mayores.
Comunidades fragilizadas
P: Se refiere a un retroceso
acelerado de la situación de las comunidades yanomami desde que se produjo el
golpe institucional...
A nivel de salud es objetivo.
Crecen las epidemias, se multiplica la mortalidad. Por ejemplo, a nivel
infantil, diversos estudios indican que en tierra Yanomami es 7 veces mayor que
la media nacional. Así mismo, el impacto de la malaria llega a niveles
inimaginables apenas algunos años atrás. Las medidas positivas que se habían
dado para prevenirla no fueron retomadas por el actual Gobierno.
P: ¿La población autóctona está
ahora más fragilizada?
En efecto. Se constata una mayor
vulnerabilidad, sobre todo en cuanto a los derechos a la salud y a la
educación; en cuanto a la demarcación de las tierras y territorios indígenas
etc. Un ejemplo significativo: a la Fundación Nacional del Indígena (FUNAI),
que es el ente que debe velar por los pueblos autóctonos, se le cortó un 40% su
presupuesto que ya se venía reduciendo desde el 2009 en adelante. Todo esto
agravado por el Proyecto de Modificación Constitucional 55 que busca congelar
los gastos públicos para los próximos 20 años. La nominación del pastor
evangélico Antônio Fernandes Toninho Costa a la presidencia de la FUNAI y de un
general del ejército a la cabeza del sector de promoción de desarrollo responde
a los intereses de la bancada ruralista del parlamento (grandes propietarios
rurales) y su objetivo de obstruir las vías legales para el reconocimiento de
las tierras indígenas. Lo que refuerza
el programa de aceleración de crecimiento (PAC) en la Amazonia, es decir los
mega proyectos que no tienen en cuenta la sustentabilidad ecológica y social.
Todo esto en detrimento de la población autóctona.
Defender los derechos adquiridos
P: ¿Cuáles son los ejes del
trabajo en el área salud?
La promoción de la salud de parte
de los agentes multiplicadores Yanomami, busca disminuir la malnutrición
infantil integrando actores de las propias comunidades -maestros, líderes,
mujeres. Así como la valorización de las formas tradicionales de gestión del
territorio y soberanía alimentaria. Promover medidas de limpieza comunitaria y
la implementación de sistemas de purificación del agua. Intentamos también
reforzar las capacidades de las comunidades a defender sus derechos de salud,
al acceso al agua potable y a exigir políticas públicas que respeten su cultura
y derechos en tanto pueblo originario.
P: ¿Y en cuanto a las prioridades
de la SECOYA para los próximos años?
La situación actual nos fuerza a
un objetivo esencial: hacer todo lo posible para que los indígenas no pierdan
los derechos adquiridos. Los nuevos proyectos van en la dirección de reforzar
la conciencia crítica de los Yanomami; formar agentes multiplicadores
interculturales para la defensa de sus derechos y reforzar las redes con
diversos actores. Más que todo un trabajo de desarrollo de la conciencia
política en el sentido más amplio del término. Los últimos años fuimos actores
y testigos. Quisiéramos en el futuro próximo acompañar a las comunidades en su
lucha, su denuncia y sus pasos para integrarse más activamente en el movimiento
indígena a nivel nacional.
P: ¿La principal razón de esa
débil conciencia?
A diferencia de otros pueblos
indígenas que tienen contacto desde hace 300 o incluso 400 años, las relaciones
de los Yanomamis con la sociedad brasilera son relativamente recientes, de no
más de 60 años. Trabajamos incluso con una comunidad que viene de Venezuela y
que no hace ni 3 años que se ha abierto al contacto. Eso influye para que sean
influenciables a los diversos juegos políticos y tengan problemas para tomar
decisiones consensuales y coherentes. Fundamentalmente por falta de
conocimiento y comprensión de lo que está en juego y por no conocer el
funcionamiento de las instituciones y del poder público. Además, en la cultura
yanomami es difícil tener la visión de la unión de todo el pueblo. Son
poblaciones y clanes que funcionan como núcleos separados.
P: ¿Luego de más de 6 años de
trabajo en ese medio, se constatan avances en el área de salud?
Hemos avanzado mucho en la
prevención. Lo que es limpieza ambiental; lo que se refiere a la purificación
del agua. Hemos logrado instalar sistemas de tratamiento de agua con buenos
resultados. Y los agentes indígenas de salud han integrado que la prevención es
más importante que la mera distribución de medicamentos. Se ve una evolución en
la conciencia de confrontar los factores que producen las enfermedades. Sin
embargo, se vuelve a agravar el impacto de la malaria, sin que las autoridades
respondan a la gravedad de la situación. Eso va más más allá de lo que podamos
aportar nosotros desde la SECOYA.
Dos mundos, dos conceptos del
tiempo
P: Si tuviera que identificar su
principal frustración, o limitación personal ....
Lo que más me golpea es la
concepción diferente del tiempo. En la cultura yanomami existe solo el
presente. No es siempre fácil para mí vivir el día al día. Incluso no es fácil,
a veces, promover los programas de prevención, que incorporan el hoy y el
mañana, sin olvidar lo que se vivía ayer. Hice un paso delante de aprendizaje
en los viajes al terreno. Partimos, pero no sabemos cuándo llegamos. Todo puede
cambiar de un momento a otro, sea por condiciones climáticas, por cuestiones
técnicas de las embarcaciones, por razones logísticas. Es esencial aprender a
aceptar eso como realidad; sin estresarse porque el estrés, en esa realidad, no
aporta nada.
P En este contexto cultural tan
particular, y en un marco político como el que atraviesa Brasil, ¿cuál es el
rol, cuáles son las prioridades de la cooperación y la solidaridad?
La solidaridad es esencial, sobre
todo en este momento políticamente tan difícil. En el mundo de la cooperación,
en el norte, la tendencia es exigir a las contrapartes en el sur objetivos muy
claros y la medición de resultados, los impactos cuantificables etc. No siempre
en el trabajo con las comunidades indígenas podemos responder a esas exigencias
de medida de impacto. Por eso debe desarrollarse un paradigma de cooperación
realmente solidario y comprensivo. Que comprenda que nuestro rol es el de
acompañar el camino de los Yanomami, a sus ritmos. Incluso aceptar que las
comunidades pueden a veces tomar decisiones que nos pueden llamar la atención o
con las que no estamos de acuerdo. Debemos aceptar el derecho que tienen al
error. El derecho a buscarse. Estamos con ellos acompañando y debemos
responderles cuando nos solicitan una opinión u orientación. Pero no es
aceptable imponer nuestras miradas que son culturalmente diferentes. No cabe,
tampoco, diseñar proyectos que son el resultado de nuestros análisis teóricos
en tanto europeos. Para ser solidarios debemos apropiarnos y vivir muy a fondo
la verdadera esencia de la interculturalidad. Y respetar profundamente, por
ejemplo, las diferencias conceptuales en las nociones del tiempo...
* en colaboración con E-CHANGER,
ONG suiza de cooperación solidaria y Novo Movimento, organización helvética de
solidaridad con los movimientos sociales brasileros
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