miércoles, 8 de enero de 2014

Naufragio en el golfo de Venezuela

http://www.analitica.com/va/internacionales/opinion/5102901.asp

Tomado de:

Fernando Ochoa Antich
Martes, 7 de enero de 2014
Si algo caracterizó a la democracia venezolana fue su continuidad en la política exterior. Esto se logro mediante el diseño de una política de Estado que, sin importar el partido gobernante, se orientaba a través de principios y de una estructura burocrática constituida por funcionarios de carrera que alcanzaron un elevado nivel de eficiencia y profesionalismo






   Foto: Google
Nuestra política exterior, durante estos ya largos quince años de gobierno, se ha caracterizado por un permanente olvido de nuestros objetivos nacionales para verse subordinada a los intereses ideológicos de lo que han llamado “el socialismo del siglo XXI”. Esta verdad ha empezado a tener consecuencias: la crisis con Guyana es un buen ejemplo. La ligereza de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro ha comprometido la vigencia del Acuerdo de Ginebra, al preferir satisfacer los intereses cubanos en el Caribe que defender los derechos venezolanos en la Zona en Reclamación y garantizar nuestra salida al Atlántico. Otro caso, realmente preocupante, es el irresponsable manejo de la delimitación de las áreas marinas y submarinas en el golfo de Venezuela y, en general, nuestra política con Colombia.

Si algo caracterizó a la democracia venezolana fue su continuidad en la política exterior. Esto se logro mediante el diseño de una política de Estado que, sin importar el partido gobernante, se orientaba a través de principios y de una estructura burocrática constituida por funcionarios de carrera que alcanzaron un elevado nivel de eficiencia y profesionalismo. Los aciertos de esta política fueron muy numerosos. Sólo recordaré cuatro: el respaldo a la democracia en la América Latina, el impulso a la integración regional, la defensa intransigente de nuestra soberanía territorial y la firma de ventajosos acuerdos de delimitación de áreas marinas y submarinas en el Caribe. En el caso específico de las relaciones con Colombia se establecieron, en el Acuerdo de San Pedro Alejandrino en 1989, dos principios fundamentales: la bilateralidad y la globalidad.

Sorprendentemente, en el año 2009, se estuvo a punto de firmar el acuerdo Gómez-Rondón, en el cual Venezuela incumplía el principio de la globalidad y abandonaba su tradicional posición histórica frente al Golfo de Venezuela al aceptar para el trazado de la línea propuesta como límite el método denominado de la equidistancia y de la línea media. Además, el trazado de la línea Castilletes hacia el punto medio entre la península de la Goajira y la de Paraguaná irrespetaba la tradicional posición venezolana: la prolongación de la dirección general de la frontera terrestre. Este inmenso error tuvo su origen en la absurda designación de Pabel Rondón como embajador en Colombia y al mismo tiempo presidente de la Comisión Negociadora en reemplazo del general José Antonio Olavarría, quien había logrado consistentes avances en dichas conversaciones.

Esta falta de continuidad en la conducción de las negociaciones fue aprovechada por Pedro Gómez Barrera, presidente de la Comisión Colombiana, para convencer al embajador Rondón, quien demostró tener muy poco conocimiento sobre el tema, de las ventajas de dicho acuerdo. También influyó el interés que tuvo Hugo Chávez en transformarse en un factor dominante en la política colombiana, con la finalidad de imponer un gobierno cercano ideológicamente a la Revolución Bolivariana. La actitud firme y patriótica de Francisco Nieves Croes, miembro de la Comisión Negociadora, quien denunció ante la opinión pública los inconvenientes de dicho acuerdo y la presión de la Armada evitó que naufragaran nuestros intereses en el golfo de Venezuela. Los venezolanos deben estar atentos. Nicolás Maduro puede tener las mismas ambiciones de Hugo Chávez…


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