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“¡Hey, Nicia!, ¿Qué tal si se da una vueltecita por el alto
Orinoco?” preguntó Clodovaldo Hernández hace dos años
5 Sep 2012
El periodista Clodovaldo Hernández, cuadrado desde hace años
con el proceso rojo rojito, que sigue escribiendo en El Universal, donde tiene
muchos años y es respetado, funge además de ser el entrevistador estrella
en el pasquín que reparte gratuitamente la Alcaldía Libertador a cargo de Jorge
“Audi” Rodríguez. El primordial objetivo de CiudadCCS es hablar mal
de las demás alcaldías caraqueñas a cargo de Ocaríz, Blyde, Grateron,
DoNacimiento, incluyendo la Metropolitana de Ledezma, además de caerle
diariamente a la gobernación de Miranda. De allí han querido implantar la
matriz de que el municipio con más crímenes es Sucre y que el estado con cifras
similares es Miranda. Nunca ven la paja en el ojo propio pues Libertador se
gana a todos en criminalidad.
Volviendo al colega, en “CiudadCCS” su compromiso con el
proceso chavista a veces es más tenue dependiendo de quién es el sentado en el
banquillo. A veces se le sale la lisonja roja al funcionario de turno, pero la
mayoría de las veces se esfuerza en mantener cierto equilibrio. Por ello,
viendo la incertidumbre y pasividad que manifiesta el gobierno de Chávez,
de el-Aissami, de Maduro, de Nicia Maldonado, de la Fiscal Ortega y de Diosdado
y sus asambleístas rojos ante la supuesta matanza de indios en nuestro
territorio, encontré éste artículo de Hernández, publicado el pasado 23 de
abril de 2010 donde reclamó acciones del gobierno al que admira y sigue por una
matanza de cinco Yanomamis. Sus palabras, todas, una por una, se
actualizan hoy con esta matanza de indígenas de esa misma etnia en una
dimensión 16 veces superior a la de hace dos años. Hoy son más de 80 yanomamis
los que habrían sido asesinados por garimpeiros brasileros.
Aquí su valiente denuncia de hace dos años (24/4/2010) en el
diario libre e independiente El Universal, (no en CiudadCCS), en su artículo
semanal de los viernes:
Matanza yanomami en la V República
“¡Hey, Nicia!, ¿qué tal si se da una vueltecita por el Alto
Orinoco?”
CLODOVALDO HERNÁNDEZ | EL UNIVERSAL
Viernes 23 de abril de 2010
Hay enigmas dignos de un shamán: por ejemplo, si tenemos
un Ministerio de Pueblos Indígenas y una comisión parlamentaria de Asuntos
Indígenas ¿cómo es que acaban de morir cinco yanomami, presuntamente asesinados
con veneno por mineros ilegales, y ni el ministerio ni la Asamblea Nacional se
han enterado?
Otras instituciones, como la Fiscalía General, están
investigando. Pero el ministerio y los parlamentarios, nada. La página web del
Minpi destaca como noticia que el Frente Indígena Socialista participó en el
desfile del lunes. También muestra a la ministra Nicia Maldonado, la víspera
del 19 de abril, bailando la yonnay el mareemaree en la esquina
de Santa Capilla, un gesto que prueba su vocación multiétnica, pues esas son
danzas wayuu y kari`ña, mientras la ministra es ye’kwana.
No se les puede restar importancia a esas manifestaciones
culturales poco conocidas en estos predios del centro de Caracas donde sólo se
baila música transgénica. Pero, es que nadie ha podido sacar a la ministra de
su euforia bicentenaria y decirle: “¡Hey, Nicia!, están envenenando a los
yanomami, ¿qué tal si se da una vueltecita por el Alto Orinoco?”.
En cuanto a los parlamentarios, tal vez se encuentren en un
viaje místico inducido por el yopo. Ninguno ha dicho una palabra, ni en
castellano ni en sus lenguas originarias, sobre la presunta matanza.
Un buen amigo, Alexander Luzardo, se desempeñó como diputado
en tiempos de la IV República, una época en la que defender pueblos originarios
en el Parlamento era una excentricidad extrema. Luzardo, además, no era del
partido de gobierno sino que pertenecía a las minorías más minoritarias (valga
la redundancia). Encima, el hombre padece una discapacidad motora (es cojo,
digamos entre amigos). Pero, tan pronto ocurría un abuso contra los indígenas,
se movilizaba con una agilidad cunaguaresca, salvando grandes distancias
geográficas y empinados obstáculos burocráticos. En pocas horas ya estaba
renqueando entre tepuyes, montañas sagradas y caños del Ventuari, y había
logrado arrastrar tras de sí a otros diputados, jueces, fiscales, militares y
hasta reporteros de televisión.
Sin una Constitución indigenista, sin ministerio, sin
comisión parlamentaria, sólo con el apoyo del cineasta Carlos Azpúrua, Luzardo
puso contra la pared a funcionarios negligentes, mineros (extranjeros y
criollos) e invasores religiosos de toda laya.
Me resisto a aceptar que la V República, tan prolífica en
avances políticos y legales en beneficio de los pueblos indígenas, tenga que
envidiarle algo a aquellos tiempos primitivos. Pero, mientras la ministra siga
bailando la yonna, ese pasado -cojo y todo- gana la partida.
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