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La batalla por el Código Forestal que ha durado años y que ha
enfrentado al sector agroindustrial y a los ecologistas, es el resultado de una
lucha de dos concepciones políticas: la de la defensa de la integridad de la
selva amazónica contra el desarrollo agroindustrial.
Editor: Rui Dong
11:53:51 2012-04-28 / spanish.china.org.cn
(SPANISH.CHINA.ORG.CN)
– Un duro golpe ambiental infligió el Congreso de Brasil al Gobierno de la
presidenta Dilma Rousseff al aprobar la reforma del Código Forestal, de 1965,
que aprueba una amplia amnistía a los grandes terratenientes que hasta 2008
llevaron a cabo la deforestación de la Amazonía.
A solo unas semanas de la celebración en Río de Janeiro de la
Asamblea de la ONU de la Tierra, la mandataria enfrenta ahora la presión de los
ecologistas y la oposición, que le piden que vete la ley para no manchar la
credibilidad del país en materia ambientalista en Rio+20, evento del que ella
será la gran anfitriona y al que acudirán jefes de Estado de los cinco continentes
para celebrar el 20 aniversario de la primera cumbre de la Tierra, señaló El
País.
La batalla por el Código Forestal que ha durado años y que ha
enfrentado al sector agroindustrial y a los ecologistas, es el resultado de una
lucha de dos concepciones políticas: la de la defensa de la integridad de la
selva amazónica contra el desarrollo agroindustrial de uno de los mayores
productores de comida del mundo.
Con el nuevo estatuto quedan amnistiadas las multas por
deforestación anteriores a 2008, aunque los agricultores y ganaderos deberán
reforestar un área similar o conservarla en otras partes de la selva. Brasil
defiende que ha reducido la deforestación a niveles de hace 40 años.
Según Greenpeace, los cambios “arrojan una sombra oscura a la
reputación de Brasil como líder global en la lucha contra la deforestación y el
cambio climático” y el nuevo Código “compromete los acuerdos internacionales
que firmó el ex presidente Lula da Silva, en 2009, en la Cumbre de Copenhague”.
Dilma, ya antes de su llegada a la Presidencia, tenía su
corazón dividido entre la defensa del Medio Ambiente y su filosofía de que uno
de los ejes del desarrollo del país es el crecimiento agroindustrial.
Ella no ignora que, a pesar de las críticas que recibe Brasil
por la destrucción de la Amazonía, aún un 61 por ciento de su territorio sigue
protegido por ley y solo un 27 por ciento está dedicado a la agricultura. El
sector agroindustrial representa el 37 por ciento del empleo nacional y el 27
por ciento del PIB (producto interior bruto), así como el 37 por ciento de las
exportaciones brasileñas y tiene mucho poder entre diputados y senadores
procedentes de las regiones del interior.
Al mismo tiempo, Dilma no puede dejar de escuchar el clamor
internacional que no dejará de ver la amnistía a los deforestadores de antaño,
como una luz verde a los grandes terratenientes para seguir robando espacio a
los bosques de la Amazonía a favor de sus negocios.
La aprobación en el Congreso, contra la voluntad de la
presidenta, del nuevo Código Forestal, ha sido posible debido a la fuerza que
en él representa el llamado “lobby ruralista”, el grupo de diputados ligados a
los grandes terratenientes gracias a cuyos favores son siempre reelegidos.
Lo que pocos discuten es la amnistía a los miles de pequeños
agricultores que no tendrían posibilidad de pagar las multas ni de dejar sus
tierras que son la única fuente de renta de sus familias y que al mismo tiempo
suponen una importante contribución a la producción de alimentos y ganado del
país, concluyó el diario español.
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