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Según la información, Lula le trasmitió en su momento al entonces presidente de Estados Unidos George W. Bush (2001-2009) su preocupación por un eventual “desequilibrio de fuerzas en América del Sur”, en caso de que Caracas adquiriera aviones militares a Rusia u otros países en lugar de a
En aquel entonces el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, quiso comprarle a Embraer 20 aviones Super Tucano, pero Estados Unidos vetó la transacción, haciendo uso de su poder de veto debido a que el 50 por ciento de los componentes de esas aeronaves son de origen norteamericano.
Los despachos de la embajada de Estados Unidos en Brasilia revelan que para convencer a Estados Unidos de no impedir la transacción, Brasil argumentó que al ser los fabricantes de las aeronaves, tendrían poder para dejarlas “en tierra” en caso de considerar inconveniente en algún momento su manipulación por Chávez.
Para ello, añade la misiva, bastaría con negarse a realizar el mantenimiento de los aviones o a venderle repuestos.
El asunto fue tratado por Lula da Silva y Bush durante la visita de éste último a Brasil en 2005. En la ocasión, el estadounidense expresó su preocupación por la venta de los aviones a Venezuela y dijo que el Congreso de su país podría oponerse a ello.
Poco después, el ex canciller brasileño Celso Amorim le escribió a la ex secretaria de Estado estadounidense Condoleezza Rice, que Embraer había iniciado la negociación con Chávez porque los proveedores norteamericanos le garantizaron por escrito que el gobierno no se opondría al negocio, aunque de hecho acabó haciéndolo.
Cuatro años después, el embajador de EEUU en Brasilia, Clifford Sobel, desestimó en un telegrama los argumentos dados por Brasil y consideró “probable” que la intención del país sudamericano de concretar el negocio con Caracas, que ascendía a 170 millones de dólares,“haya sido motivado por presiones de Embraer para proteger empleos en las vísperas de las elecciones presidenciales de 2006″.
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