Por: Benito Irady | Domingo, 12/03/2017 08:09 AM | Versión
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Pilar Paredes tenía 8 años cuando la llevaron a la misión de
la Divina Pastora en el Arawabisi. Había nacido en 1946, exactamente el 24 de
marzo en una de las tantas islas del bajo Orinoco, quizás en Tobejuba, por
donde ese caño derivado del Arawao corre paralelamente al río grande hasta la
desembocadura en el Atlántico.
Ella tiene el recuerdo lejano del aji a jau (arreglo con
fibras de moriche) adornando la extensión de su cabellera y del uku que era la
fibra sacada de los cogollos de ese árbol para tejer chinchorros y del najawera
werawitu, como se nombraba a la vela redonda de navegar, fabricada también con
la penca del moriche, la palma fundamental de los warao en la más importante
confluencia de caños y ríos del país que se cruzan en el Delta del Orinoco.
Por encima de los 4.000 años se supone la existencia de
nuestro pueblo warao en esa inmensidad cruzada de aguas entre todas las
corrientes que van a la mar. Ni los arawacos ni los caribes, a pesar de muchas
incógnitas permanecieron allí, antes de la más estudiada de las naciones
aborígenes, al menos desde el concepto antropolinguístico, tampoco se puede
confirmar la presencia de otros colectivos que se han citado entre más de
veinte inclusiones en mapas enviados a Sevilla y a otros destinos (Quiripas,
Totomacos, Tucamanos, Paracotos, Sálibas, Guaraguaros, Guaiqueríes, Caberres,
Chaguanes), se trata de esta guerra que vivimos en los tiempos de la
colonización de españoles, ingleses, holandeses, franceses, portugueses, entre
los más diversos grupos de conquistadores europeos que llegaron hasta el
Orinoco para esclavizar a nuestros pueblos aborígenes.
En lo personal, siempre me ha seducido la historia de los
elementos espaciales y humanos de la gente warao y la singularidad de su medio
geográfico, por eso dedico esta entrega a la vivencia más reciente de uno de
los tantos viajes que he realizado a su territorio, donde me encontré con Pilar
Paredes y sus descendientes.
Solo un par de días me detuve al finalizar el 2016 en esta
legendaria capital Tucupita, incorporada desde el siglo XVI a la cartografía
histórica con el nombre de Cutupite, como la identificaría primero Juan Valdez
y luego otro cartógrafo, Luis de Surville en un nuevo mapa publicado en 1778,
el sitio de olvidadas viviendas palafíticas que debe su nombre al caño
Tucupita, pero que tiene en el Manamo su mayor referente, como lo indica Adolfo
Salazar Quijada al organizar la Toponimia del Delta del Orinoco, en un
ejercicio de aproximación a una de las 36 lenguas aborígenes habladas en
Venezuela, “una lengua con características independendientes; desvinculada de
otras lenguas habladas en el país”.
Desde la primera alcabala que da acceso al Municipio,
cruzando entre carreteras por la vía de Monagas o de Bolívar, se llega al
Comando 61 del destacamento 611 de la Guardia Nacional, donde se impone con
fuerza su nombre: El Cierre, referente indiscutible de la doma de ese brazo del
Orinoco que se desprende del Río Grande cerca de Barrancas y va a desembocar al
paisaje marítimo de Paria. Estamos hablando del célebre caño Manamo, forzado en
un dique desde el año 1966, para dar origen al mayor número de calamidades de
las que todavía sigue quejándose la población.
Desde El Cierre se hace inmediato el camino entre muchos
caseríos, Carapal que empuja a El Volcán, Coporito, Vuelta Arriba, Macareito, y
en secuencia San Salvador, Aguas Negras, La Frontera o La Guayabita, El Palomar
y La Paloma, que dejan a un costado a Yakariñene o Yakariyé, donde primero
vivió Pilar Paredes hasta el año 2006, cuando se muda a Janokoseve (sitio donde
hay muchas casas) y donde tiene lugar esta conversación. Es la Parroquia
Antonio José de Sucre del Municipio Tucupita y en esa única casa de 2
habitaciones y un solo baño, donde me encuentro a Pilar, están viviendo 30
personas de 6 familias que son sus descendientes y con los que toma forma el
grupo de danzas en homenaje a Guillermo Moraleda. Ella clama por la ampliación
de viviendas que se le ha ofrecido en un terreno adyacente para estar más
desahogada.
Pilar que ha sido hermana de 3 hembras, Rosa, Luzmila y
Aurelia y de 3 varones, Leonardo, Alvaro y Quintiliano, aprendió a hablar el
idioma español en la Misión la Divina Pastora, situada cerca del Winiquina,
donde estaba la capilla y la escuela. Hasta allí la llevaron sus padres Ramona
Aranguren y Diego Paredes, por eso recuerda a las Misioneras Terciarias de la
Sagrada Familia y cita los nombres de Alicia, Edilza e Isabel, como también
recuerda con cariño a los sacerdotes Basilio Barral, Julio Lavandero, Damián
Blanco y Conrado de Cegoñal.
Aprendió primero a tejer, a torcer las fibras del moriche, a
fabricar los chinchorros, a zurcir la ropa y a cocinar (ocumo, arroz, carne y
pescado). Nos dice que serían 200 niñas las que estaban aprendiendo estos
oficios y unos 250 varones que sembraban yuca, maíz, cambur, atendían labores
del campo, y lo más importante en aquella morada, todos y todas primero harían
con sus manos la señal de la santa cruz y rezarían el padre nuestro y el credo
y respetarían los 10 mandamientos, además de celebrar cada 8 de mayo el día de
la Divina Pastora. Así transcurría la vida en la misión.
En aquella Misión de la Divina Pastora fue donde conoció a
Guillermo Moraleda que se había casado con una mujer llamada Lastenia en la que
tuvo 5 hijos, pero ella murió. Él vivía en Guayo. Iba y venía de Guayo a
Arawuaimuju y se volvió Nebu Mare (muchacho enamorado) cuando se encontró con
Pilar Paredes que tenía ya 15 años. Se casaron por la iglesia un día viernes,
después de la confesión y la comunión, se hizo nibobakatuma, con la humilde
ceremonia nupcial ofrecida por el sacerdote Conrado de Cegoñal. Salió de la
Misión y se fue a vivir con su madre Ramona Aranguren y así tuvo a la primera
hija María Angela Moraleda, quien también como ella iría a la Misión a los 8
años, pero enferma y muere a los 16 años, igual que su segunda hija María
Auxiliadora que muere al nacer. Sobrevivirían después de nuevos embarazos
Felipe Moraleda, Melchor, María Amparo, María Zuleima, Nelson José, Henry,
María Fátima, María Nieves, Marcelino y Faustina todos Moraleda, quienes
alrededor del padre aprenderían las danzas rituales llamadas Jabi Sanuka,
guiados y protegidos por la maraca solemne adornada de plumas multicolores
donde se cruzan los espíritus.
Guillermo Moraleda fue cacique en una comunidad del Arawabisi
y viajaba con su familia hasta Tucupita y a pesar de saber oraciones contra el
peligro y saber curar en casos de emergencia y saber del culto religioso de los
warao para proteger su ranchería, fallece el 7 de agosto del año 2007, después
de haberse realizado tres operaciones abdominales allá en Tucupita, donde
fijaría residencia definitiva con Pilar Paredes y con los hijos y nietos que
deciden ir detrás de la maraca rizada para rendir culto a su líder y wisiratu,
porque Guillermo Moraleda llegó a conocer los secretos de los sacerdotes warao
y desde esa maraca con trocitos de piedra consagrada podía sanar a los
enfermos.
Ocurre lo que tenía que ocurrir, muere el danzante principal
y por medio del sueño con el wisiratu le corresponde a José Zambrano, esposo de
María Zuleima Moraleda seguir con la maraca, recibir la ceremonia con gran
respeto por Kanobo, el abuelo, el ser supremo que habita en la casa de la
maraca sagrada.
Con más de 70 años de edad, Pilar Paredes sigue testimoniando
su gran apego a las tradiciones ancestrales que siguen allí, en su estilo de
vida identificada con las aguas dulces como signo de la cultura warao. Sufre
por las heridas profundas del caño Manamo, clama por un techo más amplio para
el cobijo familiar, quema sus pies sobre el asfalto que la lleva a Tucupita,
pero nunca se desprende del júbilo y la emoción que siente cuando está cerca de
la danza, de los cantos y de la gran maraca heredada de Guillermo Moraleda.
2005 La Guayana
Esequiba – Zona en Reclamación. Instituto Geográfico Simón Bolívar
Primera Edición
La Guayana Esequiba Zona en
Reclamación
Terminología sobre cómo referenciar
la Zona en Reclamación-Guayana Esequiba.
Nota del editor del blog:
Al referenciarse a la República
Cooperativa de Guyana se deben de tener en cuenta los 159.500Km2, de
territorios ubicados al oeste del río Esequibo conocidos con el nombre de
Guayana Esequiba o Zona en Reclamación sujetos al Acuerdo de Ginebra del 17 de
febrero de 1966.
Territorios estos sobre los cuales el
Gobierno Venezolano en representación de la Nación venezolana se reservó sus
derechos sobre los territorios de la Guayana Esequiba en su nota del 26 de mayo
de 1966 al reconocerse al nuevo Estado de Guyana:
“...por lo tanto, Venezuela reconoce
como territorio del nuevo Estado, el que se sitúa al este de la margen derecha
del río Esequibo y reitera ante la comunidad internacional, que se reserva
expresamente sus derechos de soberanía territorial sobre la zona que se
encuentra en la margen izquierda del precitado río; en consecuencia, el
territorio de la Guayana Esequiba sobre el cual Venezuela se reserva
expresamente sus derechos soberanos, limita al Este con el nuevo Estado de
Guyana, a través de la línea del río Esequibo, tomando éste desde su nacimiento
hasta su desembocadura en el Océano Atlántico...”
Mapa que señala el
Espacio de Soberanía Marítima Venezolana que se reserva, como Mar
Territorial mediante el Decreto Presidencial No 1152 del 09 de
Julio de 1968
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