Por: Benito Irady | Domingo, 19/03/2017 08:33 AM | Versión
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“Yo llegué de España en 1931. Un año en El Callao como
párroco y después me mandaron a Amacuro, en la frontera inglesa, donde estuve 9
años. Allí murió de paludismo una hermana. Está enterrada todavía en la Guayana
Inglesa, la Guayana en discusión, y como están con la cuestión del reclamo no
nos la quieren dar, dicen que no, que debe ser de Ministro a Ministro. Después
2 hermanas se nos pusieron locas, porque este era un sitio terrible, mucho
paludismo, para ese tiempo no se conocía el DDT. Yo reconozco que tengo piel de
paquidermo, de búfalo. Estuve allí 9 años, fui el último supervisor. La
cuestión de la internacionalidad del río era peor, como era internacional el
asunto, servía para cometer asesinatos, echaban los cadáveres al río y nadie
podía hacer nada. Por eso yo digo ¿Cómo estaremos vivos?. Después empezaron los
líos con los internos que en su mayoría llegaban procedentes de la Guayana
Inglesa. Allí, en la margen izquierda teníamos la Misión capuchina de San José
de Wausa, en los cerros de Wausa, donde está el botalón de la internacional, a
medio curso del Amacuro. La boca del Amacuro, hasta medio curso es toda de
Venezuela.”
Es parte de una conversación sostenida en 1980 con el famoso
misionero gallego que vivió más de cinco décadas entre los caños del Delta del
Orinoco y dedicó a los warao todas sus energías y su talento para dejar una
obra extraordinaria sobre la historia, la religión, el alma lírica, la música,
las canciones (solo en uno de sus 7 libros más conocidos recoge 371 canciones),
sumado todo por supuesto, al manejo del idioma de este pueblo indígena, una
gran experiencia que le permitió crear un catecismo bilingüe y el famoso
diccionario warao-español, español warao, publicado por primera vez en Caracas
en el año 1957, y que según José del Rey Fajardo, se trata de un verdadero
archivo de la cultura en el Delta, astronomía, geografía, botánica, zoologíaa,
artefactos, ideas, sentimientos, juegos, entretenimientos. Hablamos de Basilio
María de Barral, mejor conocido como el padre Barral, ordenado como sacerdote
el 24 de junio de 1928, después de estudiar filosofía y teología en León. Había
nacido en Ourense, España, el 3 de noviembre de 1901, gallego amante de la
patria, retorna a su tierra después de entregar toda una vida fructífera a Venezuela
y es sepultado en Vigo un mes de mayo de 1992. Tuve la dicha de conocerlo en
una de las islas guaraúnas y luego de repetidas entrevistas tanto en el Delta
del Orinoco como en Caracas, busqué más allá de la cultura y de las formas de
hablar del pueblo warao, otros aspectos de la vida política en Venezuela, el
país del que fue testigo excepcional, y de manera muy significativa, en el caso
limítrofe con el vecino territorio guyanés, donde también habitan nuestros
pueblos indígenas que pronuncian su lengua de otra manera. En dos entregas
sucesivas ofreceré ahora fragmentos de aquellas inolvidables entrevistas.
DEL CERRO DE LAS DESDICHAS A LA APARICION DE GUASINA.
“Aquel dichoso cerro yo lo llamo “el cerro de las desdichas”.
Estoy preparando un trabajo sobre eso, porque yo fui el último supervisor
cuando nos lo compró el gobierno, no tanto comprar, ayudar un poco a la Misión,
total, nos dio unos 10.000 bolívares por el inmueble y hasta allí llevaron
parte de la colonia militar de Guasina, de esa célebre Guasina que ustedes
conocen por lo político. Con los guardias nacionales estuve yo en ese lugar
casi un mes, porque mandé a la gente para Araguaimujo y dejamos allí maderas,
ganados (3 vacas y 1 caballo para la guardia nacional). Yo estuve allí 9 años y
la guardia nacional 8 meses, porque no soportaban el paludismo, se les murieron
3 guardias y siempre había en el hospital de la Guayana Inglesa o en el
hospital de Tucupita varios guardias enfermos, hasta que debieron dejar la
isla. Querían hacer un pueblo que se llamara “El Avance del Amacuro”, ¡pero con
un optimismo…!. Yo les decía, “el día que empiecen las lluvias retorna el
polvorín”… El río es internacional y para evitar el paso de la Barra de los
Cangrejos que creo que es la más brava de América (yo la he pasado muchas
veces), anduvieron con la cuestión del canalizar el Basama, un cañito que unía
al río Ature con el Cuyubini, cerca de Curiapo, así irían por un lado y
evitarían el paso de la Barra por el otro. Andaban con esa ilusión, 8 meses,
pero a los 2 meses empiezan las lluvias y empiezan a enfermarse los guardias, y
empiezan a morirse, ¡a morirse eh, que no es broma!, fíjese que esa hermana
nuestra que murió, una capuchina, la llevamos a la Guayana Inglesa, porque
venir para acá, pasando la Barra de los Cangrejos era imposible. La llevamos a
la Guayana Inglesa, y cuando la vieron los médicos no le encontraron ni un
glóbulo rojo, allí murió. Yo entregué la misión de Wausa al Gobernador que se
llamaba Morrinson, crearon esa extensión de Guasina y entonces ya dejé aquello.
Esa fue la primera parte de mi vida con los Waraos”.
EL PRECIO DE LA CABEZA DE JOSE TOCORIS Y LOS FUGADOS DE
CAYENA.
“ Ya saben ustedes que por la borrachera perdió Venezuela
parte de su territorio, por la borrachera cogieron los ingleses a los
comisionados venezolanos cuando trataban de establecerse los límites ¿lo saben?
. A mí me lo dijeron en la Guayana Inglesa. Yo hablé con el hermano de una
monjita que estaba en la Comisión de Límites y me dijo: “claro, los nuestros
los convidábamos a un banquete y ellos se emborrachaban y entonces nosotros
íbamos y cambiábamos los botalones”, eso me lo dijo riéndose, aquí teníamos
internado y teníamos indiecitos waraos de aquí de Venezuela y de la Guayana
Inglesa. Algunos venían de allá con sus padres que estaban trabajando para la
Misión, nosotros los recogíamos y después nos robaban todo.
Allí en Amacuro fue una cosa seria, porque no había autoridad
ninguna, no había nada, ni jefe civil, ni comisario, no había guardia. Fíjese
esto, una vez vinieron 2 policías de la Guayan Inglesa, pasaron para este lado
y empezaron a hablar aquí con los trabajadores diciéndoles que 7 yardas del río
para acá y que era de la Guayana Inglesa, que era de ellos. Otra vez también
nos pasó otra cosa, un indio que teníamos como líder, era un arawaco-warao,
sabía hablar perfectamente el arawaco y el warao, José Tocorís se llamaba y era
todo un personaje en la Guayana Inglesa, muy temido, y resulta que allá mató a
una persona de una manera realmente sádica. Metió todo el cuerpo en un cesto,
lo colgó del caballete del rancho y después se escapó para acá. Entonces la
Guayana Inglesa ofreció una cantidad de dólares para el que presentara a
Tocorís. Resulta que Tocorís no sé cómo hizo aquello, pues era un hombre bueno
y nosotros lo pusimos al frente de los indios. Era el tiempo de los fugados de
las cárceles de Cayena, aquí cada día al romper la mañana, alguien tocaba la
puerta, ya sabíamos quienes era, tatuados todos, eso era continuamente, ya
sabíamos lo que les íbamos a decir, algunos se quedaban afuera, otros pasaban,
otros eran confinados. Total que a la cabeza de Tocorís le pusieron precio y
una vez los padres fueron a buscar pencas de temiche allá arriba y al regresar
con la balsa llena, venía Tocorís al timón y aparecen 2 guardias (pero ya sabes
que el Amacuro del centro para acá, para este lado es de Venezuela y para el
otro lado es de la Guayana Inglesa) y resulta que los guardias iban poniéndose
del lado de Venezuela, entonces el padre Félix, quien me lo contó, se dio cuenta
y le dice a Tocorís “mira, mira Tocorís, vira para acá, que te van a coger”,
entonces viraron hacia el otro lado del río y se marcharon porque no podían
tocar hacia la otra orilla del río, y así, de cuando en cuando venía allí
gente, pero fíjese, esa es un cosa muy interesante que tengan ustedes en
cuenta, nosotros sí defendimos la soberanía de Venezuela, y lo hicimos solitos
aquí, sin guardias, contra todo riesgo cuidamos las fronteras de este país.”
LA RANCHERIA DE VUELTA LARGA Y EL SECUESTRO DE LAS NIÑAS
WARAO.
“Para que usted se dé una idea de lo que han hecho los
gobiernos, voy a contarle con pelos y señales lo que yo viví en la época de
López Contreras. Sucedió que un gobernador que había aquí, que fue aquel a
quien le entregué yo la casa de Wausa, Morrinson, que era de Carúpano, mandó a
la guardia nacional con la “Roraima”, que era la lancha de la gobernación, para
que fuera por allí a coger indios, muchachos y muchachas, y al primer sitio que
llegaron fue a la ranchería de Vuelta Larga. Los indios adultos no estaban en
la ranchería de Vuelta Larga, tenían cerradas las casas, había animales y
haciendas de cacao, de café y de caña, pero fueron a buscar yuruma (la harina
del moriche para hacer las fiestas sagradas). Al meterse allá, donde tardaban un
mes entero, van y vienen, y dejan a dos niñas en la ranchería que estaba a la
orilla del río, no el Macareo, sino uno derivado del Macareo que se llama
Juaneida (caño negro, agua negra), los otros, los mayores, estaban en el
morichal buscando la yuruma.
Viene la “Roraima” con los guardias, saltan y cogen a las dos
niñas, siguieron río abajo y se metieron por otro lado y se llevaron no sé
cuantos. Entonces vienen los indios por la tarde preguntando ¿Dónde están las
niñas? ¿Se las llevarían los Guardias? . Entonces vinieron aquí Goyo Blanco,
que es tío de aquellas dos muchachitas y me dijo que supieron que estaban allí
en el piso alto de la gobernación, porque al pasar por allí decían desde arriba
“¡daku-daku-daku!” (daku en lengua warao significa tío), lo reconocieron. Ellos
fueron a la gobernación, -“¿dónde están las niñas?”-, y les dijeron, -“esperen
allí que van a venir”-. Los metieron en un rincón del piso bajo y entonces
empezaron a darles de beber y los emborracharon y después que estaban borrachos
cogieron a las muchachas y las embarcaron. Allí en la Gobernación había una
secretaria que nos lo contó todito -“hoy padre, se marcharon tantas niñas”-,
total, por ella que llevaba cuenta, veinticuatro niñas embarcaron aquí.
Entonces le dijeron –“de las niñas no sabemos donde han ido”-. Después se
marcharon. Eso era cerquita de la cuaresma.
Pues mira, yo informé al Obispo, que era Monseñor Gómez, que
ya ha dejado de ser Obispo y está en Ciudad Bolívar retirado. –“mire, pasa esto
y esto”- y allí estaba la mujer del gobernador warao, pobrecita, “La Rosa le
decía yo, se ponía de rodillas”-¡Ay Padre, si tu puedes ayúdalos!-. Decían que
a las niñas las querían para matarlos, para quitarles la sangre, eso decían los
indios y se me ponían de rodillas. “Ay Padre…”. Yo les dije – “estén
tranquilos, yo voy a informar a Monseñor” –.
Monseñor fue a Caracas, estaba gobernando López Contreras y
estaba de Ministro de Justicia uno que era carupanero, sobrino de Monrrinson.
De tal manera que cuando López Contreras se marchó de Caracas a Estados Unidos
dejó dos niñas en el Colegio San José de Tarbes, en el Paraíso, allí crecieron.
Después el otro, el Ministro de Justicia, con el cual tenía que hablar
Monseñor, tenía dos o tres también en Carúpano. Otro que había sido médico en Barquisimeto,
éste tenía también otras. Las fueron repartiendo entre familias altas, de tal
manera que las fueron colocando en casas de amigos - ¡está muy bien porque allí
se civilizan! -, decían ellos, pero si las roban de esa forma, cómo los van a
civilizar. Monseñor estuvo con López Contreras después fue con el Ministro de
Justicia. Allí fue lo mismo, todos dijeron que si, que si, total que nunca se
consiguió nada.
Pasaron unos años y entonces la mujer de Morrinson llega un
día a nuestro Convento de Las Mercedes, al lado del Ministerio de Educación en
Caracas, cerca de la Casa de Bello y llega con una muchachota guaraúna y
pregunta “¿dónde está el padre encargado de las Misiones?”, baja el Padre
Benigno y ella le dice -“Mire Padre, aquí le traigo esta india que no puedo con
ella, aquí se la traigo”-, así, como si el Padre se la hubiera dado. El Padre
se le portó bien, -“señora, pero usted no tiene vergüenza, de manera que
después de haber hecho eso, después de haber reclamado nosotros al Presidente
de la República y burlarse de nosotros; ahora esa muchacha que no sé que le
habrá hecho, usted la trae aquí después de vieja, haga usted lo que le dé la
gana, y así como ustedes se la trajeron llévela entonces al sitio de donde la
sacaron”.-
Esto conviene que lo tenga en cuenta, los padres hicieron
todo lo que pudieron, pero no han vuelto, y aún hoy preguntan –“Ay, Padre,
¿cómo están las niñas?”, -. Pues, hasta hoy no han vuelto, ninguna de las que
se llevaron ha vuelto.”
Benito Irady con Basilio Barral en 1980
Credito: Rafael Salvatore
2005 La Guayana
Esequiba – Zona en Reclamación. Instituto Geográfico Simón Bolívar
Primera Edición
La Guayana Esequiba Zona en
Reclamación
Terminología sobre cómo referenciar
la Zona en Reclamación-Guayana Esequiba.
Nota del editor del blog:
Al referenciarse a la República
Cooperativa de Guyana se deben de tener en cuenta los 159.500Km2, de
territorios ubicados al oeste del río Esequibo conocidos con el nombre de
Guayana Esequiba o Zona en Reclamación sujetos al Acuerdo de Ginebra del 17 de
febrero de 1966.
Territorios estos sobre los cuales el
Gobierno Venezolano en representación de la Nación venezolana se reservó sus
derechos sobre los territorios de la Guayana Esequiba en su nota del 26 de mayo
de 1966 al reconocerse al nuevo Estado de Guyana:
“...por lo tanto, Venezuela reconoce
como territorio del nuevo Estado, el que se sitúa al este de la margen derecha
del río Esequibo y reitera ante la comunidad internacional, que se reserva
expresamente sus derechos de soberanía territorial sobre la zona que se
encuentra en la margen izquierda del precitado río; en consecuencia, el
territorio de la Guayana Esequiba sobre el cual Venezuela se reserva
expresamente sus derechos soberanos, limita al Este con el nuevo Estado de
Guyana, a través de la línea del río Esequibo, tomando éste desde su nacimiento
hasta su desembocadura en el Océano Atlántico...”
Mapa que señala el
Espacio de Soberanía Marítima Venezolana que se reserva, como Mar
Territorial mediante el Decreto Presidencial No 1152 del 09 de
Julio de 1968
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