Si efectivamente Ban Ki-moon se pronuncia en ese sentido
antes de retirarse del cargo este diciembre del 2016, que es posible, el
fracaso de la diplomacia madurista sería entonces rotundo, y más imperdonable
aún. (Antidemocrático)
No es temerario afirmar que el errático, y tal vez mal
intencionado, manejo diplomático que el régimen chavista-madurista ha tenido
sobre la disputa que, desde hace más de un siglo, lleva Venezuela con Guayana sobre el reclamo del
territorio Esequibo, pudiera resultar más temprano que tarde en una
pérdida irreparable para los intereses venezolanos.
El gobierno guayanés, que desde cuando estaba Hugo Chávez en el poder empezó a
beneficiarse de la inacción venezolana sobre el tema, desde el pasado año ha
acelerado la explotación petrolera, mediante empresas trasnacionales, en la
zona en reclamación, haciendo caso omiso a las intermitentes y tenues
declaraciones de principio y llamados para detener la actividad petrolera (todos sin contundencia ni
efectos reales) por parte de la cancillería venezolana. Guayana, además,
ha otorgado concesiones en el espacio marítimo de la zona en reclamación, y
también en aguas venezolanas, sin que el gobierno proteste.
De hecho, este noviembre del 2016 a los pocos días de que la
canciller venezolana, Delcy Rodríguez, visitara al jefe del gabinete de la
secretaría de la ONU, Edmond Mulet, según ella con el objetivo de “ratificar
los derechos legítimos de Venezuela en el Esequibo”, el gobierno de Guayana y
la empresa ExxonMobil anunciaron públicamente que implementarán programas de
explotación petrolera en el año 2017, en el Bloque Stabroek, en el
Esequibo. Con ello, Guayana activa por primera vez en su historia como país
independiente la sección 31 del Petroleum Act, la legislación que rige el
sector de hidrocarburos en Guayana.
Sin duda, como bien lo señaló sin tapujo alguno el actual
ministro de Recursos Naturales guayanés, “Este es un profundo momento de cambio
en el desarrollo de nuestro país” . Pero, a la vez, es un momento triste y
oscuro para la soberanía venezolana y para la larga historia nacional de lucha
por la recuperación de ese territorio.
Una historia, cabe recordar, que se originó en 1899 cuando
Inglaterra, que aún poseía el actual territorio de Guayana, convino con los
Estados Unidos, en representación de Venezuela, someter al arbitraje internacional
la disputa sobre la frontera oeste de la colonia británica, al este de
Venezuela, como mecanismo para solucionar el diferendo territorial. Dado que
Venezuela no participó directamente en estas negociaciones, cuando ya el país
gozaba de plena democracia en la década de 1960 y con el impulso de los
gobiernos de Rómulo Betancourt y Raúl Leoni, se logró que el Reino Unido
aceptara la reconsideración de este laudo arbitral.
Se llegó así al Acuerdo de Ginebra de 1966 que invalidó lo
acordado en 1899 y estableció que el territorio del Esequibo es una zona
que administra Guayana, pero cuya soberanía es reclamada por Venezuela. De ello
se deriva que cualquier actuación en ese territorio debe ser aprobado por la
nación venezolana. Mucho costó a los gobiernos civiles y democráticos
venezolanos defender el territorio del Esequibo, pero lo hicieron clara e
inequívocamente.
Si bien durante sus primeros años de gobierno Hugo Chávez
mantuvo la tradicional defensa de la soberanía venezolana sobre el Esequibo, el
militar cambió diametralmente su actitud a partir de 2004. No se sabe
exactamente por qué lo hizo pero, como otros analistas, creo que en ello tuvo
mucho que ver su interés de no perder el apoyo de los países
del Caricom en varios foros multilaterales, empezando por la OEA, así como a la entonces ya creciente influencia
de Cuba, país que siempre ha apoyado a
Guayana en su política geoestratégica regional.
Chávez llegó a declarar públicamente que Venezuela no se
oponía a que Guayana otorgara unilateralmente concesiones y contratos a compañías
multinacionales en el Esequibo, si esto favorecía el desarrollo de la región.
En 2007 fue más lejos al afirmar que la reactivación del reclamo
venezolano en 1962, había sido producto de presiones estadounidenses para
perjudicar al gobierno izquierdista que entonces gobernaba en Guayana.
Con estas declaraciones, como bien dice el
analista Sadio Garavini, el gobierno “acabó con casi 40 años de diplomacia venezolana y entregó
unilateralmente y, a cambio de nada, una de nuestras pocas armas de
negociación”.
El gobierno de Nicolás Maduro ha mantenido la misma línea del
de Chávez, pese a las ruidosas declaraciones recientes en contra de la conducta
guayanesa, seguramente para mover el sentimiento nacionalista de una población
que mayoritariamente lo rechaza, y a pesar del breve rompimiento de relaciones
diplomáticas con ese país en 2015, las cuales fueron pronto restablecidas a
instancias de la ONU.
Que la línea de actuación chavista no ha cambiado, es
evidente en el hecho que la diplomacia madurista no ha sido proactiva, sino
simplemente reactiva a los avances guayaneses. Esa diplomacia no hizo nada para
evitar que Guayana se dirigiese al Secretario General saliente de las
Naciones Unidas, Ban Ki-moon, para que actuara de conformidad con sus
obligaciones establecidas en el Acuerdo de Ginebra y eligiera otro medio para
resolver la controversia fronteriza entre los dos países, en vista de que luego
de 50 años de conversaciones directas, no se ha producido ningún acuerdo entre
los dos países.
Tampoco logró evitar el compromiso que el Sr. Ban Ki-moon adquirió con el presidente de Guayana,
David Granger (un militar retirado determinado en finiquitar la disputa cuanto
antes) de “evaluar” la controversia fronteriza este mes de
noviembre, y si es el caso remitirla a la Corte Internacional de Justicia
(CIJ) para que se realice una sentencia definitiva sobre la histórica disputa.
Si efectivamente Ban Ki-moon se pronuncia en ese sentido
antes de retirarse del cargo este diciembre del 2016, que es posible, el
fracaso de la diplomacia madurista sería entonces rotundo, y más imperdonable
aún. Ese logro del gobierno guayanés, que echaría por tierra el Acuerdo de
Ginebra, seguramente produciría que El Esequibo se perdiera de una vez por
todas, ya que sería muy difícil que en la CIJ se produjese una decisión
favorable a nuestro país.
De modo que, por supuesto que sí hay posibilidades de que en
manos de Maduro se pierda definitivamente parte de la soberanía nacional.
Periodista con Maestría y Doctorado en Ciencias Políticas,
especializada en política internacional. Es profesora titular de la Universidad
Central de Venezuela, escritora en varios periódicos venezolanos e
internacionales, y autora de varios libros. Síguela en Twitter: @MT_romero.
2005 La Guayana
Esequiba – Zona en Reclamación. Instituto Geográfico Simón Bolívar
Primera Edición
La Guayana Esequiba Zona en
Reclamación
Terminología sobre cómo referenciar
la Zona en Reclamación-Guayana Esequiba.
Nota del editor del blog:
Al referenciarse a la República
Cooperativa de Guyana se deben de tener en cuenta los 159.500Km2, de
territorios ubicados al oeste del río Esequibo conocidos con el nombre de
Guayana Esequiba o Zona en Reclamación sujetos al Acuerdo de Ginebra del 17 de
febrero de 1966.
Territorios estos sobre los cuales el
Gobierno Venezolano en representación de la Nación venezolana se reservó sus
derechos sobre los territorios de la Guayana Esequiba en su nota del 26 de mayo
de 1966 al reconocerse al nuevo Estado de Guyana:
“...por lo tanto, Venezuela reconoce
como territorio del nuevo Estado, el que se sitúa al este de la margen derecha
del río Esequibo y reitera ante la comunidad internacional, que se reserva
expresamente sus derechos de soberanía territorial sobre la zona que se
encuentra en la margen izquierda del precitado río; en consecuencia, el
territorio de la Guayana Esequiba sobre el cual Venezuela se reserva
expresamente sus derechos soberanos, limita al Este con el nuevo Estado de
Guyana, a través de la línea del río Esequibo, tomando éste desde su nacimiento
hasta su desembocadura en el Océano Atlántico...”
Mapa que señala el
Espacio de Soberanía Marítima Venezolana que se reserva, como Mar
Territorial mediante el Decreto Presidencial No 1152 del 09 de
Julio de 1968
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