miércoles, 11 de diciembre de 2013

Malvinas y Guayana: Enclaves coloniales en la Patria Grande

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El viernes 29 de noviembre se llevó a cabo en el “Aula Magna Bicentenario” de la UNLA (Universidad Nacional de Lanús), una disertación sobre Malvinas y Guayana: América del Sur frente a la continuidad del colonialismo. El panel estuvo integrado por: Pierre Carpentier, del Movimiento de Descolonización y Emancipación Social (MDES), Raymond Charlotte, de la Organización Guayanesa de Derechos Humanos (OGDH), Ana Jaramillo (Rectora de la UNLa), Eugenio Raúl Zaffaroni (Juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación), Julio Cardoso (Director del Centro de Estudios Latinoamericanos "Manuel Ugarte" de la UNLa.) y Mariano Saravia (Periodista especializado en política internacional y representante en el Cono Sur del Movimiento de Descolonización y Emancipación Social de la Guyana). Esta actividad fue convocada por el “Observatorio Malvinas” y el “Centro de Estudios de Integración Latinoamericana”.

En pleno siglo XXI, quedan todavía en Suramérica dos enclaves coloniales propios del siglo XIX: las Malvinas, en manos del Reino Unido de Gran Bretaña, en el extremo sur; y la Guayana, en manos de Francia, en el extremo norte. Ambos fueron declarados territorios de ultramar de sus respectivas metrópolis coloniales, convalidados por la Unión Europea en su proyecto constitucional.

En Malvinas, las potencias imperiales provocaron una guerra hace 31 años, para establecer una base militar de la OTAN, ubicada en la actualidad, en Monte Agradable, Isla Soledad, donde se entrenan fuerzas occidentales que luego participan en las aventuras coloniales en Medio Oriente, amenazando la seguridad de los países sudamericanos, velando por el control imperial del pasaje interoceánico Atlántico/Pacífico y la ilegítima pretensión británica sobre la Antártida y la plataforma epicontinental argentina.

En Guayana, 30 mil efectivos militares, policiales y de inteligencia, garantizan el sistema de opresión francesa sobre la población local y protegen a la gran base militar de la OTAN desde donde se controla un área geoestratégica importantísima, que abarca el Caribe, desde Cuba, Venezuela y el norte de Brasil. También funciona en la zona de Kourou, la Base Espacial de la Unión Europea, que recibe 12.000 millones de euros por año y desde donde se lanzan los satélites de los proyectos Arianne y Vega y se arriendan instalaciones a la Federación Rusa, para el proyecto Soyuz.

Ambos territorios coloniales son riquísimos en hidrocarburos y en minerales estratégicos que, de no mediar una enérgica acción de la UNASUR, quedarán bajo la expoliación de las potencias usurpadoras.

Para analizar esta situación y pensar estrategias comunes, es que se llevó a cabo esta actividad en la Universidad Nacional de Lanús (UNLa), de la que me gustaría rescatar ciertas consideraciones realizadas por algunos de sus panelistas.

La Dra. Ana Jaramillo - rectora de la UNLa - fue quien abrió la actividad, afirmando que la colonización no solamente necesita razones y acciones políticas y económicas, sino también la descolonización cultural y pedagógica. En sintonía con este pensamiento y dada su responsabilidad académica, informó a los allí presentes que la UNLa ha tomado medidas importantes en este sentido, como poner obligatorio y para todas las carreras, un seminario denominado: “Pensamiento Nacional y Latinoamericano”. Otra acción fue crear el Centro de Integración de América Latina. Y, sosteniendo que “de qué sirve pensar, sin voluntad y sin pasión”, dio a conocer acerca de la creación en dicha Universidad del “Parque de Nuestra América”, que se irá formando con los aportes en esculturas de los distintos países que la integran. “Esto que parece que es poco, nos ha dado por parte del Uruguay la primera obra escultórica - que es un puente de un escultor uruguayo que se llama “Unidos” - para el parque escultórico de nuestra casa”.

En el caso de Malvinas, por voluntad y decisión de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, se propuso la creación foros en toda América Latina, con la integración de intelectuales y académicos de apoyo a la causa Malvinas. En tal sentido, ya existe el Foro de Apoyo a la Causa Malvinas en Uruguay. Manifestó que también sería bueno crear también - en todos los países de América Latina - foros de intelectuales y académicos en defensa y luchando por la descolonización de Guayana.

Pierre Carpentier, viajó a este encuentro desde París. Es militante y poeta político guayanés, secretario de RR.II. del Movimiento de Descolonización y Emancipación Social de la Guayana. Proporcionó una serie de datos y cifras que son bastante preocupantes. A saber: el territorio de la Guayana es de 90.000 kilómetros cuadrados y cuenta con una población de 300.000 habitantes. A partir de 1962, fueron decapitados todos los movimientos soberanistas y a esto, hay que añadir el daño de la ordenanza de 1960, que permitió a Francia el traslado de todos los colonizados, empleados, civiles y toda la oposición a la colonización. Todo esto para mejorar la situación y eliminar todo tipo de veleidades de “levantamiento”. Fue así que los jóvenes eran obligados a partir a Francia, para ocupar puestos de subalternos, mal pagados y sometidos a discriminaciones.

Mediante los encarcelamientos, asesinatos y despidos políticos, se intentó desde entonces mantener a la población originaria aterrorizada, para evitar revueltas o levantamientos en pos de la independencia, valiéndose para esto de sus ejércitos, su policía y su “justicia”. Finalizó su exposición, citando al escritor caribeño Edouard Glissant, quien dijo: “Un combatiente que libera su país, es un poeta que abre el imaginario de los hombres a la totalidad del mundo”.

Raymond Charlotte vino desde Cayenne (Guayana) en un viaje de 3 días. Es cofundador de la Organización Guayanesa de DD.HH., luchador de larga trayectoria por la independencia de su país y ha sufrido prisión, persecución y atentados contra su vida. Está considerado como el “padre viviente” de la Nación Guayanesa. También es un poeta y militante independentista. Sufrió prisión en Francia en 1974 (6 meses) y en 1981 (1 año). Hace dos años intentaron asesinarlo. Entraron 5 personas a su casa y lo dejaron tirado en un charco de sangre y dijeron: “Bueno, ya está muerto. Vámonos”. Eso fue lo último que él escuchó y hasta hoy sufre las secuelas de ese ataque que nunca se aclaró y del que nunca se supo quienes habían sido. Se gana la vida vendiendo pastelitos y facturas que él mismo hace, en las calles de Cayenne. Con eso, juntó los 1.400 euros para poder pagarse el pasaje y venir a la Argentina a compartir este encuentro.

Nos relató que en Guayana no existe ningún tipo de industria, no se produce nada y - por consiguiente - no hay ni conciencia ni clase trabajadora. Hasta el agua mineral y las lechugas son traídas de Francia. En Guayana se vive una especie de “apartheid” con los pobladores originarios. Han logrado retrasar la conformación de una identidad de nación, pero sostuvo que las identidades siempre están en construcción y el colonialismo - sea francés, inglés o norteamericano -, siempre somete a los pueblos.

Eugenio Raúl Zaffaroni - Juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación -, sostuvo que era curiosa la hipocresía del discurso ante estas dos situaciones. En el caso del Reino Unido, la defensa de la democracia, la idea del liberalismo, de garantías, de democracia parlamentaria, etc. Y en el caso de Francia: “Libertad, Igualdad, Fraternidad”. Pero al parecer, esto no se aplicó en el Caribe, lo cual a los haitianos no les gustó nada y fueron los primeros en declarar su independencia en nuestro continente y en abolir la esclavitud, cosa que el resto de los latinoamericanos olvidamos frecuentemente. Y esta contradicción entre el discurso y su realidad, es una contradicción que también la encontramos en su debilidad interna, muchas veces.

A lo que estamos asistiendo en el caso de Malvinas y Guayana, es a dos formas primitivas de colonialismo, racista y discriminador, a lo que luego siguió el neocolonialismo en el siglo XIX. Una colonia es un enorme campo de concentración, que tiene la visión “piadosa” de custodiar y educar. Y ahora estamos en una etapa superior: “la globalización”, la idolatría económica en el planeta. La idolatría del mercado que puede resolverlo todo. Y esta es una etapa más de la hegemonía mundial, otro ejercicio del poder planetario. La terrible estratificación de nuestras sociedades - que en muchos países se junta con el racismo, por más que uno lo niegue (los pobres tienen un color más oscuro) -, es una consecuencia del colonialismo, de aquellos crímenes que diezmaron las poblaciones originarias, es un momento más de la hegemonía mundial.

Este es un proceso que está vivo. Y cuando hablamos de DD.HH. entre nosotros - desde el Ecuador hacia abajo - el discurso debería invertirse. Desde el centro nos envían un discurso sobre los DD.HH. que - a pesar de que lo relativizan - clasifican a los DD.HH. en derechos de primera, segunda y tercera generación. Los de primera generación serían los individuales, los de segunda los sociales y los de tercera serían el derecho al desarrollo, a la paz, etc. Pero la historia de los DD.HH. es inversa. Los que son de tercera generación y - fundamentalmente - el derecho al desarrollo progresivo, tendría que ser el primero. Porque nuestra historia comienza con la primera condición y así lo entendieron nuestros próceres hasta que los mataron. Y eso aún no terminó. A Allende lo llenaron de balazos, hubo un accidente aéreo donde cayó Torrijos y - con pocos meses de distancia - otro donde el avión del presidente Roldós se tragó una cima. Ahora le están haciendo una autopsia al cadáver de Joao Goulart, porque hay sospecha de que su muerte no fue del todo natural. El ex presidente Frei, en Chile, murió de una extraña apendicitis; el presidente Juscelino Kubistchek murió en un extraño accidente de tránsito. Es por todo esto que se siguen viviendo etapas del colonialismo en un sentido amplio, más allá de las subclasificaciones que se pueden hacer del proceso hegemónico mundial.

Y lo que se está presenciando en estos dos casos (Malvinas y Guayana), es la coetaneidad de lo no coetáneo, porque son manifestaciones primitivas, originarias, muy brutales de colonialismo. Es indispensable unirnos. No solamente unirnos los latinoamericanos, no sólo con los compañeros que están padeciendo esta atrocidad, no sólo unirnos con Puerto Rico, también, sino extender nuestra unión a África, “el continente olvidado”. Hay que tener en cuenta las brutalidades de violencia que se están viviendo en África y en América Latina. Esta también es una consecuencia del colonialismo. Alguien dijo que “el año 2000 nos encontraría unidos o dominados”. El año 2000 nos encontró dominados y bueno, ahora tenemos que unirnos.

“Defendernos juntos, o morir en solitario”

Cristina Iriarte
Periodista y traductora uruguaya


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