viernes, 16 de agosto de 2013

Selva amazónica vive un momento delicado


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Posted on agosto 15, 2013

Una aldea indígena en el estado de Pará, al norte de Brasil. / AFP PHOTO / YASUYOSHI CHIBA
Luego de casi una década de notable reducción, la deforestación en la Amazonia aumentó el último año, aunque los indicadores son aún provisorios.

Entre agosto de 2012 y junio de 2013 el privado Instituto del Hombre y Medio Ambiente de la Amazonía (Imazon) detectó un aumento de 100% en la deforestación. Los indicadores mensuales del gobierno también sugieren un incremento, aunque mucho menor.

Brasil consiguió reducir la devastación de su selva a 4.571 km2 en 2012, el mínimo en décadas, tras el alarmante máximo de 27.772 km2 en 2004.

La medición anual va de agosto a julio, y la deforestación real del último año – que confirmará si hubo o no aumento- , recién se conocerá en noviembre, con información de los satélites más precisos.

La ministra del Medio Ambiente, Izabella Teixeira, reconoció que ha aumentado la presión tras la fuerte reducción de la deforestación en 2012, pero afirmó no esperar un aumento de la tala cuando salgan los datos definitivos.

“Estamos trabajando duro para que no aumente la deforestación, tenemos el mayor contingente de personas trabajando en la Amazonía”, añadió.

Las cifras de la deforestación coinciden con grandes obras y leyes que afectan a la región, aprobadas por un Congreso que tiene una poderosa bancada favorable a los agronegocios en este gigante país productor de materias primas.

Polémica reforma
Tras años de fuertes debates, en octubre fue sancionada una reforma del Código Forestal, impulsada por la bancada agropecuaria y enfrentada por los ecologistas. Esa ley define qué porcentaje de bosque tienen que preservar los agricultores en sus propiedades, que llega hasta 80% en Amazonía.

“Una de las razones del reciente aumento de la deforestación fue el Código Forestal: provocó un rumor que el productor interpretó como una amnistía” a quienes deforestan, declaró a la AFP el secretario de Municipios Verdes del estado de Pará (norte), Justiniano Netto.

El gobierno brasileño, presidido por Dilma Rousseff, “continúa impulsando grandes obras, pero no creó nuevas áreas protegidas y casi no demarcó tierras indígenas, que son barreras contra la deforestación”, dijo a la AFP el responsable de Amazonía de Greenpeace, Paulo Adario.

“Al mismo tiempo depende del apoyo de un frente político, (que integra) el agronegocio, que tiene un gran poder que no tenía antes, y una agenda muy clara de revisión de políticas indígenas y áreas protegidas”, agregó.

Los indígenas están en pie de guerra ante iniciativas en debate en el Congreso, como la posibilidad de instalar concesiones mineras o arriendo a agricultores en sus tierras, y que sea el parlamento quien demarque sus territorios, destacó Cleber Buzzatto, secretario ejecutivo del Consejo Indigenista (CIMI).

“Es un proceso de ataque violento a los derechos indígenas”, dijo.

Líderes de 121 etnias invadieron la Cámara de Diputados en abril para reclamar sus derechos y acusaron a la presidenta de ser anti-indígena.

Actuar “con dureza”
Los analistas se resisten a concluir que el aumento indicado en la deforestación esté marcando una nueva tendencia en el país que en ocho años redujo en más de 80% la devastación de la selva, pero advierten que hay que poner manos a la obra.

“Brasil tiene las armas para seguir reduciendo la deforestación, pero no puede aflojar las reglas, precisa dejar claro que no aceptará amnistías y actuará con dureza contra quienes deforestan”, afirmó Adalberto Veríssimo, investigador del Imazon.

Los analistas identifican una nueva tendencia en la deforestación: la especulación sobre la tierra alentada por grandes obras de infraestructura, como centrales hidroeléctricas, carreteras o puertos, que mejoran la perspectiva de desarrollo económico.

“Brasil tiene que invertir en la prevención: muchos de los daños ambientales y sociales de esas obras pueden ser prevenidos”, afirmó Ian Thompson, director del progama Amazonia de la ONG The Nature Conservancy.

Una reciente medida siembra esperanza: el Instituto de la Reforma Agraria del gobierno se comprometió la semana pasada a reducir en 80%, para 2020, la deforestación en los territorios de la Amazonia entregados a los campesinos sin tierra, donde se denunció un significativo aumento de devastación.
Con información de AFP

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