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Foto: REUTERS/Enrique Marcarian
(Buenos Aires, 02 abril. EFE).- Argentina conmemora este
lunes el trigésimo aniversario de la guerra con el Reino Unido en las Malvinas,
en medio de tensiones con Londres por el antiguo litigio de soberanía de las
islas, situadas en el océano Atlántico, frente a las costas suramericanas.
La conmemoración reivindicativa de la soberanía en las
Malvinas (Falklands), en la que históricamente coinciden todos los partidos
políticos argentinos, comenzó ayer por la noche con una “marcha de antorchas”
por el centro de Buenos Aires.
La marcha dio paso a una vigilia frente al “Monumento a los
caídos”, que se levanta en la Plaza San Martín, en el norte de la ciudad, en
honor a los 649 muertos argentinos en el conflicto con los británicos, y habrá
actos similares en otras grandes ciudades.
Una caravana de veteranos de la guerra que partió hace
semanas de la localidad de La Quiaca, en el extremo norte del país y fronteriza
con Bolivia, concluirá hoy un recorrido de 5.000 kilómetros con su llegada a la
ciudad Ushuaia, donde la presidenta argentina, Cristina Fernández, encabezará
el acto central del recuerdo.
Acompañada por altos cargos de su gobierno, Fernández
inaugurará un cenotafio con una “llama eterna” para recordar a los caídos en la
guerra en la Plaza Islas Malvinas, de Ushuaia, la ciudad más austral del mundo
y capital de la provincia de Tierra del Fuego, cuya jurisdicción abarca al
archipiélago en disputa con el Reino Unido.
Recientemente el Reino Unido envió a las Malvinas al
destructor más moderno de la Marina Real y al príncipe Guillermo para tareas de
formación militar
Al calor de la ofensiva diplomática desplegada en los últimos
años por Argentina, la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) pedirá el lunes
a las ONU que “promueva el diálogo” entre argentinos y británicos para dirimir
la soberanía de las islas, negociación a la que Reino Unido se opone
tajantemente.
La guerra de las Malvinas estalló el 2 de abril de 1982,
cuando unos 900 soldados argentinos desembarcaron en Puerto Argentino (Port
Stanley), la capital de las islas situadas a unos 740 kilómetros al este de las
costas suramericanas, y expulsaron a las autoridades británicas.
Los analistas coinciden en que el conflicto sirvió para que
el gobierno conservador de Margaret Thatcher recuperara la popularidad entre
los británicos mientras que en Argentina se constituyó en el principio del fin
de una cruenta dictadura militar (1976-1983).
El 30 de marzo de 1982, cuando naves de guerra argentinas
viajaban hacia las Malvinas, el resquebrajado régimen encabezado por el
entonces general Leopoldo Galtieri había reprimido con violencia una huelga y
una pacífica marcha hacia la Plaza de Mayo, frente a la sede del Gobierno, para
reclamar el retorno de la democracia.
El mismo paseo histórico donde Galtieri había sido aclamado
en manifestaciones populares fue escenario de grandes disturbios el 14 de junio
de 1982, cuando las tropas argentinas se rindieron a las británicas.
Lo que para Argentina -de 40 millones de habitantes- es “la
gesta de las Malvinas”, se conmemora en las islas -de unos 3.000 pobladores de
origen inglés- como “el día de la invasión”, que dio paso a una guerra que
causó la muerte de tres “kelpers” (malvinenses) y 255 soldados británicos.
Argentina reclama que el Reino Unido cumpla una resolución
del Comité de Descolonización de las Naciones Unidas (ONU) que en 1965
dictaminó que las Malvinas son un enclave colonial británico e invitó a las
partes a negociar la soberanía de las islas tomando en cuenta los intereses de
la población, de origen inglés.
En las últimas semanas, argentinos y británicos han elevado
el tono de sus acusaciones en un conflicto que data de enero de 1833, cuando
tropas inglesas ocuparon las islas y expulsaron a la población argentina.
Argentina ha redoblado las presiones para frenar
explotaciones de pesca y petroleras en torno a las Malvinas y ha logrado que
los países suramericanos decidieran impedir el ingreso a sus puertos de barcos
con bandera de las islas o naves de guerra británicas.
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