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Tomado de:
Escrito por Emilio Godoy para Inter Press Service, 4 enero 2011
MéXICO, 4 ene (IPS) - Por su experiencia en proyectos comunitarios forestales, México puede dar pistas sobre cómo aprovechar adecuadamente las superficies boscosas y fomentar el desarrollo de las economías locales en este 2011, el Año Internacional de los Bosques.
MéXICO, 4 ene (IPS) - Por su experiencia en proyectos comunitarios forestales, México puede dar pistas sobre cómo aprovechar adecuadamente las superficies boscosas y fomentar el desarrollo de las economías locales en este 2011, el Año Internacional de los Bosques.
Cada año desaparecen unos 13 millones de hectáreas boscosas
en el mundo, mientras que la deforestación es responsable de 20 por ciento de
las emisiones totales de dióxido de carbono, uno de los principales gases
responsables del aumento de la temperatura planetaria, según la Organización de
las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
"La prioridad es no perder bosques y este año brinda la
oportunidad para poner los ojos en el tema, dijo a IPS Iván Zúñiga, portavoz
del no gubernamental Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible
(CCMSS).
"El bosque es todo un ecosistema donde el ser humano
está dentro. Y no sólo lo degrada, lo puede mejorar. Un bosque bien manejado
puede mejorar su riqueza biológica", añadió.
México ocupa el primer lugar en el mundo en manejo
sustentable de bosques comunitarios, con más de 800.000 hectáreas bajo ese
esquema, indica el Banco Mundial.
Unas 2.300 comunidades cuentan con bosques en sus
territorios, 600 de las cuales tienen empresas forestales, según el CCMSS.
"El esquema que puede funcionar es el fomento a pequeñas
unidades. En la medida en que las familias dependan del bosque, tienen un
incentivo para que perduren. Así se detiene la deforestación y se amplía la
superficie", indicó a IPS Francisco Chapela, gerente regional de la no
gubernamental internacional Rainforest Alliance.
México tiene unos 65 millones de hectáreas cubiertas de
árboles, pero sólo 6,5 millones constan de permisos de aprovechamiento
concedidos por la Secretaría (ministerio) de Medio Ambiente y Recursos
Naturales (Semarnat).
Las autoridades indican que el país pierde anualmente unas
150.000 hectáreas, pero organizaciones ambientalistas como Greenpeace ubican
ese dato por encima de las 500.000 hectáreas.
Dedicada a promover la explotación forestal sostenible desde
1986, Rainforest Alliance certifica empresas forestales. A la fecha, 43
emprendimientos mexicanos han recibido ese sello ecológico.
En 2006, la Asamblea General de la Organización de las
Naciones Unidas declaró a 2011 como Año Internacional de los Bosques. Es la
segunda vez que esto ocurre,
puesto que ya habían protagonizado en 1985 una celebración
especial.
Para este año, el lema es "Los bosques para las
personas".
Las zonas forestales contienen 80 por ciento de la
biodiversidad mundial y albergan a unos 300 millones de personas. Además, 1.600
millones de habitantes viven gracias a la riqueza de esos ecosistemas
naturales.
"A la gente deben dejarle un desarrollo basado en los
recursos, que no se acaban por usarlos", planteó a IPS Victoria Santos,
directora técnica de la no gubernamental Organización de Ejidos Productores
Forestales de la Zona Maya.
Santos ha sido testigo en el municipio de Felipe Carrillo
Puerto, en el estado de Quintana Roo y a unos 1.600 kilómetros al sudeste de
Ciudad de México, del impacto de huracanes y tormentas, como ocurrió con Dean
en agosto de 2007.
Por su azote, 10 comunidades debieron frenar sus actividades
forestales, de las cuales sólo tres han podido reactivar las operaciones.
Surgida en 1986, esa organización abarca a 3.000 familias, que se benefician de
unas 287.000 hectáreas, entre bosques y selvas.
En la 16 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de
las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 16), desarrollada a fines del
año pasado en la sudoriental ciudad mexicana de Cancún, la comunidad
internacional propició un principio de acuerdo en torno a la aplicación de un
nuevo esquema de Reducción de Emisiones Provocadas por la Deforestación y
Degradación de los Bosques.
Pero el llamado "Acuerdo de Cancún", signado por
más de 190 naciones, no definió criterios técnicos ni fuentes de financiamiento
para lo que se conoce como REDD+, la extensión del programa original aplicado
desde 2008 por la FAO y los programas de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD) y el Medio Ambiente (Pnuma).
REDD, que actualmente se ejecuta en Bolivia, Indonesia,
Filipinas, Panamá, Papúa Nueva Guinea, Paraguay, República Democrática del
Congo, Tanzania, Vietnam y Zambia, busca combatir la deforestación, reducir las
emisiones de dióxido de carbono y fomentar el acceso de los países
participantes al apoyo técnico y financiero.
En la COP 16, el gobierno mexicano adelantó la visión en que
basará su estrategia nacional de REDD, que estaría en marcha a partir de 2012.
Sin embargo, hoy la medición de la degradación del suelo es escasa.
Esta estrategia "no debe sustituir la reducción de
emisiones de otras fuentes. Es un riesgo si se aplica mal, pero al mismo tiempo
es una oportunidad para detener la deforestación y la pérdida de los bosques, y
poder enviar dinero hacia las comunidades para que hagan un manejo
sostenible", dictaminó Zúñiga.
Programas como REDD deben sortear graves problemas en relación
con la posesión de la tierra, los derechos de las comunidades originarias sobre
los territorios y el desarrollo de plantaciones de monocultivos forestales.
"Las comunidades no han sido tomadas en cuenta, deben
ser informadas de qué significa entrar en esos programas", planteó Santos.
"Una estrategia de control policial no sirve, la gente
lo ve como una imposición. Es necesario crear incentivos y tener una mezcla de
aprovechamiento forestal, conservación y pago por servicios ambientales",
propuso Chapela.
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