Tomado de:
Juan Chicharro
Ha leído Vd bien. Suena extraño pero es verdad. Hubo corridas
de toros en las Islas Malvinas, entonces de soberanía española, y hoy, al igual
que Gibraltar, usurpadas por la Gran Bretaña.
La historia se aprende de muchas maneras pero sobre todo
leyendo lo sucedido en el pasado, a ser posible en fuentes coetáneas con los
hechos ocurridos. Hay muchas maneras de poder acceder a documentos antiguos.
Una de ellas, cuando se trata de sucesos que hayan implicado acciones
militares, es la de acudir a las hojas de servicio de los que en ese momento
participaron en ellas. Constituyen éstas documentos muy fiables pues no hay duda
de la seriedad y verosimilitud de lo que en ellas se puede leer.
El mes de agosto es época propicia para detenerse en la
lectura de viejos legajos, ésos que andan durmiendo por las viejas estanterías
y que sólo se acude a ellos de cuando en cuando.
Es así que revisando papeles, que pasaron de mi abuela a mi
padre, topo con la hoja de servicios de uno de mis ancestros familiares, en
concreto quinto abuelo, quien fue oficial de la Real Armada entre 1759 y 1814.
Se trata de Don Ramón Lamamie de Clairac y Vilallonga nacido
en Torredembarra (Tarragona) en 1748 y fallecido en Ferrol en 1814 con el
empleo de Brigadier.
La vida de este marino tan bien reflejada en su hoja de
servicios, ya citada, es apasionante tal como lo fue la de la mayoría de sus
coetáneos y no es mi intención describirla por extensa, si bien si destacaré
que, además de liderar una importante expedición a la Patagonia, fue Gobernador
de las Islas Malvinas en tres ocasiones. En 1785,1787 y 1789.
Y es aquí donde enlazo con el título de este artículo que
seguramente llama la atención del lector: toros en las Islas Malvinas.
Veamos el porqué y para ello extraigo lo que escribo de
documentos de la época, si bien no de forma literal para una mejor comprensión.
Corría el año 1788, en pleno periodo hispánico malvinense,
siendo Gobernador del archipiélago el Capitán de fragata Don Ramón Lamamie de
Clairac, cuando se produce un hecho que va a agitar la monótona y dura vida en
las Islas Malvinas : la muerte de Carlos III , noticia que llega al archipiélago
diez meses después .
Con motivo de la exaltación al trono de Carlos IV se
celebraron ceremonias y festejos que el mismo Clairac detalla: ” se formó un
capaz tablado de cuatro ochavas sostenido de 20 arcos con sus respectivas
escaleras y pasamanos, y en él se levantó un dozel, ocupando el fondo en medio
donde se colocó el retrato de SM “. En la capilla bien adornada e iluminada se
cantó el Tedeum de acción de gracias. La jura al nuevo monarca se ejecutó el
día 4 de noviembre de 1789, haciendo las funciones de Alférez Real Don José
Blas. El estandarte real fue llevado a la iglesia en solemne procesión que
encabezó el Gobernador seguido de toda la guarnición.
Se formó una plaza de toros improvisada. Para torear se
destacaron ocho individuos, no sabemos si voluntarios, uno de matador, otro de
rejoneador, dos picadores y ” cuatro chulos”, todos ellos vestidos de uniforme
adecuado. Se lidiaron un total de doce toros, a razón de cuatro por tarde, los
tres días que hubo corrida.
No consta en las crónicas como llegaron allí los toros ni si
se cortaron orejas o se dieron vueltas al ruedo, pero no es de extrañar que
hubieran pitos y aplausos habida cuenta de que ni el maestro ni su cuadrilla
eran profesionales. Sin embargo, la existencia de corridas de toros en las Islas
Malvinas, como parte de los festejos con motivo del advenimiento al trono de
Carlos IV es un hecho histórico indubitado.
Estas tres corridas de toros en latitudes australes, las más
meridionales jamás celebradas , olvidadas ya en las frías aguas subantárticas,
pérdidas por los mares del Atlántico sur, acreditan que el arte de torear hunde
sus raíces desde hace siglos en nuestros más profundos modos de vida y
costumbres formando parte de nuestra cultura.
Ignoro si hoy los británicos practican la caza del zorro o
juegan al cricket en las Islas usurpadas, pero hace tres siglos los españoles
celebrábamos allí las fiestas con corridas de toros al igual que sucede hoy en
todos los pueblos de España con motivo de cualesquiera fiestas patronales.
¡Ah! Y por cierto, mi ancestro marino era catalán y al
parecer aficionado a los toros.
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