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Tomado de:
June 2, 2013, 6:56 p.m. ET
Según el presidente iraní, Mahmoud
Ahmadinejad, Irán es un país que ama la paz, que se concentra en sus
propios asuntos y que simplemente intenta salir adelante en un mundo que le es
inexplicablemente hostil. Pero una investigación de ocho años de un fiscal
argentino sobre el atentado de 1994 al centro comunitario judío AMIA en Buenos
Aires —en el que murieron 85 personas— dice algo muy distinto sobre la agenda
global de Irán.
Según Alberto Nisman, que fue asignado al caso en 2005, Irán
está sembrando una revolución en todo el mundo y América Latina es un blanco
clave. En un informe de más de 500 páginas presentado el 29 de mayo, Nisman
delinea la sofisticada red terrorista iraní que se extiende desde el Caribe
hasta el Cono Sur.
Sipa Press
El presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad (der.), junto a su
jefe de gabinete, Esfandiar Rahim Mashaei.
Sus blancos no se limitan a zonas al sur del Río Bravo (que
divide a México de Estados Unidos). El intento frustrado de detonar explosivos
en el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York en 2007, argumenta Nisman, fue
una operación planeada por Irán que fue gestionada desde Guyana de manera casi
idéntica al ataque en Buenos Aires. Su informe proporciona evidencia que
sugiere que numerosas células similares operan en la región.
En octubre de 2006, Nisman acusó a siete iraníes y a un
libanés miembro de la milicia pro iraní Hezbolá por los homicidios en la AMIA.
La Interpol emitió notificaciones de arresto pero no hubo capturas. Luego, a
fines del año pasado, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner anunció que
una "comisión de la verdad", designada por Argentina e Irán,
examinaría la viabilidad del caso del fiscal.
Para muchos argentinos, eso equivalía a dejar que el zorro
decidiera el destino de los pollos. Pero Kirchner siguió adelante y consiguió
la aprobación del Congreso. El 20 de mayo, Ahmadinejad aprobó la participación
de Irán en la comisión.
La respuesta de Nisman fue soltar una montaña de evidencia
contra Teherán al ciberespacio disponible para todo el mundo.
El hilo que llevó a Nisman a analizar más de cerca el complot
en el aeropuerto JFK, y después el resto de la región, parece haber comenzado
con Mohsen Rabbani. Él era el agregado cultural iraní en Buenos Aires en 1994 y
el hombre que el informe de Nisman identifica como "artífice de la
logística local en el atentado a la AMIA".
Rabbani fue uno de varios agentes que Irán envió al mundo a
principios de los años 80 para ejecutar un plan de transformar sus embajadas en
centros para la exportación de la revolución. Él fue a Argentina, Mohammad
Tabatabaei Einaki fue enviado a Brasil y, según el informe de Nisman, Irán
"aceptó a Abdul Kadir como su agente en Guyana". Kadir más tarde
sería condenado en EE.UU. en la conspiración del atentado al JFK y sentenciado
a cadena perpetua.
Como indica el informe de Nisman, "resulta relevante que
—en base a la documentación incautada y aportada a esta investigación por la
justicia norteamericana […]— se han evidenciado sorprendentes similitudes en la
instalación y desarrollo de la estructura de inteligencia e infiltración
llevados a cabo en Argentina y Guyana a partir de 1983".
Los agentes de seguridad pública guyaneses que allanaron la
residencia de Kadir tras descubrir el complot contra el JFK encontraron
"cartas dirigidas a Mohsen Rabbani, artículos periodísticos que hacían
mención a la mezquita 'At Tauhid', a cargo de Rabbani y un índice telefónico
personal de Abdul Kadir, en el cual estaban consignados los datos de
Rabbani". El fiscal apunta que esto llevó a su equipo a realizar "una
investigación más profunda a fin de poder contextualizar debidamente el
atentado a la sede de la AMIA".
Nisman halló que Kadir era discípulo de Rabbani, quien creía
que había un gran potencial para la revolución iraní en la aún no explorada
América Latina y quien "fue el portavoz en la Argentina de la línea más
dura dentro del Régimen Iraní".
El modelo no es complicado. Los verdaderos creyentes son
colocados en estructuras legales, como embajadas, centros culturales, mezquitas
y escuelas religiosas, donde llevan a cabo tareas oficiales pero también
radicalizan a los convertidos, recaudan fondos, transmiten comunicaciones
secretas y ponen los cimientos de la revolución. Así, las mezquitas, por
ejemplo, tienen una "dual utilización" como "estaciones de
inteligencia".
Irán no tenía una embajada en Guyana, por lo tanto Kadir
utilizó el puesto diplomático de Teherán en Venezuela para mantener contacto
con el régimen. Fundó el Centro de Investigación Islámico de Guyana y se
convirtió en el representante de la Secretaria del Movimiento Islámico del
Caribe. Efectuó su trabajo en países vecinos y "utilizó la difusión
religiosa para encubrir trabajos abiertamente ilegales", como la formación
de redes radicales.
Al mismo tiempo, Rabbani dirigía operaciones en Uruguay,
Chile y Colombia. La oficina de Nisman indica que Mohammad Tabatabaei Einaki
fue expulsado de Brasil en 1986 pero es altamente improbable que no haya sido
reemplazado. La frontera brasileña con Paraguay y Argentina es una guarida
reconocida de Hezbolá, pero el informe de Nisman afirma que los miembros
radicalizados de la secta musulmana chiíta —de la que Irán se considera líder—
también son conocidos por operar en São Paulo, Paraná y el Distrito Federal en
Brasil. El informe ni siquiera menciona a Nicaragua, donde Irán tiene una
presencia grande.
Será interesante ver si la "comisión de la verdad"
de Ahmadinejad y Kirchner convoca a Nisman a testificar.
Escriba a O'Grady@wsj.com
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