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Tomado de:
Víctor M. Mijares
Miércoles, 10 de abril de 2013
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La semana pasada se cumplieron 31 años del inicio de la
Guerra de las Malvinas. Gracias a la amable invitación del Municipio de Río
Grande de Provincia de Tierra del Fuego, Argentina, tuve la oportunidad de
vivir la "Vigilia por Malvinas" que cada año organizan los excombatientes.
Río Grande fue la base principaldesde donde se lanzaron las principales
misiones anfibias y aéreas hacia las islas. Frente a la playa, en unmonumento
dedicado a los caídos, y castigado por el gélido viento de la parte más austral
del Atlántico sur,pude presenciar la emotividad con la que una generación
después se sigue viviendo la profunda herida en el sentimiento nacional, y en
el orgullo de los combatientes de Malvinas.
La experiencia me hizo constatar un fenómeno en dos tiempos:
el primero, la guerra, como trauma, no hasido superada por aquellos argentinos
que la vivieron de cerca; el segundo, la emotividad que el traumagenera ha
desarrollado un sentimiento generalizado a partir de cual se asume que las
islas Malvinas,Georgias, Sándwich del Sur y los territorios antárticos, junto
con los derechos marítimos que todos ellossuponen, deben ser recuperados en su
totalidad por Argentina, y que obtener algo menos sería aceptar lahumillante
usurpación británica. Bien sea por genuina (e inocente) convicción, por
manipulación propagandística, o por la autocensura que impone el deber ser del
nacionalismo, en la opinión pública general de los argentinos se ha instalado
una lógica binaria con respecto a las Malvinas (y demás territorios), siendo un
asunto de todo o nada. Esta visión suma-cero, por cualquiera de las tres
razones mencionadas, lejos de permitir el surgimiento de una estrategia que
logre acoplar medios y fines de un modo realista, crea un bloqueo en la
creatividad política argentina.
El Reino Unido no tiene ningún incentivo, positivo o
negativo, para sentarse a negociar con Argentina, ymucho menos para ceder
unilateralmente el control total o parcial de la los territorios que Buenos
Airesreclama. Llevar a Londres a considerar un acuerdo negociado pasa por
aceptar cuatro hechos: 1) Argentina no podrá acudir al uso de la fuerza directa
sin correr el riesgo de deslegitimar su reclamo ante el orden internacional, y
de volver a encarar la derrota.
Esto sería equivalente a volver a 1982; 2) Los argentinos
deben entender que el reclamo total que realizanpodría ser un útil instrumento
de regateo si tuviesen la capacidad de obligar a los británicos a sentarse
anegociar. Pero en las condiciones actuales tal reclamo es tan desmesurado como
inútil; 3) El Reino Unido, así como Francia, experimenta el temor a la
irrelevancia en un sistema multipolar en pleno auge de potencias alternativas.
Ceder en las actuales condiciones es exigirle demasiado al orgullo y el interés
geopolítico británico; y 4) Sin una agregación significativa de poder percibido
a través de alianzas y compromisos internacionales, Argentina no podrá llevar
al Reino Unido al terreno de la negociación. El caso Malvinas es una de las más
importantes oportunidades latinoamericanas para rescatar lecciones de realismo
político.
vmijares@usb.ve @vmijares
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