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Por Maximiliano Sbarbi Osuna |
La economía y el medio ambiente de la Amazonía boliviana se verán afectados por tres proyectos hidroeléctricos promovidos por Brasil, cuyas expansivas industrias necesitan un mayor suministro energético. En tanto, en Perú, seis mega proyectos de embalses, que generarán energía eléctrica, desplazarán a miles de personas, inundarán cosechas e impactarán nocivamente sobre los bosques y la selva peruana. El consorcio brasileño Egasur planea un proyecto energético regional en el sudoeste amazónico. Energético regional en el sudoeste amazónico.
A pesar de que en la costa atlántica de Brasil se hayan descubierto enormes yacimientos de hidrocarburos, la expansiva industria lo pone al país a la altura de otros gigantes emergentes, como China e India: la búsqueda constante de nuevas fuentes de energía.
China se embarcó en una carrera mundial por recursos fósiles y paralelamente apuesta al potencial hidroeléctrico. En Brasil sucede lo mismo, el sudoeste brasileño se alimenta del gas boliviano, pero ese suministro ya es insuficiente, por eso el gobierno de Dilma Rousseff está construyendo dos importantes represas y -además- firmó un contrato con Lima para que empresas brasileñas desarrollen seis proyectos del lado peruano de la frontera.
PROYECTO ENERGÉTICO REGIONAL
La Amazonia brasileña, principalmente en la costa Atlántica, se está transformando en una región propicia para la generación de energía hidroeléctrica, sin embargo, el sudoeste de Brasil tiene importantes industrias a las que se les encarece transportar la energía desde varios kilómetros. Por eso, Brasilia intenta desarrollar varias represas en el sudoeste de su territorio y en
Brasil se está beneficiando no sólo del modelo agroexportador de alimentos, sino que también está experimentando una revolución industrial, agregándole valor a los productos que exporta. Para sostenerlo y continuar siendo una de las grandes economías emergentes y aspirar a un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU necesita energía, que a Perú y a Bolivia le sobran.
Los dos proyectos hidroeléctricos que Brasil planea cerca de la frontera con Bolivia son San Antonio y Jiraú, que entrarían en vigencia en 2012 y 2013 respectivamente. Jiraú se encuentra a sólo 84 kilómetros del territorio boliviano. Asimismo, en la Amazonía peruana, el consorcio brasileño Egasur va a construir 6 embalses hidroeléctricos, cuya mayor parte de la energía producida será aprovechada por Brasil.
En junio, Perú y Brasil firmaron un acuerdo energético por el cual quedaba establecido la ubicación de los proyectos, la inversión y el tamaño de las obras. La más importante de las represas que Brasil va a construir en Perú es el Proyecto Inambari, que tendrá 410 kilómetros cuadrados en medio de la selva.
En Bolivia, el gobierno planea la construcción de otro proyecto hidroeléctrico en la Amazonía llamado Cachuela Esperanza, y ha sido declarado como prioridad nacional para impulsar el desarrollo del norte del país. Sin embargo, el 80% de la energía producida será exportada a Brasil.
IMPACTO AMBIENTAL NEGATIVO
IMPACTO AMBIENTAL NEGATIVO
Ecologistas y expertos en medio ambiente coinciden en que estas imponentes obras en la selva virgen van a producir enormes cambios ecológicos, pero también económicos, ya que van a provocar desplazamientos de comunidades e inundaciones en campos sembrados.
A pesar de que Bolivia es un gran aliado energético de Brasil, plantea sus dudas con respecto a las obras que se están construyendo en la Amazonía brasileña.
Entre los impactos que los pobladores del noroeste boliviano podrían padecer -por la modificación del medioambiente causada por las represas de San Antonio y Jiraú- son: inundaciones que tendrían su impacto en la salud de la población y aumento de casos de enfermedades tropicales.
Además, la pérdida de vegetación y la erosión de los suelos van a producir que las poblaciones que viven de la agricultura deban desplazarse, lo que ocasionará roces con otras comunidades. También se prevén pérdidas de recursos forestales y de biodiversidad y se verían seriamente afectadas las cosechas de goma y castaña, típicas en esa zona boliviana.
Pero aunque el gobierno de Evo Morales haya expresado estas preocupaciones a las autoridades brasileñas, la hidroeléctrica Cachuela Esperanza, que construye Bolivia, traería un impacto ambiental y social de características similares, pero menores, a las represas brasileñas. Por eso, algunos analistas dudan de que ese proyecto sea beneficioso para el desarrollo del norte boliviano, ya que la energía generada será aprovechada -en gran parte por Brasil- y los efectos económicos y ecológicos locales serán nocivos.
En Perú, el presidente Alan García tuvo que suspender el polémico mega proyecto hidroeléctrico Inambari, por las grandes protestas sociales de campesinos e indígenas, que bloquearon las rutas e impidieron el comercio con Brasil y Bolivia.
Los seis planes conjuntos suscriptos entre Brasil y Perú afectarán directamente a diez mil pobladores de la amazonia peruana, de los cuales 4 mil se verán obligados a desplazarse, de acuerdo con la misma empresa Egasur, ya que quedarían cubiertos de agua varios kilómetros de bosque, plantaciones de cacao, ananá y banana.
Además, la nueva vía interoceánica entre Perú y Brasil deberá atravesar ese territorio, lo que también contribuirá a distorsionar el ambiente selvático natural.
NEGACIÓN BRASILEÑA
NEGACIÓN BRASILEÑA
Con respecto a las preocupaciones de Bolivia, la embajada brasileña en La Paz aseguró que no va a haber ningún impacto significativo. Pero en referencia a los mega embalses planeados en Perú, Egasur reconoció que se va a ver afectada la biodiversidad y el desarrollo humano. Para mitigar los efectos destinarán unos 416.000 dólares para construir una “península ecológica”, y promover el ecoturismo.
Con la suspensión momentánea de Inambari, Alan García lo que hace es delegar el problema al nuevo presidente Ollanta Humala.
La coordinación trilateral de las obras, dragados, talas de árboles y desplazamientos de cursos de ríos sería una forma de mitigar el impacto ecológico. Sin embargo, la cantidad de energía que requieren las industrias brasileñas y el potencial energético inexplorado del sudoeste amazónico constituyen una gran oportunidad para el desarrollo económico brasileño, pero el daño ambiental y social será irreversible
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