Por el Dr. Ramón Carmona
Embajador de Carrera de la Republica DE Venezuela en Retiro
Artículo Publicado el diario El Nacional el 21 de marzo de 1966 , Cuerpo C Pág. C/1
EL PROBLEMA GUAYANÉS
El problema guayanés y la reintegración a Venezuela de la parte usurpada por la Corona Británica conforme al peudo-Laudo Arbitral de 1899, son una cuestión vital para la Patria que afecta lo más hondo de nuestro sentimientos e intereses; y de allí la viva repercusión que ha tenido en la opinión publica el Acuerdo recientemente firmado en Ginebra por el Reino Unido, Venezuela y la Guyana Británica el 17 de febrero último. No se trata ciertamente de cuestiones sentimentales, de nacionalismo exaltado, ni mucho menos de sueños románticos o el fervor que merece la obra gigantesca de los libertadores, sino de algo más profundo y de mayor importancia en la evolución de los pueblos.
Guyana es hoy, por la gracia de Dios, el centro de un emporio que formara la base, el núcleo vital de la América indoibera, en la enorme cuenca del Orinoco, el Esequibo, el Amazonas, y el Plata, que se está construyendo y desarrollando ante nuestros ojos y que será en poco tiempo una de las columnas básicas para la evolución de la humanidad. Venezuela está aportando y continuará aportando una contribución vital a ese desarrollo, extrayendo de la naturaleza en bruto un complejo admirable de recursos minerales prácticamente incalculable, de fuerzas inmensas de energía hidráulica capaces de poner a rodar todo un continente de vías de comunicación modernas donde sólo existían trochas de indios y fuentes de prodigiosa riqueza que unidas a los de los países vecinos, serán una bendición para el hombre. El prodigioso esfuerzo de nuestro gran hermano y vecino el Brasil, de los otros países que borden el Amazonas y que van a enlazarse por medio de la carretera de la selva, se acumularan a nuestro esfuerzo para edificar, quizás en menos de medio siglo, la gran América que no es ya un sueño sino una obra en plena marcha.
LA GUYANA BRITANICA
Lo que hoy conocemos como la Guayana Británica, producto en gran parte de la rapiña y de la fuerza bruta, tiene que unirse a nosotros es esa grande obra, previa la eliminación de sus partes espurias. Entonces, es una conjunción total de fuerza vivas y en plena lucha pacífica, se edificara la gran Guayana en que cada uno tenga su parte y posición y se realizara por nosotros mismos lo que fue el torvo sueño de Schomburgk bajo el dominio inglés.
Nosotros no podemos dejar esa labor para el mañana sin que nuestros hijos condenen nuestra incapacidad o nuestra imperdonable inercia.
Poe ello, es necesario dedicar algún tiempo y esfuerzo en esta hora que tenemos que llamar histórica, a la consideración del problema de Guyana y a la solución que se ha tratado de darle en Ginebra, sin pasiones sin violencias y sin perjuicios que turben la menta. Partimos del caso de que todo el asunto estará en manos del Congreso Nacional para que dé su dictamen imparcial e indispensable; y a su consideración y la del Gobierno Nacional presidido por un ilustre guayanés va dedicado este trabajo.
LOS NUEVOS ESTADOS AMERICANOS
No puede imaginarse a los nuevos estados Americanos, latinos o sajones, aceptando todas las obligaciones que España o Inglaterra hubieran contraído, sus alianzas o garantías, sin desconocer su propio origen y sus principios. Tampoco puede pensarse en que los nuevos Estados Africanos aparezcan acogiendo los viejos tratados y compromisos de sus metrópolis. Cada nuevo Estado independiente crea, realmente, su propia red de Tratados y compromisos, conforme a sus peculiaridades e intereses.
Las cancillerías de Londres, y Caracas sortear el escollo incluyendo a Guyana Británica como firmante del acuerdo de modo que el (art. 8º del mismo) ella entraría a ser parte al obtener su independencia. Se trataría de un Tratado sujeto a término suspensivo para su entrada en vigor, modalidad realmente extraña en derecho internacional. Pero ¿quién nos garantiza que Guayana no cambiara de opinión y denunciará el Acuerdo o. simplemente, no lo aceptará cuando adquiera la independencia?
Victoria de quien
Otro de los ejes del debate en la prensa es la cuestión de saber si el Acuerdo es una victoria y para quien. Ciertos círculos atribuyen al Pacto de Ginebra el carácter de una victoria rotunda para Venezuela y otros, no menos respetables, opinan que es una victoria pero para Inglaterra. Se ha puesto mucho virus en una u otra tesis y parece que se ha perdido, por pasión o conveniencia, el equilibrio necesario para apreciar un acto tan importante.
No se pude poner en duda la capacidad, patriotismo y buena fe de los negociadores venezolanos o de quienes los acompañaron, ni de los observadores de los partidos, que no tenían poder para negociar. La cuestión está en apreciar los resultados obtenidos para juzgar éstos.
EL Dr. FALCON BRICEÑO.
Él para entonces Canciller venezolano Marcos Falcón Briceño, había expuesto el asunto en la sesión plenaria de la Asamblea General de las Naciones Unidas en su discurso de 1º de octubre de 1962. El 12 de noviembre del mismo año, el Canciller Falcón Briceño hizo ante la Comisión Política Especial de la Asamblea, su planteamiento formal y definitivo. Es ésta, sin duda, la mas clara y documentada exposición hecha hasta entonces en la materia y ha servido de base a toda la controversia posterior.
Demostrando profunda amistad y respeto hacia Gran Bretaña, él para entonces Canciller desenmascaro ante el mundo la burda maniobra de Inglaterra en la era victoriana; y aunque no pidió un pronunciamiento de la Comisión sobre la cuestión de fondo, advirtió rotundamente “…que Venezuela no puede reconocer el Laudo Arbitral de 1899 como arreglo final y definitivo de la controversia con el Reino Unido en relación con el territorio de Guayana, del cual fue despojada…”
LA TACTICA INGLESA
Se sabe sin embargo, que los ingleses se aferraban en ginebra a su bien conocida tesis de la cosa juzgada, o sea que el Laudo es intocable, y fue necesaria una dura lucha para apartar ese obstáculo. Es en ese sentido que el Canciller Iribarren Borges cree y sostiene que ha obtenido una victoria.
Esa afirmación es, sin embargo, muy relativa.
EL ALMA DEL ACUERDO DE GINEBRA
El Acuerdo de Ginebra contiene dos artículos que son el alma, el eje de todo el pacto, cuales son los señalados con los números I y II, que dicen:
“…I. se establece una Comisión Mixta con el encargo de buscar soluciones satisfactorias para el arreglo pacífico de la controversia entre Venezuela y el Reino Unido surgida como consecuencia de la contención venezolana de que el Laudo Arbitral de 1899 sobre la frontera entre Venezuela y Guayana Británica es nulo e irrito…”
“…II. Dentro de dos meses, contados desde la entrada en vigor de este Acuerdo, dos representantes para formen la Comisión Mixta serán nombrados por el Gobierno de Venezuela y dos por el de la Guayana Británica (sic)…”
Se trata de una típica Comisión de Conciliación, por cuanto su objeto es “…buscar soluciones satisfactorias para el arreglo pacífico de la controversia…”.
¿Por qué se escogió ese procedimiento de cuatro comisionados? Solamente puede explicarse por el deseo británico de aplazar el asunto, de congelarlo por cuatro años más. Se dice que Gran Bretaña pretendía un lapso mucho mayor. Lo que resulta extraño es que Venezuela haya aceptado tal procedimiento.
Venezuela ha buscado con todo fervor…
Venezuela ha buscado con todo fervor, con el más vivo anhelo, u arreglo amistoso y honesto del asunto de Guayana, encontrando el camino siempre cerrado por la intransigencia británica para el acuerdo directo. Prueba irrebatible de ello son las discusiones de 1962 en las Naciones Unidas, los debates de los expertos en Londres y las conversaciones de los Cancilleres. Ha sido un no rotundo, seco, rígido.
¿Piensa de otro modo Guayana en la víspera de su independencia? La ola de informaciones y amenazas que de allá nos vienen, como si fuésemos nosotros los usurpadores y no las víctimas, lo niega claramente.
Resumen
En síntesis al considerar la situación conforme al Acuerdo de Ginebra los Gobiernos deben, ante todo, escoger uno de los medios pacíficos del artículo 33, valiéndose de la vía diplomática. Ya la negociación está agotada y se ha mostrado ineficaz; la investigación está también agotada por los expertos; nadie ha ofrecido mediación (o buenos oficios); la conciliación seria la misión de que la misma Comisión estaría encargada, y se parte del supuesto de ue habría fracasado. Solo quedarían el arbitraje y el arreglo judicial, el recurso a organismo o acuerdos regionales u otro medio pacifico que no se vislumbra.
Si los Gobiernos no se ponen de acuerdo a ese respecto en el lapso de tres meses, se referirán a un órgano internacional apropiado que ambos acuerden o, en su defecto, al secretario General de la O.N.U. para que escoja los medios que queden, hasta agotarlos.
Personalmente, hemos sostenido que no se trata de anulabilidad de Laudo, sino de insistencia o nulidad absoluta del mismo por no conformarse al compromiso de 1897; pero esta es una cuestión de apreciación necesariamente aleatoria, en vista de la jurisprudencia de la Corte Internacional de Justicia.
Venezuela es miembro de los Estados Americanos y Guayana no, y aun puede llegar a no ser aceptada conforme al acta de Washington de 18 de diciembre de 1964. La Carta habla de controversia entre Estados Americanos y no de Estados Miembros. ¿ Quiere decir que debe llevarse primero el asunto a los Estados Americanos antes que a las Naciones Unidas? ¿Se puede obligar sin su consentimiento previo a un estado constituido?
Conclusiones
De la anterior exposición, que ha habido necesidad de resumir considerablemente para no hacerla aún más extensa, surgen algunas conclusiones que precisa destacar:
a) No debe escatimarse el merito de la ardua labor cumplida sucesivamente por los cancilleres que tuvieron a su cargo el difícil problema y sus colaboradores, aunque no se pueda estar siempre de acuerdo con ellos. La violencia política, el nacionalismo, exaltado no son propios de estas negociaciones en que en cada esquina se encuentra una amenaza o un tropiezo y hasta una puñalada por la espalda. La labor de esos hombres no es de envidiarse; y no hay que hacerla más amarga con las pasiones desencadenadas y acusaciones no siempre exactas.
Es lamentable que la Cancillería haya mantenido bajo cerrojo hermético la parte más importante de su labor, especialmente sobre los hechos investigados; y que la opinión pública y los estudiosos no puedan disponer de la mayoría de la documentación reunida en cuanto al territorio mismo de la Patria se refiere.
b) Al Congreso Nacional corresponde examinar con detenimiento, imparcialidad y buena fe todos y cada uno de los aspectos del delicado problema y decidir si debe o no su aprobación sobre las bases planteadas.
Se han señalado muchos defectos y debilidades en el Acuerdo de Ginebra, algunos de los cuales hubiesen podido ser eliminados en las negociaciones. Es evidente que no se trata de una victoria real y efectiva y que, a la larga, ella puede diluirse como espuma entre las manos, sin dejarnos nada concreto y positivo. No es posible ignorar las dificultades para obtener algo mas practico; pero, en ese caso, podría ser preferible dejar la cuestión en pie para el futuro e interrumpir el curso de las negociaciones antes que sufrir un revés definitivo. En todo caso el tiempo avanza a favor de nosotros y no contra nosotros
c) La Nación está en la obligación de mantener en pleno su reclamación por los daños físicos, morales y económicos sufridos por la acción del Reino Unido en Guayana, y no dejarse arrebatar esos derechos por el simple paso de la cuestión a ésta; que no es la autora de esos daños, aunque sea su beneficiaria actual. No podemos dejarnos despojar por una ficción jurídica de lo que son un derecho real y actos consumados.
d) En ese estado las cosas, podría hasta considerarse preferible, con todos los inconvenientes del caso, que el Congreso aplazase el asunto y excitase al Ejecutivo Nacional a que procure negociar directamente con Guayana una vez independizada, reservando mientras tanto sus derechos contra el Reino Unido, de modo de llegar a una decisión en beneficio de ambos países que respete los derechos de Venezuela y elimine los puntos dudosos del Acuerdo de Ginebra.
Embajador de Carrera de la Republica DE Venezuela en Retiro
Artículo Publicado el diario El Nacional el 21 de marzo de 1966 , Cuerpo C Pág. C/1
EL PROBLEMA GUAYANÉS
El problema guayanés y la reintegración a Venezuela de la parte usurpada por la Corona Británica conforme al peudo-Laudo Arbitral de 1899, son una cuestión vital para la Patria que afecta lo más hondo de nuestro sentimientos e intereses; y de allí la viva repercusión que ha tenido en la opinión publica el Acuerdo recientemente firmado en Ginebra por el Reino Unido, Venezuela y la Guyana Británica el 17 de febrero último. No se trata ciertamente de cuestiones sentimentales, de nacionalismo exaltado, ni mucho menos de sueños románticos o el fervor que merece la obra gigantesca de los libertadores, sino de algo más profundo y de mayor importancia en la evolución de los pueblos.
Guyana es hoy, por la gracia de Dios, el centro de un emporio que formara la base, el núcleo vital de la América indoibera, en la enorme cuenca del Orinoco, el Esequibo, el Amazonas, y el Plata, que se está construyendo y desarrollando ante nuestros ojos y que será en poco tiempo una de las columnas básicas para la evolución de la humanidad. Venezuela está aportando y continuará aportando una contribución vital a ese desarrollo, extrayendo de la naturaleza en bruto un complejo admirable de recursos minerales prácticamente incalculable, de fuerzas inmensas de energía hidráulica capaces de poner a rodar todo un continente de vías de comunicación modernas donde sólo existían trochas de indios y fuentes de prodigiosa riqueza que unidas a los de los países vecinos, serán una bendición para el hombre. El prodigioso esfuerzo de nuestro gran hermano y vecino el Brasil, de los otros países que borden el Amazonas y que van a enlazarse por medio de la carretera de la selva, se acumularan a nuestro esfuerzo para edificar, quizás en menos de medio siglo, la gran América que no es ya un sueño sino una obra en plena marcha.
LA GUYANA BRITANICA
Lo que hoy conocemos como la Guayana Británica, producto en gran parte de la rapiña y de la fuerza bruta, tiene que unirse a nosotros es esa grande obra, previa la eliminación de sus partes espurias. Entonces, es una conjunción total de fuerza vivas y en plena lucha pacífica, se edificara la gran Guayana en que cada uno tenga su parte y posición y se realizara por nosotros mismos lo que fue el torvo sueño de Schomburgk bajo el dominio inglés.
Nosotros no podemos dejar esa labor para el mañana sin que nuestros hijos condenen nuestra incapacidad o nuestra imperdonable inercia.
Poe ello, es necesario dedicar algún tiempo y esfuerzo en esta hora que tenemos que llamar histórica, a la consideración del problema de Guyana y a la solución que se ha tratado de darle en Ginebra, sin pasiones sin violencias y sin perjuicios que turben la menta. Partimos del caso de que todo el asunto estará en manos del Congreso Nacional para que dé su dictamen imparcial e indispensable; y a su consideración y la del Gobierno Nacional presidido por un ilustre guayanés va dedicado este trabajo.
LOS NUEVOS ESTADOS AMERICANOS
No puede imaginarse a los nuevos estados Americanos, latinos o sajones, aceptando todas las obligaciones que España o Inglaterra hubieran contraído, sus alianzas o garantías, sin desconocer su propio origen y sus principios. Tampoco puede pensarse en que los nuevos Estados Africanos aparezcan acogiendo los viejos tratados y compromisos de sus metrópolis. Cada nuevo Estado independiente crea, realmente, su propia red de Tratados y compromisos, conforme a sus peculiaridades e intereses.
Las cancillerías de Londres, y Caracas sortear el escollo incluyendo a Guyana Británica como firmante del acuerdo de modo que el (art. 8º del mismo) ella entraría a ser parte al obtener su independencia. Se trataría de un Tratado sujeto a término suspensivo para su entrada en vigor, modalidad realmente extraña en derecho internacional. Pero ¿quién nos garantiza que Guayana no cambiara de opinión y denunciará el Acuerdo o. simplemente, no lo aceptará cuando adquiera la independencia?
Victoria de quien
Otro de los ejes del debate en la prensa es la cuestión de saber si el Acuerdo es una victoria y para quien. Ciertos círculos atribuyen al Pacto de Ginebra el carácter de una victoria rotunda para Venezuela y otros, no menos respetables, opinan que es una victoria pero para Inglaterra. Se ha puesto mucho virus en una u otra tesis y parece que se ha perdido, por pasión o conveniencia, el equilibrio necesario para apreciar un acto tan importante.
No se pude poner en duda la capacidad, patriotismo y buena fe de los negociadores venezolanos o de quienes los acompañaron, ni de los observadores de los partidos, que no tenían poder para negociar. La cuestión está en apreciar los resultados obtenidos para juzgar éstos.
EL Dr. FALCON BRICEÑO.
Él para entonces Canciller venezolano Marcos Falcón Briceño, había expuesto el asunto en la sesión plenaria de la Asamblea General de las Naciones Unidas en su discurso de 1º de octubre de 1962. El 12 de noviembre del mismo año, el Canciller Falcón Briceño hizo ante la Comisión Política Especial de la Asamblea, su planteamiento formal y definitivo. Es ésta, sin duda, la mas clara y documentada exposición hecha hasta entonces en la materia y ha servido de base a toda la controversia posterior.
Demostrando profunda amistad y respeto hacia Gran Bretaña, él para entonces Canciller desenmascaro ante el mundo la burda maniobra de Inglaterra en la era victoriana; y aunque no pidió un pronunciamiento de la Comisión sobre la cuestión de fondo, advirtió rotundamente “…que Venezuela no puede reconocer el Laudo Arbitral de 1899 como arreglo final y definitivo de la controversia con el Reino Unido en relación con el territorio de Guayana, del cual fue despojada…”
LA TACTICA INGLESA
Se sabe sin embargo, que los ingleses se aferraban en ginebra a su bien conocida tesis de la cosa juzgada, o sea que el Laudo es intocable, y fue necesaria una dura lucha para apartar ese obstáculo. Es en ese sentido que el Canciller Iribarren Borges cree y sostiene que ha obtenido una victoria.
Esa afirmación es, sin embargo, muy relativa.
EL ALMA DEL ACUERDO DE GINEBRA
El Acuerdo de Ginebra contiene dos artículos que son el alma, el eje de todo el pacto, cuales son los señalados con los números I y II, que dicen:
“…I. se establece una Comisión Mixta con el encargo de buscar soluciones satisfactorias para el arreglo pacífico de la controversia entre Venezuela y el Reino Unido surgida como consecuencia de la contención venezolana de que el Laudo Arbitral de 1899 sobre la frontera entre Venezuela y Guayana Británica es nulo e irrito…”
“…II. Dentro de dos meses, contados desde la entrada en vigor de este Acuerdo, dos representantes para formen la Comisión Mixta serán nombrados por el Gobierno de Venezuela y dos por el de la Guayana Británica (sic)…”
Se trata de una típica Comisión de Conciliación, por cuanto su objeto es “…buscar soluciones satisfactorias para el arreglo pacífico de la controversia…”.
¿Por qué se escogió ese procedimiento de cuatro comisionados? Solamente puede explicarse por el deseo británico de aplazar el asunto, de congelarlo por cuatro años más. Se dice que Gran Bretaña pretendía un lapso mucho mayor. Lo que resulta extraño es que Venezuela haya aceptado tal procedimiento.
Venezuela ha buscado con todo fervor…
Venezuela ha buscado con todo fervor, con el más vivo anhelo, u arreglo amistoso y honesto del asunto de Guayana, encontrando el camino siempre cerrado por la intransigencia británica para el acuerdo directo. Prueba irrebatible de ello son las discusiones de 1962 en las Naciones Unidas, los debates de los expertos en Londres y las conversaciones de los Cancilleres. Ha sido un no rotundo, seco, rígido.
¿Piensa de otro modo Guayana en la víspera de su independencia? La ola de informaciones y amenazas que de allá nos vienen, como si fuésemos nosotros los usurpadores y no las víctimas, lo niega claramente.
Resumen
En síntesis al considerar la situación conforme al Acuerdo de Ginebra los Gobiernos deben, ante todo, escoger uno de los medios pacíficos del artículo 33, valiéndose de la vía diplomática. Ya la negociación está agotada y se ha mostrado ineficaz; la investigación está también agotada por los expertos; nadie ha ofrecido mediación (o buenos oficios); la conciliación seria la misión de que la misma Comisión estaría encargada, y se parte del supuesto de ue habría fracasado. Solo quedarían el arbitraje y el arreglo judicial, el recurso a organismo o acuerdos regionales u otro medio pacifico que no se vislumbra.
Si los Gobiernos no se ponen de acuerdo a ese respecto en el lapso de tres meses, se referirán a un órgano internacional apropiado que ambos acuerden o, en su defecto, al secretario General de la O.N.U. para que escoja los medios que queden, hasta agotarlos.
Personalmente, hemos sostenido que no se trata de anulabilidad de Laudo, sino de insistencia o nulidad absoluta del mismo por no conformarse al compromiso de 1897; pero esta es una cuestión de apreciación necesariamente aleatoria, en vista de la jurisprudencia de la Corte Internacional de Justicia.
Venezuela es miembro de los Estados Americanos y Guayana no, y aun puede llegar a no ser aceptada conforme al acta de Washington de 18 de diciembre de 1964. La Carta habla de controversia entre Estados Americanos y no de Estados Miembros. ¿ Quiere decir que debe llevarse primero el asunto a los Estados Americanos antes que a las Naciones Unidas? ¿Se puede obligar sin su consentimiento previo a un estado constituido?
Conclusiones
De la anterior exposición, que ha habido necesidad de resumir considerablemente para no hacerla aún más extensa, surgen algunas conclusiones que precisa destacar:
a) No debe escatimarse el merito de la ardua labor cumplida sucesivamente por los cancilleres que tuvieron a su cargo el difícil problema y sus colaboradores, aunque no se pueda estar siempre de acuerdo con ellos. La violencia política, el nacionalismo, exaltado no son propios de estas negociaciones en que en cada esquina se encuentra una amenaza o un tropiezo y hasta una puñalada por la espalda. La labor de esos hombres no es de envidiarse; y no hay que hacerla más amarga con las pasiones desencadenadas y acusaciones no siempre exactas.
Es lamentable que la Cancillería haya mantenido bajo cerrojo hermético la parte más importante de su labor, especialmente sobre los hechos investigados; y que la opinión pública y los estudiosos no puedan disponer de la mayoría de la documentación reunida en cuanto al territorio mismo de la Patria se refiere.
b) Al Congreso Nacional corresponde examinar con detenimiento, imparcialidad y buena fe todos y cada uno de los aspectos del delicado problema y decidir si debe o no su aprobación sobre las bases planteadas.
Se han señalado muchos defectos y debilidades en el Acuerdo de Ginebra, algunos de los cuales hubiesen podido ser eliminados en las negociaciones. Es evidente que no se trata de una victoria real y efectiva y que, a la larga, ella puede diluirse como espuma entre las manos, sin dejarnos nada concreto y positivo. No es posible ignorar las dificultades para obtener algo mas practico; pero, en ese caso, podría ser preferible dejar la cuestión en pie para el futuro e interrumpir el curso de las negociaciones antes que sufrir un revés definitivo. En todo caso el tiempo avanza a favor de nosotros y no contra nosotros
c) La Nación está en la obligación de mantener en pleno su reclamación por los daños físicos, morales y económicos sufridos por la acción del Reino Unido en Guayana, y no dejarse arrebatar esos derechos por el simple paso de la cuestión a ésta; que no es la autora de esos daños, aunque sea su beneficiaria actual. No podemos dejarnos despojar por una ficción jurídica de lo que son un derecho real y actos consumados.
d) En ese estado las cosas, podría hasta considerarse preferible, con todos los inconvenientes del caso, que el Congreso aplazase el asunto y excitase al Ejecutivo Nacional a que procure negociar directamente con Guayana una vez independizada, reservando mientras tanto sus derechos contra el Reino Unido, de modo de llegar a una decisión en beneficio de ambos países que respete los derechos de Venezuela y elimine los puntos dudosos del Acuerdo de Ginebra.
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