Sadio Garavini di Turno´
Publicado por Analitica .com
Lunes, 26 de mayo de 2008
Son tantos los acontecimientos insólitos, que suceden todos los días en la Venezuela del Siglo XXI, que hemos perdido buena parte de nuestra capacidad de asombro y de respuesta. En medio del escándalo de la poco seria descalificación de INTERPOL, los insultos a la Canciller Merkel, una demócrata cristiana en un gobierno de coalición con socialdemócratas, acusada absurdamente de nazi y la “alharaca-cortina de humo” sobre dos incidentes fronterizos, con Colombia y con EEUU, muy comunes por cierto en la historia de las fronteras y el espacio aéreo, pasó casi totalmente inadvertida la increíble declaración del Presidente Chávez en la cual afirma que, si Colombia permitiese la instalación de una base norteamericana en la Guajira, entonces Venezuela reclamaría de nuevo la soberanía sobre la totalidad de esa península. La ignorancia y la irresponsabilidad que tal declaración manifiesta son impresionantes, antes que nada la soberanía, como la virginidad, se tiene o no se tiene, o crees que, en derecho, la Guajira es nuestra y la reclamas o te callas.
El supuesto derecho sobre la Guajira no puede depender de si hay o no una base norteamericana. Pero lo absurdo del caso es que los límites terrestres, a diferencia de los marinos y submarinos con Colombia, están definidos, delimitados y, en buena parte demarcados, a la luz del Tratado de Límites de 1941. En otras palabras, el caso de los límites terrestres con Colombia es un caso jurídicamente cerrado. El Presidente Chávez dio esta declaración frente a una audiencia militar y concluyó afirmando, entre aplausos, que ni un milímetro más de nuestro territorio sería entregado.
En cambio, en cuanto a nuestra reclamación de la Guayana Esequiba, que está jurídicamente abierta, por vía del Acuerdo de Ginebra de 1966, el Presidente Chávez está en camino de entregar 156.890 Km2, más nuestra salida libre al Atlántico, con todas las cuantiosas reservas de petróleo y gas que yacen debajo del suelo submarino. Quiero aclarar que, obviamente, el Acuerdo de Ginebra, al afirmar que hay que “buscar soluciones satisfactorias para el arreglo práctico de la controversia” implica claramente que Venezuela acepta que la solución pasa por algún tipo de compensación, por la injusticia histórica sufrida, pero que obviamente será mucho menor de la totalidad del territorio reclamado.
Ya en marzo del 2004, Chávez declaró que Venezuela no se oponía a que Guyana otorgara unilateralmente concesiones y contratos a compañías multinacionales en el Esequibo, con lo cual acabó con 40 años de diplomacia venezolana y entregó unilateralmente y, a cambio de nada, una de nuestras pocas armas de negociación. Para colmo, en febrero del 2007, Chávez llegó al extremo de deslegitimar la reclamación venezolana en sí, al afirmar que fue producto de la presión de los Estados Unidos, supuestamente interesados en desestabilizar el gobierno autónomo (pero todavía no independiente) del Primer Ministro de la entonces Guayana Británica, Cheddi Jagan, quien era un marxista –leninista confeso.
El Presidente Chávez repitió una declaración similar del embajador guyanés en Caracas, Odeen Ishmael, a un periódico de su país. El mismo embajador, en una entrevista, sustentándose, en esa declaración presidencial y en la supuesta hermandad entre los dos gobiernos “socialistas y antiimperialistas”, afirma que el Presidente Chávez debería “dar un paso al frente para retirar el reclamo venezolano.” El anterior Canciller Insanally y muy recientemente el Primer Ministro Hinds han reiterado el llamado del embajador Ishmael. En realidad, la reactivación de la reclamación venezolana, en febrero de 1962, fue un proceso absolutamente autónomo dentro del gobierno venezolano, provocado por la inminencia de la independencia de Guyana. Lo grave es que el propio Jefe del Estado venezolano está asumiendo la posición del actual gobierno guyanés.
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