Tomado de:
Redacción BBC Mundo
17 diciembre 2014
La zona ártica es objeto de intenso interés de varias
naciones.
La semana comenzó con dos importantes noticias sobre el mar
Ártico: el deshielo en Groenlandia es mucho más del que se pensaba y Dinamarca
reclamó ante Naciones Unidas la soberanía del Polo Norte.
Coincidencia o no, lo cierto es que el calentamiento global
hace cada vez más accesible la riqueza energética del Ártico y, por tanto,
recrudece la batalla por los derechos a explotarla.
Dinamarca es sólo el último país en dar un paso al frente.
También Canadá, Estados Unidos, Noruega y Rusia pretenden derechos sobre una
zona marítima que según el Instituto Geológico de EE.UU. alberga el 13% del
petróleo y el 30% del gas natural que queda en el planeta.
Y por si fuera poco, con el deshielo, también está en juego
el control de rutas de navegación interoceánicas mucho más cortas entre el
Atlántico y el Pacífico.
En una conferencia celebrada en Groenlandia en 2008, los
cinco países se comprometieron a someter sus reclamaciones al arbitraje de
Naciones Unidas.
En concreto, la Comisión Internacional para los Límites de la
Placa Continental de Naciones Unidas, que resolverá de acuerdo con los dictados
de la Convención de Derecho Marino.
De ser necesario, tendría que haber luego las respectivas
negociaciones bilaterales.
Aunque la convención sólo otorga derecho hasta la línea de
320 kilómetros de la costa, si la plataforma continental se extiende más allá,
entonces el país puede presentar su reclamo para que la comisión de la ONU
recomiende un límite ulterior.
Y eso es lo que ya han hecho Canadá, Rusia y ahora Dinamarca
para el caso del Polo Norte.
La clave está en la sierra de Lomonósov, un sistema montañoso
submarino que los diferentes países buscan demostrar es una extensión de su
plataforma continental.
Dinamarca
El gobierno danés interpuso este lunes su reclamo ante la
Comisión de Límites de la Plataforma Continental de Naciones Unidas. Pide para
sí un área de casi 900.000 kilómetros cuadrados.
Según Copenhague, la sierra de Lomonósov es la extensión
natural de la plataforma de Groenlandia.
Los proyectos mineros son una de las razones por las que
muchos se interesan en la zona ártica.
El ministro de Relaciones Exteriores de Dinamarca, Martin
Lidegaard, se mostró seguro de que su país podrá evitar disputas en la zona,
especialmente con Rusia.
"No es un secreto que tenemos grandes desacuerdos con
Rusia sobre Ucrania y Crimea estos días, pero tengo que decir que hasta ahora
hemos tenido un buen proceso cuando se trata del Ártico", dijo Lidegaard.
Agregó el ministro que espera que la disputa se resuelva con
argumentos científicos y de forma pacífica, como hasta ahora.
Pero ya Noruega había reclamado para sí parte del territorio
que ahora Dinamarca dice que le pertenece. Y existe el potencial de que se
superponga con los reclamos de los otros países.
Jon Rahbek-Clemmensen, de la Universidad de Syddansk
(Dinamarca), dijo que el gobierno de su país para probar su apoyo a los
habitantes de Groenlandia.
"Hay un fuerte impulso por la independencia en Groenlandia
y Dinamarca quiere demostrar que puede tomar en cuenta sus intereses", le
dijo a la BBC.
Canadá
El gobierno del primer ministro de Canadá, Sephen Harper, ha
convertido en una prioridad de su gobierno asegurar intereses sobre las aguas
que lo rodean.
Ante la comisión de Naciones Unidas, introdujo su reclamación
parcial el pasado mes de diciembre.
Y en agosto lanzó una misión para mapear el lecho marino y
terminar de avalar que le pertenecen 1,2 millones de kilómetros cuadrados en el
norte de la Tierra.
Según los canadienses, la sierra de Lomónov está conectada
con su plataforma continental y por consiguiente le pertenece.
Aunque el gobierno insiste en que busca beneficios tanto
económicos como científicos, lo mismo que en esta ocasión con el reclamo de
Dinamarca, en su momento, un experto leyó en clave interna la demanda
canadiense.
Michael Byers, de la Universidad de British Columbia, le dijo
a la agencia AP que duda mucho que alguien llegue a explotar petróleo en una
zona tan remota con una profundidad de casi 4.000 metros.
"Estamos hablando del centro de un enorme e inhóspito
océano que está en total oscuridad tres meses al año y a miles de kilómetros
del puerto", dijo, para concluir que "no se trata de motivaciones
económicas sino de política interna".
Rusia
Poco después de que Canadá introdujera su reclamo, en
diciembre de 2013, el presidente ruso, Vladimir Putin, volvió a insistir en la
necesidad de su país de incrementar la presencia militar en la zona.
Rusia y Estados Unidos también compiten en la región ártica.
El Ártico ha sido históricamente una zona considerada de
interés estratégico vital. De hecho, durante la era soviética los buques
extranjeros no eran autorizados a navegar la zona.
El país tiene planes para poner en marcha enormes explotaciones
de petróleo y gas en su costa norte, en pleno Ártico.
Y es que la dependencia rusa de las exportaciones petroleras
como única fuente de divisas es un fuerte impulso a buscar fórmulas para
explotar los hidrocarburos en la zona.
De momento, los rusos son los únicos que ya han puesto su
bandera en el lecho del polo. Lo hicieron en 2007, con un submarino. Los demás
no tardaron en levantar la voz.
Otros vecinos del ártico
Sin llegar, de momento, a haber reclamado derechos sobre
exactamente el Polo Norte, más que nada por lo lejos que tienen la cordillera
de Lomodónov, los otros dos países del Ártico también tienen importantes
intereses económicos y políticos en la zona, así como reclamos que van más allá
de los 320 kilómetros.
Noruega
El declive de las reservas petroleras de Noruega obliga a los
noruegos a seguir buscando hidrocarburos, y la salida natural es hacia el
norte. De ahí, el interés que muestran en la zona.
En 2010, Noruega y Rusia sellaron un acuerdo sobre sus
fronteras en el mar de Barents, poniendo así fin a una disputa de décadas.
Rusia y Noruega se dividieron en partes iguales el área en
disputa, cerca de 175.000 kilómetros cuadrados.
Estados Unidos
Desde que le compró Alaska a Rusia en 1867, Estados Unidos se
considera una nación ártica.
Y aunque participó de la conferencia en Groenlandia en la que
se decidió resolver las disputas de soberanía de acuerdo al Derecho del Mar y
el próximo año asumirá la presidencia rotatoria del Consejo Ártico, Washington
ni ha firmado ni ratificado la Convención de Derecho del Mar.
Según el departamento de Estado, la política ártica de EE.UU.
"se centra en la protección del medio ambiente y el desarrollo sostenible,
con particular énfasis en el rol de los pueblos indígenas".
Y China
Aunque no es uno de los países fronterizos con el mar que
rodea el Polo Norte, ni tiene pretensiones de soberanía, China ha mostrado un
interés geopolítico en la región.
Al unirse como observador permanente en el Consejo Ártico, de
alguna forma, está reconociendo las reglas del juego establecidas por los cinco
países limítrofes.
China también es observador en el Consejo Ártico.
Pero hay analistas que opinan que la gran apuesta de futuro
de la política exterior del gigante asiático no está en el mar de China
Meridional sino en el Polo Norte.
El año pasado inauguró en Shanghái el Centro de investigación
China – Ártico. Además, en julio su rompehielos Xue Long ("Dragón de la
Nieve") salió en su sexta expedición ártica.
El interés económico de los chinos tiene una razón obvia en
que la ruta entre el norte de Europa y Shanghái, por ejemplo, es casi un cuarto
más corta por el norte que por el canal de Suez.
El deshielo no sólo abre el camino sino facilita la minería
en zonas como Groenlandia, donde los chinos son uno de los principales inversores.
La región es rica sobre todo en tierras raras, minerales
esenciales en la tecnología, con nuevas rutas para el transporte marítimo.
Y China también está interesada en el petróleo ártico. Ya en
2013 obtuvo licencias de explotación de Rusia.
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