Tomado de:
25/08/2014 - 04:00
EN ENTREVISTA concedida a este diario, el ministro de
Defensa, refiriéndose a la versión de un ex oficial británico sobre la ayuda
que Chile prestó a su país en la confrontación con Argentina en 1982, señaló
que “creo que la inmensa mayoría de los chilenos no estamos orgullosos, para
nada, de la actitud de la dictadura durante la Guerra de las Malvinas”.
Tal declaración es desafortunada, en la medida en que
no era necesaria y desconoce los hechos históricos. En efecto, no es materia de
sentirse orgulloso de la actuación de las autoridades del momento o del régimen
de gobierno que existía entonces, sino que de comprender, como el propio
ministro insinuó, las circunstancias históricas que se vivían y la necesidad de
adoptar ciertas decisiones. El gobierno argentino de la época había desconocido
el arbitraje internacional sobre la zona del Beagle, lo que provocó graves
tensiones entre ambas naciones, que seguían latentes, y además el presidente en
ejercicio del país transandino proclamó en la Plaza de Mayo que la invasión a
las Malvinas era el comienzo de una actitud en la zona de influencia de éstas,
lo que unánimemente se interpretó como una alusión a las posesiones insulares
chilenas.
Chile ha entregado siempre su respaldo a Argentina en
la reivindicación por Malvinas. Sin embargo, las circunstancias obligaron a
actuar para proteger la integridad nacional y la tranquilidad de la población.
Lo cierto es que las relaciones con dicha nación hoy son excelentes, de modo
que ni siquiera era requerido un gesto como la manifestación que hizo el
ministro, y muy probablemente están en ese nivel porque las razones de Chile
para actuar ante hechos que no provocó son cabalmente comprendidas por el
gobierno y la ciudadanía del país vecino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario