http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/01/130115_cultura_eldorado_yv.shtml
Tomado de:
Jago Cooper
Curador del área de Américas, Museo Británico
Hace 2 h 15 min
La búsqueda de una
ciudad de oro siempre fue en balde.
El sueño de El Dorado, la ciudad perdida hecha de oro, llevó
a muchos conquistadores a emprender una búsqueda inútil, y muchas veces
mortífera, a través de las selvas y montañas de Surámerica. Pero siempre fue en
balde. Según confirman descubrimientos arqueológicos recientes, "El
Dorado" no era realmente un lugar, sino una persona.
La llegada de Colón a América en 1492 marcó el inicio de un
choque de culturas como pocos registra la historia. Fue una brutal
confrontación de visiones completamente opuestas sobre lo humano y lo divino.
El mito europeo sobre una ciudad perdida de oro que estaba
ahí para ser descubierta por un conquistador aventurero encapsula la sed
insaciable de los europeos por el metal dorado y el deseo inquebrantable de
exprimirle todo el jugo a las nuevas tierras.
El mito suramericano de El Dorado, por otra parte, revela la
verdadera naturaleza del territorio y las personas que vivían ahí. Para éstas,
El Dorado nunca fue un lugar, sino un gobernante tan rico, que supuestamente se
bañaba en oro de pie a cabeza cada mañana y se lavaba todas las noches en un
lago sagrado.
La verdadera historia detrás del mito ha sido reconstruida
como un recompecabezas en años recientes utilizando una combinación de textos
históricos antiguos e investigación arqueológica.
Ceremonia dorada
En el corazón de la misma se encuentra una ceremonia real
llevada a cabo por los pueblos Muisca, que hacen vida en el centro de Colombia
desde el año 800 d.C. hasta nuestros días.
Diferentes cronistas españoles que llegaron al continente a
principios del siglo XVI la describieron como la ceremonia de "El
Dorado". Uno de los mejores relatos lo produjo Juan Rodríguez Freyle.
En busca de la ciudad perdida
Año 800 d.C.: La cultura Muisca comienza a florecer en lo que
hoy es el centro de Colombia. Es una de las culturas con una tradición
excepcional en el trabajo del oro en Suramérica.
1532. Francisco Pizarro llega a Perú para el comienzo de tres
intentos por conquistar al imperio Inca y colonizar Suramérica. En el camino se
hace con grandes cantidades de oro.
1537. Gonzalo Jiménez de Quesada explora el territorio Muisca
por primera vez.
1541. Francisco de Orellana es el primer europeo en navegar
el río Amazonas de punta a punta, supuestamente inspirado por la búsqueda de El
Dorado.
1594. Sir Walter Raleigh hace la primera de dos expediciones
en búsqueda de El Dorado. En la segunda lo acompaña su hijo Watt, quien murió
en el trayecto.
1772. El científico Alexander von Humboldt y el botánico Aimé
Bonpland viajan a Suramérica para acabar con el mito de El Dorado de una vez y
para siempre. Regresan a Europa para difundir su versión de que El Dorado nunca
había existido más que en los sueños de los conquistadores.
En el libro de Freyle, "La conquista y descubrimiento
del reino de la Nueva Granada", publicado en 1636, el cronista cuenta cómo
cuando el jefe de los Muisca moría, se daba inicio a un proceso de sucesión
para escoger al "líder dorado" o "El Dorado".
El nuevo jefe de la comunidad, generalmente un sobrino del
anterior líder, pasaba por un largo proceso de iniciación que culminaba con
acto final, en el que remaba en una canoa por un largo sagrado, tal como la
laguna de Guatavita.
El jefe se presentaba desnudo, sólo cubierto por polvo de
oro. Rodeado de cuatro sacerdotes de alto rango adornados con plumas, coronas
de oro y demás ornamentos, hacía una ofrenda de objetos dorados, esmeraldas y
otros materiales preciosos a los dioses, que arrojaba al lago.
La orilla del lago circular se llenaba de espectadores
ricamente aderezados que tocaban instrumentos musicales y encendían fuegos que
casi bloqueaban la luz solar que bañaba el lago. La canoa misma llevaba cuatro
fogatas que lanzaban columnas de incienso a los cielos.
Una vez en el centro del lago, uno de los sacerdotes izaba
una bandera señalando a la muchedumbre que hiciera silencio. Este momento
marcaba el punto en que la multitud juraba fidelidad a su nuevo líder, gritando
su aprobación desde la orilla.
Equilibrio cósmico
Muchos aspectos de esta interpretación de los eventos han
sido validados por una minuciosa investigación arqueológica, la cual también
revela la habilidad excepcional y la escala de producción de oro en Colombia al
momento de la llegada de los europeos, en 1537.
Dentro de la sociedad Muisca, el oro, o más específicamente
una aleación de oro, plata y cobre llamada tumbaga, era muy apreciada, no sólo
por su valor material sino por su poder espiritual, por su conexión con las
deidades y su habilidad para mantener el balance y la armonía dentro de la
sociedad.
La Balsa Muisca es una
de las principales piezas representativas de la avanzada técnica empleada por
esa cultura prehispánica.
"Para los Muisca de hoy, como para nuestros ancestros,
el oro no es más que una ofrenda. El oro no representa riqueza para
nosotros", afirma Enrique González, descendiente de Muiscas.
Una investigación reciente llevada a cabo por María Alicia
Uribe Villegas del Museo del Oro en Bogotá y Marcos Martinon-Torres del
Instituto de Arqueología del University College de Londres muestra que estos
objetos de "oro" eran hechos específicamente para usarlos en forma
inmediata como ofrendas a los dioses, a quienes se pedía balancearan el cosmos
y aseguraran una relación equilibrada con el ambiente.
Según el arquólogo Roberto Lleras Pérez, experto en
orfebrería Muisca y sistemas de creencias, la creación y el uso que los Muisca
le dieron al metal precioso era especial dentro de Suramérica.
"Hasta donde sé, ninguna otra sociedad dedicó más de la
mitad de su producción a las ofrendas votivas", dice.
Los objetos de oro, como la colección de tunjos (ofrendas
generalmente planas, con figuras antropomórficas) que se encuentran en
exposición digital en el Museo Británico, fueron hechas utilizando un proceso
por el cual se creaban delicados moldes de arcilla sobre modelos de cera, de
los que se sacaban las piezas de oro.
Como todos los objetos tienen la misma "firma
química" y marcas de manufactura, está claro que estaban destinados
específicamente a las ofrendas divinas. Es posible que se hicieran apenas unas
horas o días antes de ser depositadas en el lago.
Deslumbrados
La forma en que la historia se transformó en el mito de una
legendaria ciudad de oro revela cómo el metal precioso era una fuente de
riqueza material para los conquistadores. Ellos no entendían su valor verdadero
para la sociedad Muisca. Las mentes del Viejo Continente simplemente no podían
procesar la idea de cuánto oro podía haber sido arrojado al fondo de un lago y
enterrado en otros sitios sagrados de Colombia.
Los "tunjos"
también eran dejados como ofrendas en cuevas.
En 1537 el conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada y su
ejército de 800 hombres se apartaron de su misión de encontrar una ruta a Perú
y terminaron en la tierra de los Muisca por primera vez.
Quesada y sus hombres se adentraron cada vez más profundo en
territorios extraños e inhóspitos donde muchos perdieron la vida. Pero lo que
encontraron los deslumbró. El trabajo en oro de los Muisca no se parecía a nada
que hubieran visto antes.
Trágicamente, la cacería desesperada de oro sigue viva. Los
arqueólogos que trabajan en institutos de investigación como el Museo del Oro
están luchando contra una ola creciente de saqueadores.
La cantidad descubierta es impresionante. En los años 70, el
número de nuevos lugares hallados fue tal que el precio mundial del oro se
desplomó.
Como consecuencia, la gran mayoría de los objetos preciosos
precolombinos de oro han sido derretidos y su valor real como pistas para
entender el trabajo de una cultura antigua se han perdido para siempre.
Afortunadamente, las colecciones que sobrevive en sitios como
el Museo del Oro y el Museo Británico pueden abrir una ventana para entender
las diferentes perspectivas sobre el valor material y la percepción humana, y
aún más importante, entender la verdadera historia detrás del mito de El Dorado
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