sábado, 22 de septiembre de 2012

Entre Garimpeiros y Yanomamis


http://www.analitica.com/va/sociedad/articulos/1477681.asp

Tomado de:

Enrique Prieto Silva

Jueves, 20 de septiembre de 2012

La etnia de los yanomamo, pluralizada como yanomami por los misioneros salesianos italianos se ubica al sur de Venezuela y al norte de los estados Roraima y Amazonas en Brasil, estimándose en unos 22000

Foto: Google
En nuestra catedra de Derecho Ecologico hemos incluido el tema de la minería ilegal, toda vez que, teniendo que tratar el Derecho Minero en Venezuela, se hace concomitante el daño ecológico que produce esta actividad, constituyendo desde hace mucho timpo un problema difícil de eliminar, toda vez que se ha transformado en acto de supervivencia en las zonas donde se ejerce la actividad, la cual abarca el hábitat de varias etnias en la zona suroccidental del país, con énfasis en la zona al sur del Orinoco. Area ubicada en la Amazonia venezolana, confundible con la brasileña, pero ilimitada para la etnia yanomami.

La etnia de los yanomamo, pluralizada como yanomami por los misioneros salesianos italianos se ubica al sur de Venezuela y al norte de los estados Roraima y Amazonas en Brasil, estimándose en unos 22000. Su lengua es yanomami y su religión el Chamanismo. Se divide en tres grupos: sanumá, yanomam y yanam, que viven desperdigados por la selva en aldeas separadas por muchos kilómetros de tierra deshabitada. Alrededor del 70 por ciento de esta población ocupa el sur de Venezuela, mientras el resto se distribuye en las adyacencias de Brasil, y se concentran en “shabonos”, que son conjuntos de aldeas pequeñas de 40 o 50 personas y grandes hasta 300, ubicadas en la cuenca del río Mavaca, en los afluentes del Orinoco, en la Sierra Parima. Como peculiaridad, las familias comparten en comunidad los productos obtenidos de la caza, la pesca o la cosecha.

Referimos a los yanomamis, por cuanto ellos se han contituido en factor discordante en materia de la minería ilegal, ya que actúan al margen de las legislaciones de ambos países, y para entenderlo, lo relacionamos con la evolución del derecho francés, tratado por las Leyes de Indias aplicadas en la Nueva España y al Virreinato del Perú; principales centros mineros de España en América. Para entonces, la Provincia de Venezuela se caracterizó por su ínfima importancia minera para la Corona de España, por lo que prácticamente, no representó para ella, un centro minero de importancia, no obstante, el esfuerzo de los conquistadores españoles y alemanes, quienes se adentraron en todo el territorio en búsqueda de minerales preciosos. Actividad poco recompensada que originó la consideración de Venezuela, como una de las provincias más pobres de España en América. Pero al transcurrir del tiempo, al aparecer el mito de “El Dorado” y la misteriosa ciudad de “Manoa”, posiblemente inventados por los indígenas para alejar a los conquistadores, vuelca una cantidad apreciable de aventureros a la región de la Guayana venezolana. Hasta que, con el descubrimiento de yacimientos auríferos en el rio Yuruari y sus afluentes cercanos al caserío de Tupuquén, por el brasileño P. J. Ayres en 1.842, es reconocida la relevancia la importancia minera en esta zona y en general de Venezuela, con lo que atrajo, en el transcurso de los años, grandes migraciones de venezolanos, colombianos, peruanos, antillanos y europeos hacia esa región, cuyas aldeas adquirieron la fisionomía de pueblos.

EL DAÑO ECOLÓGICO EN LA EXPLOTACIÓN MINERA
Tanto a nivel nacional como internacional, la actividad minera coforma una de las actividades mas degradantes del medio ambiente, posible de afectar irreversiblemente nuestro entorno y pone en peligro la existencia de los recursos naturales, que obliga a tomar medidas preventivas para evitarlo. Entendemos que la explotación minera es necesaria, y que, ante el deterioro ecológico sufrido por la naturaleza en el pasado, muchas veces irreversible, el hombre ha conseguido fórmulas de explotación y recuperación de suelos y flora, que permiten mantener el equilibrio ecológico, por lo que en un intento ecologista y conservacionista, solo nos esforzamos en crear conciencia, para evitar que sigan utilizando técnicas destructivas, sin la reacción recuperadora de los suelos que necesariamente tienen que ser intervenidos para la extracción del mineral. En este sentido, los que esbozan este argumento, parten en lo cierto de su validez y con razón atacan a los conservacionistas a ultranza, que, en lugar de concientizar, solo se valen de las restricciones y de las prohibiciones en forma punitiva. No obstante, es necesario comprender la necesidad de atacar el problema de los que se aventuran al albur minero constituido por las grandes masas que hoy se confunden entre el minero ilegal venezolano y el garimpeiro brasileño, quienes ven la explotación minera como la solución de la crisis económica para salir de la miseria.

En Venezuela, la explotación minera no ha tenido un tratamiento científico programado, a excepción de los sistemas y procedimientos utilizados por pocas empresas transnacionales que explotan reservorios de minerales en algunas regiones del país, y algunas que explotaron los principales yacimientos de hierro, oro, bauxita y otros minerales no estratégicos, algunas de las cuales fueron nacionalizadas, mediante los procedimientos de expropiación especial que siguieron especialmente las nacionalizaciones del hierro y de los hidrocarburos.

LA EXPLOTACIÓN MINERA ILEGAL
En la historia de la actividad minera en Venezuela, es a partir de 1960, cuando la explotación adquiere características y dimensiones mayores y de gravedad, al dispersarse en la zona los explotadores, utilizando maquinarias y equipos de mayor poder destructivo. Estos mineros se ubicaron en las cuencas de los ríos Caroní, Paragua y Carrao, estimándose entonces unas 15.000 personas.

Más tarde, se ubican en las cuencas de los ríos Cuchivero, Guaniamo y Quebrada Grande, cuando aparece y se populariza “la bulla”, que atrae grandes masas de personas desde diferentes partes del país. Se estima que se instalaron en la zona, unas 30.000 personas. En esta misma época, aparece la bulla de San Salvador de Paúl, que viene a completar la concentración de personas muchas de ellas, aventureros trasladados de las otras zonas de la misma región.

Ha sido característica principal de esta explotación minera, haberse permitido o tolerado, el empleo de procedimientos administrativos, técnicos y actividades que se encuentran al margen de la Ley, siendo poderosa la demagogia política, más partidista que económica y social, con lo cual, esta actividad desordenada se transformó en la legalización de procedimientos reñidos con la Ley. El Estado, con los ojos de sus funcionarios civiles, policiales y militares, “compusieron” la norma, mediante la instrucción de Procedimientos Operativos Vigentes (POV), que luego de crear costumbre, han sido difíciles de erradicar; todo por la ignorancia del minero, que con el amparo de la dirigencia sindical y parlamentaria, han creído estar en poder de derechos legales adquiridos, con la práctica tolerada. Sin dudas, la explotación minera en la región Sur del país, en un 80% ha sido ilegal desde hace muchos años.

A partir del 15 de febrero de 1977 al promulgarse el Decreto 2.039 que prohíbe el sistema extractivo del “libre aprovechamiento”, solo se considera legal la explotación mediante el sistema de concesiones que aparece en la vigente ley. Sin embargo, los concesionarios, muchos de ellos extranjeros nacionalizados, han abusado de la tolerancia o ignorancia de nuestras autoridades, para realizar explotaciones mediante el mismo derogado procedimiento del libre aprovechamiento, dando en arriendo dentro de su concesión, áreas pequeñas a los mineros ilegales, quienes pagan el arriendo mediante el aporte de un porcentaje del mineral extraído.

LOS GARIMPEIROS
A comienzos de la década de los 90’ apareció con renombre la figura, que por mucho tiempo llenó grandes centimetrajes en la prensa nacional, los llamados “garimpeiros”, cuya terminología se traduce en “buscadores de oro”. Igual que en Venezuela, el minero brasileño llevado por la grave situación económica y social del norte brasileño, cuya cantidad se estima en número de 1.000.000.

Estos mineros, llamados garimpeiros o de la garimpa, se internan en la selva fronteriza con Venezuela, con la consigna: “El pobre tiene dos salidas: ganarse la lotería o arriesgarse como minero... ”. Así han penetrado y se han apoderado de las minas del estado de Roraima , cuya riqueza minera que estimaron para la última década del s xx en el orden de los 50 mil millones de dólares. En la misma zona, se movilizan unos 9.000 indios yanomani, quienes sin nacionalidad deambulan y emigran en la zona de la Amazonia, en la cual se incluye el territorio sur de Venezuela.

Desde 1987 comenzó un flujo continuo de millares de estos mineros hacia la sierra de Surucucu, ubicada dentro del Parque Roraima, el cual fue creado el 1/3/89 al oeste de Venezuela y suroeste de la Amazonia Brasileña. Para su incursión, utilizan todas las vías disponibles: camino, ríos y trochas por la espesa selva, o mediante vía aérea, utilizando pistas de hasta 200 Mts. En los estudios sociales nacionales e internacionales, se ha determinado que esta situación ha sido causada por el abandono que ha hecho de su misión el INGRA, (Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria de Brasil).

La actividad ilegal y desorganizada de estos mineros brasileños, se inició en las Minas del Mato Grosso al sur del Para; luego continuó en Sierra Pelada, hasta fecha posterior cuando se internan en el estado Roraima, al descubrir oro en este estado; y finalmente, en las tierras de los Yanomani, en las márgenes del Río Cuoto de Magalhaes al oeste de Boa Vista.

En nuestro país, luego de ubicarse estos buscadores de oro en zonas limítrofes con la República Federativa del Brasil, al conocerse su origen de este país vecino, afloraron los nacionalistas, con mayor fuerza que los ecologistas; quienes ubicaron el problema, más como una penetración de extranjeros a través de nuestras fronteras, que como una acción depredadora del sistema venezolano. En este sentido, ubicaron el problema dentro de la esfera de “la seguridad y la defensa nacionales”, lo cual motivó el uso de las Fuerzas Armadas en funciones militares, que normalmente corresponden como función propia y legal a la Guardia Nacional, que de derecho, es parte integrante de ellas.

LA MASACRE DE LOS YANOMAMIS
Desde hace tiempo apareció el tema de las masacres de los yanomami, pocas veces investigada con la debida celeridad y profundidad, dada la inexistencia de una política de Estado orientada hacia el fortalecimiento del indigenismo, a pesar del interés expreso en la Constitución de 1999. Muchas han sido las denuncias de epidemias de viruela, gripe, oncocercosis, leshmaniasis, leptopirosis y otras enfermedades, que azotan con gran mortalidad, incidente con marcado énfasis en lo infantil antes del primer año, que llega a ser de 220 por mil contra el promedio nacional de 22 por mil. Situación que ubica el tema como una crisis cotidiana, que sufren las etnias por la indiferencia gubernamental, que podemos calificar de crueldad gubernamental, que por desidia política antimperialista desistió del apoyo médico que la Universidad de Cincinnati ofreció para revertir las enfermedades y de otros proyectos, como el concierto de Swing, el de Alas Internacional para proveerlos de medicinas, que se vió patentizado con la prohibición de investigación médica emitida por la directora de la extinta Dirección de Asuntos Indígenas. Todo un conjunto de políticas nacionales que conducen al abandono étnico.

Los enfrentamientos entre yanomamis son parte de su cultura. Se han conocido enfrentamientos a lo largo del río Siapa, las cabeceras del rio Orinoco, el río Matacuni, el río Padamo, el río Ocamo, en las cabeceras del río Caura y en Brasil en las cabeceras del complejo fluvial del río Uraricuera. De igual manera, la invasión de la selva por los garimpeiros se ha hecho parte de la cotidianidad. Para ellos, a decir de los investigadores, la vida de un yanomami no vale ni una onza de oro, y la situación se ha agravado por la introducción masiva de armas de fuego que traen consigo inescrupulosos comerciantes y los mismos garimpeiros. Invasión que se realiza por la indiferencia de las autoridades responsables de la custodia y protección de la selva, lo que lleva mas de tres 3 décadas, donde mueren abaleados los yanomami solo concocido por el llanto de los familiares que imploran a los espíritus su protección y amparo.

La masacre que hoy se proclama es narrada por indegenistas, quienes la atribuyen a encuentros en venganza de viejas rencillas. Se dice, que en julio pasado, Horonama, la organización creada para atraer donaciones en dolares para los yanomami, promovió, tal vez sin promoverlo en el reparto de bienes, a diferentes clanes yanomami, donde viejas rencillas condujeron a Mahekodoteri a preparar en un recodo del Orinoco una emboscada para matar a los representantes de Ocamo por la muerte de Alfredo Gerabe acaecida diez años atrás.

Cuando se habla de una masacre de 81 o mas yanomamis en las cabeceras del rio Ocamo, se piensa en un acto donde podrían estar involucradas autoridades de Venezuela y/o Brasil, ya que de acuerdo a los conocedores de la zona, sólo existen dos puntos de partida para llegar a las cabeceras de este río; una es la base militar de Surucucú en Brasil a 100 km en línea recta y la otra la base militar de la Esmeralda igualmente a 100 km en territorio venezolano; circunstancia que hace dudar del hecho. No obstante, se ha asomado la posibilidad de una acción amedrentadora o casuística, por cuanto se ha anunciado la construcción de una gran represa en Brasil, que pudiera dar origen a hechos de barbarie como el indicado poco creibles, para entorpecer dicha construcción . En todo caso, a decir de los indigenistas o apasionados, todos estos elementos permiten dudar de la masacre de Iroheteri pero nunca de la cotidiana que los extingue.
eprieto@cantv.net



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