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Venezuela, Guyana y el problema de la soberanía selectiva por
Tomado de:
PorVíctor Mijares
@vmijares
16 Sep. 2011
Los Estados son, fundamentalmente, grandes mecanismos
generadores de servicios, y el primero de estos servicios es la seguridad. En
teoría, al brindarle seguridad a sus poblaciones, los Estados garantizan su
propia continuidad histórica. En nombre de la soberanía; ese poder absoluto e
indivisible que los hacen objetos de reconocimiento, los encumbran como
autoridades supremas en su propio espacio geográfico y respalda sus exigencias
contra injerencias extranjeras; los Estados crean legítimamente cuerpos
burocráticos para la defensa, siendo unos diseñados para las interacciones
pacíficas (diplomáticos) y otros para las interacciones armadas (fuerzas
militares), y es común que uno y otro cuerpo actúen sincrónicamente. El momento
en el que más abiertamente se manifiesta el poder soberano de un Estado, es
cuando se encuentra en riesgo la base física de su existencia inmediata: su
territorio. Es común en la historia de las relaciones internacionales encontrar
casos de guerras iniciadas por disputas territoriales, y una mirada a los
conflictos armados latinoamericanos lo confirma.
Siendo la territorialidad la piedra angular de la soberanía
y, derivada de ésta, de las políticas exterior y de defensa, vale la pena
considerar el caso venezolano frente a las pretensiones de Guyana. Este país ha
entrado en consultas con Brasil, Surinam, Barbados y Trinidad y Tobago con el
fin de solicitar ante la Comisión de Límites y de Plataforma Continental de la
ONU una ampliación de su plataforma continental desde 200 millas náuticas,
hasta el máximo permitido por la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho
del Mar, es decir, 350 millas náuticas. La opacidad en cuanto si Venezuela
habría sido o no consultada desde el primer momento, se ha convertido en tema
de debate a raíz de declaraciones que desde Caracas se han hecho en el pasado
reciente acerca de no oponerse a licitaciones extrajeras para la exploración de
hidrocarburos en el territorio (marítimo y terrestre) en disputa. Recordemos
que Guyana, al tener la posesión efectiva del territorio en reclamación sacaría
provecho a cualquier hecho consumado que cuenta con la aquiescencia (aprobación
tácita derivada del silencio) de Venezuela, ya que reafirmaría su posición en
el plano jurídico internacional. Lo que no queda tan claro es el por qué de una
respuesta tan blanda del gobierno venezolano ante este hecho público, sobre
todo considerando que ha sido nuestro embajador en Georgetown el vocero de
oficio, y seguimos sin tener un pronunciamiento oficial de la Cancillería.
La tibieza en las disputas territoriales genera incertidumbre
y benefician al poseedor efectivo. La hipótesis usual en nuestras relaciones
con el Caribe ha sido que el gobierno venezolano espera contar con lealtades en
el Caricom ante eventualidades que se discutan en la OEA, bajo la consideración
del peso de los números dada la ficción jurídica internacional de la igualdad
entre los Estados. Este escenario nos llevaría a lo que debe ser el gran debate
en materia de política exterior, que no es otro sino definir cuál es nuestro
interés nacional. Dicha decisión puede descansar única y exclusivamente en el
Ejecutivo, pero no sin los costos de quebrantar la convivencia política
doméstica y someter a la política exterior a bruscos cambios de dirección cada
vez que las autoridades nacionales cambien. Ello debilita el poder efectivo del
Estado en el sistema internacional y expone a la soberanía nacional. Venezuela
cuenta con limitadas ventajas en el caso del Esequibo, las relaciones de
Georgetown con el Reino Unido, a través de la Commonwealth, y con Brasil
-potencia emergente interesada en la explotación de recursos naturales y de
salidas al norte que permitan el desarrollo de sus regiones más pobres- nos
colocan en un posición de vulnerabilidad en el marco del reclamo. Sólo una
posición coherente y realista, que asuma la necesidad de una solución negociada
que satisfaga a ambas partes, podría hacernos ganar algo en un espacio
geográfico sobre el que no ejercemos soberanía desde el siglo XIX.
Con fecha fijada para la elección presidencial, no hay duda
de la necesidad de incorporar este tema a la agenda electoral.
Mapa que señala el Espacio de
Soberanía Marítima Venezolana que se reserva, como Mar Territorial mediante el Decreto Presidencial No 1152 del 09 de Julio de 1968.
Nota del editor del blog: Al
referenciarse a la República Cooperativa de Guyana se deben de tener en cuenta
los 159.500Km2, de territorios ubicados al oeste del río Esequibo conocidos con
el nombre de Guayana Esequiba o Zona en Reclamación sujetos al Acuerdo de
Ginebra del 17 de febrero de 1966.
Territorios estos sobre los
cuales el gobierno Venezolano en representación de la Nación venezolana se
reservo sus derechos sobre los territorios de la Guayana Esequiba en su nota
del 26 de mayo de 1966 al reconocerse al nuevo Estado de Guyana .
“...por lo tanto, Venezuela
reconoce como territorio del nuevo Estado, el que se sitúa al este de la margen
derecha del río Esequibo y reitera ante la comunidad internacional, que se
reserva expresamente sus derechos de soberanía territorial sobre la zona que se
encuentra en la margen izquierda del precitado río; en consecuencia, el
territorio de la Guayana Esequiba sobre el cual Venezuela se reserva
expresamente sus derechos soberanos, limita al Este con el nuevo Estado de Guyana,
a través de la línea del río Esequibo, tomando éste desde su nacimiento hasta
su desembocadura en el Océano Atlántico...”
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