Vlerie Hart, líder del movimiento del Rupununi.
Tomado de:
http://www.abcdelasemana.com/2011/01/14/la-tristeza-de-valerie/
FABULA COTIDIANA
MANUEL FELIPE SIERRA
Valerie Hart entró a
Vlerie Hart, líder del movimiento del Rupununi.
Valerie Hart hizo una dramática relación de los hechos que habían conducido a que fuera designada presidenta de un Comité Provisional de Gobierno. Burnham negaba derechos a los 40 mil nativos y pobladores de la zona. Su ministro de Agricultura Robert Jordan, les había explicado, como parte de una política racista, que no le serían validados los títulos de propiedad de sus tierras y les había advertido que la zona sería repoblada con población negra, sobre la cual Burnham sustentaba su fuerza política en hostilidad contra indostanos y amerindios.
Valerie Hart le dijo a Iribarren Borges que la intención de los insurrectos era convertir a Rupununi en un territorio independiente bajo protección venezolana. El canciller conocía de los planes de protección de la frontera del Esequibo que dirigían el ministro del Interior Reinaldo Leandro Mora, el general de brigada Raúl Jiménez Gainza, el capitán Jacobo Yépez Daza y un civil que después se haría famoso como jefe de seguridad de Carlos Andrés Pérez: el cubano-venezolano Orlando García. Valerie Hart relató la operación. Los aeropuertos de Lettem y Annai, fueron bloqueados con tambores de gasolina, mientras los insurrectos leían la proclama de un movimiento denominado “Guyveno” (Guyanés-venezolano), que tenía como símbolo un arco y una flecha. Jim Hart (esposo de Valerie), Harold Melville, y Maurice Mitchell encabezaron la acción con el apoyo de 100 personas en su mayoría mujeres armadas de escopetas.
Valerie Hart esperaba con angustia las palabras del canciller. El funcionario, con arreglo a las convenciones diplomáticas, explicó que Venezuela estaba comprometida con el acuerdo firmado en Ginebra con Inglaterra y Guyana en febrero de 1966, y que no podía intervenir de ninguna manera a favor de los rebeldes. Un año antes, en
“los componentes militares venezolanos debían desbloquear las pistas y comenzar la evacuación de la población amerindia y de los cabecillas de la revuelta”. No obstante, el despeje de la pista suponía la llegada en horas de los contingentes de Georgetown. Un piloto de la línea Guaica que logró permanecer mayor tiempo en Lettem contó a su regreso las escenas de terror que se desencadenaron cuando dos C-47 aterrizaron en la zona. Burnham (cuyo partido sólo había obtenido dos votos en el territorio de Rupununi en recientes comicios), ordenó una implacable operación de limpieza étnica. Las casas fueron incendiadas, los pobladores sometidos a despiadadas torturas y las mujeres fueron pasto de todo tipo de violaciones.
Asediado por los periodistas aquella tarde, el canciller Iribarren Borges se limitó a decir: “Venezuela no considera prestar ayuda militar a los rebeldes de Guyana”. El presidente Raúl Leoni desde Miraflores aseguró: “no habrá declaraciones”; mientras que el ministro Leandro Mora fue tajante: “el movimiento no hubiera fracasado de haber intervenido Venezuela”. A las horas, desde el hotel “El Conde”, Valerie Hart declaraba indignada: “quiero que se entienda muy claro que si el gobierno de Venezuela, por presión de los Estados Unidos, no presta ningún tipo de ayuda a la gente de Rupununi esto equivaldría a darle su respaldo al gobierno de Burnham”.
A 42 años de los sucesos, todavía se discuten las razones por las cuales el gobierno venezolano actuó con extrema prudencia en el caso, mientras que para otros se trató de una vergonzosa traición. Es cierto que la insurgencia obedeció a factores locales pero también lo es que en buena medida el movimiento fue estimulado por la creciente presencia venezolana en Santa Elena de Uairén y las zonas aledañas en una política iniciada en
En enero de 1969 las cosas habían cambiado. Un mes antes Rafael Caldera ganaba la presidencia de
Años después el periodista Américo Fernández de El Nacional entrevistó en Ciudad Bolívar a Maurice Mitchell, uno de los jefes de la revuelta, quien recordaba que funcionarios de los ministerios de Relaciones Exteriores e Interiores le habían prometido en aquella oportunidad: “armas, entrenamiento, una avioneta y protección en caso de fracasar la revuelta”. Por esos días, en un poblado de Texas, Valerie Hart recordaba la amarga sensación que sintió una tarde de enero frente a la plaza Bolívar de Caracas.
Nota del editor del blog: Al referenciarse a
Territorios estos sobre los cuales el gobierno Venezolano en representación de
“...por lo tanto, Venezuela reconoce como territorio del nuevo Estado, el que se sitúa al este de la margen derecha del río Esequibo y reitera ante la comunidad internacional, que se reserva expresamente sus derechos de soberanía territorial sobre la zona que se encuentra en la margen izquierda del precitado río; en consecuencia, el territorio de
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