Tomado de:
http://www.eldiariodeguayana.com.ve/content/view/61007/55/
Domingo, 06 de diciembre de 2009
Un panorama que, desde el año 2006 ha afectado una de las cuencas más prístinas, inalterada de Bolívar, el río Caura, hogar de decenas de pueblos indígenas
El estado Bolívar, uno de las regiones mas biodiversas de Venezuela ha estado sufriendo los embates de la minería ilegal desde hace más de un siglo, esto declara Alejando Lanz, director del Ciev.
Dice que la deforestación, fragmentación de hábitats, contaminación de ríos, desplazamiento de comunidades indígenas, prostitución infantil, drogas y perdida de biodiversidad es el saldo de un pasivo ambiental que lejos de mejorar la calidad de vida de los bolivarenses, los mantiene en un silente circulo vicioso en el cual no salen de la pobreza a pesar de extraer grandes riquezas que terminan en Colombia y Brasil, gracias al contrabando de minerales preciosos, instaurado y consolidado en la región.
Un panorama que, desde el año 2006 ha afectado una de la cuenca más prístinas, inalterada de Bolívar, el río Caura, hogar de decenas de pueblos indígenas y de una sorprendente biodiversidad.
La cuenca del Caura, caracterizada por bosque lluvioso tropical de tierras bajas, tiene impresionantes niveles de diversidad biológica -2,600 especies de plantas vasculares, 168 de mamíferos, 475 de aves, 34 de anfibios, 53 de reptiles y 441 de peces identificados a la fecha- y almacena más de 700 millones de toneladas de carbono, equivalente a las emisiones de 162 millones de automóviles en un año.
Una región que alberga grupos indígenas -entre los cuales están los Ye'kwana, Sanema y Hoti- que dependen exclusivamente de los ríos locales para obtener agua potable, alimentos y transporte, expresa.
Al encontrarse en una de las regiones más aisladas de la Amazonía, estas tribus aún conservan su estilo de vida tradicional y un valor cultural que, al igual que su hábitat esta desapareciendo con la violenta invasión de mineros ilegales armados.
Dada la efímera paralización minera en las cuencas de los ríos Caroní y Paragua -en las cuales se sigue explotando de forma clandestina pero a la vista de quien quiere ver-, se ha producido un auge minero en el río Caura, experimentando la región una réplica de la fiebre del oro de ocurridas durante el siglo 19 en Estados Unidos, Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Sudáfrica, dice en su explicación.
La efectiva paralización de la minería ilegal en el fronterizo estado brasileño de Roraima y las poco vigiladas fronteras entre él y Venezuela, también ha contribuido a “justificar” la movilización de los trabajadores auríferos ilegales al Caura.
A pesar de estar protegida por cinco figuras jurídicas por el Estado venezolano, este reservorio natural ha sido invadido por asentamientos irregulares, pistas de aterrizaje clandestinas que se usan con frecuencia en el tráfico de drogas, el contrabando y la dotación de alimentos y repuestos para los motores hidráulicos que se utilizan para la remoción de toda la capa vegetal de la zona.
Sólo las comunidades indígenas del Caura, agrupadas en la organización “Kuyujaní” ha mantenido su voz de protesta y exigido al Estado la no destrucción de sus hábitats. No obstante, la ausencia de efectivas acciones, ha conllevado a la intervención de la cuenca de manera constante y en mayor número de mineros ilegales.
“Los indígenas viven ancestralmente en esta parte de la Amazonía venezolana y han logrado un equilibrio entre la naturaleza y el desarrollo de sus vidas. Armonía que se ha visto drásticamente alterada con la incursión minera, con motores hidráulicos que disparan chorros de agua con cañones de alta potencia hacia las riberas de los ríos y los bosques desmontándolos para dejar al descubierto depósitos de grava con potencial de contener oro y removiendo toda la capa vegetal del suelo. El oro generalmente se extrae de esta grava usando una canaleta que separa los sedimentos más pesados y el mercurio usado para amalgamar el metal precioso. Aunque la mayor parte del mercurio es removido para reutilizarse o quemarse, parte de el invariablemente termina en los ríos”, advierte Alejandro Lanz, director del CIEV.
Advierte además que con frecuencia la recuperación del mercurio, mediante el uso de retortas, no se lleva al cabo. Como resultado, los operadores inhalan vapor de mercurio, el mercurio transportado por el aire se seca y se deposita a través de muchas zonas y el mercurio líquido llega hasta el ambiente acuático. “Una vez ahí, es metilado e ingerido por los organismos bentónicos, que a su vez son devorados por peces depredadores, y así continua ascendiendo en la cadena alimenticia", agrega el ecologista.
Por lo que la bioacumulación de mercurio en los peces, que representa la mayor fuente de proteína en la dieta de los pueblos indígenas, afecta seriamente su salud.
Violencia creciente
Al margen del impacto ambiental, la minería está causando desplazamientos de comunidades indígenas en el Alto Caura, robo de embarcaciones indígenas y violencia para quienes se atreven a denunciar la incursión de ilegales en sus hábitats.
“En meses recientes, cientos de mineros procedentes de los estados brasileños de Para, Amapa y Mato Grasso, pero también de Venezuela, Guyana y Colombia se han desbordado hacia los bosques venezolanos, una situación que se repite en el sur de Guyana, el oeste de Surinam y en Guyana Francesa (donde los mineros están implicados en el asesinato de dos guías ecoturísticos en la Reserva Natural Nouragues)”, refiere Lanz. (Prensa Ciev)
Nuevo llamado
En este sentido, el Centro de Investigaciones Ecológicas de Venezuela hace un nuevo llamado al gobierno venezolano a que haga cumplir las leyes existentes, lo cual requiere la protección de los ecosistemas boscosos y su biodiversidad y que defienda los derechos de los grupos indígenas actualmente amenazados por los mineros.
"Noventa y cinco por ciento del territorio de la cuenca del Caura está clasificada bajo distintas categorías del ABRAE (el sistema de áreas protegidas), incluyendo una Reserva Forestal y varias zonas de conservación estricta", afirmó Lanz.
"De acuerdo a la ley venezolana, el gobierno está obligado a proteger estas tierras, involucrando a las comunidades indígenas y a las poblaciones locales en el manejo de la biodiversidad y el uso sustentable del bosque. Las recientes invasiones de los mineros de oro en la cuenca del Río Caura son una violación directa de la ley venezolana", afirmó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario