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Tomado de:
Ángel González Rivas
*A Pascual Villegas, Cronista de Cuicas
Recientemente nos enteramos por los medios de comunicación lo
siguiente: Indígenas se alzaron y desarmaron a 42 militares en las minas de oro
de Uriman en el estado Bolívar, porque no los dejan explotar el oro, pero los
militares si pueden hacerlo, pero no sólo los indígenas no pueden explotar esas
canteras de oro sino también todos los mineros artesanales de los pueblos de
Guayana y de otros lares.
Esa actitud de esos militares es injusta porque esos
Indígenas mineros son los verdaderos dueños de esas minas de oro, porque
nacieron y se criaron allí. La historia del oro data desde el año 1740 en
tiempo de Don Carlos de Sucre Gobernador de la Provincia de Cumaná, bajo cuya
jurisdicción estaba Guayana; fueron enviados a la corte española muestras de
oro de 21 kilate, por lo cual su sucesor Don Gregorio Espinoza reconoció la
existencia de yacimientos auríferos especialmente cerca de la Misión Divina
Pastora de Yuruari en Guayana en 1770.
Fue Manuel Landaeta Rosales que envió a Pedro Monasterio para
que constatara la existencia del oro en Guayana, se conoce de un cochano de 250
onzas y otro de 24 onzas de las minas en la Rivera del Río Yuruari el año 1855,
luego vinieron grandes descubrimientos auríferos en alto y bajo Cuyuní, así
como en El Callao, Tumeremo, en El Manteco, La Gran Sabana en Icabarú, en El
Dorado, en Las Cristinas y en otros sitios.
Las grandes concesiones mineras se otorgaban por un plazo de
50 años y por el sistema de minas o barrancos, una mina constaba de una
hectárea, o sea, diez mil metros cuadrados, y un barranco era de una extensión
de cien metros cuadrados en ángulo recto. En 1875 y 1878 comienza a legalizarse
varias compañías para la explotación del oro aluvión y veta, que causaron gran
revuelo en el mundo minero nacional y en Europa, que motivo la fiebre del Oro
en Guayana.
La explotación del oro es un trabajo duro y muy peligroso
porque en la selva existen peligros hasta en el más mínimo rincón, porque el
minero puede ser devorado por una fiera o mordido por una culebra cuaima, o
morir dentro de un río devorado por los feroces peces caribes; además donde se
explotan las minas de oro no existen servicios médicos, la explotación del oro
es un trabajo duro y muy arriesgado por esa causa y otras más las diferentes
etnias de los indígenas guayaneses son de mucha ayuda para los mineros
artesanales de los diferentes pueblo de Guayana, porque los orientan y conocen
donde se pueden encontrar yacimientos auríferos, el estado Bolívar tiene muchas
ricas minas de oro entre ellas las Cristinas la segunda mina de oro con las
reservas más grandes del mundo, hoy entregada al gobierno de los chinos, esa
mina está ubicada en las montañas de Tumeremo municipio Sifontes estado
Bolívar.
Pero es triste y doloroso que ese rico tesoro nacional sea
entregado a los chinos ese exabrupto es un delito de lesa patria, además como
es posible que por un decreto del gobierno los venezolanos no pueden explotar
las minas de oro, pero los extranjeros sí pueden hacerlo y los estrictos
militares cumpliendo con el decreto acosan y persiguen a los mineros indígenas
y a cualquier otro venezolano, con la excepción que ellos si pueden explotar
las minas de oro, esto es doloroso y vergonzoso en un país donde el gobierno
pregona que ha reivindicado los derechos de los indígenas; pero este calvario
tiene que tener su fin dentro del marco democrático, como debe ser.
Guayana es una tierra llena de misterios con un gran
potencial humano llenas de riquezas con preciosos paisajes, con gran afluencia
turística, con sus leyendas, costumbres y mitos que no merece el trato que está
recibiendo por parte del gobierno. Guayana también posee sabrosas y ricas
comidas y típicos dulces muy deliciosos entre ellos la catalina blanca o
negra,(la popular cuca), el jaujau (casabe con azúcar), la cagalera (la cual es
de pan con papelón y queso), el turrón de moriche, el mazapán de semilla de
merey, el merey pasao, la jalea de mango, el dulce de lechoza, el casabe
chorreao con papelón y otros, invito al pueblo trujillano a conocer a Guayana
una tierra milenaria llena de belleza, encanto y misterios.
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