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Tomado de:
Nunca como ahora, en pleno régimen de utilería cuya obra es
el espectáculo, y sus vallas testimonio de la fantasía, se habla tanto en
Venezuela de patria y soberanía
- Asdrúbal Aguiar/correoaustral@gmail.com - - 11/03/2012
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Nunca como ahora, en pleno régimen de utilería cuya obra es
el espectáculo, y sus vallas testimonio de la fantasía, se habla tanto en
Venezuela de patria y soberanía; conceptos devaluados, a un punto tal que al
gendarme enfermo le obsesiona dejarnos sin identidad, que no sea el culto a los
huesos de Bolívar y sus cartas. Ni siquiera nos quiere como brizna de paja en
el viento, si recordamos a Gallegos y su personaje, Pablo Azcárate, quien de
apellido le queda lo zorruno.
El Estado - ese Leviatán por el que aboga Hobbes como
solución a los males del ser humano – en nuestro caso carece de entidad. ¡Y es
que el Gobierno, uno de sus componentes, reside en La Habana y de manos de los
hermanos Castro obtiene las instrucciones para su diario deshacer! Del pueblo,
su otra pata y la que importa, resta el odio “mellizal” que el propio pueblo
remienda hoy, en su hastío. Y de nuestro asiento, el territorio, así como lo
ocupan misioneros cubanos quienes disponen de nuestras vidas y alimentos,
también se parte y reparte como cosa sin dueño. ¡Qué oprobio!
No se trata – y sí se trata – del control que el gendarme
enfermo confía a Cuba, no de su cáncer sino de la producción de cédulas de
identidad y el dominio por aquélla de la información de cada habitante quien
mora o transita por los caminos de la vieja República de Venezuela. Y tampoco
se trata – que sí se trata – de ver a nuestros soldados tributándole honores o
designando padrino de promoción a Fidel o que acepten, como lo hacen, que la
bandera de éste ondee en nuestros fuertes y cuarteles.
Tampoco se mira lo anecdótico, como la presencia de las FARC
o la gerencia de su negocio de narcotráfico desde nuestro territorio, o el
bautizo con el nombre de un mandatario extranjero – Néstor Kirchner – del Salón
del Consejo de Ministros, en Miraflores. Y a pesar de su significación y de los
daños que irroga a las generaciones futuras, menos se repara – ¡que sí
reparamos y cómo! – en la deuda que contrae el gendarme enfermo con el llamado
Fondo Chino, por una suma que ronda los 28.000 millones de dólares y pagamos
con petróleo futuro a la mitad del precio presente y por barril petrolero.
Esta vez se juzga lo inverosímil, la entrega y renuncia por
el gendarme enfermo de una parte de nuestro territorio, que no es del Estado
sino del pueblo desde antes de nuestra existencia como tal y que la
Constitución de 1999, al igual que sus precedentes, declara indisponible.
Los hechos, traducidos en acciones y omisiones que le dan
forma a una traición como política de Estado, son muchos e imperdonables al
respecto. En 2004, el gendarme y su Canciller Pérez deciden no protestar más la
entrega del Esequibo por Guyana a manos de transnacionales para su explotación;
arma fuerte, que es, de nuestra negociación reivindicatoria desde cuando se
aprueba el Convenio de Ginebra, en 1966.
En 2007, falseando la historia, mirándose a sí en el régimen
marxista guyanés de los Jagan, el gendarme afirma que nuestra reclamación la
impulsa Rómulo Betancourt a pedido de los gringos; y obvia, antes bien, que
somos la víctima de Gran Bretaña y otras potencias, quienes coludidas mutilan
nuestra geografía a conveniencia en el siglo XIX.
Un año antes, en 2006, Barbados y Trinidad debaten sus áreas
marinas en sede de un Tribunal Arbitral, cuyos mapas cierran la salida de
nuestro Orinoco hacia el Atlántico. El gendarme nada dice, como tampoco lo hace
su Canciller Maduro una vez como otro Tribunal Arbitral, en 2007, convocado por
Guyana y Surinam, fija los límites marítimos entre ambos estados obviando los
derechos de Venezuela en el Esequibo.
Para colmo, Guyana, quien recién amplia su soberanía marítima
más allá de las 200 millas, afirma ante el Comité de la ONU que no existe
reclamación territorial pendiente que condicione su solicitud; y nuestro
gendarme oculta haber sido informado al respecto, desde 2009. Mas al quedar en
evidencia, su Canciller Maduro simula “controlar los daños” en visita y
declaración que hace desde Guyana junto a la Canciller de ésta. Pero como bien
lo denuncia el veterano embajador y especialista Sadio Garavini, aquél asume
como buena y por escrito la tesis jurídica de los guyaneses, a saber, que el
diferendo se limita a debatir la validez jurídica o no del laudo que en 1899
nos arranca, mediando un acto de corrupción, 156.890 km2 de territorio.
Entierra así el significado del Acuerdo de Ginebra, que posterga el laudo y manda
la búsqueda de una solución práctica y recíprocamente satisfactoria para ambas
partes.
La patria, pues, se vende a precio de gallina flaca y en las
narices de las Fuerzas Armadas.
Nota del editor del blog: Al
referenciarse a la República Cooperativa de Guyana se deben de tener en cuenta
los 159.500Km2, de territorios ubicados al oeste del río Esequibo conocidos con
el nombre de Guayana Esequiba o Zona en Reclamación sujetos al Acuerdo de
Ginebra del 17 de febrero de 1966.
Territorios estos sobre los
cuales el gobierno Venezolano en representación de la Nación venezolana se
reservo sus derechos sobre los territorios de la Guayana Esequiba en su nota
del 26 de mayo de 1966 al reconocerse al nuevo Estado de Guyana .
“...por lo tanto, Venezuela
reconoce como territorio del nuevo Estado, el que se sitúa al este de la margen
derecha del río Esequibo y reitera ante la comunidad internacional, que se
reserva expresamente sus derechos de soberanía territorial sobre la zona que se
encuentra en la margen izquierda del precitado río; en consecuencia, el
territorio de la Guayana Esequiba sobre el cual Venezuela se reserva
expresamente sus derechos soberanos, limita al Este con el nuevo Estado de Guyana,
a través de la línea del río Esequibo, tomando éste desde su nacimiento hasta
su desembocadura en el Océano Atlántico...”
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