sábado, 27 de agosto de 2011

El codiciado oro

http://www.analitica.com/va/economia/opinion/8488371.asp


Tomado de:
Juli Salas de Carbonell/Código Venezuela
Viernes, 26 de agosto de 2011
Durante el período de la conquista y comienzos de la colonia, en el territorio de Venezuela  sólo se conocía el oro que en cantidades muy pequeñas.

El helicóptero volaba bajo, sobre la tupida selva que rodeaba al río de La Paragüa, sobrevolaba claros en el bosque donde los mineros ilegales, ávidos por el oro, destrozaban el terreno causando daños inconmensurables al medio ambiente, destruyendo selva virgen, envenenando  los ríos  y contaminando el aire con las emanaciones del mercurio que igualmente perjudicaban su salud. La minería ilegal se había convertido en un azote que amenazaba las comunidades indígenas asentadas  en las cuencas de los ríos La Paragüa, Caroní, Yuruary y Cuyuní, así como las del río Botanamo, en el estado Bolívar y la gente de la Fundación de Ciencias, FUDECI, adscrita a la Academia Nacional de Ciencias, había organizado esta salida para constatar la magnitud de esta tragedia.

Durante el período de la conquista y comienzos de la colonia, en el territorio de Venezuela  sólo se conocía el oro que en cantidades muy pequeñas,  los indígenas  recogían de las arenas de las playas  de algunos ríos donde lo encontraban en forma de pepitas. Walter Raleigh fue el primero en vislumbrar la riqueza de Guayana cuando en 1596 en su primer viaje al Orinoco, los indígenas le regalaron totumitas llenas de granos de oro, el famoso cochano u oro de aluvión. Fue Raleigh el primero que llevó a Europa cuarzo blanco aurífero de las minas de Guayana, de las cuales dijo en su libro “Descubrimiento del Grande, Rico y Hermoso imperio de Guayana” que cada montaña y cada roca brillan como metales preciosos y de no ser oro es al menos madre del oro.

Hasta 1817 en las misiones capuchinas del Caroní la arena aluvional del río luego de cernida era llevada a los talleres donde se colocaba en un crisol con agua y mercurio que se calentaba hasta la ebullición, mientras que con una paleta se removía constantemente la arena para facilitar el amalgamiento del oro con el mercurio. “Terminada esta operación se retiraba el mineral amalgamado y se llevaba a otro crisol más pequeño para someterlo a un nuevo calentamiento con el fin de evaporar el mercurio, que se recuperaba con un serpentín en la parte superior del crisol, quedando el oro puro en el fondo”.

Según Ramón Emanuelli Poggi, Cronista de El Callao, el procedimiento más simple para extraer el oro es el lavado en batea, por medio de una fuente circular que suele tener una pequeña cavidad en su fondo. El buscador de oro procede a llenar la fuente con arena o grava mezcladas con pequeñas partículas de oro, agitándola en el seno de una suave corriente de agua. Las partes más ligeras de la grava se van con el agua y las partículas de oro van quedando en el fondo de la batea. Esta forma de extracción es la menos abusiva con el medio ambiente pero la excavación de profundas minas y la minería de placer que implica horadar depósitos de aluvión poco compactos, como arena, grava, limo o arcilla, modifica el terreno causando grandes destrozos en la vegetación.

Largo rato voló el helicóptero por toda la zona, mientras se nos relataba la increíble historia de la explotación del  oro de El Callao a partir de 1853 cuando se consiguió en las playas del río Yuruarí.  La primera compañía minera, la Venezolana del Yuruarí, fue fundada en 1860 y comenzó operaciones dos años más  tarde. Muchas “bullas”, hallazgos fortuitos de oro, hicieron millonarios a  hombres que después de grandes sacrificios  lograron fortunas que casi de inmediato perdieron en bebidas, juego y mujeres.

La cuenca del Río Caura, antes y después de la actividad minera.

Lo que vimos desde el aire nos llenó de tristeza, zanjones abiertos que por efectos de las lluvias rezumaban greda colorada que corría ensuciando las aguas, grandes extensiones de selva desnudas de vegetación con troncos de árboles talados y abandonados, pequeños grupos de hombres que chapoteaban en el barro al lado de miserables ranchos. Paisaje lunar que encogía el alma.

Al regreso al campamento de Canaima, de donde habíamos salido temprano en la mañana, Francisco Carrillo Batalla, entonces presidente de Fudeci, aprovechó la sobremesa para hablarnos sobre el artículo que Aníbal Romero había escrito para el Diccionario de Historia de Venezuela, recientemente publicado por la Fundación Empresas Polar.

Escribió el Profesor Romero “Durante los 30 años siguientes a 1853, el asedio frenético de los mineros transformó en centro de logística a Upata  y en centros de comercio a Guasipati y Tumeremo”.  El Callao, la nueva ciudad del oro guayanés,  tuvo electricidad primero que Caracas, así como una activa vida cultural. Las minas más  ricas fueron las de El Callao Viejo y Caratal que producían hasta 3.000 kg de oro por año. A partir de 1860, se empezaron a instalar modernas maquinarias a vapor para la extracción y molienda de la mena y a fines del siglo XIX, se instaló en El Callao una compañía inglesa de minería, luego otra de origen francés en 1926 y finalmente la Bolívar Hill de Suráfrica, compañías  que trabajaron bajo el régimen de concesiones que caducaron  en 1965 cuando  se nacionalizó la explotación del oro. En 1974, el ejecutivo nacional constituyó la empresa MINERVEN a la que asignó unas 48.846 hectáreas de terrenos auríferos, para la fecha 23 de agosto de 2011, esta empresa está atravesando por grandes problemas tanto financieros como técnicos y ha abandonado gran parte de esta concesión que ha sido invadida por cientos de mineros ilegales que con su explotación causan muchos problemas al medio ambiente. Empresas canadienses y rusas han manejado y manejan actualmente, la explotación legal del oro.

El precio del oro ha llegado a niveles nunca antes alcanzados y la codicia del oro ha aumentado exponencialmente. Nuestro recorrido por ese paisaje degradado tuvo lugar en 1990; es de creer que actualmente la minería ilegal en todo el estado Bolívar así como en el sur del estado Amazonas se debe haber incrementado con la consecuente corrupción inherente a toda operación fuera de la ley. Graves sucesos con varios muertos fueron el resultado de la intervención de la Fuerza Armada, en campamentos ilegales en la cuenca del río Caura, minería ilegal que desplaza a los indígenas habitantes de la zona, privándolos de sus formas ancestrales de vida.

FUENTES
La minería en la Amazonía venezolana amenaza a la biodiversidad y a los grupos indígenas
Rhett Butler, mongabay.com
Ramón Emanuelli Poggi. Comprobación del oro 18 kilates por los artesanos, joyeros y compradores citadinos y turistas en el Municipio El Callao. Diario El Progreso. Ciudad Bolívar 18 de marzo del 2009
Aníbal R. Romero. 1988. Oro. Diccionario de Historia de Venezuela. Tomo II. Fundación Empresas Polar, Caracas
julicarbonell@gmail.com

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