Tomado de:
Fecha: marzo 15, 2015
PARTE I
Mantener firme nuestro reclamo y debatir públicamente sobre
la Cuestión Malvinas, es una de las maneras de honrar, desde nuestra propia
historia, a nuestros veteranos y caídos, a treinta años del conflicto del
Atlántico Sur.
Una vez más, la historia puede servirnos para explicar el
presente y el futuro de una cuestión que se vincula íntimamente con la
construcción de nuestra identidad como Nación. Recorrer el pasado nos ayuda a
analizar el presente y comprender que la disputa de soberanía sobre las Islas
Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos
circundantes no empieza ni termina con el conflicto armado de 1982.
Las Malvinas son argentinas, efectivamente. Porque forman
parte de nuestro mar continental, porque están en nuestra geografía y porque
así lo demuestran los documentos y títulos que señalan que las islas eran parte
de la Corona española y que desde los albores de la independencia el territorio
de las Islas Malvinas formó parte de las Provincias Unidas reconocidas por el
Reino Unido, que no hizo reserva alguna sobre el ejercicio efectivo de la
soberanía argentina sobre ninguna parte de nuestro territorio nacional.
En 1833 los británicos ocuparon por la fuerza las Islas,
expulsando a los pobladores criollos. Esto fue inmediatamente rechazado y
protestado por las autoridades argentinas, que nunca consintieron este acto de
fuerza.
Esta historia de atropellos no quedó limitada a lo ocurrido
en las Islas Malvinas. La voracidad imperialista se plasmó en las Invasiones
Inglesas de 1806 y 1807. Luego de consumada la usurpación de las islas en 1833,
Gran Bretaña realizó un nuevo intento de avanzar contra la Argentina
continental, en 1845, en la recordada Vuelta de Obligado.
Desde la usurpación de 1833, la Argentina ha reclamado
sostenidamente la restitución de lo propio, tanto a nivel bilateral, regional
como a nivel global. A mediados del Siglo XX, ya creadas las Naciones Unidas,
la lucha por alcanzar la independencia de los poderes imperiales dio impulso al
proceso de descolonización en el llamado tercer mundo.
En este contexto, en 1965 se produjo un hito importante
cuando la Asamblea General de la ONU adoptó la Resolución 2065, que reconoce la
existencia de una disputa de soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del
Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes, a la que denominó
“Cuestión de las Islas Malvinas”.
A través de esta resolución, la Argentina y Gran Bretaña son
instadas a negociar una solución pacífica y definitiva. Esta Resolución
reconoce que se trata de un caso especial al cual no resulta aplicable el
principio de la libre determinación por cuanto, a diferencia de los casos
“clásicos” de colonialismo, en la Cuestión de las Islas Malvinas no existe
“pueblo” sojuzgado, sometido o explotado por una potencia colonial.
Lo que efectivamente existe es un territorio ocupado por una
potencia extranjera, en violación de la integridad territorial de un Estado.
El Comité Especial de Descolonización ha reiterado anualmente
hasta la actualidad el mismo llamamiento. Desde 1966, en cumplimiento de este
mandato de la comunidad internacional, se llevaron adelante negociaciones
bilaterales por más de diez años y hay que señalar que el Reino Unido negoció
sobre la cuestión de las Islas Malvinas durante esos años, a pesar de que hoy
pretenda escudarse para no hacerlo en la presunta voluntad de la población –de
ciudadanía británica— por ellos mismos trasplantada a las Islas.
Tal vez sea importante destacar que a medida que las
expectativas por la explotación de hidrocarburos se fortalecieron, se afianzó
el interés imperial en mantener el control sobre las Islas e ignorar el mandato
de las Naciones Unidas, que rige sobre el conflicto desde 1965.
Hacia 1982 la dictadura que gobernaba nuestro país mediante
el terror, tomó una decisión desesperada para sobrevivir a la coyuntura
política: actuando a espaldas del pueblo argentino, malversó su confianza y se
apartó del tradicional apego a la solución pacífica de la controversia.
Hay que señalar 30 años después del conflicto armado que la
naturaleza de la disputa no ha sido modificada. La disputa se prolonga,
irresuelta, hasta nuestros días y nos enfrenta a la persistente negativa del
Reino Unido para cumplir con el llamado de la comunidad internacional y
negociar su solución con nuestro país.
La reanudación de las relaciones bilaterales con las
Declaraciones Conjuntas argentino-británicas de 1989 y 1990 se continuaron una
serie de entendimientos provisorios que tuvieron lugar durante la década de los
’90. Estos acuerdos no llevaron a reanudar el diálogo sobre el fondo de la
cuestión que siguió siendo y sigue siendo la disputa de soberanía.
Transcurridos 30 años de la guerra, no debemos perder de
vista las lecciones que nos deja la historia. A 179 años de la usurpación
británica, continúa plenamente vigente el objetivo permanente e irrenunciable
de la República Argentina consagrado en su Constitución Nacional: la
recuperación del ejercicio pleno de nuestra soberanía sobre las Islas Malvinas,
Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes,
respetando el modo de vida de sus habitantes y conforme a los principios del
derecho internacional.
Desde el 2003, junto a Néstor Kirchner primero y luego con
Cristina, desde la Cancillería hemos reforzado la estrategia de firmeza y
coherencia en nuestro reclamo, reforzando el respaldo latinoamericano (a través
del acompañamiento de foros como el Mercosur, la CELAC y la UNASUR, entre
otros) a nuestros legítimos derechos soberanos y el rechazo unánime a las
actividades ilegales por parte de Gran Bretaña en materia militar y aquellas
relacionadas con la exploración y explotación de nuestros recursos naturales
renovables y no renovables.
Argentina, con el apoyo de la región y la comunidad
internacional, sigue sumando los consensos necesarios para crear las
condiciones políticas para que los británicos se sienten a negociar.
Estoy convencido de que Gran Bretaña se va a sentar a
negociar cuando no sentarse les resulte políticamente más gravoso que sentarse.
Cimentar la justicia y la razón que nos asiste ya no es un desafío futuro, sino
una tarea presente y de todos los argentinos.
Jorge Taiana. Ex Canciller de la República de Argentina
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