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Edgar Otaiza Vásquez
Jueves, 14 de marzo de 2013
Más semejante a Perón que al Padre de la Patria, de quien se
creyó su heredero. Más parecido a Carlos Andrés Pérez que a Ezequiel Zamora
Foto: Google
Expertos y gente del común saben, que los gobiernos mienten a
sus gobernados. Algunos lo hacen ocasionalmente, otros todo el tiempo. Una de
las características más resaltantes del gobierno del fallecido Presidente
Chávez, desde los inicios, fue el uso exacerbado y constante de la mentira como
arma política, empleada en todas las formas posibles hacia el fin único de
conservar el poder y ejercer su dominio sobre la población. Todo iba bien, se
decía. Todo estaba controlado. Todo se le debía dejar hacer. Nadie se debía
oponer.
Se estableció como máxima el cebo de la felicidad de la
población y el eufemismo de salvar la democracia, lo que para lograrlo
requeriría engañar, falsear la verdad, vilipendiar, difamar y, de paso,
destruir al oponente político. La coronación de esta política infame fue el
arrogante, indigno y truculento desarrollo informativo en las últimas semanas
de la enfermedad del Presidente Chávez hasta su último respiro. Una gigantesca
mentira fue construida alrededor del Presidente por la camarilla de sus
colaboradores, en abierta lucha por el poder, cuya responsabilidad se extenderá
al ungido sucesor y que, ironías del destino, contribuyó a destruir el mito de
las bondades de la medicina cubana.
Los 14 años del régimen.
¿Qué nos dejan esos 14 años? Un líder fallecido en su
cúspide, un ególatra, un narcisista, un mesías y supuesto profeta de la
resurrección, pero en realidad un simple caudillo y tiranuelo tropical, artista
de la provocación y la agitación, un demagogo, con el bolsillo lleno de dinero
y armado de un carisma casi religioso. Buen informador pero mal comunicador.
Más semejante a Perón que al Padre de la Patria, de quien se creyó su heredero.
Más parecido a Carlos Andrés Pérez que a Ezequiel Zamora. Su pregonada
revolución intentó purgar y depurar al país y la sociedad, pero solamente logró
dejar escombros y una sociedad dividida a su paso. ¿Se podía esperar, acaso,
algo diferente en un estado-nación constituido por un solo hombre? ¡Un solo
hombre no puede sostener un estado, pero esa concentración de poder en sus
manos se revirtió en su contra!
La democracia misma, el estado de derecho y la división de
los poderes fueron erosionados hasta el extremo de que se hicieron obedientes a
los caprichos y órdenes del Presidente. La violación sistemática de la
Constitución fue práctica común del régimen, cuando se anunciaba lo contrario.
La corrupción en el país y la inseguridad fueron expresamente dejadas fuera de
control; el saldo de 19.000 asesinatos sin asesinos al año es aterrador. El
asunto de la constante violación de los derechos humanos es una de las grandes
deudas que el Presidente Chávez le deja al país y a su sucesor, lo mismo que
una amnistía hacia los presos políticos.. El erario público fue saqueado, lo
que contribuyó también a recortes dramáticos en la necesarias inversiones en la
infraestructura para transporte y vías de comunicación, energía eléctrica e
industria petrolera. Huelgas y apagones pertenecen a la cotidianidad del país.
Ya no se puede culpar al imperio, a la oposición o a los medios de los males
del país.
Todas las instituciones políticas fueron literalmente
colonizadas: justicia, legislatura y poder electoral, lo que hizo de la
democracia venezolana una ilusión, una mentira. Lo mismo que otras
organizaciones como la Fuerza Armada y el consorcio petrolero estatal PdVSA,
columnas estratégicas del chavismo. La creación de una milicia armada bajo el
mando directo del Presidente fue una bofetada a la Fuerza Armada Nacional, que
ésta toleró obediente. Quiso reducir la brecha entre pobres y ricos, pero
ciertamente la aumentó; surgió más bien una nueva clase de beneficiarios, cuya
proximidad al centro del poder se pagó en dinero efectivo. Otros, los
desposeidos, compensaron las dádivas con su voto al régimen. Hoy en día una
clase media otrora sólida, languidece.
Las misiones, ideadas en Cuba para evitar la derrota del
régimen frente a un referendum que se avecinaba, se transformaron efectivamente
en una maquinaria para ganar votos. Conseguido el objetivo, muchas fueron
abandonadas y olvidadas, a pesar de lo justo de la intención para,
supuestamente, emancipar y darle voz política y presencia a los más pobres. Sin
embargo, lo que se logró fue precipitarlos hacia una perversa dependencia
ideológica, política y económica, de la que difícilmente se podrán liberar,
pues las fuentes de empleo estable no se crearon.
El déficit fiscal, la inflación y el costo de la vida
crecieron descontroladamente, producto de erróneas políticas económicas, de las
expropiaciones al sector privado, los perversos controles de precios y una
devaluación anunciada, afectó mucho más a la clase empobrecida. Los millardos
de dólares obtenidos de la renta petrolera, en gran parte regalados al exterior
para comprar votos fieles en organismos internacionales, derrochados en
armamentismo innecesario o sustraidos por la nueva clase gobernante
boliburguesa, no alcanzaron para generar bienestar a la población. Como
corolario, el país se hizo menos productivo y cada vez más dependiente de la
importación de rubros que otrora se producían en el país.
Aún cuando la división de la sociedad venezolana en segmentos
políticos antagónicos no es creación del chavismo, sí lo fue su magnificación y
endurecimiento, programados hasta el extremo de conducir y suscitar al odio
entre clases y hasta familias, en una suerte de guerra de trincheras
ideológica. En tal marco político e institucional es muy difícil establecer los
compromisos democráticos mínimos que permitan la transición hacia un gobierno
de derecho y de unidad, que una a la población dentro del respeto mutuo y la
práctica de la paz y la tolerancia. No se pudo observar señal alguna en este
sentido durante las honras fúnebres al Presidente Chávez, lo cual es mala
indicación. Pero el camino, ¿sueño imposible?, está abierto.
También la cultura política del venezolano sufrió daños
enormes bajo el chavismo. El adversario político fue tildado de enemigo,
apátrida, vendido, lacayo del imperio. Hasta fue agredido físicamente. En otras
palabras, la mala polémica, la descalificación y la humillación se impusieron
sobre la argumentación.
En general puede decirse, que en el entorno nacional el
variado espectro de partidos, las organizaciones oficiales contra la pobreza,
la organización comunal, los ataques a la libertad de expresión y el sistema
político centralizado seguramente se mantendrán. Aun para los especialistas es
difícil prever hasta dónde continuará deteriorándose la economía venezolana, particularmente
ante la realidad de que el régimen carece sistémicamente de políticos capaces y
de reformadores eficentes y eficaces, pero le sobran resentidos.
El entorno regional e internacional.
En el ámbito regional, los nuevos mecanismos de cooperación promovidos
por el Presidente Chávez podrían debilitarse, tal como la Alianza Bolivariana
para América, la más próxima a su proyecto que fue utilizada por él para su
autopromoción. El precio fue muy alto; bajo una distorsionada premisa de
solidaridad (en realidad intervencionismo) el país debió pagar la Alianza con
entregas de petróleo subvencionado, en contra de los intereses legítimos de
Venezuela. UNASUR y CELAC seguirán siendo difícilmente manejables, dados su
origen por mínimo consenso y la ausencia de la figura de Chávez. Cuánto
cambiarán Venezuela y la región con ello es muy difícil de advertir.
Las relaciones comerciales y diplomáticas con la teocracia
iraní ponen a Venezuela en una situación potencialmente riesgosa, dada la
controversia generada en las Naciones Unidas por el rechazo de ese país a las
disposiciones del organismo en materia nuclear. El manejo irresponsable de la
zona en reclamación con Guyana raya en la traición a la patria, ante lo cual la
Fuerza Armada permaneció muda.
La deshonrosa e infame relación de dependencia hacia la
tiranía cubana probablemente se mantenga, forzada por los mandatarios de la
isla, pues Nicolás Maduro es el hombre de Cuba en Venezuela, a pesar de que,
mayoritariamente, la población venezolana rechaza la transformación del país en
una segunda Cuba. ¿Por qué, entonces, obligarla a renuncir a su soberanía,
concepto tan ardientemente defendido por el Presidente Chávez frente al
imperialismo norteamericano? ¡Doble discurso! ¿Marcaría el nuevo Presidente un
cambio de rumbo?
Pero en lo internacional el régimen chavista se aisló por su
mala retórica. No por la polémica contra la política global de los Estados
Unidos, sino por los ataques de Chávez contra capitalistas y conservadores
tanto en el país como en nuestras naciones vecinas, ataques que solo
alimentaron la desconfianza hacia el régimen en la región. Muy pocos líderes
regionales recurren hoy al argumento de la polarización/confrontación ante los
Estados Unidos, pues creen más en relaciones comerciales concretas y el
desarrollo para sus poblaciones.
La conclusión.
Este es el aparato de poder que será heredado por los cuadros
del post-chavismo. Una radicalización innecesaria de los nuevos líderes, aun
inexpertos, podría conducir al colapso del sistema entero. Entretanto, el
desarrollo político, social y económico del país continúa deteriorándose
aceleradamente.
El partidario común del Presidente Chávez frecuentemenete
consideró a sus colaboradores como incapaces y corruptos, lo cual fue producto
de una estrategia diabólica del Presidente Chávez para aparecer impoluto ante
el pueblo, culpando a otros de sus errores. Tal vez por ello el post-chavismo
ya no significará más revolución, sino más mentiras, más corrupción, más
división y más arrogancia y prepotencia, a pesar del Mito-Chávez que estará
presente por doquier.
Algo sí se puede asegurar: transcurrirán varios años hasta
que Venezuela se recupere de este quebradizo experimento político, pues ya
asistimos al inicio del crepúsculo de los dioses.
2005 La Guayana Esequiba – Zona en Reclamación. Instituto Geográfico
Simón Bolívar Primera Edición
Nota del editor del blog: Al
referenciarse a la República Cooperativa de Guyana se deben de tener en cuenta
los 159.500Km2, de territorios ubicados al oeste del río Esequibo conocidos con
el nombre de Guayana Esequiba o Zona en Reclamación sujetos al Acuerdo de
Ginebra del 17 de febrero de 1966.
Territorios estos sobre los
cuales el Gobierno Venezolano en representación de la Nación venezolana se
reservo sus derechos sobre los territorios de la Guayana Esequiba en su nota
del 26 de mayo de 1966 al reconocerse al nuevo Estado de Guyana:
“...por lo tanto, Venezuela
reconoce como territorio del nuevo Estado, el que se sitúa al este de la margen
derecha del río Esequibo y reitera ante la comunidad internacional, que se
reserva expresamente sus derechos de soberanía territorial sobre la zona que se
encuentra en la margen izquierda del precitado río; en consecuencia, el
territorio de la Guayana Esequiba sobre el cual Venezuela se reserva
expresamente sus derechos soberanos, limita al Este con el nuevo Estado de
Guyana, a través de la línea del río Esequibo, tomando éste desde su nacimiento
hasta su desembocadura en el Océano Atlántico...”
Mapa que
señala el Espacio de Soberanía Marítima Venezolana que se reserva, como Mar
Territorial mediante
el Decreto Presidencial No 1152 del 09 de Julio de 1968
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