lunes, 8 de marzo de 2010

“Colombia debe salir del discurso exclusivo de la seguridad”

Tomado de:
http://www.elpais.com.co/paisonline/notas/Marzo072010/margarita.html


Por Margarita Vidal
El analista político y económico Pedro Medellín dice que Colombia no ha tenido cancilleres expertos en política internacional y se ha ido quedando en una apuesta unipolar con Estados Unidos, que le cerró muchos espacios.

Pedro Medellín es, sin duda, uno de los analistas políticos y económicos más lúcidos del país.


Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de París, es también candidato a doctor en Ciencias Económicas de ese centro docente. Magíster en Teoría Política Económica de la Universidad Nacional de Colombia y Economista de la misma universidad, es autor de libros y numerosas columnas de opinión sobre su especialidad.

Fue Director encargado del Centro Interdisciplinario de Estudios Regionales –Cider- profesor de la Universidad de Los Andes y Profesor Invitado en la Universidad de Salamanca. Dirigió la Maestría en Administración Pública del Instituto Ortega y Gasset y trabajó en el Instituto Nacional para la Administración Pública de España y en la Escuela de Alto Gobierno en la Escuela Superior de Administración Pública, Esap.

En la actualidad dirige el Programa para América Latina del Centro Toledo por la Paz, en Madrid, España. Un centro que trabaja en mediación y gestión de crisis y del cual hacen parte Slomo Ben Ami, ex canciller israelí, Kim Campbell, ex primera ministra de Canadá, Bernard Kouchner, Primer Ministro en el gobierno de Nicolás Sarkozy (en licencia) y un nutrido grupo de académicos y líderes mundiales.

De paso por Bogotá, Medellín analiza para El País un tema inquietante: cómo Colombia ha quedado inmersa en el nuevo, complejo–y peligroso- escenario geopolítico que se disputan Estados Unidos, Israel, Irán y los demás Países Árabes y en el que juegan también un papel preponderante Luis Ignacio Lula da Silva, Hugo Chávez y –quién lo creyera- Raúl Castro, el sucesor de Fidel.

Si de mediaciones se trata, la crisis con Venezuela pide a gritos los buenos oficios de un componedor objetivo y confiable. ¿Están ayudando ustedes allí?

Desafortunadamente ese conflicto se personalizó, pero el enfrentamiento de los dos presidentes en Cancún motivó la intervención de otros líderes para obligarlos a volver al terreno de la negociación.

Contra toda lógica y previsión, Colombia y Venezuela llegaron a una situación pre bélica muy grave. Por fortuna la propia institucionalidad de la integración latinoamericana y la propia dinámica de los dos países los han terminado forzando a dirimir las diferencias. Es importante decir que hay agentes extraterritoriales y una nueva situación geopolítica que hace imprescindible un análisis más profundo de la situación. Israel ha buscado un apoyo de América Latina para enfrentar lo que considera una peligrosa penetración de los intereses de Irán en la región, lo cual lo ha llevado a decir que en la frontera colombo-venezolana –Guajira- se están moviendo recursos para financiar a Hamas.

La tensión entre Israel e Irán -que ha proclamado la desaparición de Israel- se ha desplazado a la zona andina, en un ajedrez en el cual Colombia y Venezuela son sujetos pasivos. Israel presiona entonces a los Estados Unidos para utilizar el acuerdo militar de las bases en Colombia ya no solamente para el combate del narcotráfico, sino para contener el avance de Irán en la región. En este ajedrez el presidente Lula juega un papel muy importante y se ha convertido en el gran equilibrador.

Sí, la primera visita de Ahmadineyad (presidente de Irán) al exterior fue a Brasil y el primer gobierno que reconoció oficialmente su victoria fue Brasil. ¿Por qué Lula le sigue el juego a Irán?

No, Brasil está jugando es a la geopolítica mundial, en donde es una de las potencias territoriales. Junto a países emergentes como China e India, está alterando por completo la geopolítica mundial, donde Irán tiene un peso específico.

¿Qué circunstancias le otorgan ese peso? Es el séptimo país en inversión en Ciencia y Tecnología en el mundo, tiene un gran peso en la Opep y tiene una posibilidad muy grande de desarrollo futuro en la región. Ese país está haciendo apuestas muy fuertes, por ejemplo en Cuba, para el desarrollo de la ciencia y la tecnología, especialmente en medicina. Es un país que habla fuerte y pesa regionalmente. En ese contexto hay algo que nosotros no hemos valorado bien y es el proceso a través del cual América del Sur y los países árabes han construido un proyecto conjunto, a partir de que en Brasil hay diez millones de musulmanes, en Argentina ochocientos mil, en Colombia casi otro tanto y algo similar sucede en otras regiones.

Y ¿cuál es la participación de Lula en ese contexto? De su mano se produce en mayo de 2005, en Brasil, la primera cumbre de los veintitantos países de la Liga Árabe y doce o trece países suramericanos y se crea el Proyecto Aspa –América del Sur, Países Árabes-. A partir de allí se han realizado más de 24 encuentros de ministros para tratar temas como el del agua, ambientales, culturales. Y también ha habido dos cumbres de Jefes de Estado y de Gobierno y la próxima será en Lima.

¿Colombia ha estado presente?
Sí. Lo más complejo es que la primera cumbre sacó una declaración que reconoce los valores históricos de la relación entre países árabes y latinoamericanos y dice que estos últimos le exigen a Israel el retiro de los territorios ocupados en el Medio Oriente.

Por primera vez, los países de América del Sur intervienen, en una declaración oficial, en ese conflicto y, a la vez, los países árabes le exigen al gobierno británico que restablezca la negociación con Argentina sobre las Malvinas.

Es decir, ¿América Latina se está reposicionando en el tablero mundial?
Así es. Cuando sucede la crisis económica de Octubre de 2009 los árabes sacan su dinero de Estados Unidos y de Europa. Invierten una parte en sus países y otra parte la mandan a América Latina y por eso empezamos a ver bancos árabes en países de acá y bancos latinoamericanos en países árabes.

Colombia ha suscrito esas declaraciones y eso le ha generado un problema con Israel que no entiende cómo, si le está prestando una importante asesoría en el tema de la Seguridad Democrática, suscribió esas declaraciones. En estos últimos ocho años Colombia ha entrado al corazón de un conflicto –el árabe-israelí- que no es suyo.

Esos temas no se debaten aquí ni el gobierno los menciona. ¿Por qué llegamos a esa situación? Como queda en evidencia, Colombia no ha tenido cancilleres expertos en política internacional -cuando lo que exige el mundo es gente muy avezada en esas materias- y se ha ido quedando en una apuesta unipolar con Estados Unidos que le cerró muchos espacios.

¿Con los nuevos acuerdos militares en las siete bases, Colombia estaba, sin hacerlo explícito, ‘blindándose’ frente a las nuevas realidades geopolíticas? Por el contrario, creo que esa decisión pone a Colombia en una posición de extrema fragilidad. Mientras diversos sectores como el político o el empresarial, creen que hicimos el gran negocio con el arreglo militar de las bases, la realidad es que no, porque si Colombia no ha podido combatir en forma las acciones de las Farc, mucho menos podrá combatir acciones terroristas de mayor calado. Cualquier enemigo, de los muchos que tienen los Estados Unidos, que quiera golpear los intereses de ese país, podrá golpear a Colombia -su aliado en la región- como ocurrió cuando golpearon a España.

Aznar firmó con Bush y con Blair el Pacto de las Azores para el ataque a Irak, creyendo que así España se situaba en la cresta de las grandes decisiones, pero no se preparó para un ataque. Así, cuando Alqaeda quiso golpear los intereses de la alianza, lo hizo en España. Ese es un riesgo que aquí no hemos medido bien.

¿Por qué los colombianos no tenemos conciencia sobre ese tema?
Brasil está estructurando toda su política de defensa y seguridad en torno a la protección de la Amazonía. Lo mismo empieza a hacer Perú en el entendido de que su porción de la Amazonía es un bien estratégico. En Colombia es un tema de interés para los ambientalistas. Aquí aún no hemos entendido que tenemos que estructurar políticas de defensa y seguridad en torno a nuestra región del Amazonas y de la defensa de bienes estratégicos como el agua. La política de seguridad en Colombia se reduce al combate a las Farc y a la extradición.

¿Entonces la visión recortada de la política exterior no es sólo de cancilleres sino del Presidente? Sobre todo del Presidente porque su visión es muy provincial. En una perspectiva de estos ocho años de gobierno uribista, se destacan dos fallas protuberantes. Él estructuró muy bien el modelo político de subordinación y de manejo político; controló a los políticos, a los empresarios y a casi todo el mundo, pero no controló ni dirigió adecuadamente la política exterior. La segunda falla hace relación con la justicia, que hoy hace agua por diferentes boquetes, y por ese par de desagües se derrumbó el proyecto uribista. El ‘estado de opinión’ murió allí.

Así las cosas ¿cuál será la actitud de Obama? Hillary no logró en su reciente gira el apoyo de Lula frente a Irán.
De mis conversaciones con Arturo Valenzuela, subsecretario adjunto para América Latina, del Departamento de Estado, saco en claro que EE.UU. no va a pelear con Venezuela, porque ella le surte un 15% del combustible que consume y eso es demasiado petróleo.

Por otra parte, Venezuela ha logrado estructurar un sistema de relaciones exteriores lo suficientemente potente como para neutralizar a los Estados Unidos: China, los experimentos militares de Rusia, la presencia iraní, son mecanismos que generan un ‘¡alto ahí!’. La primera potencia que reaccionó en defensa de Hugo Chávez cuando le dieron el golpe fue China y eso parece haber evitado que los Estados Unidos se metiera en alguna dirección.

Aquí pareció ‘muy folclórico’ que el presidente chino firmara con Chávez un acuerdo de hermandad entre la Revolución Cultural de su país y la Revolución Bolivariana de Venezuela, pero lo que Chávez hacía era blindar su gobierno. Los iraníes, los libios, los países de la Opep, los chinos, ven en Venezuela a un socio importante, y Chávez tiene la capacidad de jugar en distintos escenarios, de modo que Estados Unidos tiene claro que no se va a meter con Venezuela. Lula lo entendió y ha sabido aprovechar las tensiones entre Venezuela y Estados Unidos a favor de Brasil.

¿Qué papel juega Raúl Castro en el escenario latinoamericano? Castro jugó un papel protagónico en la cumbre de Cancún, llevando a los dos presidentes a entender la necesidad de sentarse a negociar, seguido rápidamente por Leonel Fernández y por Calderón, el presidente de México y los demás mandatarios presentes.

Quiere decir que, contra otros pronósticos, ¿Raúl Castro está reinventado a Cuba?
Cuba ha tenido en su política exterior una de las armas de defensa de la revolución, frente al bloqueo y el embargo económico de Estados Unidos. Una isla tan pequeña logra generar tensiones, decisiones y enfrentamientos en el tablero mundial.
Si hay un país preparado para afrontar este escenario es Cuba, porque habla con los iraníes, con los israelíes, con los países árabes y con todo el mundo, excepto con Estados Unidos. Una cosa muy interesante es que el discurso cubano hoy no es de retaliación contra nadie. Después de que muchos países latinoamericanos lo han excluido, Cuba se ha acercado sigilosamente y tiene gente formada, gente joven muy preparada que entiende muy bien la política internacional y que sabe moverse en sus escenarios. El primer acercamiento de Raúl Castro fue a Lula y en ausencia de éste, en Cancún, fue el líder de esa reunión.

¿Para dónde quiere ir Cuba?
Creo que Cuba está en la idea de la integración latinoamericana para hacer parte de ella y ya comparte ese bloque. El embargo va a levantarse muy rápido porque el presidente Obama ha mostrado disposición de acercarse a Cuba, de manera que Castro tendrá un papel muy importante como intermediador, interlocutor y amigable componedor en muchas de las situaciones que se están viviendo.

Su cabeza de playa es Venezuela donde hay miles y miles de cubanos. ¿El eje La Habana-Caracas tiene el propósito que usted describe? Yo creo que ningún eje en América Latina pasa exclusivamente por esas dos capitales sino que necesariamente tiene que pasar por Brasil, que es el eje sustantivo; tanto, que hoy México no está jugando un papel relevante en las relaciones exteriores, como lo tuvo en el pasado. Brasil se erige como líder regional, con dos patas de apoyo en México y Cuba, países con peso internacional, con una diplomacia profesionalizada –la de Itamaratí es también excelente-, que no tenemos en los demás países de la región.

¿Frente a este escenario geopolítico nuevo y complejo – y peligroso- qué debe hacer Colombia? Antanas Mockus dice que la seguridad infantiliza a la sociedad porque cuando se convierte en su discurso principal, esa sociedad se bloquea. Como cuando un padre sobreprotector inhibe el desarrollo del hijo. Yo creo que, sin abandonarlo, Colombia tiene que salir del discurso exclusivo de la seguridad y adoptar también el discurso de la integración con el mundo. Hemos demostrado que tenemos un recurso humano absolutamente invaluable y muchos mercados por explorar, no sólo desde el punto de vista de bienes y servicios sino, sobre todo, de conocimiento. En los años 70 Colombia y Corea tenían la misma capacidad exportadora. Ya sabemos en qué se convirtió Corea, y Colombia sigue teniendo la misma estructura exportadora porque nuestros exportadores son rentistas, no empresarios. La riqueza hoy se está generando en la base del conocimiento y los países son competitivos no porque producen más barato, sino porque pueden adaptarse cada vez más rápido al aprovechamiento y generación de conocimiento. Para Colombia esos aspectos constituyen un escenario y un potencial clave y son un reto para el gobierno que llega.

A propósito de exportadores, ¿no cree que Colombia debería producir bienes complejos y sofisticados de exportación – como lo logró Costa Rica-, en lugar de lo mismo que produce todo el mundo?
La crisis con Venezuela logrará un resultado muy positivo y es obligar a los exportadores colombianos que mandaban a Venezuela, ropa interior, confecciones, etc., a reconvertirse o a desaparecer. En el escenario actual les va a tocar producir otras cosas. Para eso Colombia debe integrarse política y económicamente a los mercados mundiales con una agenda de desarrollo completamente distinta.

¿Usted ve, entre los candidatos a suceder al presidente Uribe, alguno suficientemente informado y capacitado para realizar ese cambio? Sí, creo que hay candidatos que entienden que Washington no es el único norte. Hay quienes entienden mejor el tema de China y de los países árabes, y creo que es un desafío muy fuerte. Creo que en el próximo escenario electoral –también hago la apuesta de que el uribismo no llegará, como pudiera parecer- hay gente con ese perfil. Lo que pasa es que tienen miedo de perder votos si en esta campaña no se circunscriben al tema de la seguridad democrática. Lo paradójico es que dentro de esa seguridad mueren más de dos mil niños menores de 15 años anualmente, en hechos violentos. Una de cada tres muertes tiene que ver con el conflicto y dos de cada tres muertes están teniendo lugar en condiciones de alta sicarización o de extensión de la criminalidad. La industria de la seguridad en Colombia ha crecido de forma sustantiva. Yo creo que la Seguridad Democrática ha sido una especie de gran ilusión porque el estado colombiano sigue compartiendo su soberanía con las Farc y con lo que ahora se llama ‘bacrim’ –bandas criminales-. Eso fue lo que le pasó al presidente Uribe. Porque, hay que preguntarse ¿cuál fue en realidad el proyecto del Presidente? ¿Cuál fue su apuesta al futuro, más allá de combatir a las Farc? ¿Un país competitivo? Lo que vemos es un país que da en exenciones tributarias más de trece billones de pesos (!), un país en el que la gente no invierte porque tenga posibilidades de competir bien, sino porque es un paraíso fiscal. Tampoco puede hablarse de cohesión social cuando tuvo que expedir una emergencia social para tratar de contener la debacle de la salud. El balance es triste porque deja, además, graves problemas en infraestructura, en la justicia, en el narcotráfico, en la política. Nunca el país había estado más en manos de la corrupción, como ahora.

En pocas palabras
"El presidente Uribe controló a los políticos, a los empresarios y a casi todo el mundo, pero no controló ni dirigió adecuadamente la política exterior”.
"En estos últimos ocho años Colombia ha entrado al corazón de un conflicto –el árabe-israelí- que no es suyo”.
"Colombia debe aprovechar su gran importancia geoestratégica, que la tiene en unos escenarios de conflicto que no son suyos, y convertirla en un activo”.
"La política de seguridad en Colombia se reduce al combate a las Farc y a la extradición”.

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