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Varias Organizaciones de la Sociedad Civil brasileñas y
bolivianas habían advertido ya en 2007, antes de la construcción de las
represas, sobre sus posibles efectos negativos en el Amazonia boliviana. Es un
tema de la agenda bilateral.
Por Sebastián Ochoa
Desde La Paz
Representantes de los gobiernos de Evo Morales y Dilma
Rousseff se reunirán el viernes en esta ciudad para evaluar el impacto de las
represas Jirau y Santo Antônio, del lado brasileño, las cuales serían causantes
del agravamiento de las inundaciones en la Amazonia boliviana, que en los
últimos meses –época de lluvias– causaron más de 60 muertes, principalmente en
los departamentos de Beni, Pando y el norte de La Paz.
“Hay una Comisión Técnica para verificar, para evaluar, para
levantar datos (que constaten) si efectivamente estas construcciones pueden
afectar la subida de las aguas. El canciller brasileño (Luiz Alberto
Figueiredo) está visitando Bolivia el próximo 7 de marzo. Vamos a tener una
reunión bilateral, donde vamos a tocar todos los temas con el canciller de
Brasil”, dijo en conferencia de prensa el ministro de Relaciones Exteriores,
David Choquehuanca.
Varias Organizaciones de la Sociedad Civil brasileñas y bolivianas
habían advertido ya en 2007, antes de la construcción de las represas, sobre
sus posibles efectos negativos en las poblaciones de este sector de la
Amazonia. Esos perjuicios son similares a los que se viven en estos días.
Informes de entidades como la Liga de Defensa del Medio Ambiente (Lidema), de
Bolivia, o de especialistas como Philip Fearnside, del Instituto Nacional de
Investigación de la Amazonia en Manaos, Brasil, entre otros, llegaron al
gobierno de Morales, que envió una carta a su homólogo brasileño para indagar
en la veracidad de lo que se avecinaba. Todo quedó allí, Jirau y Santo Antônio
fueron construidas, comenzaron a funcionar y hoy afectan con inundaciones a
poblaciones del estado de Rondônia y Beni.
El 18 de febrero, el presidente Morales sobrevoló algunas de
las miles de hectáreas afectadas por la inundación. En Beni, departamento
ganadero, fallecieron más de 200 mil vacas porque no tienen qué comer ni dónde
pararse. Y se perdieron miles de hectáreas de cultivos, entre otros daños que
soportan en esta región, donde 300.000 mil personas están afectadas. Al bajar
del avión, el jefe de Estado dijo que había instruido nuevos estudios para
analizar el rol de las represas brasileñas Jirau, que está a 80 kilómetros de
la frontera, y Santo Antônio, a 120 kilómetros.
Bolivia tiene la intención de construir su megarrepresa (que
generaría 980 megavatios) en la población beniana de Cachuela Esperanza, que
ahora también está inundada. Si con las dos represas en cuestión hay este
panorama, peor sería si Bolivia concretara su proyecto. El gobierno de Morales
no quiere desprenderse de este plan, que permitiría al país exportar
electricidad.
“Recientemente hubo una reunión con las autoridades
bolivianas y las brasileñas para ver cuáles pueden ser los efectos que generan
la construcción de las represas en el lado brasileño. Va a haber una reunión
técnica posteriormente para analizar. Tenemos que fundamentar con datos
técnicos qué niveles, cómo ha sido. Hay varios temas que tenemos que trabajar”,
adelantó Choquehuanca.
En 2007, cuando se conocieron los estudios independientes
sobre los efectos de las represas, uno que cargaba contra los ambientalistas
era Alexander Guzmán, alcalde de Guayaramerín, en la frontera con Brasil, por
oponerse al progreso. Ahora reconoció que la pesca en los ríos de esa zona bajó
hasta en un 50 por ciento por efecto de las represas. Peces como la yatorana,
el surubí y el pacú “ya no se encuentran como antes, debido a que son especies
migratorias que recorren los ríos, pero al tener las barreras de las represas
no logran cumplir su ciclo vital”, comentó.
“Bolivia está aún en posición de exigir una auditoría
ambiental a nivel internacional, para la evaluación del impacto actual y de los
riesgos y consecuencias futuras de la alteración de la hidrología del río
Madeira. También se debería analizar la posibilidad de exigir una
indemnización”, indicó el investigador de Lidema Octavio Ribera.
Fearnside, citado por un documento del Foro Boliviano de
Medio Ambiente y Desarrollo (Fobomade), explicó que “cuando el agua de un río
entra en la laguna que se forma a consecuencia de la represa, la velocidad del
agua disminuye bruscamente. Con eso, los sedimentos más pesados, como la arena,
caen para el fondo del lago al comienzo del mismo, formando una pila de
sedimentos que continúa creciendo y avanzando río arriba. Esta pila funciona
como una especie de segunda presa, elevando el nivel del agua en el trecho de
río encima del lago propiamente dicho. Ya que el reservorio de Jirau está
planeado para extenderse hasta la frontera con Bolivia es lógico que esa
elevación del nivel afectará al lado boliviano, tanto en el río Madera como en
el río Abuná”.
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