http://www.elmostrador.cl/opinion/2014/05/31/impugnar-la-haya-una-jugada-peligrosa/
Tomado de:
31 de mayo
de 2014
Historiador y politólogo, Instituto de Estudios
Internacionales, U. Arturo Prat.
Hace algunos días en la casa de gobierno de Chile, la
Presidenta Bachelet citó a los anteriores mandatarios para discutir sobre las
acciones que debiera seguir la Cancillería chilena, tras la reciente demanda
presentada por Bolivia ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) el pasado
15 de abril. En aquella cita, Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos y
Sebastián Piñera coincidieron en una sola posición: recomendaron al gobierno de
Bachelet solicitar se impugne la competencia de La Haya ante la memoria
presentada por Bolivia, la que a su juicio carece de argumentos y de sustento
jurídico. Para ejecutar dicha impugnación, Chile tiene dos mecanismos. Uno de
ellos es presentar sus aprensiones antes del 15 de julio, tres meses después de
hecha la presentación boliviana, o bien, hacerla a través de la entrega de su
contramemoria, cuya fecha límite sería el 15 de febrero de 2015.
¿Puede Chile pedir la incompetencia del tribunal
internacional? Claramente, pero los argumentos jurídicos deben ser tan sólidos
que deben lograr derrumbar los planteamientos jurídicos esbozados por el país
vecino, tarea que no parece para nada sencilla. Dentro del historial de
impugnaciones que le han hecho a la CIJ, estás han sido más bien menores, y en
la mayoría de los casos las partes litigantes han tenido que esperar su
pronunciamiento. Aun así, este mecanismo está siendo evaluado por el gobierno
chileno, lo que podría ser un error en la manera de enfrentar la demanda
boliviana. Es decir, si el tribunal rechaza las excepciones preliminares que
den cuenta de la incompetencia de la CIJ, el Canciller Heraldo Muñoz quedaría
en una incómoda posición, situación que podría traer al imaginario político lo
ocurrido recientemente con el Perú y claramente podría ser considerado como un
nuevo triunfo de la diplomacia boliviana.
El proceso de modernización de nuestra Cancillería no ha sido
tal, imponiéndose una visión más bien conservadora por sobre una línea más
activa internacionalmente y eso influye directamente en la forma de
relacionarse con los países vecinos.
Esta idea no deja de parecer curiosa, pues en Chile se valoró
que el país del norte acudiera a instancias supranacionales para zanjar temas
que están pendientes entre ambas naciones, pero esta posición se ha ido
debilitando con el correr de las semanas, sembrando dudas de si realmente existe
manejo político desde el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile. Si a eso
le sumamos que nuevamente el Canciller ha estado ausente de las reuniones que
por estos días llevan a cabo los cancilleres de Unasur, la propuesta de
fortalecer la integración regional sigue siendo más bien ambigua. Lo lógico
habría sido proponer una mesa tripartita para descongelar el ambiente y
resolver por vía diplomática las diferencias políticas entre Chile y Bolivia,
entendiendo que Perú resulta clave en este juego político.
Pero la línea política se ha dejado a un lado y hoy los
problemas históricos se están dirimiendo jurídicamente. Se advierte una
Cancillería rezagada en términos de profesionalización de sus representantes,
en comparación con Brasil, Perú o la propia Bolivia. Es decir, el proceso de
modernización de nuestra Cancillería no ha sido tal, imponiéndose una visión
más bien conservadora por sobre una línea más activa internacionalmente y eso
influye directamente en la forma de relacionarse con los países vecinos. El
Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile debe mejorar su manera de
proyectar la política internacional, pasar de una política de gobierno a otra
de Estado, vincularse con asesores que tengan experiencia en los problemas
regionales y con ello poder realizar lecturas políticas más finas.
No es posible que la agenda del Canciller Muñoz esté por
sobre el programa de gobierno y que los temas de integración, por simbólicos
que parezcan, se estén impulsando más por la propia Presidenta que del mismo Ministro.
Hoy hay temas pendientes con los países vecinos que el exitismo económico no
será capaz de resolver y se requiere configurar una alta política para que los
roces y los revanchismos desaparezcan y se construyan agendas del futuro
pensadas en mayores espacios de armonía regional.
El desafío es mayor, pero mientras se tenga una visión de la
política internacional de acuerdo al gobierno de turno y no como una mirada de
Estado, las tensiones con los países con los cuales limitamos serán
permanentes. Por ahora no se advierte un giro en esta dirección y tendremos
debate en material internacional por más tiempo del presupuestado.
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