lunes, 25 de octubre de 2010

Soberanía nuclear



1. Formación Roraima, las prospecciones mineras han arrojado la presencia de metales pesados y tierras raras como uranio y estroncio.

2. Proyecto de Kurupung Batholith ha determinado la presencia de Uranio.

3. Mapa del Proyecto U-386

Tomado de:

http://www.eluniversal.com/2010/10/24/opi_art_soberania-nuclear_2076209.shtml

Venezuela tendría que abrir las puertas a la inspección internacional

DOMINGO FONTIVEROS | EL UNIVERSAL

Domingo 24 de octubre de 2010 12:00 AM

Se especula sobre la existencia de yacimientos de uranio en la parte venezolana de la Formación Roraima. Ya en la parte guyanesa (¿zona en reclamación?) los estudios prospectivos son alentadores y se habla de comenzar exportaciones en 2014. En ambos países, Irán viene prestando asistencia técnica, según lo publicado. La idea del Gobierno venezolano de montar un reactor atómico para generar electricidad y otros fines pacíficos, puede estar alineada con estos desarrollos.

Ello involucraría lidiar con un tema sensible para la comunidad internacional, y ponerse a contracorriente de lo que son bien conocidas ventajas en otras fuentes de generación de energía.

Tener uranio en el subsuelo es una cosa; explotarlo o enriquecerlo para el uso en un reactor es totalmente otra. Porque en este caso existe un sistema de reglas que deben cumplir Estados y empresas involucrados, para prevenir el uso no permitido o restringido de este elemento. Irán, y más Norcorea, son países que están en situación de incumplimiento a este respecto, lo cual les ha acarreado sanciones del resto del mundo. Los entendimientos que existen entre Venezuela e Irán en esta y otras materias, levantan naturalmente una serie de interrogantes sobre el uso final que tendrían los materiales obtenidos.

Pero al lado de lo que pertenece al ámbito de la política exterior y orientaciones geopolíticas, se encuentra también el tema económico.

Explotar uranio en el marco de las normas internacionales y venderlo al exterior es una actividad con previsible alta rentabilidad. Pero convertirlo en materia prima del desarrollo energético nacional, coloca al proyecto en contradicción con alternativas disponibles que en razón de un análisis costo-beneficio lucen bastante más atractivas para la sociedad.

Sacrificar a favor del plantel nuclear recursos que pueden aplicarse a la recuperación y desarrollo de hidroelectricidad y gas natural, entre otras, se presenta "prima facie" como un triste desperdicio. Porque el potencial hidroeléctrico y gasífero es enorme y de bajo costo, aunque sigue desaprovechado e incluso dejado al garete. El capital humano nacional acumulado en profesionales y mano de obra calificada en estas áreas está siendo terriblemente subutilizado, y es muy pequeño en el área nuclear. Venezuela tendría que abrir las puertas a la inspección internacional, lo que con el actual régimen político, crearía un nuevo foco de perturbadora confrontación. El uso pacífico de la energía nuclear siempre ha estado sometido a riesgos de alta peligrosidad (recordar Chernobyl y Three Mile Island) que a todas luces superan la capacidad preventiva de la burocracia oficial, máxime en el caso de utilizar tecnologías pobremente seleccionadas por la misma burocracia.

Uno se pregunta si el Gobierno buscará en materia atómica una variante del tipo de soberanía que aplica en materia alimentaria: arrinconar a los factores nacionales de producción para abrir paso a los "traders" internacionales. O la que cree afianzar cuando substituye profesionales venezolanos por mercenarios importados en áreas neurálgicas del Estado. Para el Gobierno, en estos contextos, soberanía no es libertad ni autonomía decisoria en beneficio del país, sino excusa para conflictos y manipulación de las palancas del poder.

dfontiveros@cantv.net

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