http://www.aporrea.org/actualidad/a131064.html
Fecha de publicación: 01/10/11
Mapa Oficial de
la República Bolivariana de Venezuela
Tomado de:
Por: Alejandro Cardozo
Fecha de publicación: 01/10/11
Una de las libertades de escribir, es la posibilidad de soñar
escenarios ideales y además plantear su posibilidad, su “posibilismo”. Venezuela
se ha caracterizado por ser un país “posibilista”, desde ser el germen de la
Independencia del imperio español en América Latina y el Caribe, pasando por
gestos de paz como cuando fungió como nación intermediadora en la guerra
centroamericana (el Grupo de Contadora, por ejemplo, donde se negoció la paz en
El Salvador, Guatemala y Nicaragua, tras décadas de guerra, fue iniciativa de
la diplomacia venezolana); el hecho de que a pesar de las pérdidas
territoriales con Colombia (ante la sempiterna agresiva diplomacia colombiana)
Venezuela haya optado por la paz (a diferencia de escenarios similares que han
conducido a guerras fraticidas en la región como la del Chaco, la guerra de la
Triple Alianza, las guerras del Pacífico…; ahora mismo Venezuela ha desarrollado
una agenda con planteamientos concretos de unión e integración regional, los
más destacables el SUCRE -un sistema monetario único para la zona sur- y
UNASUR.
Acaban de reunirse las cancillerías de Venezuela y Guyana,
con gestos de cordialidad realizar una hoja de ruta -de la “más alta
diplomacia”- esta vez sobre un nuevo litigio territorial que demanda Guyana
sobre la plataforma continental y su proyección marítima. El Esequibo Guayanés
que reclama Venezuela es un objetivo diplomático superior, pero latente. Si
repasamos la historia de la frontera venezolana (recomendamos los trabajos de
Manuel Briceño Monzillo, Claudio Briceño Monzón y Nweihed Kaldone) nos
remontaríamos al siglo XVIII, durante el reinado de Carlos III de España, el
rey ilustrado por antonomasia que por Real Cédula, digamos, dibujó más o menos
el actual paisaje de límites y fronteras de lo que fueron sus territorios en el
Nuevo Mundo. El axioma único y definitivo para que las repúblicas nacientes -y
libres- establecieran sus territorios respectivos fue el principio del uti
possidetis iure, “como lo poseíais lo seguiréis poseyendo”… el principio de la
estabilidad de las fronteras que utilizó por primera vez Simón Bolívar que ha
sido emulado en todos los procesos post-colonialistas posteriores, e inclusive
para confeccionar el nuevo orden geopolítico tras la desintegración del bloque
socialista en Europa oriental, le otorgaba a nuestro país, legítima y
legalmente, el territorio del antiguo precepto colonial.
En pocas palabras, la Capitanía General de Venezuela, antigua
Provincia de Caracas (más los territorios de tierra firme e insulares añadidos
en el transcurso de la colonia y la tardo-colonia) era una región bastante más
grande que nuestra nación actual, por cercenamientos consecutivos de su
territorio original a través de la pérdida de laudos y arbitrajes con
Inglaterra y Colombia a lo largo del siglo XIX y XX (más el expolio territorial
de Inglaterra). Pero la vocación de paz, activa y pasiva, ha sido la conducta
de Venezuela a lo largo de su vida republicana. Ya se quejó Andrés Eloy Blanco
en un derecho de palabra como diputado, en junio de 1941, donde condenaba que
Venezuela, el cuartel general de la guerra de independencia americana, se
dejara quitar territorio por Colombia, sin disparar una sola bala. Justamente
eso nos define como una nación con mayor vocación americanista que Colombia, la
pequeña, jamás la grande.
De vuelta a la Geopolítica de los Sueños y la reunión entre
las cancillerías venezolana y guyanesa destaca de nuevo esa visión excepcional
de Venezuela en cuanto a su conflictividad territorial. Una visión, acaso,
solidaria, hermanada con principios integracionistas. Partiendo de ese hecho no
me parece nada aventurado proponer aquí, en primer lugar, que en base a una, digamos,
historia arawak y caribe prehispánica común: étnica, racial, lingüística, de
los pobladores primigenios del manto guayanés, que le dieron el nombre a toda
la zona, “Tierra de agua”, definamos un territorio histórico originario común.
En segundo lugar, la actual República Cooperativa de Guayana
tiene otra controversia territorial con Surinam, en el lado oriental, es decir,
Venezuela reclama -legítimamente- las dos terceras partes de la cara occidental
del pequeño país, 159.500 km2; el reclamo de nuestro Esequibo, -reclamo que se
le hacía a Inglaterra, su antigua metrópoli hasta 1966-, y Surinam otro tanto
¿cómo se define el estatus territorial de Guyana al filo de demandas
internacionales?
En tercer lugar el Esequibo, por todo lo expuesto, es legítimamente
de Venezuela, expoliado por la “canalla inglesa” en el siglo XIX, cénit del
imperialismo británico en los mares del mundo. Esta región alberga una minería
que requiere una explotación especializada, muy planificada y tecnificada, que
sin la intervención conjunta de Estados fuertes -y ricos- quedará en manos,
como ya ocurre parcialmente, de multinacionales que tienden a “africanizar” el
proceso de explotación y extracción, enfrentando y manipulando grupos
étnico-religiosos antagónicos para generar una conflictividad sostenida que
ocupe al Estado anfitrión, más debilitado por una pugna de laboratorio,
tendiendo poco a poco a dejar todo en manos de las multinacionales. Esos
minerales van al combustible de las flotas aéreas de Europa y Estados Unidos, a
los chips altamente especializados de la tecnología occidental, y en las minas
y yacimientos de esos materiales estratégicos solo queda la guerra, la miseria
y la muerte: son los nuevos Potosí de nuestra era.
En cuarto y último lugar, del lado venezolano, el famoso
kilómetro 88 -yo he estado varias veces- en lo personal pienso que es un
panorama sobrecogedor. Por un lado la exuberancia del paisaje se conjuga con
una zona humanamente desertificada… un paisaje minero -descontrolado, no
planificado- y por otro lado, una baja densidad de población de la mano con una
pobre intervención del Estado en el lugar ¿Recuperaremos el Esequibo -cosa
bastante improbable en el esquema actual pragmático de las relaciones
internacionales, regido desde y por los intereses del capital privado- para
simplemente expandir esa visión de desarrollo? ¿Para que recuperar territorio
-mi voto de fe es que Venezuela sea territorialmente reivindicada alguna vez-
si no hemos podido cruzar nuestra propia frontera sur? Seguimos desarrollando el
eje costa-montaña desde el siglo XVI, sin ver el sur desde un esquema
“caraquista” de desarrollo nacional, pero ese es otro tema.
En vista a los 4 puntos anteriores por qué no proponer una
República Venezolana-Guyanesa, bajo los principios del latinoamericanismo-caribeño,
el unionismo de pueblos que tienen más en común el camino que los define en la
Historia que los fines económicos de intereses extraños y desafectos. Sería
además un referente de fortalecimiento a través de la unión real y física de una
nación con mayores capacidades económicas -de inversión social y de
infraestructura- con otra que aportará robustez a un proyecto geopolítico,
emanado de nuevos y originales principios de relaciones interregionales. No es
suficiente que Guyana esté dentro de la red energética de solidaridad petrolera
(Petrocaribe), ni es suficiente que Guyana sea parte de UNASUR, pues por un
lado no confirma una nueva latitud geopolítica que más que agresiva, sería
tenaz, y tampoco compromete a Guyana con un propósito que rompe los esquemas -sin
herir- del orden mundial.
Mejor inventar que errar, como decía nuestro excéntrico
favorito; estamos en tiempos que o inventamos o nos inventan a nosotros, de
nuevo, otro modelo de relaciones internaciones y de desarrollo. Estas son
repúblicas que no deberían convocar a terceros (Europa-EE.UU., China) a nuestro
modelo de desarrollo: Inventamos, al mejor estilo del ilustrado Carreño: La
República Venezolana-Guyanesa.
cardozouzcategui@gmail.com
cardozouzcategui@gmail.com
Nota del editor del blog: Al
referenciarse a la República Cooperativa de Guyana se deben de tener en cuenta
los 159.500Km2, de territorios ubicados al oeste del río Esequibo conocidos con
el nombre de Guayana Esequiba o Zona en Reclamación sujetos al Acuerdo de
Ginebra del 17 de febrero de 1966.
Territorios estos sobre los
cuales el gobierno Venezolano en representación de la Nación venezolana se
reservo sus derechos sobre los territorios de la Guayana Esequiba en su nota
del 26 de mayo de 1966 al reconocerse al nuevo Estado de Guyana .
“...por lo tanto, Venezuela
reconoce como territorio del nuevo Estado, el que se sitúa al este de la margen
derecha del río Esequibo y reitera ante la comunidad internacional, que se
reserva expresamente sus derechos de soberanía territorial sobre la zona que se
encuentra en la margen izquierda del precitado río; en consecuencia, el
territorio de la Guayana Esequiba sobre el cual Venezuela se reserva
expresamente sus derechos soberanos, limita al Este con el nuevo Estado de Guyana,
a través de la línea del río Esequibo, tomando éste desde su nacimiento hasta
su desembocadura en el Océano Atlántico...”
Mapa que señala el Espacio de Soberanía Marítima Venezolana que
se reserva, como Mar Territorial mediante el Decreto
Presidencial No 1152 del 09 de Julio de 1968.
No hay comentarios:
Publicar un comentario