Tomado de la BBC del 18 de septiembre de 2008
Cristina Tardáguila Río de Janeiro
Esta semana Noruega tomó la delantera en la lucha por salvar a la Amazonia, al ofrecerle al gobierno de Brasil una donación de US$1.000 millones con ese fin.
Se trata de la primera donación importante al Fondo Amazonia, creado el mes pasado por el presidente Luis Inácio Lula da Silva y que busca recaudar US$21.000 millones.
Según lo acordado con Noruega, los primeros US$130 millones llegarán a Brasil este año.
Los US$870 millones restantes serán enviados gradualmente hasta 2015, dependiendo de una reducción comprobada en la deforestación.
Tras sellar la donación, el gobierno brasileño intenta convencer al mundo de que su soberanía en la región no está en juego, de que sabrá optimizar los recursos recaudados y de que otros países deben seguir los pasos noruegos lo antes posible.
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Soberanía
Al establecer el Fondo Amazonia, Lula se mostró receloso ante la posibilidad de que sus donantes exigiesen el derecho de participar en el consejo de administración.
Sin embargo, el ministro de Medio Ambiente, Carlos Minc, destacó el martes que "al contrario de lo que pasa con otros programas de donación, los donantes no tendrán asiento en los consejos, lo que refuerza la soberanía y la autonomía de Brasil en la cuestión amazónica".
Así quedó claro que será responsabilidad exclusiva del gobierno brasileño decidir cómo, dónde y cuándo utilizará los recursos recaudados, lo que ya ha provocado cierta polémica entre las principales organizaciones no gubernamentales (ONG) del país.
Las ONG que llevan años involucradas en la lucha contra la deforestación del "pulmón del mundo" piden que se aclare el mecanismo de funcionamiento del fondo y, sobre todo, que no sea la única herramienta a favor de la selva.
Según datos del Instituto Nacional de Investigación Espacial, entre agosto de 2006 y agosto de 2007, 11.532 kilómetros cuadrados de la Amazonia sufrieron deforestación, un área 18% inferior a la registrada en el mismo período entre 2005 y 2006.
Se estima que la selva amazónica ha perdido el 20% de su tamaño original, lo que representa 700.000 kilómetros cuadrados de deforestación.
Voluntad política
En la opinión del director ejecutivo de Greenpeace en Brasil, Marcelo Furtado, la creación del fundo es, sin duda, un paso importante en el combate a la deforestación, en la valorización de la selva y en la defensa del patrimonio biológico de la región.
Sin embargo, él alerta que sin una férrea determinación de los gobernantes, nada saldrá adelante.
"Será necesario establecer y mantener a lo largo de los próximos años una fuerte voluntad política. Sólo así estos recursos se transformarán en acciones efectivas de comando, control y estímulo a las actividades forestales responsables", dijo.
Para Furtado, el Fondo Amazonia tiene la oportunidad de generar grandes cambios pero necesita una estricta administración.
Según el gobierno, el dinero será administrado por el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), una entidad estatal, y la coordinación estará a cargo de la presidencia de Brasil.
También habrá dos comités encargados de elaborar las estrategias de acción, uno de naturaleza técnica y el otro integrado por representantes del gobierno federal, los estados y la sociedad civil.
Funcionamiento
Por su parte, la secretaria general de la división brasileña del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), Denise Hamú, parece más preocupada por el funcionamiento práctico del fondo, su día a día.
"Estamos en un momento en el que se están estableciendo los parámetros de funcionamiento del fondo. Es fundamental definir criterios claros para acompañar la aplicación de los recursos y para certificarse de que los objetivos están siendo realmente alcanzados", señaló.
Hamú insistió en que los responsables del fondo expliquen detalladamente cómo el dinero llegará a los que viven en la selva, cómo se les convencerá a cambiar sus estrategias de supervivencia por algo menos destructivo y cómo serán compensados quienes avancen en la protección de la Amazonia.
WWF-Brasil destacó en un comunicado que es importante que se defina qué entidad nacional tendrá bajo su responsabilidad la tarea de acompañar y de informar a la sociedad y a los donantes sobre la evolución de los esfuerzos hechos en la región.
"¿Será un órgano público de control o unidades de conservación?", cuestionó la ONG, destacando la necesidad de transparencia plena.
Otras soluciones
Los ecologistas piden que el Fondo Amazonia no se transforme en la única herramienta nacional e internacional contra el calentamiento global.
Quieren que el mundo y sus gobernantes sigan estudiando otras formas de recaudar más y más recursos para la causa.
Proponen la instalación y el desarrollo de un mercado internacional de carbono y también la implantación de sistemas de compensación financiera por la contaminación.
Lo importante, subrayan, es que la donación de Noruega establezca el inicio de una nueva era en términos de cuidado del medio ambiente.
Algo similar dijo el presidente Lula, mientras agradecía la donación y trataba de estimular a otros gobiernos a seguir el mismo camino y a respetar el Protocolo de Kyoto.
"El día en el que cada país desarrollado tenga la misma actitud, empezaremos a estar seguros de que el calentamiento global podrá disminuir", enfatizó Lula, al lado del primer ministro noruego, Jens Stoltenberg.
Según el gobierno brasileño, otros cinco países ya han manifestado interés en el fondo: Alemania, Corea del Sur, Japón, Suecia y Suiza.
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