on marzo 18, 2015 1:03 pm .
Mientras que en Venezuela hay escasez de todo, por la
frontera con Colombia cruza una amplia gama de mercancías diariamente, desde el
Táchira. (AP Photo/Eliécer Mantilla)
En una discreta bodega venezolana en San Antonio del Táchira,
muy cerca de la frontera con Colombia, se esconden varias toneladas de arroz,
empacadas y listas para ser contrabandeadas. Hoy es arroz pero mañana será
salsa de tomate, leche, pasta de dientes o máquinas de afeitar, reseña
Associated Press.
El contrabando vive su mejor momento gracias a que detrás
existe una gigantesca red de corrupción que involucra a las mal pagadas fuerzas
de seguridad de Venezuela. Una red que empieza en Caracas y termina en la
aduana de San Antonio del Táchira, en la frontera, a 20 horas en camión. Un
entramado en el que están implicadas todas las fuerzas de seguridad del estado
que vigilan las carreteras: la Guardia Nacional, la Policía Nacional
Bolivariana, el departamento de inteligencia SEBIN y miembros del ejército,
quienes reciben en cada puesto de control de la carretera sobornos varían entre
10 y 40 dólares por carga, sumas nada despreciables en Venezuela.
El jefe de esta operación, un contrabandista que luce una
barba de tres días, ropa deportiva y trabaja para un sujeto que apoda el
“Carteludo”, tiene que coordinar el transporte de las toneladas del grano y de
otros tantos productos, no se despega de un celular al que le llegan mensajes
de texto sin parar, que confirman que otro cargamento viene en camino de
Caracas.
“Mover un camión de leche deja más dinero que la cocaína”,
dice el contrabandista, que prefiere no dar su nombre por miedo a ser
identificado y detenido. Se inició en este negocio transportando gasolina de un
lado a otro y hoy maneja una red de unas 150 personas dedicadas al tráfico
ilegal de alimentos.
Mientras los venezolanos se ven obligados a hacer largas
filas frente a los supermercados para conseguir productos de primera necesidad,
los contrabandistas viven su mejor momento gracias a la diferencia de precios
de los productos básicos entre los dos países. Un kilo de arroz cuesta en
Venezuela 26 bolívares, unos 10 centavos de dólar, pero en Colombia el mismo
producto vale 15 veces más. Una crema dental cuesta hasta 27 veces más al lado
colombiano de la frontera.
La gasolina también es un gran negocio. Un galón (cuatro
litros) de combustible no cuesta ni un centavo en Venezuela en comparación con
los tres dólares de Colombia. El gobierno calcula que las pérdidas por gasolina
oscilan entre 50.000 y 100.000 barriles al día, lo que supone unos 3.000
millones de dólares al año, un 1.5% del PIB venezolano a precios
internacionales.
“Es el problema de vivir en el país más barato del mundo”,
dijo a The Associated Press el gobernador de Táchira, José Gregorio Vielma
Mora. “Un 30% de los alimentos del país salen ilegalmente”.
El gobierno de Venezuela estableció una política de control
de precios hace una década bajo el gobierno socialista del presidente Hugo
Chávez con el propósito de ayudar a los pobres. Pero una economía dependiente
del petróleo, como la venezolana, que ha sido víctima de una mala gestión y que
ahora está siendo azotada por la caída de los precios mundiales del crudo, creó
una escasez de dinero efectivo que hace casi imposible adquirir estos productos
básicos importándolos.
Con la caída del valor del bolívar frente al dólar y el peso
colombiano, revender productos básicos al otro lado de la frontera se ha
convertido en un negocio irresistible.
El gobierno del presidente Nicolás Maduro atribuye el
desabastecimiento en los supermercados a una “guerra económica” promovida por
Estados Unidos y las élites del país, de la que, dice, el contrabando hace
parte. Para ello ha desplazado a más soldados a la porosa frontera con Colombia
de 2.200 kilómetros (1.400 millas), decidió cerrar la aduana durante la noche y
aumentar gradualmente las penas de cárcel para los contrabandistas.
También han comenzado instalar unos 20.000 ‘capta-huellas’
para racionar la cantidad de productos que una persona puede adquirir y
proyecta la instalación de cámaras en los puestos de control de la carretera y
la creación de una “zona económica especial” entre los dos países.
En los últimos siete meses, el gobierno ha decomisado 12.000
toneladas de productos de contrabando que van desde fertilizantes hasta comida
para animales o mayonesa. Según el general Efraín Velasco, máximo responsable
militar en la frontera, “lo decomisado es suficiente para alimentar durante 15
días a los 1.700.000 habitantes de Táchira”, dijo a la AP.
El contrabando vive su mejor momento gracias a que detrás
existe una gigantesca red de corrupción que involucra a las mal pagadas fuerzas
de seguridad de Venezuela. Una red que empieza en Caracas y termina en la
aduana de San Antonio del Táchira, en la frontera, a 20 horas en camión. Un
entramado en el que están implicadas todas las fuerzas de seguridad del estado
que vigilan las carreteras: la Guardia Nacional, la Policía Nacional
Bolivariana, el departamento de inteligencia SEBIN y miembros del ejército,
quienes reciben en cada puesto de control de la carretera sobornos varían entre
10 y 40 dólares por carga, sumas nada despreciables en Venezuela.
Una legislación creada bajo decretos de emergencia económica
aprobada el año pasado ha hecho del transporte de alimentos, sobre todo a
ciudades a lo largo de la frontera, una operación tan complicada y vigilada con
exportar un tesoro nacional. Pero la estrategia que siguen las redes del
contrabando les permite obviar estos controles.
Una empresa fantasma de distribución de alimentos compra la
mercancía en Caracas, Valencia o Maracay. En la guía, el documento
imprescindible para circular con los alimentos, está escrito que los productos
tienen destino final San Cristóbal. Pero los contrabandistas evitan fácilmente
los controles alterando los documentos de carga, en los que subestiman la
cantidad transportada, modifican el destino o encubren el lugar donde se
embarcó.
Delante del camión de carga viaja otro vehículo conocido como
‘la mosca’, la persona encargada de pagar los sobornos y abrir las puertas en
cada uno de 20 puestos de control establecidos en la capital y la frontera. Un
mensaje de texto confirma que todo sigue su rumbo y el contrabandista anota
cada pago en un sencillo cuaderno de espirales, según pudo ver la AP.
Durante el viaje de unos 650 kilómetros (400 millas), se paga
unos 80.000 bolívares o alrededor de 300 dólares: 2,000 bolívares a la Guardia
Nacional en Barinas, ciudad natal del fallecido presidente Chávez, 7.000 en
Capitanejo, 10,000 al entrar al estado del Táchira. Son más de 20 pagos en
total.
El mensaje de texto que pudo ver la AP confirma que viene en
camino un nuevo cargamento y que todos los “peajes” ya “están cuadrados”, en
alusión a los sobornos han sido entregados y que la Ford 8-15 que transporta la
carga llegará sin problemas a San Cristóbal.
El soborno más costoso se paga en San Antonio, la última
ciudad en territorio venezolano, donde paramilitares controlan el paso y los
riesgos son más altos. La zona es una de las más peligrosas de América Latina,
donde conviven narcos, guerrilleros y bandas criminales, grupos surgidos en
medio siglo de conflicto en Colombia.
De las 653 personas detenidas en Táchira en los últimos siete
meses, 614 son civiles y 39 son militares. Esto último es un hecho “inédito”
porque “antes no se detenía a ninguno”, explica el general Velasco.
Unas cuadras antes de la aduana de San Antonio, los
contrabandistas se desvían y toman un camino de baches y piedras dominado por
grupos paramilitares. A diferencia de los cruces fronterizos más concurridos,
donde las autoridades han tolerado que los lugareños pobres oculten productos
en la parte trasera de sus motocicletas, el control de los paramilitares en
esta tierra de nadie es ideal para estos contrabandistas.
En sólo 15 minutos, después de atravesar el río Táchira, toda
la mercancía llegará a ‘La Parada’, un polvoriento barrio a las afueras de
Cúcuta, la sexta ciudad más grande de Colombia. Se trata de un montón de calles
donde miles de personas compran y venden bajo el fuerte sol cualquier cosa.
Negocios millonarios se cierran en camiseta de tirantes sobre una mesa de
plástico. Comerciantes de todo el país llega hasta aquí para comprar a buen
precio el papel, el jabón o los preservativos que escasean en los anaqueles
venezolanos pero que luego se venderán en Colombia.
La travesía por tierra que empezó en Venezuela termina a
pocos metros de aquí, junto a la tienda de un hombre con un ojo de cristal,
conocido como ‘El Pescado’, uno de los mayores compradores de la zona.
Vestido con una camiseta del Barcelona, otro contrabandista,
de 26 años y que no quiere dar su nombre, explica que dos años atrás trabajó
para ‘El Pescado’. Unas veces llevaba perfumería, otras comestibles y otras
grandes montañas de dinero, otro de sus negocios. Ante la escasez de billetes,
las casas de cambio de Colombia dan hasta un 7% de margen de ganancia por
depositar en bolívares.
Hace dos años introdujo un camión de leche pero después de
tantos días se había dañado. “Así que fuimos a un galpón en Cúcuta y la
vaciamos. Yo me encargué de quitar los bichos con una pala y la re-empacamos de
nuevo para vender en Colombia”, recuerda entre risas.
“Antes esta era la frontera que más droga decomisaba de
América y ahora no incautamos nada. ¿Por qué? Porque se han pasado al
contrabando de alimentos”, explica el gobernador del Táchira Vielma Mora.
Entre tanto, el contrabandista mira nervioso la cascada de
mensajes de texto que siguen entrando en su teléfono. Según el general Velasco,
el contrabando ha cambiado el rostro de San Cristóbal y ya nadie quiere
trabajar porque prefiere dedicarse al tráfico de alimentos.
Pero los mismos contrabandistas en Táriba, San Antonio o el
barrio de El Carmen, de San Cristóbal, donde llegan y salen los camiones, dicen
que nunca habían trabajado tanto.
Por JACOBO GARCÍA, Associated Press
2005 La
Guayana Esequiba – Zona en Reclamación. Instituto Geográfico Simón Bolívar Primera Edición
Nota del
editor del blog:
Al referenciarse a la República Cooperativa de
Guyana se deben de tener en cuenta los 159.500Km2, de territorios ubicados al
oeste del río Esequibo conocidos con el nombre de Guayana Esequiba o Zona en
Reclamación sujetos al Acuerdo de Ginebra del 17 de febrero de 1966.
Territorios estos sobre los cuales el Gobierno
Venezolano en representación de la Nación venezolana se reservo sus derechos
sobre los territorios de la Guayana Esequiba en su nota del 26 de mayo de 1966
al reconocerse al nuevo Estado de Guyana:
“...por lo tanto, Venezuela reconoce como
territorio del nuevo Estado, el que se sitúa al este de la margen derecha del
río Esequibo y reitera ante la comunidad internacional, que se reserva
expresamente sus derechos de soberanía territorial sobre la zona que se
encuentra en la margen izquierda del precitado río; en consecuencia, el
territorio de la Guayana Esequiba sobre el cual Venezuela se reserva expresamente
sus derechos soberanos, limita al Este con el nuevo Estado de Guyana, a través
de la línea del río Esequibo, tomando éste desde su nacimiento hasta su
desembocadura en el Océano Atlántico...”
LA GUAYANA ESEQUIBA
http://laguayanaesequiba.blogspot.com/2008/01/la-guayana-esequiba.html
Terminología sobre cómo referenciar la
Zona en Reclamación-Guayana Esequiba.
Mapa que señala el Espacio de Soberanía Marítima Venezolana que se
reserva, como Mar Territorial mediante
el Decreto Presidencial No 1152 del 09 de Julio de 1968
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