Tomado de
13 JUL2016
La disputa que Argentina y Reino Unido mantienen sobre la
soberanía de las Malvinas está "lejos de solucionarse", pues ninguna
de las dos partes va a reconsiderar su postura y en esa disputa se sigue
olvidando a los habitantes del archipiélago, quienes deberían estar en "el
centro de la discusión".
"El tema está lejos de solucionarse", resume el
estudio Las Islas Falkland: Una visión desde Latinoamérica, elaborado por el
Centro de Investigación Internacional IBN Khaldum de la Universidad Francisco
Marroquín (UFM) de Guatemala y presentado hoy en la capital de la nación
centroamericana.
A lo largo de medio centenar de hojas, el economista Andrés
Marroquín, el jurista Eduardo Calderón y el politólogo Daniel Haering, relatan
los datos recabados durante su visita a las Islas Malvinas en marzo de 2014 con
el fin de dar una perspectiva "distinta" para Latinoamérica, teniendo
en cuenta a sus habitantes.
Aunque el objetivo es acercar a un "gran
desconocido" a Latinoamérica y dar a conocer a un territorio ejemplar en
el manejo de recursos sin dejar de ser críticos con otros aspectos, los
analistas reconocen que diversos organismos internacionales, como la ONU, han
incentivado el diálogo entre las dos partes para solucionar el conflicto
olvidando los intereses de la población.
En este sentido mencionan al Papa Francisco, quien en agosto
de 2015 fue fotografiado posando con un pequeño cartel en el que se leía
"es tiempo de diálogo entre Argentina y Reino Unido por Malvinas" y
en el que no se consideraba a los habitantes del archipiélago.
Falkland, un archipiélago ubicado en el Atlántico Sur y
compuesto por dos islas principales y unos 750 islotes, muchos deshabitados,
fue una colonia británica, ahora considerada un territorio británico de
ultramar, cuya soberanía reclama Argentina.
La guerra de las Malvinas se inició el 2 de abril de 1982 con
el desembarco de tropas argentinas en el archipiélago y concluyó en junio de
ese año con su rendición ante las fuerzas enviadas por el Reino Unido.
En el conflicto, que duró unos 74 días, murieron 255
británicos, 3 isleños y 649 argentinos.
El documento enfatiza que aunque Gran Bretaña ganó la guerra,
los grandes beneficiarios fueron los isleños, que obtuvieron un espacio de
protección marítimo al amparo del cual organizaron un sistema de pesquerías que
les hizo económicamente "independientes".
Además, poniendo como foco a los habitantes, el deseo de los
isleños es "claro en el sentido de no querer ser un estado
independiente" y "claro en su deseo de no anexarse a ningún estado ya
existente", tal y como evidencia el referéndum de 2013, en el que el 99,8
% de la población pidió continuar como "un territorio británico de
ultramar" y tener el derecho a decidir en el futuro.
Además el equilibrio de Nash (una teoría de juegos en la que
los actores no tienen intención de cambiar la estrategia sin que el
contrincante lo haga primero) favorece la posición de los habitantes de las
Malvinas, una situación que se mantendrá, al menos, "en los próximos
años".
En este contexto, Argentina es un país "de baja calidad
institucional" con crisis económicas "recurrentes" y una
corrupción "institucionalizada", mientras que Gran Bretaña da
protección y defensa, por lo que el sentimiento de las Malvinas es mantener el
estatus británico "y recelar" de los argentinos, que mantienen una
actitud "agresiva".
"Es un hecho que no vamos a buscar la independencia
mientras Argentina no reconozca nuestro derecho de auto determinación (...)
Desafortunadamente ellos son una amenaza para nosotros y mientras eso no cambie
tampoco cambiaremos nosotros nuestro estatus", declaró el representante
del Gobierno de las Malvinas Barry Elsby en el estudio.
Es por ello que los expertos concluyen que la situación está
en "equilibrio" gracias a la actitud "confrontativa" de
Argentina, la actitud "pasiva pero firme" de Gran Bretaña y la
habilidad de "mimetizarse" de los habitantes de las islas.
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