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El
archipiélago situado en el mar Argentino tiene una fauna tan interesante como
su historia misma. Una alternativa turística en el lugar menos pensado.
Apasionante y misteriosa como pocos destinos, las Malvinas
están integradas por dos islas principales, Gran Malvina y Soledad, y por
alrededor de 700 islas menores, islotes y peñones que conforman un archipiélago
de más de 12 mil kilómetros cuadrados. Su territorio fue, desde siempre, un
codiciado punto de conquista, no sólo por su paso estratégico hacia el Océano
Pacifico, sino también por sus riquezas naturales, y sobre todo, el tan buscado
petróleo.
Históricamente, y hasta el año 1979, la caza de lobos y
elefantes marinos, pingüinos, ovejas y ballenas en las islas fue
indiscriminada. Luego, afortunadamente un grupo de naturalistas fundó la
Falkland Island Foundation (FIF), que con el paso del tiempo fue incorporando
adeptos. Así, en 1991 se creó oficialmente la asociación no gubernamental
Falkland Conservation que vela por los intereses de los animales y es apoyada
por el Gobierno de las islas.
Para los amantes de la fauna y la flora y el turismo no
tradicional, el Volunteer Point de la Isla Soledad es el mejor lugar para
comenzar a recorrer estos paraísos no muy explorados. Se caracteriza por
albergar una colonia de alrededor de 10 mil pingüinos, entre Magallánicos,
Papua y los imponentes Rey, que son los más grandes de Sudamérica. Sin embargo,
la vida de los pingüinos Rey en las Malvinas no siempre fue tan feliz, ya que
en el pasado estuvieron a punto de extinguirse. Es que durante muchos años, se
los cocinaba vivos para extraer unos 2 litros de aceite por animal que era
utilizado como combustible de lámparas, por lo que en esta colonia habían
quedado solamente 30 ejemplares. Hoy en día, el Volunteer Point es una estancia
privada declarada Reserva Nacional para asegurar la continuidad de las especies
que allí habitan y para sostener el constante crecimiento de sus colonias.
Un sinfín de islas
Otro punto de interés dentro de las Malvinas es Carcass
Island, una isla de 2 mil hectáreas situada en el extremo noroeste del
archipiélago que también posee una gran colonia de pingüinos Papua. Esta
especie fue la primera en llegar a sus costas para reproducirse y, a diferencia
de los pingüinos Rey que viven todo el año en la colonia, lo hacen seis meses
en tierra y los otros seis meses en el mar. Como casi todas las islas que
integran las Malvinas, Carcass Island es privada y los dueños abren sus puertas
a los turistas. En cambio, Sea Lion Island pertenece al gobierno y tiene un
lodge preparado para recibir un mayor número de turistas que el resto. Allí se
encuentra la mayor concentración de cormoranes imperiales de la zona.
Otro sitio ineludible en un viaje a las Malvinas es la West
Point Island, que ostenta la mayor colonia de albatros de ceja negra del mundo.
Las hembras de esta especie ponen un huevo cada tres años, por eso el cuidado
de estas colonias es de vital importancia, ya que allí las aves vuelven después
de una década a reproducirse.
Para viajar dentro de la isla se utilizan los aviones FIGAS
(Falkland Islands Government Air Service), que realizan vuelos diarios entre la
mayor parte de ellas. Las pistas de aterrizaje son de césped y los dueños de
las islas son los encargados de estar presentes tanto en los aterrizajes como
en los despegues, con los elementos de seguridad necesarios ante cualquier
eventualidad. Por lo tanto, el sistema interisleño de aviación es simple pero
organizado y seguro.
Si bien las Islas Malvinas son sinónimo de uno de los
períodos más oscuros de la historia argentina, el archipiélago tiene mucho para
ofrecer a los amantes de la naturaleza. A pesar de tanta muerte, allí también
hay vida.
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