viernes, 5 de febrero de 2010

“De una isla a otras…”


Tomado de:
http://centroinvestigaciones.blogspot.com/2010/02/el-ciney-informa.html

Xenia Reloba • La Habana

Dra. Margaret Shrimpton, Investigadora residente en la Ciudad de Mérida participa como jurado en La Habana, Cuba, en el Premio Casa de las Américas, junto a teatrólogos, investigadores, semiólogos, historiadores, lingüistas, estudiosos de literatura latinomericana y escritores destacados de diversas naciones.



Jurado del premio de literatura caribeña en inglés o creol en CASA DE LAS AMÉRICAS, LA HABANA, CUBA.



A Margaret Shrimpton no le gustan las entrevistas. Afortunadamente, ha venido al Premio Literario a leer, lo que le permite “ocultarse” largas horas en su habitación del hotel Jagua, en Cienfuegos. Pero cuando la tienta un buen café, baja a las oficinas del evento. Es ahí donde la atrapo in fraganti y la invito a repasar algunas ideas sobre el ser caribeño y la literatura “hecha en inglés” en este dinámico y muy diverso espacio sociocultural y geográfico.



¿Por qué rumbos genéricos y temáticos marcha la literatura caribeña de habla anglófona?



Es un poco difícil hablar desde un solo espacio porque mi trabajo sobre el Caribe trata de cruzar los puentes, en parte porque lo hago desde una región del Caribe continental y siempre estamos buscando la dinámica de las articulaciones entre continente e islas. Con los demás jurados conversábamos que nos parece interesante, viendo la literatura anglófona hoy en el Caribe, que ya no hay tanta necesidad de exponer: “Soy caribeño, y esta es una obra caribeña”. Los marcadores han ido cambiando y se pueden plasmar otros aspectos más personales, íntimos, cotidianos, que no son los marcadores de antes.



¿Significa que ya no están tan presentes con tanta claridad aquellos elementos “típicos” de la identidad del Caribe en la literatura regional?



Las “definiciones epidérmicas” forman parte de un pasado necesario. Para llegar a este punto tuvimos que transitar por todo eso. Debido a la posición de los de afuera, los de adentro tuvimos que fijar aquellos marcadores, temas específicos como los de la plantación, la raza, que dominaron mucho la literatura caribeña anglófona. Ya no tiene que ser así. A veces una se pregunta: ¿qué tiene de caribeño este texto?



Uno de los problemas es cómo defines el espacio Caribe. Tienes las islas, la tierra continental, las diásporas, los espacios que están afuera. A veces encontramos textos escritos por un guyanés en Inglaterra, un jamaicano en Toronto, y te preguntas dónde está lo caribeño. Si realizas una lectura tradicional concluyes que no está, porque los autores están integrados a sus nuevas sociedades, pero hay que hacer otra lectura. Si entras a esos textos buscando esos indicadores de identidad muy a flor de piel, no los encuentras, pero hay otros que sí.



Hay esa dinámica del movimiento, de afuera hacia adentro, las migraciones, que hoy van caracterizando a esta literatura. El movimiento es algo que me interesa muchísimo, no en términos literales, sino metonímicos; cómo va repercutiendo en la literatura, en la música, los ritmos, el lenguaje.



¿Cómo se vive hoy la perspectiva de ser caribeño en México?



Sigue siendo muy polémico en México el “ser caribeño”. De hecho, el primer espacio mexicano considerado caribeño es el de Veracruz, el golfo, por la población afromexicana. El Caribe se entendía a partir de lo afrocaribeño. El área de la costa oriental, de Yucatán, es predominantemente indígena y no entraba en esas definiciones fijas del Caribe que estaban marcadas por la huella africana. Esa fue una de mis primeras luchas como académica. Lo que me interesaba era la conformación de la mezcla racial, el sincretismo. En el Caribe mexicano hay una configuración muy similar a la que encuentras en Guyana. Sin embargo, Guyana, a pesar de estar en el continente, siempre ha sido asimilada como una isla. Yucatán y Belice, no. ¿Por qué? Cuando empezó a crecer la Asociación Mexicana de Estudios del Caribe hubo mucho interés y curiosidad por entender qué tiene que ver Yucatán con el Caribe. Decían que no basta que estén en el mismo espacio geográfico. Empezamos a hacer el estudio histórico de la plantación, de las haciendas. Yucatán tiene una historia muy particular respecto a las haciendas. Fue el último espacio en México en disolver las haciendas; el sistema de plantación duró más que en otras partes y todavía hay huellas del colonialismo y sus estructuras.



Entonces empezamos a encontrar esos diálogos con las islas. Yucatán, como es una península, resulta casi como una isla. Nara Araújo me propuso la idea del péndulo, por esa relación que tiene Yucatán, que gira hacia el Caribe y hacia el centro, hacia el D.F. Cuando empecé a enseñar literatura caribeña en Yucatán, mis alumnos no se identificaban con el Caribe. Al final del curso, empezaron a abrazar la idea. Ahora llegan con ganas de ver los textos y conocer.



Hace años, cuando empezamos a estudiar la obra de uno de los autores con que trabajo, la ubicábamos en el Caribe. Eso fue como una revelación para él y me dijo: “sabía que no encajaba en México pero no sabía dónde”. Hay un problema: Yucatán es una península grande y en ella cada espacio es distinto. Unos miran más al Caribe, otros hacia el centro. Es algo que ocurre también en las islas del Caribe. Es parte de la dinámica insular y caribeña.



El proceso de globalización, que tiende a la estandarización, ¿afecta las señas particulares de las identidades caribeñas?



Globalizar también crea espacios particulares. Eso nos hace volver a la idea del Caribe único y diverso. Existen elementos históricos comunes, de la esclavitud, de las plantaciones, pero cada isla manifiesta sus especificidades en esos procesos, y uno puede conjugar eso con los rizomas de Glissant. Yolanda Wood decía en un ensayo que me dejó una huella desde el principio que estamos ante un Caribe fluctuante.



¿Una inglesa en México?

No sé qué soy. Hasta en Inglaterra mis compañeros me decían “naciste en el lugar equivocado”. Llegué a México por un sueño de la infancia. En algún momento de mi niñez se instaló la idea de que tenía que llegar a conocer México. Tuve la oportunidad, cuando estudiaba mi licenciatura, de pasar un año de prácticas de idioma. Arreglé para venir a México, me quedé en Yucatán y fue mi primer contacto con ese espacio.



En la Universidad había un incipiente centro de investigaciones sobre el Caribe y me inserté. Me absorbieron y me fascinó. Todos eran antropólogos, historiadores y estaban explorando la relación de Yucatán y el Caribe y pensé: “hace falta hacer eso en la literatura”. Después me presentaron a la doctora Ileana Sanz y se inició una relación que terminó en mi doctorado, que hice en la Universidad de La Habana. Ella fue la que me insertó en el Caribe.



También vienes de una Isla…

Vine a entender mi carácter de “isleña” aquí, en el Caribe, porque Inglaterra, con toda su ideología imperialista, no se comprende como isla. No es isla, es imperio.



En término socioculturales, ¿qué es para ti “una isla”?

Entiendo Yucatán como una isla y creo que tiene que ver con la dinámica de cómo mira afuera y adentro. Cuando uno vive en un espacio muy grande, como el centro de México, uno no tiene esa visión de mirar hacia adentro y hacia fuera. Solo se mira alrededor. Cuando vives en una isla estás obligado a mirarte a ti mismo y hacia ese espacio donde cruzas el agua. Eso para mí define la dinámica de la isla. No el aislamiento, el estar encerrado y separado de un mundo, sino con esa visión de constante movimiento hacia adentro y hacia fuera. La búsqueda constante, hacia dónde vamos. Guarda relación también con esa estructura de costa y montaña que caracteriza el Caribe.



Publicado en La Ventana sitio digital de Casa de las Américas

PARA MAYORES INFORMACIONES ENTRAR A:
http://www.lajiribilla.cu/index.html


Nota del editor del blog: Al referenciarse a la República Cooperativa de Guyana se deben de tener en cuenta los 159.500Km2, de territorios ubicados al oeste del río Esequibo conocidos con el nombre de Guayana Esequiba o Zona en Reclamación sujetos al Acuerdo de Ginebra del 17 de febrero de 1966.


Territorios estos sobre los cuales el gobierno Venezolano en representación de la Nación venezolana se reservo sus derechos sobre los territorios de la Guayana Esequiba en su nota del 26 de mayo de 1966 al reconocerse al nuevo Estado de Guyana .
“...por lo tanto, Venezuela reconoce como territorio del nuevo Estado, el que se sitúa al este de la margen derecha del río Esequibo y reitera ante la comunidad internacional, que se reserva expresamente sus derechos de soberanía territorial sobre la zona que se encuentra en la margen izquierda del precitado río; en consecuencia, el territorio de la Guayana Esequiba sobre el cual Venezuela se reserva expresamente sus derechos soberanos, limita al Este con el nuevo Estado de Guyana, a través de la línea del río Esequibo, tomando éste desde su nacimiento hasta su desembocadura en el Océano Atlántico...”

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