miércoles, 9 de diciembre de 2009

Las islas Kuriles son y serán parte inalienable de Rusia


Tomado de:
http://sp.rian.ru/analysis/20091126/124144989.html
20:33

26/ 11/ 2009
Iliá Krámnik, RIA Novosti
Recientemente, el Gobierno japonés aprobó una resolución que reconoce como territorios ocupados las islas Kuriles del Sur, y esa misma conclusión quedó incluida en una nota de respuesta a una interpelación presentada al ejecutivo por el parlamento nipón.


Por primera vez, la expresión "ocupación ilegal" de las islas fue pronunciada el pasado 17 de octubre por el ministro de Transporte de Japón, Seiji Maehara, también responsable de los asuntos de la prefectura de Okinawa y los Territorios del Norte (las cuatro islas, Kunashir, Iturup, Shikotan y Habomai, que integran el archipiélago de las Kuriles del Sur) actualmente territorio de Rusia, y reclamadas por Japón.


Después de las declaraciones del ministro, vino la mencionada interpelación del parlamento, y aquí tenemos la respuesta del gobierno nipón.


El Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia no tardó en reaccionar y declaró inaceptable la postura de Tokio en una nota remitida al gobierno nipón.


La importancia de las Kuriles del Sur radica en sus intereses económicos. Las aguas de la zona de las islas Kuriles son ricas en recursos hidrobiológicos y para Rusia es indispensable conservar sus derechos especiales sobre la amplia área de mar.


Otro factor es la dignidad nacional. Terminada la Segunda Guerra Mundial en 1945, en consonancia con tratados internacionales, las islas Kuriles pasaron a la URSS, y este modo, Moscú tomó la revancha tras su derrota en la guerra ruso-japonesa de 1904-1905.


Se trata también de intereses militares. La flota rusa del Pacífico tiene acceso al océano a través de los canales y estrechos entre las Kuriles de Sur.


Otros estrechos, como el de Sangar y de Tsushima, los controlan otros estados, y los canales de la zona central y del norte de las Kuriles están mucho más retirados y económicamente están menos desarrollados.


Un aspecto crucial es que, en caso de traspasar las islas Kuriles al Japón, Rusia no podrá controlar los buques y submarinos extranjeros en el mar de Okhotsk donde cumplen misiones de vigilancia submarinos estratégicos de la flota rusa del Pacífico.


Un enemigo potencial tendrá la capacidad de vigilar las naves en esta zona y destruirlas en caso de algún conflicto.


El problema de las islas Kuriles se puede comparar con la polémica en torno de las islas Malvinas que se tradujo en un conflicto armado entre la República Argentina y el Reino Unido en 1982.


Las autoridades de Argentina utilizaron el asunto de las Malvinas para distraer la atención de sus ciudadanos y consolidarlos a luchar contra el "enemigo exterior", lo que les permitió resolver problemas internos.


La situación actual en el Japón se distingue de la existente en Argentina en los años 50-80 del siglo pasado. No obstante, es posible que un día las islas Kuriles del Sur pase a ser un blanco muy oportuno para lanzar una agresión.


Este blanco se hará tanto más oportuno, cuanto más Rusia tarde en renovar y ampliar la infraestructura militar y económica del Extremo Oriente.


Para hacerlo necesita nuevos buques, bases, campos de aviación, otro equipo y, en primer lugar, al personal que pueda vivir y trabajar allí sin relevarlos cada temporada.


El País del Sol Naciente también incrementa el poderío de sus fuerzas armadas. Hoy día, este país posee superioridad numérica en armamento convencional sobre el Grupo de tropas rusas estacionado en el Lejano Oriente. Añádase a ello el material y armamento modernos de los que están dotados la Marina, la Fuerza Aérea y el Ejército de Tierra del Japón.


Por su parte, Rusia dispone de fuertes instrumentos de presión como toda una flotilla de submarinos nucleares de elevada supervivencia y aviación estratégica. Estos factores, en combinación con el arma nuclear, garantizan la defensa del Extremo Oriente ruso contra un ataque eventual, pero no para siempre.


Una potencia militar no vale nada sin esfuerzos políticos, y si un día el Japón o cualquier otro país se da cuenta de que Rusia desatiende la importancia de algunos de sus territorios y no se dispone a defenderlos, las consecuencias podrían ser deplorables.


Para conseguir que el tema de las Kuriles del Sur vuelva a ser objeto de negociaciones de paz (por ejemplo, sobre cooperación para explotar sus recursos) quizás haya que declarar sin ambigüedades que el Japón podrá recuperar la soberanía sobre estas islas, únicamente en el caso de declare una guerra contra Rusia y, lo que es más importante, que pueda ganar ese conflicto.


LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDIRÁ
OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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